Sureño
Freak
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Hoy me levanté con el ángel en un hombro y con el demonio en otro sobre este tema. Llevo días plantéándome mi vida en ese aspecto y eso que hace unos días recibí la noticia de que ya no tengo soldaditos en las filas después de la vasectomía, lo cual en teoría no debería preocuparme a la hora de echar el veneno en alguna zorrupia de medio pelo, pero por otro lado, puede hacerme ver ser dependiente del sexo a cada instante por esa misma despreocupación.
En mi vida, en el tema del sexo, he tenido auténticas montañas rusas. Estar meses sin catar coño y no tener necesidad de hacerlo y de repente, tener momentos en los que no podía estar más de 2-3 días sin follar y tener que tirar de agenda, abrirme Tinder o Badoo y querer en la primera cita follar sí o sí, o ir a las de pago, con el consiguiente gasto en metálico cuando había temporadas que era un non stop.
Creo que en un periodo corto, unos meses e incluso un año, es posible vivir sin sexo, pero a la larga no lo veo factible por nuestra condición genética y biológica, máxime en un periodo en donde ahora, incluso habiendo hombres feos, el sexo es de fácil acceso aunque a la vez algo, en mi opinión, sobrevalorado. Cuando digo de alguien feo, me refiero al acceso a las de pago, puesto que ahora con un click o con un simple vistazo a una web de contactos, en un rato te plantas frente a la que has elegido, descargas y te vas. Siempre ha existido eso, pero el llegar a la puta era más dificultoso sin móviles y las nuevas tecnologías, y sí vivías en un sitio pequeño y recogido, podría ser el centro de todas las miradas. Lo mismo pasa con las civiles, si eres medianamente guapo y tienes tu agenda, basta coger a unas cuantas hasta que una te diga que sí o abrirte un Tinder. Ya si eres tía, ni te cuento. Todos sabemos lo que sucede cuando tienes un chocho entre las piernas.
Tampoco el auge de la pornografía y de la sexualización de las mujeres en el Instagram y redes sociales similares ayuda a que una persona se decante a no tener sexo. Es muy difícil eludir eso, ya que tarde o temprano, aunque no lo busques, siempre encuentras algo que te hace pensar en tener el sexo, incluso en el caso de que la vecina madurita buenorra del cuarto se le ocurre ponerse un día un buen escote en el que destacan las lorzas, es inevitable no elucubrar en tener fantasías con ella. Va en nuestra condición. Si hasta los curas lo hacen, y también follan, ¿por qué no nosotros?
Pero el sexo tiene sus negativas connotaciones. A veces la búsqueda es ardua y puede convertirse en obsesiva y enfermiza, sin mencionar el despliegue de logística, tiempo, dinero y bajada de pantalones que muchos hacen con tal de tener un mal polvo con cualquier tía, sea una pija o una desdentada del polígono. Creo que en ocasiones no merece la pena tanto despliegue de recursos y sí enfocar en lo que te haga feliz, puesto que el sexo no es la búsqueda de la felicidad, es simplemente descargar y sentirte una especie de alfa de vez en cuando, y pregonar que tal día o noche te follaste a Pepita o Juanita que estaba bien buena. Pero a la larga, es bastante frustrante, y como en otro tipo de dependencias, no te hace realmente disfrutar de la vida en otras facetas.
Quizás, para no pensar en sexo, y poder vivir sin él, es necesario eliminar todas las referencias que hagan directa o indirectamente alusión al mismo. Quitar ordenador o móvil en donde no tengas acceso ni a redes ni a páginas web ni a contactos con chicas, irte a un lugar alejado del mundo sin que existan mujeres, o estar de por vida en un monasterio sin apenas tener contacto con el exterior, aunque esto último ni siquiera eso garantiza 100% la abstinencia. Ya se sabe como es ese mundillo...
¿Qué pensáis de todo esto? ¿Alguna fórmula para no meterla más?
En mi vida, en el tema del sexo, he tenido auténticas montañas rusas. Estar meses sin catar coño y no tener necesidad de hacerlo y de repente, tener momentos en los que no podía estar más de 2-3 días sin follar y tener que tirar de agenda, abrirme Tinder o Badoo y querer en la primera cita follar sí o sí, o ir a las de pago, con el consiguiente gasto en metálico cuando había temporadas que era un non stop.
Creo que en un periodo corto, unos meses e incluso un año, es posible vivir sin sexo, pero a la larga no lo veo factible por nuestra condición genética y biológica, máxime en un periodo en donde ahora, incluso habiendo hombres feos, el sexo es de fácil acceso aunque a la vez algo, en mi opinión, sobrevalorado. Cuando digo de alguien feo, me refiero al acceso a las de pago, puesto que ahora con un click o con un simple vistazo a una web de contactos, en un rato te plantas frente a la que has elegido, descargas y te vas. Siempre ha existido eso, pero el llegar a la puta era más dificultoso sin móviles y las nuevas tecnologías, y sí vivías en un sitio pequeño y recogido, podría ser el centro de todas las miradas. Lo mismo pasa con las civiles, si eres medianamente guapo y tienes tu agenda, basta coger a unas cuantas hasta que una te diga que sí o abrirte un Tinder. Ya si eres tía, ni te cuento. Todos sabemos lo que sucede cuando tienes un chocho entre las piernas.
Tampoco el auge de la pornografía y de la sexualización de las mujeres en el Instagram y redes sociales similares ayuda a que una persona se decante a no tener sexo. Es muy difícil eludir eso, ya que tarde o temprano, aunque no lo busques, siempre encuentras algo que te hace pensar en tener el sexo, incluso en el caso de que la vecina madurita buenorra del cuarto se le ocurre ponerse un día un buen escote en el que destacan las lorzas, es inevitable no elucubrar en tener fantasías con ella. Va en nuestra condición. Si hasta los curas lo hacen, y también follan, ¿por qué no nosotros?
Pero el sexo tiene sus negativas connotaciones. A veces la búsqueda es ardua y puede convertirse en obsesiva y enfermiza, sin mencionar el despliegue de logística, tiempo, dinero y bajada de pantalones que muchos hacen con tal de tener un mal polvo con cualquier tía, sea una pija o una desdentada del polígono. Creo que en ocasiones no merece la pena tanto despliegue de recursos y sí enfocar en lo que te haga feliz, puesto que el sexo no es la búsqueda de la felicidad, es simplemente descargar y sentirte una especie de alfa de vez en cuando, y pregonar que tal día o noche te follaste a Pepita o Juanita que estaba bien buena. Pero a la larga, es bastante frustrante, y como en otro tipo de dependencias, no te hace realmente disfrutar de la vida en otras facetas.
Quizás, para no pensar en sexo, y poder vivir sin él, es necesario eliminar todas las referencias que hagan directa o indirectamente alusión al mismo. Quitar ordenador o móvil en donde no tengas acceso ni a redes ni a páginas web ni a contactos con chicas, irte a un lugar alejado del mundo sin que existan mujeres, o estar de por vida en un monasterio sin apenas tener contacto con el exterior, aunque esto último ni siquiera eso garantiza 100% la abstinencia. Ya se sabe como es ese mundillo...
¿Qué pensáis de todo esto? ¿Alguna fórmula para no meterla más?
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