RubÉn Olivares, El PÚas

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cuellopavo

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23 Abr 2006
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Rubén Olivares era una máquina de golpear. Ganó sus primeras 25 peleas noqueando a sus rivales a más tardar en el segundo round, antes de enfrentar a los grandes del mundo en aquel momento.


Cuando recibió la oportunidad de pelear por el campeonato del mundo, noquéo al entonces campeón, un australiano llamado Lionel Rose, en el quinto asalto, con lo que se consagró como un boxeador de época en el año de 1969.


Pero no es eso lo que admiro del Púas Olivares. Olivares era de familia pobre, sin educación. Con el dinero que ganó en tan poco tiempo, cualquier persona normal habría vivido tranquila. Pero en su caso –y esto es muy normal entre los boxeadores - los amigos, los aduladores y los pillos lo llevaron a una vida disipada de alcohol, vicios y mujeres.


En poco tiempo fue derrotado en el cuadrilátero (octubre de 1970), y desapareció completamente de la escena. Pronto quedó pobre, alcoholizado, arruinado.


Pero su entrenador lo buscó y lo sacó del basurero, para recuperar el campeonato mundial con pocas semanas de entrenamiento (abril de 1971).


Una vez más regresó el dinero y la fama, y el Púas volvió a las andadas. Fue nuevamente derrotado en marzo de 1972, hundiéndose de nuevo en el alcoholismo y los vicios.


De nuevo lo buscó su entrenador dos años después, y enseguida recuperó el título mundial (julio de 1974), para volver a lo mismo y perderlo en el mes de noviembre del mismo año.


Y cuando ya nadie daba nada por el borrachín destronado y arruinado, una vez más sorprendió al mundo recuperando el campeonato mundial en junio de 1975.


Sin embargo, ya la edad lo rebasaba, y fue derrotado una vez más en septiembre de 1975.


Además, ya había aprendido la gran lección. Se retiró rico, y generó una fundación para apoyar a los boxeadores mexicanos arruinados, institución que todavía preside el día de hoy.


No admiro al Púas del golpe fulminante, menos al alcohólico que despilfarraba el dinero en los burdeles.


Admiro a un organismo capaz de recibir tanto castigo moral y físico de parte de aduladores, pillos, falsos amigos, del alcohol y otros vicios, para levantarse una y otra vez del suelo y reconquistar lo suyo: el demostrar que ha sido el más grande boxeador de todos los tiempos.
 
Suena a peliculon impresionante y no quiero mofarme con el comentario, si mas info
 
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