¿Pues cómo no? Si rumanía misma es una profesión
Goldie Horowitz escribió en 1941: "Eran mujeres occidentales, pero flotaba a su alrededor un perfume de harén."
El corresponsal de The New York Times C. L. Sulzberger, al iniciarse la WWII, señana: "Bucarest es una ciudad deliciosamente depravada...las innumerables profesionales tenían poco éxito debido a la entusiasta rivalidad de aficionadas procedentes de todas las clases sociales, de princesas para abajo." Y añade:
"Los chanchullos eran lo más estimulante. El primer funcionario con el que me encontré abrió un cajón de su escritorio dejando entrever toda la colección de billetes extranjeros. Trató de sobornarme, prometiendome un cambio de mercado negro un 15% más elevado que el que me había ofrecido el recepcionista del Athenee Palace."
Hannah Pakula, biógrafa de la reina María de Rumanía, recoge el comentario de un miembro de la antigua aristocracia que afirma que, en rumano, no existe una palabra para definir el dominio de sí mismo: "Tanto el término como el concépto resultan extraños e intraducibles para la mente rumana."
"Rumanía no es un país, sino una profesión" se burlaba Nicolás II, último zar de Rusia y primo hermano de la reina María.
La prostitución, el mercado negro y la denuncia de amigos y vecinos estaban tan arraigados en la tradición rumana que hasta llegaban a tener un cierto encanto natural e inocente...
¿Entre los profesionales rumanos que han estudiado cuentas también a las brujas?
Declaran a la brujería una profesión legal en Rumania | Notas | BioBioChile