¿Qué pasa, chavalada? Aquí estoy de nuevo y, a riesgo de parecer reiterativo, tengo que volver a insistir en lo mismo:
YO FUI EL PUTO AMO, ¿ok? A continuación paso a enumerar, a modo de inventario, una serie de
hechos que confirman mi supremacía absoluta e indiscutible -obviamente, paso de repetir aquí las anécdotas que ya se contaron en otro hilo hace muy poco-.
- En mis tiempos de cole, había un profe que me tenía manía y no se cansaba de decirme que yo nunca llegaría lejos y todo eso. Cuando me hice famoso, muchimillonario y gran gurú, compré el colegio y los edificios de los alrededores. No compré más aquel día porque estaba muy borracho y me caí de espaldas.
- Cuando los músicos de rock no eran más que amedrentados empleados de las compañías discográficas, yo tuve los santos cojones de despotricar contra la guerra de Vietnam, en pleno corazón de América. La CIA me perseguía, me tocaba los cojones, me pinchaban el teléfono y rebuscaban en mi cubo de basura, pero les puse una demanda que se cagaron por las patas abajo y me enviaron a un subnormal para que me pegase cuatro tiros por la espalda. Jejeje... Qué cosas.
- Colé en un disco de los Beatles, y con la oposición de Macca y Martin, un pestiño de más de ocho minutos, hecho con 100 fragmentos de cintas y de voces, y le puse de nombre Revolution 9. La gente flipaba; decían que aquello era
música concreta, que aludía a los disturbios del 68 y demás soplapolleces. En realidad era una reputísima mierda como un piano de cola. Jijiji... Obviamente, no dejé que el horripilante Carnival of Light de mi compi viese nunca la luz.
- Cuando me hice con mi propia compañía discográfica, saqué al mercado tres truños como tres trenes.
Ni que decir tiene que la Apple se fue a pique, pero el jartón de reír que me metí no me lo quita nadie.
¿Qué, soy amo o no soy amo?