En esto coincido contigo. La sensación de abundancia que ofrece el tinder propicia que no apetezca currárselo demasiado por una tía medio punto más buena cuando probablemente sea cinco puntos más gilipollas. Además, yo cada vez me voy feminizando más y empiezo a valorar otras conexiones más allá de la visual, y eso se suele adivinar en las primeras líneas del chat. Al final hay que manejar con inteligencia el tiempo y el esfuerzo, y establecer unos buenos criterios de descarte. Yo también sólo hablo con las que me abren en momentos que no me apetece gestionar mucho match (en un viaje haría lo mismo que tú), que es un coñazo mantener tantas conversaciones a la vez. Ahora sólo queda imaginar la gestión del tinder de una tía que esté medio buena, que tendrá lo mismo multiplicado por treinta.
El tiempo es demasiado precioso como para desperdiciarlo picando piedra durante días con alguna pedorra en tinder.