Spawner
Muerto por dentro
- Registro
- 10 Dic 2005
- Mensajes
- 34.971
- Reacciones
- 3.935
Saludos, me ha llegado un mail de Ielegé comentando que abrir hilos no cuesta dinero [sólo algo de tiempo] que ni nos van a subir la tarifa de la suscripción mensual de PL ni nos llegará un recargo a la factura de la compañía de ADSL ni nada por el estilo, así que ahí voy, no sin algún recelo, porque soy desconfiado, como las mujeres mayores y desdentadas.
De un tiempo a esta parte nuestras costumbres sociales han cambiado. Ya no nos relacionamos de la misma manera alegre, impulsiva e improvisada que solíamos utilizar años ha. Hoy en día todo está capado a base de filtros y trabas. Limitaciones, en definitiva. Hoy en día tenemos más “amigos” en redes sociales y elementos tecnológicos que en la vida real, en el rial guorld. Ya no nos ofrecemos al mundo de manera espontánea, de hecho, muchas relaciones sociales ni siquiera se producen de manera simultánea, lo cual conlleva a la premeditación, a la falta de espontaneidad y, en consecuencia, al #postureo.
Gente que cuenta su vida tras leer y releer lo que ha escrito, fotos que tienen más filtros que operaciones acumula Cher. Buscar la pose ideal, el mohín o la mueca adecuada para situación para poder subir la dichosa imagen y acumular “megustas”.
Queremos ser creativos, originales, sagaces en ocasiones, agudos, incisivos en nuestros comentarios de Twitter, irónicos, sarcásticos… Queremos ser guays. Y para ser guay hay que mentir. Siendo sincero no se es guay.
Porque tú puedes estar hasta la polla de tu mierda de trabajo y de tu mierda de día. Porque seguramente vives en la rutina más anodina y poco interesante, pero si lo endulzas con un envoltorio interesante y lleno de colorines, seguro que habrá imbéciles dispuestos a comerse el caramelo amargo que es tu triste vida.
Y por eso, hoy día la vida y lo que sabemos de nuestros allegados es, cada vez más, una constante mentira.
Y nosotros no somos menos en este aspecto. Todos nosotros mentimos, seguramente a diario soltamos alguna mentira piadosa y una vez a la semana alguna mentira bien gorda. Todos lo hacemos y más en internet donde rara vez hay forma de comprobar la veracidad de la afirmación que un usuario con IP random está soltando en un foro cualquiera.
Algunas veces la mentira ha tenido, desde siempre, un carácter piadoso o nos ha servido como la tapa de ese pozo de vergüenza que es a veces el ser humano. Ese amasijo de cosas que nos da vergüenza reconocer o que, quizá, tenemos miedo decir públicamente porque, de hacerlo, parte de nuestra vida y zona de confort se iría al garete. Estoy convencido de que todos nosotros ocultamos, o hemos ocultado, algo a lo largo de nuestras vidas que, de haber sido público, nos habría hundido para siempre. Por todos es sabido que, en determinados países una mentira puede hundir a un cargo público para siempre, y que, en ocasiones, esta mentira ha hecho que no pocos políticos hayan tenido que renunciar a su “zona de confort”.
Se me ocurre que, entre otras cosas, podíamos usar este hilo para preguntar a algún forero si ciertas cosas que sabemos de él son de dominio público o si las guarda en lo más íntimo de su ser porque, de hacerlo, la imagen que proyecta al mundo podría hundirse. ¿Saben los conocidos de @MarcoKra que administró Pajilleros? ¿Saben los de @Britzingen que es una biblioteca del porno andante? ¿Y las parejas de @le sauternes saben de sus exóticas prácticas sexuales? Y si lo han ocultado, ¿qué infierno se habría generado de no haberlo hecho?
Porque lo que interesa no es la mentira en sí, que, a fin de cuentas importa poco, sino las consecuencias de no usarlas.
Yo me familiaricé con la mentira muy tarde, siempre he sido muy simple y los simples somos sinceros, para mentir hay que ser retorcido. Además, rara vez me he avergonzado de lo que he hecho. Pero hubo una situación que me reveló que, a veces, una mentira abre una puerta a la felicidad.
Tendría yo 9 años, imagino, ya que era la época en la que me tocaba hacer la Comunión. El año anterior la había hecho mi hermana y todo habían sido regalos y alegría. Risas y abrazos. Este año me tocaba a mí y, aunque yo no lo sabía, en mi casa las cuestiones económicas no iban tan bien como antes, de hecho, iban mal, así que mis padres estaban algo agobiados con el tema porque ellos no podían hacer algo normal, una comidita normal y poco más, no, ellos tenía que celebrar LA COMUNIÓN. Así que, parece ser, que a mi madre se le iluminó la bombilla y un día me preguntó si quería hacer la Comunión y yo le dije que claro que quería. ¿Y por qué la quieres hacer?, me preguntó ella más lista que una zorra vieja.
Yo que recordaba que el año anterior mi hermana casi se pudo acostar sobre una cama llena de regalos, pequé de sincero y, con dos cojones dije, todo alegría y emoción, PUES POR LOS REGALOS, CLARO.
Mi madre sonrió, ¿sólo por los regalos, no hay nada que te haga ilusión más que los regalos? No, mamá, es que este año me gustaría tener la SuperNintendo. Y, ahí, mi madre supo que había ganado y me había llevado a donde ella quería. Pues la Comunión no son los regalos, la comunión es el cuerpo de Cristo y sentirse un Cristiano más, si sólo quieres hacer la Comunión por los regalos, no hay Comunión que valga.
Yo flipaba en colores, porque mi madre ni iba a misa ni hostias y sólo se acordaba de Dios cuando algo malo pasaba en casa. Me rompió el corazón. Pensaba que no podía ser verdad, que me estaban timando malamente. E intenté desdecirme, iba a misa todas las tardes para que viera lo comprometido que estaba con Cristo, me aprendí las dos versiones del Credo y rezaba muy en voz alta para que me escuchara. Pero nada, mis amigos hicieron la Comunión y yo no, de hecho, tuve que ir a sus ceremonias y convites. Ahí me di cuenta de que la vida me iba a tratar muy mal.
Al año siguiente ya había aprendido la lección y, cuando me preguntó si quería hacer la Comunión contesté que nada me hacía más ilusión que recibir el cuerpo de Cristo, que como si no queríamos hacer convite, que me daba igual. Me tenía mi discurso muy bien aprendido, llevaba un año ensayándolo. Y me salió mal la jugada, por supuesto. Porque la cosa seguía igual de mal en mi familia pero mi madre se había encargado de decirles a todos los conocidos que, en lugar de comprarme nada, como era un niño muy raro, preferían el dinero, y ya me comprarían ellos algo. Así que, cuando en el convite sólo me daban sobres en lugar de cajas de juguetes, y, además, mi madre se guardaba los sobres en un bolso, me mosqueé. Pero, inocente yo, pensaba que, a lo mejor me iban a dar a mí el dinero para que hiciera lo que quisiera con él.
Por la noche la verdad me abofeteó: mis padres se pusieron a contar el dinero, muy contentos. Ahora lo recuerdo todo con una imagen distorsionada de la realidad, con mi padre con un vaso de wiski barato contando los billetes arrugados mientras fumaba y se cagaba en la nación de tal o cual persona por ser tan tacaño. Al final, tras varios montones de dinero mi madre sentenció: cariño, qué bien, con lo que nos han dado sólo tenemos que poner 2.000 pesetas y el banquete está cubierto.
Esa noche lloré mucho. Por las ansias de mis padres de aparentar y gastarse, creo recordar, en torno a 300.000 pelas, en un banquete que yo no necesitaba, el que se suponía era mi día de alegría y protagonismo fue una tremenda decepción. El único regalo que me dieron en mano fue una puta hucha para meter el dinero que no tenía.
Pero para mentir no hay por qué interactuar con otra persona, de hecho la peor manera de mentir es hacérselo a uno mismo. A mí eso me pasó con las pajas.
Después de ese año yendo a misa como un cabrón para asegurarme unos regalos que no conseguí, me había vuelto algo beato. Y ya había descubierto que si me masajeaba la cabeza de la polla aquello me daba un gusto que para qué. Pero, claro, en el cole me decían que eso estaba mal, que eso era pecado, que, eso, era caca.
Pero yo no iba a dejar de masturbarme. Así que pajeaba como un mono pero luego me invadía un cargo de conciencia tremenda y me juraba y perjuraba a mí mismo que era la última, que ya no más. Rezaba incluso por las noches para pedir a quien fuera que me escuchase que me ayudara a no pajearme más.
Luego llegué a la conclusión de que, si Dios consideraba aquello algo malo, no habría hecho que diera gustito. De hecho, se lo dije a mi profesora de religión, una bizca con pinta de histérica. Y ella me dijo que eso era para que lo hicieran el hombre con la mujer, no cada uno por su lado. Y yo le dije que si Dios quería eso, habría hecho que el gustito diera sólo cuando estuvieran una mujer y un hombre juntos, igual que una tele no funcionada sin enchufe, y que si aquello daba gustito estando uno sólo, es porque funcionaba, y malo no podía ser. Evidentemente, fui mandado al jefe de estudios.
Pero existen muchas formas de mentir. Mentir no es sólo faltar a la verdad, también es no decirla, renegar de ella. No reconocer algo que hacemos simplemente por omisión. Por ejemplo, este foro. Seguramente muchos foreros lleven en secreto su pertenencia a él, por miedo a que le gente le mire raro o qué sé yo. ¿Pasaría algo en vuestras vidas si vuestros familiares y/o amigos fueran conscientes de que foreáis aquí? ¿Os verían de otra forma?
Hablad de vuestras mentiras y, sobre todo, de qué pasaría si, un día, decidierais enterrar esas mentiras. ¿Os han pillado en mitad de algo vergonzoso y habéis tenido que improvisar una mentira?
De un tiempo a esta parte nuestras costumbres sociales han cambiado. Ya no nos relacionamos de la misma manera alegre, impulsiva e improvisada que solíamos utilizar años ha. Hoy en día todo está capado a base de filtros y trabas. Limitaciones, en definitiva. Hoy en día tenemos más “amigos” en redes sociales y elementos tecnológicos que en la vida real, en el rial guorld. Ya no nos ofrecemos al mundo de manera espontánea, de hecho, muchas relaciones sociales ni siquiera se producen de manera simultánea, lo cual conlleva a la premeditación, a la falta de espontaneidad y, en consecuencia, al #postureo.
Gente que cuenta su vida tras leer y releer lo que ha escrito, fotos que tienen más filtros que operaciones acumula Cher. Buscar la pose ideal, el mohín o la mueca adecuada para situación para poder subir la dichosa imagen y acumular “megustas”.
Queremos ser creativos, originales, sagaces en ocasiones, agudos, incisivos en nuestros comentarios de Twitter, irónicos, sarcásticos… Queremos ser guays. Y para ser guay hay que mentir. Siendo sincero no se es guay.
Porque tú puedes estar hasta la polla de tu mierda de trabajo y de tu mierda de día. Porque seguramente vives en la rutina más anodina y poco interesante, pero si lo endulzas con un envoltorio interesante y lleno de colorines, seguro que habrá imbéciles dispuestos a comerse el caramelo amargo que es tu triste vida.
Y por eso, hoy día la vida y lo que sabemos de nuestros allegados es, cada vez más, una constante mentira.
Y nosotros no somos menos en este aspecto. Todos nosotros mentimos, seguramente a diario soltamos alguna mentira piadosa y una vez a la semana alguna mentira bien gorda. Todos lo hacemos y más en internet donde rara vez hay forma de comprobar la veracidad de la afirmación que un usuario con IP random está soltando en un foro cualquiera.
Algunas veces la mentira ha tenido, desde siempre, un carácter piadoso o nos ha servido como la tapa de ese pozo de vergüenza que es a veces el ser humano. Ese amasijo de cosas que nos da vergüenza reconocer o que, quizá, tenemos miedo decir públicamente porque, de hacerlo, parte de nuestra vida y zona de confort se iría al garete. Estoy convencido de que todos nosotros ocultamos, o hemos ocultado, algo a lo largo de nuestras vidas que, de haber sido público, nos habría hundido para siempre. Por todos es sabido que, en determinados países una mentira puede hundir a un cargo público para siempre, y que, en ocasiones, esta mentira ha hecho que no pocos políticos hayan tenido que renunciar a su “zona de confort”.
Se me ocurre que, entre otras cosas, podíamos usar este hilo para preguntar a algún forero si ciertas cosas que sabemos de él son de dominio público o si las guarda en lo más íntimo de su ser porque, de hacerlo, la imagen que proyecta al mundo podría hundirse. ¿Saben los conocidos de @MarcoKra que administró Pajilleros? ¿Saben los de @Britzingen que es una biblioteca del porno andante? ¿Y las parejas de @le sauternes saben de sus exóticas prácticas sexuales? Y si lo han ocultado, ¿qué infierno se habría generado de no haberlo hecho?
Porque lo que interesa no es la mentira en sí, que, a fin de cuentas importa poco, sino las consecuencias de no usarlas.
Yo me familiaricé con la mentira muy tarde, siempre he sido muy simple y los simples somos sinceros, para mentir hay que ser retorcido. Además, rara vez me he avergonzado de lo que he hecho. Pero hubo una situación que me reveló que, a veces, una mentira abre una puerta a la felicidad.
Tendría yo 9 años, imagino, ya que era la época en la que me tocaba hacer la Comunión. El año anterior la había hecho mi hermana y todo habían sido regalos y alegría. Risas y abrazos. Este año me tocaba a mí y, aunque yo no lo sabía, en mi casa las cuestiones económicas no iban tan bien como antes, de hecho, iban mal, así que mis padres estaban algo agobiados con el tema porque ellos no podían hacer algo normal, una comidita normal y poco más, no, ellos tenía que celebrar LA COMUNIÓN. Así que, parece ser, que a mi madre se le iluminó la bombilla y un día me preguntó si quería hacer la Comunión y yo le dije que claro que quería. ¿Y por qué la quieres hacer?, me preguntó ella más lista que una zorra vieja.
Yo que recordaba que el año anterior mi hermana casi se pudo acostar sobre una cama llena de regalos, pequé de sincero y, con dos cojones dije, todo alegría y emoción, PUES POR LOS REGALOS, CLARO.
Mi madre sonrió, ¿sólo por los regalos, no hay nada que te haga ilusión más que los regalos? No, mamá, es que este año me gustaría tener la SuperNintendo. Y, ahí, mi madre supo que había ganado y me había llevado a donde ella quería. Pues la Comunión no son los regalos, la comunión es el cuerpo de Cristo y sentirse un Cristiano más, si sólo quieres hacer la Comunión por los regalos, no hay Comunión que valga.
Yo flipaba en colores, porque mi madre ni iba a misa ni hostias y sólo se acordaba de Dios cuando algo malo pasaba en casa. Me rompió el corazón. Pensaba que no podía ser verdad, que me estaban timando malamente. E intenté desdecirme, iba a misa todas las tardes para que viera lo comprometido que estaba con Cristo, me aprendí las dos versiones del Credo y rezaba muy en voz alta para que me escuchara. Pero nada, mis amigos hicieron la Comunión y yo no, de hecho, tuve que ir a sus ceremonias y convites. Ahí me di cuenta de que la vida me iba a tratar muy mal.
Al año siguiente ya había aprendido la lección y, cuando me preguntó si quería hacer la Comunión contesté que nada me hacía más ilusión que recibir el cuerpo de Cristo, que como si no queríamos hacer convite, que me daba igual. Me tenía mi discurso muy bien aprendido, llevaba un año ensayándolo. Y me salió mal la jugada, por supuesto. Porque la cosa seguía igual de mal en mi familia pero mi madre se había encargado de decirles a todos los conocidos que, en lugar de comprarme nada, como era un niño muy raro, preferían el dinero, y ya me comprarían ellos algo. Así que, cuando en el convite sólo me daban sobres en lugar de cajas de juguetes, y, además, mi madre se guardaba los sobres en un bolso, me mosqueé. Pero, inocente yo, pensaba que, a lo mejor me iban a dar a mí el dinero para que hiciera lo que quisiera con él.
Por la noche la verdad me abofeteó: mis padres se pusieron a contar el dinero, muy contentos. Ahora lo recuerdo todo con una imagen distorsionada de la realidad, con mi padre con un vaso de wiski barato contando los billetes arrugados mientras fumaba y se cagaba en la nación de tal o cual persona por ser tan tacaño. Al final, tras varios montones de dinero mi madre sentenció: cariño, qué bien, con lo que nos han dado sólo tenemos que poner 2.000 pesetas y el banquete está cubierto.
Esa noche lloré mucho. Por las ansias de mis padres de aparentar y gastarse, creo recordar, en torno a 300.000 pelas, en un banquete que yo no necesitaba, el que se suponía era mi día de alegría y protagonismo fue una tremenda decepción. El único regalo que me dieron en mano fue una puta hucha para meter el dinero que no tenía.
Pero para mentir no hay por qué interactuar con otra persona, de hecho la peor manera de mentir es hacérselo a uno mismo. A mí eso me pasó con las pajas.
Después de ese año yendo a misa como un cabrón para asegurarme unos regalos que no conseguí, me había vuelto algo beato. Y ya había descubierto que si me masajeaba la cabeza de la polla aquello me daba un gusto que para qué. Pero, claro, en el cole me decían que eso estaba mal, que eso era pecado, que, eso, era caca.
Pero yo no iba a dejar de masturbarme. Así que pajeaba como un mono pero luego me invadía un cargo de conciencia tremenda y me juraba y perjuraba a mí mismo que era la última, que ya no más. Rezaba incluso por las noches para pedir a quien fuera que me escuchase que me ayudara a no pajearme más.
Luego llegué a la conclusión de que, si Dios consideraba aquello algo malo, no habría hecho que diera gustito. De hecho, se lo dije a mi profesora de religión, una bizca con pinta de histérica. Y ella me dijo que eso era para que lo hicieran el hombre con la mujer, no cada uno por su lado. Y yo le dije que si Dios quería eso, habría hecho que el gustito diera sólo cuando estuvieran una mujer y un hombre juntos, igual que una tele no funcionada sin enchufe, y que si aquello daba gustito estando uno sólo, es porque funcionaba, y malo no podía ser. Evidentemente, fui mandado al jefe de estudios.
Pero existen muchas formas de mentir. Mentir no es sólo faltar a la verdad, también es no decirla, renegar de ella. No reconocer algo que hacemos simplemente por omisión. Por ejemplo, este foro. Seguramente muchos foreros lleven en secreto su pertenencia a él, por miedo a que le gente le mire raro o qué sé yo. ¿Pasaría algo en vuestras vidas si vuestros familiares y/o amigos fueran conscientes de que foreáis aquí? ¿Os verían de otra forma?
Hablad de vuestras mentiras y, sobre todo, de qué pasaría si, un día, decidierais enterrar esas mentiras. ¿Os han pillado en mitad de algo vergonzoso y habéis tenido que improvisar una mentira?
Última edición: