Candela
Freak
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El deseo no nace en la entrepierna, si bien ésta es el lugar donde el mismo va a morir. El deseo no nace en los ojos, aún siendo éstos unos de los normalmente causantes del susodicho. El deseo nace en la mente, se genera espontáneamente a partir de cualquier cosa.
Una sola palabra a veces es suficiente.
La intuición de lo que se esconde debajo de unos pantalones de chándal, que dejan apreciar la magnitud de lo que se esconde debajo.
Ver sueños y anhelos debajo de poses superficiales.
Unos puntos suspensivos…
Una brecha en la ceja que es capaz de despertar instintos primarios.
Una mano grande, posada en un muslo y ascendiendo más despacio de lo que se es capaz de soportar.
Media sonrisa y una coliflor.
¿Me tiro o no me tiro? ¿Me lo tiro?
Cuando empieza a despuntar la primavera, los trastornos psicológicos aumentan exponencialmente, a la par que los ardores entrepierniles.
Normalmente, para hacerte desear no hace falta mucha parafernalia, o entras o no entras. Sólo dejarte ver, dejarte descubrir. Los senderos del deseo son inescrutables.
¿Qué cosas no evidentes y aparentemente banales son capaces de despertar un deseo irrefrenable?
¿Se puede y debe frenar un instinto primario, o es inhumano hacerlo?
Una sola palabra a veces es suficiente.
La intuición de lo que se esconde debajo de unos pantalones de chándal, que dejan apreciar la magnitud de lo que se esconde debajo.
Ver sueños y anhelos debajo de poses superficiales.
Unos puntos suspensivos…
Una brecha en la ceja que es capaz de despertar instintos primarios.
Una mano grande, posada en un muslo y ascendiendo más despacio de lo que se es capaz de soportar.
Media sonrisa y una coliflor.
¿Me tiro o no me tiro? ¿Me lo tiro?
Cuando empieza a despuntar la primavera, los trastornos psicológicos aumentan exponencialmente, a la par que los ardores entrepierniles.
Normalmente, para hacerte desear no hace falta mucha parafernalia, o entras o no entras. Sólo dejarte ver, dejarte descubrir. Los senderos del deseo son inescrutables.
¿Qué cosas no evidentes y aparentemente banales son capaces de despertar un deseo irrefrenable?
¿Se puede y debe frenar un instinto primario, o es inhumano hacerlo?