Viajes Vietnam: manual de usuario

LeChuck

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18 Ago 2010
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Cuando yo veía videos y leía artículos chupis de blogs sobre todos estos países del sudeste asiático me transmitían una imagen de parque de atracciones para occidentales en los cuales cualquier cosa era posible. Te los pintan de tal manera que te parece que un viaje a esos países será un maratón de comida exótica, chicas fáciles (o al menos baratas) y multitud de aventuras libres de consecuencias. A Tailandia se va soltero o no se va, dicen algunos. Filipinas te cambia la vida tío, dicen otros.

Yo no me tragaba el anzuelo, por supuesto. Uno ya ha viajado un poco y sabe que si realmente tu experiencia en un país es demasiado bonita es porque has ido a parar a una burbuja diseñada a tu medida y no estás viendo absolutamente nada del país que pretendías visitar. No ignoro que son países en vías de desarrollo con gran parte de sus habitantes viviendo con un pie en la pobreza.

En cualquier caso, después de dar unas cuantas vueltas por Europa, siendo Turquía lo más exótico que había pisado, tenía ganas de buscar otras experiencias. Aunque no sea el paraíso, seguro que es una experiencia radicalmente diferente, pensaba yo de Vietnam, mi primer viaje a Asia.

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Lo que no sospechaba era que resultaría una experiencia tan agotadora y tan llena de sentimientos encontrados. Sí. Vietnam es un país extenuante, al menos para viajar solo.

Yo sabía que iba a ser duro. Que solo yo era el responsable de toda la logística, de los papeleos, de los aviones, trenes, autobuses, hostales, hoteles, cambio de moneda, que no tendría ni un día para desconectar de todas estas tareas obligatorias. 19 días completos en el país, cruzándolo de sur a norte (para volver al sur de nuevo) sin descansar, ni físicamente ni mentalmente.

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Al volver a casa me pregunto cómo puede haber tanta gente que viaja durante meses por el sudeste asiático sin morir en el intento. Algo por lo que yo daría un brazo por poder hacer algún día. Supongo que la respuesta es que Vietnam es peculiar.


Vietnam es un país grande. Casi todo el mundo lo recorre de norte a sur o al revés, y lo lógico es comprar el billete de ida a un extremo y el de vuelta al otro. Por algún motivo que no comprendo esa opción disparaba el precio del billete como si comprase dos. Por lo tanto tuve que resignarme a volar a la capital del sur, Ho Chi Minh, viajar hasta el norte y regresar al sur para coger el avión de vuelta a casa. Esta era la única opción que permitía un precio del billete razonable.


El viaje es criminal. Cuatro horas de autobús de mi ciudad a Barajas. Varias horas de espera. Un vuelo con Qatar Airways de 7 horas y media hasta Doha, dos horas de espera, y otro vuelo de la misma duración hasta Ho Chi Minh. Para cuando llegas estas deshecho, pero antes de poder descansar te encuentras con un largo formulario y una sala de espera llena de turistas a la espera de que les tramiten el visado. Con suerte en una hora sales por la puerta.

Antes de abandonar la terminal, buscando un cajero para pagar un taxi, me encontré con numerosos vendedores de SIM locales. El caso es que con una compañía española no vas a tener servicio en el móvil en Vietnam. Ni llamadas ni internet. Por lo tanto es buena idea comprar una.

Yo, la verdad es que no pensaba haber comprado una. En una decisión poco sopesada me dije a mi mismo que no necesitaba llamar a nadie y que con el internet tendría suficiente (por alguna razón creía que tendría internet pero no cobertura. Y que eso era suficiente). Cuando vi en la terminal que no tenía servicio de internet fui a uno de los mostradores y adquirí una SIM que daba servicio ilimitado de internet móvil durante toda mi estancia, pero no llamadas. El precio era 180.000 dong (6,67 €). Luego me arrepentiría de no haber pagado un poquito más por las llamadas.

La primera sensación que recuerdo y recordaré siempre de Vietnam fue la hostia a mano abierta de calor al salir de la terminal. Un calor que no había sentido nunca antes, pesado, denso.

Realmente las temperaturas no son muy diferentes de las que tenemos en España en verano. De 30 a 37 grados. Lo que marca la diferencia es la tremenda humedad.

Mi primer y mejor consejo para futuros visitantes es que no se debe viajar en agosto. El calor fue una losa casi todos los días del viaje. NO VIAJEIS EN AGOSTO.

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Hay dos líneas de taxi con algo de fiabilidad (imaginaos el resto). Vinasun y Mai Linh. Se reconocen por sus colores. Blanco y verde respectivamente.

Debo reconocer que a mí me la metieron doblada ya a la primera. Me monté en un taxi de Mai Linh y de primeras el taxímetro estaba apagado. Hay que exigir siempre que lo enciendan. Yo pequé de blando y primo y simplemente pregunté ya dentro del taxi cuanto costaba el viaje.

250.000 d. (9,26 €) me dijo el tipo. Comprobé el cambio en una app y me pareció correcto. En Madrid por el mismo trayecto pagas el doble y yo estaba hecho trizas del viaje. Solo quería descansar.

A pesar de su impresionante desarrollo económico actual, incluso las clases medias viven con poco, y los turistas son vistos como adinerados visitantes a los que se les puede pedir mucho más que a los locales -o timar, directamente-, como detallaré llegado el momento.


Una de las cosas más chocantes de Vietnam, y lo que yo observaba a través de la ventanilla, es la cantidad de motos que hay. En Ho Chi Minh (antigua Saigón) hay 7 millones de habitantes y 6 millones de motos. Coches solo hay 500.000, por razones que expondré superficialmente luego, si me acuerdo.

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Una vez superada la sorpresa inicial se vuelve completamente normal ver a cuatro personas en una moto, o el transporte de mercancías enormemente voluminosas, el circular sin casco a pesar de ser obligatorio, alguna moto circulando en dirección contraria, llevar a un bebé sobre las rodillas o de pie sobre el asiento entre ambos progenitores, etc. El tráfico y la relación con el peatón merece un bloque aparte.

Una vez descargado y duchado me dispuse a explorar Saigón. El choque cultural es grande. Es como aterrizar en un planeta desconocido. Reconocemos todos los elementos del entorno, pero todo es diferente al mismo tiempo. Las voces, los sonidos, los olores. O el tráfico.

Los semáforos se ven solo por el centro de las ciudades, y no se respetan demasiado. Digo esto porque basta llegar a nuestro primer cruce vietnamita para encontrarnos con una de las grandes peculiaridades del país.

En Vietnam hay que aprender de nuevo a cruzar la calle. Aquí se cruza la calle -no necesariamente por los pasos de cebra- caminando despacio, mirando a los vehículos que vienen, nunca parando en seco, ni retrocediendo o pegando una zancada hacia adelante. A los coches, autobuses y camiones se les cede el paso. Las motos nos lo cederán a nosotros. Debemos dejar clara la dirección que llevamos, sin sorpresas. Y entonces se obra el milagro. Como el salto de fe en Indiana Jones y la última cruzada, debemos dejar a un lado nuestros miedos y avanzar con convicción. Entonces veremos con asombro como las motos nos esquivan, y paso a paso vamos cruzando la calle sin que se nos lleven por delante.

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Con el tiempo se vuelve una tarea rutinaria, y no le damos mayor importancia. E incluso nos damos el placer de cruzar mirando al frente. Una pequeña dosis de emoción.

Lo que no hay que hacer nunca es olvidar las reglas, o el tráfico vietnamita te recordará donde estas y cual es tu posición en la cadena vial. NO tenemos prioridad sobre los vehículos grandes.


Joder. No soy capaz de empezar estos hilos sin enrollarme sin control. Próximamente más fotos y menos cháchara.
 
Última edición por un moderador:
Pero si la cháchara bien contada de este post es lo que lo convierte en algo de puta madre. Sigue con estos ladrillos que dan gloria leerlos.
 
Y entonces se obra el milagro. Como el salto de fe en Indiana Jones y la última cruzada, debemos dejar a un lado nuestros miedos y avanzar con convicción. Entonces veremos con asombro como las motos nos esquivan, y paso a paso vamos cruzando la calle sin que se nos lleven por delante.
:121::lol:

No se olvide de la crítica gastronómica, me interesa eso también.
 
Estuve hace tres años, también viajando solo. En su momento pensé en hacer una crónica, pero me pudo la pereza. Espero con atención futuros mensajes, señor @LeChuck, y si me animo meteré baza. Por ahora concrepo en todo

Yo sí que comí perro, en Hanoi. El recepcionista del hotel me miraba raro cuando le pregunté dónde podría pedirlo, y tuvo que llamar a otra persona. Me da la impresión de que no es algo muy demandado ni de lo que se sientan muy orgullosos. También es verdad que no se ven perros callejeros, sarnosos y agresivos como en Tailandia, no sé si porque se los comen.

Al final me mandaron a un bareto bastante cutre en una zona nada turística. Yo era el único occidental. No me gustó demasiado. La carne estaba deshuesada y cortada a tiras, y no se apreciaba qué parte del cuerpo era. No tenía pelo, pero sí piel. Fría, tirando a correosa, y no demasiado sabrosa.

Añado fotos de la cena y del local.


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Maravillosa esa sensación de salir del aeropuerto y toparse con el calor y la humedac más el jet lag.

Pillar un taxi y dejar atrás el aséptico mundo de las terminales y que le jiñen en medio de una gran ciudat asiática. Y luego de noche, el salseo de la comida callejera, las luces y el percatarse de ser minoría étnica.
 
No se olvide de la crítica gastronómica, me interesa eso también.

Descuida.

Comiste perro?

Pues no, pero ahí tienes al amigo que te pone hasta fotos.

Sigo un poco.

Ho chi Minh es considerada una ciudad poco amable y más bien fea comparada con la capital del norte, Hanoi. Es una ciudad de grandes calles, grandes bloques, dinero, vida nocturna y poco arraigo histórico. Se podría decir que es la Los Ángeles vietnamita. Un músculo económico sin raíces.

Hay varios elementos que se conjuran para causar ese agotamiento que provoca el país en el visitante. Uno sería el ruido, la contaminación y el caos de sus ciudades. Otro el calor sofocante y la lluvia. Un tercero es la casi completa ausencia de aceras que nos permitan caminar por la ciudad. De hecho sí que las hay, pero la norma general en las calles de Vietnam son aceras llenas de baches y agujeros, raíces, basura, a veces sin pavimentar. Las aceras en Vietnam son espacio para aparcar motos, descargar mercancías, montar las mesas y taburetes de los mil restaurantes de cada calle, desplegar puestos ambulantes de refrescos, comida o fruta, pero no son para andar. Todos estos obstáculos nos hacen culebrear sin parar hasta que nos acabamos resignando a compartir la calzada con las motos. Y esto consume las energías y el tiempo.

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foto de internet

La naturaleza de las aceras vietnamitas la descubrí mientras me dirigía al primer punto de interés turístico de la ciudad, el mercado de Ben Thanh, tal vez el más famoso de Vietnam, aunque no el mayor, ni el más apropiado para las compras del turista.

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foto de internet

El mercado es una enorme amalgama de puestos de ropa, comida, especias y souvenirs en la que se mezclan por igual turistas y locales. En algunas zonas los pasillos son tan estrechos que rozamos con los hombros las mercancías, mientras los vendedores nos ofrecen sin descanso lo que sea que tienen en su negocio.

Este es otro muy importante elemento del agotamiento vietnamita. No nos van a dejar tranquilos ni 10 minutos durante toda la duración del viaje. A no ser que huyas de los núcleos turísticos alguien te va a llamar a cada segundo la atención para venderte cosas, para ofrecerte masajes, para que entres en su restaurante, para que montes en su taxi, para que pruebes sus buñuelos (casi poniéndotelos en la mano. Scam alert. Definitivamente debo desarrollar eso más adelante), para ofrecerte drogas o putas, para ofrecerte tours, para limpiarte los zapatos (casi agarrándote de los pies. Scam alert), o para llevarte en moto, una forma muy común de transporte. La palabra NO, o la versión local KHÔNG (pronunciado jong, neutro) me salían de forma automática después del ofrecimiento nº 800 cada vez que alguien se dirigía a mí. En serio, aunque correctos y amables la inmensa mayoría de las veces, toda esta gente se acaba volviendo muy cargante. Y el mercado de Ben Thanh es uno de los lugares donde se manifiestan con más intensidad.



Y -perdonadme que me enrolle tanto, cuando termine de explicar los entresijos de la experiencia vietnamita el hilo fluirá con más ligereza- debo volver a lo de sacarle el dinero al turista. En Vietnam se negocia el precio de casi todo. Si eres turista, claro.

Si no tiene una etiqueta que lo indique, es de ser imbécil perdido no pelear por el precio de las cosas. Siempre te lo van a vender inflado, ya sea ropa, souvenirs, objetos de uso cotidiano, e incluso fruta. O un viaje en taxi desde el aeropuerto. Es, efectivamente, otro elemento del agotamiento vietnamita. El saber que te la están metiendo doblada y que tienes que pelear sin experiencia ninguna con vendedores que tienen el culo pelado desde que nacieron.

Negociar para compras cotidianas no está en nuestra cultura, nos resulta extraño. Algunos pueden encontrarle cierta diversión a ello. En mi caso nunca me ha gustado, ni me llegué a acostumbrar.

Hay diversas claves para comprar un producto sin ser esquilmado y sobreviviendo con cierta dignidad. Hay que suponer que tal vez nos estén clavando más del doble del precio. Por lo tanto nuestro objetivo es al menos reducir la cifra inicial a la mitad. Hay que tomárselo como un juego en el que tú tienes el dinero y si no quieres no lo cambias de manos. No hay que olvidar que es un intercambio entre un vendedor y un cliente y no hay que tomárselo a malas, y sobre todo debemos recordar que tratamos con gente humilde y que en cierta manera es justo pagar algo más que los locales.

Por último, siempre tenemos la poderosa carta de la retirada. Cada jugador, con su sentido de la estrategia, jugará la carta cuando crea conveniente, haciendo creer que pierde el interés en el producto y se marcha, y según como se haya jugado la carta, el vendedor te dejará marchar o se resignará a aceptar un precio más bajo, llamándote para que vuelvas. Todo es negociación y estrategia. Que a mí por cierto solo se me dio bien en una ocasión.


Os dejo un video de un tipo comprando en Ben Thanh. Esta entretenido. La moneda local es el dong. 1 euro = 26.982 dong. El precio de un plato de fideos callejero.

Los vendedores suelen hablar en miles. fifty (thousand)=una bandejita de fruta.

250.000 dong (10 €) es una buena base de cálculo. Es lo que cuestan ciertos souvenir o una comida (de restaurante) más que decente. 1 millón son casi 37 €, y 3 millones anda cerca de los 120 euros. Es la cantidad máxima que permiten sacar muchos cajeros.

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Ben Thanh también tiene una zona de pequeños puestos de comida. Es un lugar auténtico y barato en el que probar la gastronomía local entre los propios locales. Era mi primera opción para comer, pero el cansancio del viaje, la chapa de los vendedores y todo el ajetreo me sobrepasaban apenas un par de horas después de haber aterrizado en el país, por lo que decidí dejarlo para otra ocasión y desplazarme hasta el siguiente punto de interés turístico, el museo de los vestigios de la guerra (war remnants museum).

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El precio de la entrada es ridículo, y el lugar merece una visita. En este museo se enseña detalladamente el transcurso de los hechos de la guerra de Vietnam y se hace especial hincapié en sus consecuencias. No se escatima en lo escabroso. En fotos de cadáveres, de los efectos de las torturas, en los huérfanos, las minas y los resultados del agente naranja con el que los americanos regaron buena parte del país. Se estima en tres millones los muertos por sus efectos, y medio millón de niños nacieron con severas malformaciones derivadas del contacto con el producto.

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Las latas dentro de los contenedores transparentes contenían en origen agente naranja.

Más impactante todavía. A día de hoy todavía viven algunos de aquellos nacidos con los efectos del agente naranja, y conviven con recién nacidos que también sufren malformaciones décadas después del fin de su uso. A día de hoy siguen naciendo vietnamitas que sufren los efectos de los ataques del ejército americano durante la guerra.

El primer caso que me hizo sospechar lo vi el segundo día en Saigón. Andaba buscando un encargo de un amigo por algunas librerías y le pregunté a un chaval. Sacó el móvil y se puso a buscar. Su pulgar tenía una pequeña protuberancia que no era una verruga. Era una extensión del dedo, como si su primera falange estuviese desdoblándose en dos.

A lo largo del viaje vi más y más niños y jóvenes con malformaciones fuera de lo normal. Recuerdo haber visto en mi último día, también en Saigón, a una madre mendigando con su hijo en brazos, y este tenía la cabeza como una sandía enorme. Estos casos no son una rareza, son una visión habitual en el día a día.

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De vuelta al museo, en el patio hay una serie de aeronaves y tanques americanos bien conservados. Debe estar el museo construido en alguna antigua prisión o cuartel porque un anexo tiene viejas celdas y salas de reclusión, además de elementos de tortura.

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El edificio principal está dividido en numerosas salas, que contienen multitud de reliquias de la guerra, armas, bombas o uniformes.

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Una cosa que realmente me chocó fue que en tan sombrío lugar hubiese varias tiendas de souvenirs además de tenderetes por los pasillos. También me sorprendió como algunos visitantes, vietnamitas supongo, -aunque nunca está de más sospechar de los chinos- parecían bromear ante según que fotos, y en general mostraban de múltiples maneras poco respeto en las salas del museo, en contraste con los formales y respetuosos occidentales.

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No es una impresión mía. En algún documental un guía de los túneles subterráneos del Vietcong lamentaba como entre los visitantes los vietnamitas nacidos tras la guerra mostraban poco interés por su historia y poco respeto por quienes lucharon y murieron en ella, y para ellos las recreaciones de las trampas que el Vietcong instalaba en la jungla no eran más que una curiosidad sin valor ni significado con las que se podía bromear, como lo hubiera sido un muñeco de Yoda si la visita fuese a un museo de Star Wars.

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Última edición:
Yo querría saber quien es la tercera mejor jugadora paralímpica sub 16 de Curling.Gracias :lol:
 
En algún documental un guía de los túneles subterráneos del Vietcong lamentaba como entre los visitantes los vietnamitas nacidos tras la guerra mostraban poco interés por su historia y poco respeto por quienes lucharon y murieron en ella, y para ellos las recreaciones de las trampas que el Vietcong instalaba en la jungla no eran más que una curiosidad sin valor ni significado con las que se podía bromear

Estuviste en los túneles de Cuchi? Y en el palacio de la reunificación? Si eso comento algo.

Magnífico reportaje, me trae muy buenos recuerdos.
 
Se da la paradoja de que mis ganas de más relatos Lechukianos aumentan, pero a la vez disminuyen las ganas de viajar hasta allí...
 
Toda la gente que conozco que ha estado en Vietnam son putos sindicalistas del PCPE o similares. ¿Es tu caso, hijoputa?
 
Grande amigo, grande. Vaya recuerdos. Yo tuve la suerte de topar con un guía veterano de la guerra y que, un par de botellitas de licor de arroz mediante, me contó que el sirvió en un antiaéreo y que fue cosa muy jodida.

Luego el triángulo del oro con sus aficionados chanantes por la calle, etc, incluido uno que casi hace con nuestro desdichado guía lo que la guerra no pudo.

70 y pico de años y seguía currando. Se ve que allí la pensión si no eres funcionario, pues ejem.

Un crack. Disculpe por la interrupción, a la espera de más canela en rama me vuelvo a mi sitio.

Saludos.
 
Un inciso. ¿Por qué Vietnam?

Porque en los últimos tiempos había pasado por una serie de capitales europeas in a row y duele darse cuenta de que uno empieza a ver patrones repitiéndose en ellas, y que la electricidad y libertad que se siente de joven al explorarlas se empieza a tornar en tedio después de pasar por unas cuantas.

Además llevaba meses con la India en la cabeza for the lulz. En un momento dado me di cuenta de que las tres semanas que me daba el jefe no llegaban para recorrer un país tan grande y cuando mi moral se empezó a escorar peligrosamente por tener que tirar a la basura la ilusión de meses Vietnam pasó por mi cabeza e hice el cambio de planes sin dramas.

Vietnam es barato, y no es tan parque de atracciones como Tailandia. Y resulta más atractivo y accesible para una primera visita al sudeste asiático que Laos, Camboya o Myanmar.

Estuviste en los túneles de Cuchi? Y en el palacio de la reunificación? Si eso comento algo.

No y no. El palacio lo explico a continuación. Los túneles de Cuchi son una excursión de un día desde Saigón pero no tenía tiempo para ello y aun así no me llaman la atención. Sabía perfectamente lo que me iba a encontrar y no me pierdo nada que no pueda ver o aprender desde el ordenador. Otro punto importante para desechar el plan es que había visto como de estrechos son los túneles. Temía que un tipo alto y ancho de espaldas como yo no pudiese entrar por aquellos agujeros. No es broma.

Toda la gente que conozco que ha estado en Vietnam son putos sindicalistas del PCPE o similares. ¿Es tu caso, hijoputa?

Mis ideas políticas están bastante lejos del comunismo y también, por qué no, del sentido común y de toda lógica.

70 y pico de años y seguía currando. Se ve que allí la pensión si no eres funcionario, pues ejem.

Hay muchísimos yayos que siguen trabajando con 60, 70, 80 y me atrevería a decir que con 90 años. Es una imagen que da un poco de pena, la verdad. A ver si puedo hablar un poco más de eso. Tu mismo verías a abuelas vendiendo cuatro frutas en cualquier acera, o recogiendo cartones para reciclaje, o vendiendo cualquier cosa para vivir un día más.


Sigo.

Realmente desde Ben Thanh se llega antes al palacio de la reunificación que al museo de la guerra. Si no lo he mencionado es porque no lo visité por dentro, aunque si pasé muchas veces por delante.

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Foto de internet

El palacio de la reunificación era antes el palacio presidencial en Vietnam del sur durante la guerra. En 1962 dos pilotos rebeldes survietnamitas pillaron sus cazas y le metieron unos pepinazos que dejaron un ala del edificio para tirar a la basura. Por ello se demolió el edificio y se construyó en su lugar el actual palacio. Se lo llamó “de la reunificación” cuando se alcanzó la paz entre Vietnam del sur y del norte. Y bueno, pasaron más cosas, pero tampoco es plan de entrar en detalles.

Yo no lo visité porque este tipo de cosas te acaban llevando un montón de tiempo. Para un turista a menudo los museos y edificios históricos están llenos de información que satura la cabeza, se come las horas y realmente no es relevante. Con leerme la Wikipedia y ver la fachada me bastaba.

Si seguimos la vía que parte de la entrada al palacio acabamos llegando a Notre Dame, la catedral de Saigón.

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En Vietnam el 80% de la población practica el budismo, mientras que el 8% es cristiana. Este 8% es bien visible en las numerosas iglesias repartidas por las ciudades. En Saigón esta es la más emblemática, un edificio de ladrillo rojo que aporta sosiego al caos de la ciudad, con una estatua de la Virgen María al frente, que se trajo de Roma en 1959. Es también zona de reunión y punto turístico, y siempre esta animada.

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foto de internet

Exactamente a su derecha se encuentra otro edificio emblemático. La oficina de correos, un bonito edificio de arquitectura colonial creado por el equipo de Gustave Eiffel, el de la torre parisina. Por dentro la estancia es amplia y luminosa, y es presidida por un enorme retrato del boss Ho Chi Minh. Hay también varias tiendas de souvenirs que son una buena opción para comprar regalos, pues la oferta es grande y los precios están a la vista, que es lo que un occidental espera en una tienda.

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Además hay quienes encuentran divertido enviar cartas y postales desde aquí. Una posibilidad para el turista que desee hacerlo.

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foto de internet

A la salida me dio por tirar una foto del bullicio desde el umbral de la entrada, sin ánimo de captar nada de interés, por puro impulso. Hete aquí que capté a tres jóvenes que segundos después se dirigirían a mí para practicar su inglés.

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En tres ocasiones se me acercaron jovenzuelos para hablar en inglés, con más vergüenza que talento. Estos fueron los primeros, luego una pareja apenas una hora más tarde por allí cerca, y luego en Hanoi dos adolescentes monísimas de la muerte que dábamos una imagen que atraía alguna mirada confusa. Un occidental alto como un ent haciendo aspavientos y sudando como un gorrino, con una colegiala a cada lado, riéndose a la manera asiática, tapándose la boca con la mano para no enseñar los dientes :53:

Debo decir que en las tres ocasiones su inglés era muy básico, y que la conversación era casi un monologo por mi parte, cosa que ahora comprendo porque yo a su edad era un caso perdido. te hacen preguntas tipo que te parece el trafico en Vietnam y de donde eres. Bueno. Disfruté la experiencia, más o menos. No me desagradó que me viesen como una persona a la que se podían acercar sin miedo. A pesar de que llevo la cara de pocos amigos casi permanentemente.

Al final se hicieron un selfi conmigo. No me hace puta gracia salir en las fotos. Raro que es uno. Pero puse mi mejor cara, mientras hacia con los dedos el finger heart, como me sugirieron.
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Y yo nunca le he pedido ninguna foto a nadie, pero lamenté no haberme hecho una con las colegialas. Aquellas chiquillas eran lo más.

pd: sobra decir que en estos tres "grupos" vietnamitas en los que fui aceptado me convertí automáticamente en el macho alfa. El boss, al que se escucha reverencialmente, ese cuya palabra es ley. Dada la sumisa forma de ser de los asianos, sobre todo las mujeres, no pueden contener el arrojo y la desenvoltura de un español. Por alguna razón que yo desconozco los occidentales siempre han resultado cool en Asia, aunque también pasa que, en cierta manera, tener a uno en tu grupo es como tener a un pájaro exótico. te quieren para lucirte por ahí, para pasearte como un bolso. De ahí el selfi. Pero eso que lo desarrolle el Amroth, que sabrá explicarlo mejor.
 
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Al hilo de lo de los viejillos vendiendo fruta, ahora que me acuerdo. Le di 50€ a una que si la ves, no sabrías decir su edad, de lo ajada que estaba. Podrían ser 70, 80, 90 o hasta 100, fíjate lo que te digo. A saber. Vendiendo unas frutas pochas en el suelo, no más de 12. Eso me mató.

Me miraba como si estuviera loco, la pobre. Que perra vida tío, pero que perra vida hay ahí afuera.

Disculpa la interrupción, y continúa por favor que te está quedando un hilo salvaje. Y además, vaya recuerdos...
 
Toda la gente que conozco que ha estado en Vietnam son putos sindicalistas del PCPE o similares. ¿Es tu caso, hijoputa?
Uno que sea (o se crea) comunista de verdad me parece que se llevará un despago. Aparte de la cantidad de retratos de Ho Chi Minh que hay por todas partes, y de carteles y de algunos posters con esa estética, la verdad es que da la impresión que son bastante consumistas. Muchas tiendas de marcas (y de falsificaciones), mucha publicidad de multinacionales... En ese sentido son como los chinos.

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En cuanto al turismo internacional, hay una buena cantidad de hipsters/mochileros (uno de los viajes "aventura" más socorridos es comprarse una moto de segunda mano, recorrerse el país con ella, y venderla a la vuelta). Y también hay mogollón de parejas modernillas en viaje de novios. Es un país muy bonito, exótico, barato, seguro, y bastante cómodo para los turistas. Los cruceros por la bahía de Ha Long, por ejemplo, están infestados de parejas.
 
Los túneles de Cuchi son una excursión de un día desde Saigón pero no tenía tiempo para ello y aun así no me llaman la atención. Sabía perfectamente lo que me iba a encontrar y no me pierdo nada que no pueda ver o aprender desde el ordenador. Otro punto importante para desechar el plan es que había visto como de estrechos son los túneles. Temía que un tipo alto y ancho de espaldas como yo no pudiese entrar por aquellos agujeros. No es broma.

Realmente no entras a los túneles más de cinco minutos, y haces un recorrido cortísimo. Sí, es claustrofóbico, y supongo que habrán elegido los más anchos.

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Pero lo más interesante es la explicación que te dan sobre la ruta Ho Chi Minh, cómo ponían trampas y demás. Hay algún tanque de la época, unos muñecos disfrazados del vietcong... Gran parte de los turistas son yanquis, y me pareció muy curiosa la actitud de los vietnamitas hacia ellos, procurando ser respetuosos a la vez que cuentan la historia desde su perspectiva.

Al final del recorrido hay un campo de tiro y puedes disparar con armas de la época de ambos bandos. Algunos foreros hubieran disfrutado.

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A mí el palacio de la reunificación fue de lo que más me gustó de Saigon, entre otras cosas porque fue una visita más o menos improvisada y no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar. Solamente por su arquitectura e interiorismo (uf, que mariconada de expresión) ya vale la pena. Es como si estuvieras en una peli de los años 60-70, en plena guerra fría. Es lujoso, muy al gusto occidental (era la sede del gobierno títere). Hay paneles con textos explicativos sobre la guerra, fotos antiguas...

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En el sótano está lo más molón: un búnker con despachos militares, mapas y teléfonos de colores (falta el rojo), radios... Todo material americano, claro.

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Al hilo de lo de los viejillos vendiendo fruta, ahora que me acuerdo. Le di 50€ a una que si la ves, no sabrías decir su edad, de lo ajada que estaba. Podrían ser 70, 80, 90 o hasta 100, fíjate lo que te digo. A saber. Vendiendo unas frutas pochas en el suelo, no más de 12.

50 euros. Yo estaba dando 10000 d. de propina en algunos sitios. Aunque la propina en el norte ni la esperan. En el sur si se lleva más.

Cuando llegue el momento contaré una anécdota que me avergonzará durante años.

Uno que sea (o se crea) comunista de verdad me parece que se llevará un despago. Aparte de la cantidad de retratos de Ho Chi Minh que hay por todas partes, y de carteles y de algunos posters con esa estética, la verdad es que da la impresión que son bastante consumistas. Muchas tiendas de marcas (y de falsificaciones), mucha publicidad de multinacionales... En ese sentido son como los chinos.

Correcto. Son muy consumistas y están muy tontitos con sus smartphones.

En cuanto al turismo internacional, hay una buena cantidad de hipsters/mochileros (uno de los viajes "aventura" más socorridos es comprarse una moto de segunda mano, recorrerse el país con ella, y venderla a la vuelta). Y también hay mogollón de parejas modernillas en viaje de novios. Es un país muy bonito, exótico, barato, seguro, y bastante cómodo para los turistas. Los cruceros por la bahía de Ha Long, por ejemplo, están infestados de parejas.

Correto todo. Es un país totalmente adaptado al turista. Nada queda de la tierra misteriosa llena de aventuras que alguien podría imaginar hace 30 años. Hay millardos de turistas, y por encima de todos estaban los españoles. Lo juro por dios y lo contaré cuando hable de Hoi An.


A mí el palacio de la reunificación fue de lo que más me gustó de Saigon, entre otras cosas porque fue una visita más o menos improvisada y no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar. Solamente por su arquitectura e interiorismo (uf, que mariconada de expresión) ya vale la pena.

La estetica kitsch es el principal atractivo del lugar, si. A mi no me llamaba demasiado, pero gracias por la aportación.

Sigo.

Estaría yo volviendo sobre mis pasos para comer cuando se conjuró un monzón sobre mi cabeza. Creo que más o menos llovió el 25% del tiempo que estuve en el país.

El monzón no suele verse venir. Esta el cielo simplemente nublado y en unos minutos se pone negro y te cae la de dios. Suerte que yo llevaba un chubasquero en la mochila, pero aun así una lluvia torrencial no es algo de lo que uno se libra con un chubasquero. Y menos si sigue haciendo mucho calor. El agua cae a chorros por los toldos. Las zapatillas se te encharcan, los pantalones se te mojan, sudas bajo el chubasquero y se te pega a la piel. Es, en fin, un puto coñazo. Más después de +16 horas de viaje y 3 o 4 sudando ya en el país, sin dormir ni comer.

Los vietnamitas no le ven mucho drama. Acostumbrados a ello simplemente se ponen a refugio, levantan unos toldos, cubren con un plástico la ropa que tienen secando en medio de la acera, y se vuelven a perder en sus smartphones.

Mi recomendación al futuro visitante es que no se lleve nada que crea necesario, pero que lo compre allí tan pronto como pueda. Ejemplo: mi chubasquero me costó 21 euros en España. Sabía que sería completamente necesario y por eso lo llevé. Se venden chubasqueros en cada esquina por tres duros. Fácilmente una cuarta parte de lo que me costó a mí. También brotan de la nada vendedores ambulantes de paraguas.

¿Uno de esos cojines para el cuello para el avión? Lo mismo. ¿Un paraguas? Nada. ¿Una gorra para el sol, crema solar tal vez? No y no. Todo eso te lo compras ya en Vietnam por los 21 euros que me costó mi chubasquero.

Si vais por allí, hacedme caso. Debéis compraros al llegar: un chubasquero, un paraguas bueno (no entraré en las mil razones por las que hay tener ambos y sobre todo por qué el paraguas es mejor) y una gorra, para los diferentes grados de lluvia que hay cada día (al menos en agosto).

Y el mejor consejo de todos. Llevad un calzado cómodo y fresco, y unas zapatillas de río. Ese es el mejor que podéis llevar para cuando llueva, mucho mejor que chanclas, y más versátil. Si llevas chanclas (porque si diluvia tendrás que andar en chanclas) que se agarren bien al pie y no sean de tira entre el pulgar y el índice. Advierto.
El caso es que en medio del monzón hice un quiebro y metí en un restaurante de aspecto elegante y tranquilo. Entré por allí dejando un reguero de agua y sudor. Seguro que no era el tipo de cliente que desearían, pero era occidental. En estos países da igual que parezcas un gitano en Savile Row si eres occidental –y por lo tanto pudiente-.


Hablemos de comida. @Desmond Humes, @haba seca. La dieta vietnamita es reconocida como una de las más saludables del mundo. En Vietnam hay muy pocos gordos, y después de unos días uno ve como grotescos a los orondos británicos y americanos. Todos están enjutos. Además parece ser que no son de comer en casa. Los vietnamitas desayunan, comen y cenan en puestos de comida en la calle o restaurantes, o en su propio puesto de trabajo, y de hecho suelen comer más o menos lo mismo cada vez.

Para empezar madrugan un montón. Para cuando asoma el sol la gran mayoría de la gente ya está en marcha, y uno se acaba adaptando un poco a ellos. Será, posiblemente, para aprovechar las horas de poco calor. Luego aparcarán sus escooters en cualquier acera y se sentarán a comerse un plato de pho, el plato nacional a base de fideos, carne y verduras.

También comen pronto, sobre las 12 o incluso antes, y cenan pronto, sobre las 18:30 o 19:00, aunque realmente se puede ver a la gente comiendo a cualquier hora.

Como decía el vietnamita por lo general no come en casa. Hay millones de opciones en cada esquina, y en todas las aceras del país se ven puestos de comida en donde una señora cocina en unos fogones prácticamente hombro con hombro con sus clientes, que se sientan en esos ridículos taburetes de plástico que son como estar de cuclillas (esa peculiaridad de los ojos-rasgados). Comen sin liturgias y se van.

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fotos de internet

Comer de esta forma es increíblemente barato, aunque a mí siempre me echó para atrás comer en sitios puramente vietnamitas, en donde los comensales te miran con curiosidad unos segundos antes de ignorarte por completo. tampoco ayuda el estar comiendo rodeado de gente yendo y viniendo, ruido y todo eso. La falta de información en inglés y su escaso dominio también es una barrera, aunque para nada insalvable. Por norma general los turistas no se mezclan con los autóctonos, y frecuentan locales que aunque más o menos baratos, sus facturas acaban pareciéndose al menú del día español, por lo que uno no acaba sacando demasiado partido a los ventajosos precios del país.

Un plato de fideos y una cerveza en uno de esos puestos auténticos y locales puede resultar al cambio 1 euro, mientras que mi media de gasto en restaurantes era de unos 6,50 o 7 euros, siendo la factura más alta en torno a 9 euros en una hamburguesería de gran calidad en Hanoi.

Por supuesto alguna vez hay que aventurarse a la experiencia de comer a lo local. Me quedo con la satisfacción de que comí en todo tipo de sitios, incluidos aquellos en los que me miraban raro al llegar.

Bueno, hablemos de comida stricto sensu. La gastronomía vietnamita pivota sobre unos pocos elementos muy sencillos que luego tienen múltiples variaciones. No es como la cocina española que es inabarcable y no hay unos pocos ingredientes que la vertebren. La comida en Vietnam gira en torno a fideos, carne (ternera, cerdo, pollo), arroz, verduras y pescado (muy poco).

El plato nacional es el pho, una rica sopa de fideos, carne y verduras.

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foto de internet

Los fideos son preferentemente de arroz, la carne es de ternera o pollo, y las verduras cebollino, cebolla, menta, albahaca o cilantro al gusto, y se aliña con salsa de soja, lima, ajo, chili, etc. Las variaciones son muchas pero se reduce a fideos, hierbas, carne y caldo. Se come con palillos y una cuchara para ir reduciendo la sopa, de forma que al coger los fideos con los palillos estos estén algo escurridos y al balancearse hacia la boca no lo salpiquen todo. Además, por cierto, es perfectamente normal agachar la cabeza casi hasta el bol para llevarnos los fideos a la boca, así como hacer ruido al sorberlos. En Vietnam y otros países del entorno no se aplican las reglas del buen comensal europeo.

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melafo absolutamente

En muchos puestos callejeros y pequeños restaurantes se exhiben pollos enteros cocidos y otra casquería. Me resultaba ligeramente antihigiénica tal visión, hasta que me di cuenta que se hace para que veamos que el caldo de los fideos se ha hecho en el día y con buenos ingredientes.

Lo que decía antes. Los vietnamitas pueden comer el mismo plato todos los días de su vida para desayunar, comer y cenar introduciendo muy pocas variaciones. En cualquier caso el pho bien hecho es un invento cojonudo. Es sano y sencillo, sabroso al estilo de la comida de la abuela. A mí me recordaba a la sopa de mi tía en navidades.

Iré poniendo fotos de comida que hice personalmente pensando en este hilo según llegue a su ubicación geográfica.


El bun cha (estas cosas se escriben con un montón de aderezos gramaticales que no sé añadir con el teclado) consta de fideos, carne de cerdo a la parrilla, que puede estar en forma de albóndigas, y verduras. La gracia es que la costra del cerdo asado se disuelve en el caldo, dándole sabor parrillero. Por cierto, el caldo es opcional, y se puede comer el bun cha tanto en seco como en bol con caldo.

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La comida vietnamita no siempre presenta una disposición obvia para el extranjero. Parte de la diversión es aprender a comer correctamente los platos. Es habitual que te presenten el caldo por un lado, la carne, los fideos y las verduras por otro, y que tu lo mezcles al gusto y lo revuelvas en el bol -Observese las fotos del comeperros-. Yo la menta no la tragaba. Estos hijos de puta se la comen a puñados. La menta, o el uso indiscriminado de la salsa de soja no me acabaron de convencer. Especialmente la vez que cené pescado cocinado en salsa de soja. No me gustó nada. Por todo lo demás muy bien. No hay queja.


Los rollitos de primavera (creo que se llaman nem) son muy populares entre los turistas. Las variedades son muchas. El relleno puede ser de carne de cerdo con verduras, de langostinos, entre otros. Y la cobertura puede ser de papel de arroz, al natural o frito.

Se suelen acompañar de al menos una salsa para untarlos.

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fotos de internet

Parecido a los rollitos es el pho cuon, que sustituye el papel de arroz por una lamina de arroz crudo. Similar a la pasta cocida. Más sobre ello en el link al final del post.

El banh mi es una de las mayores frikadas de la gastronomía vietnamita. Debido a la influencia francesa acabaron adoptando la baguette, cuyo consumo está completamente extendido (creo que son el único país de ojos rasgados en el que se come pan).

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gñeeee foto de internet

El bocadillo vietnamita es un revuelto que puede contener paté, fiambre, pepino, cebolla, cilantro, albóndigas de cerdo, alguna cosa inidentificable y salsa dulce del estilo del kétchup. No digo que lo lleve todo junto, pero casi.

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foto de internet

El caso es que el resultado es sabroso. No al estilo de la comida de la abuela, sino sabroso al estilo guarro del bocadillo de tortilla de patata industrial con mayonesa, kétchup y, yo que sé, rodajas de chorizo.

Uno puede comerse un banh mi callejero con un zumo de frutas para desayunar por dos perras y te vas saciado hasta la hora de comer. La experiencia en si es comérselo en esos ridículos taburetes en medio de la calle viendo el ajetreo matinal.

Aqui uno que me comí yo:

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Tuve que preguntar que cojones era eso que parece lo que queda cuando cepillas al perro. Aunque ni siquiera me acuerdo, creo que es pescado seco desmigado. Uno de esos ingredientes asiáticos relocos.

Voy a cortar ya que me canso. Obviamente hay muchos más platos vietnamitas, pero estos son los mas representativos. Como curiosidad las tiendas y restaurantes se llaman como lo que venden. Y algunos solo cocinan un solo plato. Por lo tanto un restaurante que solo hace pho tendrá un letrero que rezará "pho X" siendo X la variedad del pho, o yo que sé. No sé vietnamita.

En otro momento os hablo de las frutas tropicales y la muy saludable tradición de los zumos. Para profundizar mas en los platos vietnamitas os dejo este link:

Los 10 Platos Imprescindibles de Vietnam | OneMoreDestination.com

pd: una cosa más. La comida vegetariana es muy accesible y hay muchos restaurantes dedicados a ello. Los budistas en teoría deben ser vegetarianos aunque la inmensa mayoría de ellos se pasan eso por el forro. Quienes sí son vegetarianos a rajatabla son los monjes.
 
Última edición:
Grande.
Yo sé que esto le puede parecer una pijada al que lo lea, pero yo me quedé fascinado con el tema de las frutas en un viaje.
Luego me puse a curiosear y es un mundo mucho más grande aún de lo que me imaginaba. No solo están las variedades de fruta que existen de manera natural y no conocemos, sino las que el hombre ha ido creando casi por moda o capricho, variando formas, sabores y colores. Y mucho de eso se encuentra en Asia, se ve que en aquella parte del planeta es casi como un hobby más.
Hay canales de youtube dedicados solo al tema este de las variedades de frutas exóticas "alteradas" por la mano del hombre.
 
Debido a la influencia francesa acabaron adoptando la baguette, cuyo consumo está completamente extendido (creo que son el único país de ojos rasgados en el que se come pan).

También de influencia francesa es la forma de preparar el café. Lo sirven en infusión individual, con un cacharrito metálico desde el que se va filtrando el agua caliente con el café molido al vasito de debajo. Está más flojo que un expreso, claro. Además, le ponen también leche condensada. (Off topic: En Valencia al café con leche condensada se le llama bombón, pero los camareros madrileños no lo saben).

Foto del invento:

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Los vietnamitas están muy orgullosos de su café. Hay una variedad, supuestamente la más lujosa del mundo, que se hace a partir de la mierda de comadreja. Bueno, más bien de los granos que el bicho se ha comido y luego ha cagado. Me quedé sin probarlo.

Foto de una tienda de cafés. Atención a los envases rotulados WEASEL COFFEE:

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(estas cosas se escriben con un montón de aderezos gramaticales que no sé añadir con el teclado)

Más influencia francesa: el alfabeto latino. Creo que Vietnam es el único país que ha adoptado este alfabeto, aunque necesite de un montón de signos diacríticos (los puntitos y rabitos arriba o debajo de las vocales) para diferenciar los distintos fonemas. El vietnamita es un idioma "cantado", como el chino. La misma vocal tiene valores distintos según la "nota": ascendente, descendente... Además, cuando escriben separan cada sílaba. Eso es de mucha utilidad para un occidental: reconoces las letras (aunque pases de los diacríticos) y no te vas a encontrar palabras larguísimas, con un montón de letras sin espacios. Viene muy bien para consultar mapas y callejeros, o para reconocer los rótulos de los comercios.

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Por ejemplo, el local de aquí arriba sirve "bia hoi", una variedad de cerveza de muy baja fermentación, típica de Hanoi. Tiene menos alcohol y menos gas que la cerveza a la que estamos acostumbrados, pero es muy refrescante y muy barata. Un vaso de "bia hoi" costaba 5.000 dong, unos 20 céntimos de euro. Un botellín de Tiger o de Saigon (cervezas locales embotelladas, tipo lager) costaba 20.000 dong (80 céntimos) y una Heineken 25.000 (un euro). La "bia hoi" se prepara diariamente y se distribuye en barriles metálicos, al parecer sin ningún tipo de control sanitario oficial. Bien buena que estaba, y no me provocó cagaleras.

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