El bedel
MUJER CON ENVIDIA DE PENE
- Registro
- 10 Ago 2011
- Mensajes
- 10.323
- Reacciones
- 6.844
Queridos amigos: como sabéis, soy aficionado al tarot y a la astrología; no a las chorradas que publican las revistas o la tele:
- Leo: hoy estarás muy revoltoso, jijij...
, sino a las cartas astrales, cuyo estudio individualizado lleva horas de consulta a páginas online y bibliografía impresa, como pudísteis comprobar en mi hilo -asesinado en la flor de la vida- de ayuda desinteresada a los foreros:
[RETARDS] - Gabinete astrológico del doctor Bedel: un marica inventándose cosas
Aparte de eso, ya os conté que hace no mucho había muerto mi abuela, y el reloj de la cocina se había parado a la hora exacta de su muerte durante cinco días -estando las pilas casi nuevas-, hasta que recé por su alma y volvió a ponerse solo en funcionamiento. Ya no se paró más hasta que murió la pila.
El caso es que, desde entonces, he sentido la sensación de que ella me acompaña: una sensación imprecisa, es cierto; quizá solo el deseo , tan humano, de trascendencia, la resistencia a creer que aquellos que quisimos no volverán con nosotros jamás... En definitiva, la necesidad de ser consolado, protegido.
Pero hará cosa de un mes, han empezado a darse ciertas circunstancias y casualidades que me dan que pensar, e incluso me asustan. La pregunta que tintinea en mis sienes todas las noches antes de dormir es... ¿Se puede hacer daño a distancia? ¿Seremos capaces de hacerlo, sin mediar ningún hechizo de vasos de agua en los que flotan fotos de nuestros enemigos junto a velas negras?
Os cuento las dos historias:
Caso 1.-
En junio, una corta relación sentimental con un hombre terminó abruptamente, con ciertas malas maneras por su parte, todo hay que decirlo. La misma noche de la ruptura (por teléfono), a eso de las 21 h, le deseé que le ocurriera algo malo. Me concentré en enviarle malas energías, o como se quiera llamar. Sería hermoso contar que no fue un deseo malévolo, que no albergaba sino la esperanza de que alguna fuerza cósmica omnisciente golpeara con su mazo al malhechor. Pero no, simplemente era el deseo primario de que le ocurriera algo malo. Un accidente, por ejemplo.
Durante las 24 horas siguientes, y al ver que no volvía a conectarse al whatsapp, pensé que me había eliminado de sus contactos o a saber...no entiendo mucho de dicha aplicación. Recuerdo contarle todo a unas amigas delante de unas cervezas, e incluso bromear ("Me habrá bloqueado... ¡o a lo mejor se ha muerto, jojoajaojao!"). Al poco de llegar a casa, recibo un saludo de parte de este chico, y a continuación me dice que se ha pasado casi veinte horas en un hospital, que tiene varias fracturas y que no sabe si le quedarán secuelas en algún órgano.
-¿Cómo fue?
- Pues nada, que, a la hora o a así de hablar contigo ayer, fui a salir, y me di cuenta de que me había dejado las llaves en casa; como he hecho otras veces, trepé por la fachada, porque mi madre, que tiene mi copia de llaves, está fuera. Pero, no sé, al ir a agarrarme a la ventana de la vecina, mi mano resbaló, y... caída de tres metros hasta el cemento. No me lo explico...
Yo sí que no podía explicar la alegría que sentí; era un júbilo perverso -"¡Te jodes te jodes... tomaaa!"-,sin duda, pero al mismo tiempo me sentía buena persona; notaba que una fuerza liberadora me quitaba una gran piedra de encima. Experimenté el placer de la venganza -o de la justicia poética-, con el aliciente de haber sido ejecutada por manos ajenas.
Caso 2.-
Recientemente, un compañero se ha portado rastreramente conmigo, y, para colmo, se dirigió a mi de forma agresiva delante de todos. Durante los cuatro días siguientes, me sentí angustiado, y, al quinto por la noche... de nuevo esa energía negra bullendo dentro de mi, impeliéndome a desear que le ocurriera algo malo. Recuerdo haber pensado "estaría bien que de nuevo me funcionara el mal de ojo como con el otro; pero no, sería demasiado bueno...". Siguiente día, por la noche: una compañera, en el grupo de whatsapp, nos informa de que el tío, volviendo en bici a casa, ha sido atropellado. Nada muy grave, por lo visto, y que aún no sabe cómo pasó, pero que parece que "le empujaron", y que ya nos contará cuando sepa.
Esto ha ocurrido esta semana, y aún no se ha incorporado a trabajar. Mientras me entero de su estado de salud, de la cual os informaré, quiero que me digáis qué pensáis de todo esto. ¿Casualidades? ¿Existen realmente las "energías a distancia"? ¿Os ha pasado -o habéis sufrido- algo parecido?
Y, lo que más me inquieta (aunque estoy tratando de documentarme en libros de brujería): ¿Estaré poseído por el Maligno?, ¿se volverá contra mi toda esto en algún momento?
- Leo: hoy estarás muy revoltoso, jijij...
, sino a las cartas astrales, cuyo estudio individualizado lleva horas de consulta a páginas online y bibliografía impresa, como pudísteis comprobar en mi hilo -asesinado en la flor de la vida- de ayuda desinteresada a los foreros:
[RETARDS] - Gabinete astrológico del doctor Bedel: un marica inventándose cosas
Aparte de eso, ya os conté que hace no mucho había muerto mi abuela, y el reloj de la cocina se había parado a la hora exacta de su muerte durante cinco días -estando las pilas casi nuevas-, hasta que recé por su alma y volvió a ponerse solo en funcionamiento. Ya no se paró más hasta que murió la pila.
El caso es que, desde entonces, he sentido la sensación de que ella me acompaña: una sensación imprecisa, es cierto; quizá solo el deseo , tan humano, de trascendencia, la resistencia a creer que aquellos que quisimos no volverán con nosotros jamás... En definitiva, la necesidad de ser consolado, protegido.
Pero hará cosa de un mes, han empezado a darse ciertas circunstancias y casualidades que me dan que pensar, e incluso me asustan. La pregunta que tintinea en mis sienes todas las noches antes de dormir es... ¿Se puede hacer daño a distancia? ¿Seremos capaces de hacerlo, sin mediar ningún hechizo de vasos de agua en los que flotan fotos de nuestros enemigos junto a velas negras?
Os cuento las dos historias:
Caso 1.-
En junio, una corta relación sentimental con un hombre terminó abruptamente, con ciertas malas maneras por su parte, todo hay que decirlo. La misma noche de la ruptura (por teléfono), a eso de las 21 h, le deseé que le ocurriera algo malo. Me concentré en enviarle malas energías, o como se quiera llamar. Sería hermoso contar que no fue un deseo malévolo, que no albergaba sino la esperanza de que alguna fuerza cósmica omnisciente golpeara con su mazo al malhechor. Pero no, simplemente era el deseo primario de que le ocurriera algo malo. Un accidente, por ejemplo.
Durante las 24 horas siguientes, y al ver que no volvía a conectarse al whatsapp, pensé que me había eliminado de sus contactos o a saber...no entiendo mucho de dicha aplicación. Recuerdo contarle todo a unas amigas delante de unas cervezas, e incluso bromear ("Me habrá bloqueado... ¡o a lo mejor se ha muerto, jojoajaojao!"). Al poco de llegar a casa, recibo un saludo de parte de este chico, y a continuación me dice que se ha pasado casi veinte horas en un hospital, que tiene varias fracturas y que no sabe si le quedarán secuelas en algún órgano.
-¿Cómo fue?
- Pues nada, que, a la hora o a así de hablar contigo ayer, fui a salir, y me di cuenta de que me había dejado las llaves en casa; como he hecho otras veces, trepé por la fachada, porque mi madre, que tiene mi copia de llaves, está fuera. Pero, no sé, al ir a agarrarme a la ventana de la vecina, mi mano resbaló, y... caída de tres metros hasta el cemento. No me lo explico...
Yo sí que no podía explicar la alegría que sentí; era un júbilo perverso -"¡Te jodes te jodes... tomaaa!"-,sin duda, pero al mismo tiempo me sentía buena persona; notaba que una fuerza liberadora me quitaba una gran piedra de encima. Experimenté el placer de la venganza -o de la justicia poética-, con el aliciente de haber sido ejecutada por manos ajenas.
Caso 2.-
Recientemente, un compañero se ha portado rastreramente conmigo, y, para colmo, se dirigió a mi de forma agresiva delante de todos. Durante los cuatro días siguientes, me sentí angustiado, y, al quinto por la noche... de nuevo esa energía negra bullendo dentro de mi, impeliéndome a desear que le ocurriera algo malo. Recuerdo haber pensado "estaría bien que de nuevo me funcionara el mal de ojo como con el otro; pero no, sería demasiado bueno...". Siguiente día, por la noche: una compañera, en el grupo de whatsapp, nos informa de que el tío, volviendo en bici a casa, ha sido atropellado. Nada muy grave, por lo visto, y que aún no sabe cómo pasó, pero que parece que "le empujaron", y que ya nos contará cuando sepa.
Esto ha ocurrido esta semana, y aún no se ha incorporado a trabajar. Mientras me entero de su estado de salud, de la cual os informaré, quiero que me digáis qué pensáis de todo esto. ¿Casualidades? ¿Existen realmente las "energías a distancia"? ¿Os ha pasado -o habéis sufrido- algo parecido?
Y, lo que más me inquieta (aunque estoy tratando de documentarme en libros de brujería): ¿Estaré poseído por el Maligno?, ¿se volverá contra mi toda esto en algún momento?
Última edición: