annibal lecther
Novato de mierda
- Registro
- 7 Jul 2007
- Mensajes
- 68
- Reacciones
- 0
Naci el 21 de mayo de 1960 en un hogar de un matrimonio problemático compuesto por un conocido investigador químico y una neurótica emotiva y autocompasiva. Era un niño tímido y solitario que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado.
No hacía más que gritar pidiendo atención desde la temprana edad, aunque fuera subconsciente. Pero esos gritos no fueron oídos por unos padres demasiado absortos en sus propias guerras personales durante un amargo divorcio que dejó al niño con la sensación de ser abandonado.
Pronto me interesé por la anatomía animal. En el sótano de mi casa guardaba un montón de huesos de conejos, pollos y otros animales, sintiendo gran curiosidad por verlos dentro de los animales vivos que manipulaba. Mi familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Valncia. La mayor parte de mi infancia la pase escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Luego pase a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportando los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse. Luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear sus huesos.
Mi madre, tras una temporada en el hospital, tubo que guardar cama por el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas.
A los once años ya hablaba de manera monocorde. Me convirti en un solitario, balando como una oveja en el aula de clase o comportándome como un retrasado en las tiendas para llamar la atención de mis compañeros. También comence a beber y a masturbarse compulsivamente utilizando revistas para homosexuales o mirando las entrañas de los animales que cazaba. A los dieciséis años solía ir borracho a clase, donde tenía un solo amigo que era proveedor de marihuana y con quien se colocaba a diario. Me refería al alcohol como mi ´medicina´, un tónico autorrecetado con la intención de calmar sus momentos de angustia. Y ese alcohol a su vez, alimentaba mi inclinación hacia la excentricidad.
A los diecisiete años, tras observar a un joven que a diario pasaba haciendo jogging delante de mi casa, senti un deseo desenfrenado de poseerlo. Como no me atrevía a abordarlo para entablar una conversación, opte por coger un bate de béisbol y me dispuse a esperarlo con la idea de atacarle cuando pasara, pero afortunadamente el joven dejó de ir a correr por esa zona, salvándose de haber sido mi primera víctima.
Al año siguiente, mi padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, me vengue recogiendo en la carretera a un autoestopista, a quién lleve a mi casa y asesine, luego meti el cuerpo en un saco de basura y lo arroje por un barranco.
Después de esto, entre en una crisis depresiva y renuncie a seguir viviendo, pero mi padre me envió a la Universidad. Allí también fui rechazado por mi contínuo estado de embriaguez, y en diciembre de 1978 mi padre me obligo a alistarme en el ejército, pero mis continuas borracheras no cesan. Al licenciarme me fui a vivir con mi abuela, en donde mostre una posible reinserción, pues comience a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduci mi dosis de alcohol y encuentre trabajo en una fábrica...
Pero poco me duró esa vena. Al poco tiempo comenze de nuevo a masturbarme insistentemente e incluso robe un maniquí de una tienda, que me hacía las veces de compañero sexual. También empece a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales, pero me resultaba difícil conseguir la erección mientras mis parejas estaban despiertas, por lo que opte por drogarlos con somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de mis amantes cuando volvían en sí querían volver a saber más de mi, por lo que crei más oportuno buscar un cadáver para satisfacer mis instintos sexuales.
Esa misma noche, tras asistir al funeral de un joven de dieciocho años, fui a desenterrarlo al cementerio, pero no lo consigui por que el suelo estaba congelado debido a las bajas temperaturas.
En septiembre de 1986 fui arrestado por exhibicionismo indecente y desembocó a mi primer análisis psicológico, siendo diagnosticada una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez. Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreci una bebida dopada. Me desperte al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, pero no recordaba nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí revivo es cómo tras levantarme meti el cadáver en el armario y sali a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de mi abuela. lo guarde en el sótano y lo desmembre, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo.
Después de eso, comience a matar siempre que tenía ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los estrangulaba. Después de matar a mi víctima me quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornado con los huesos.
Ahora estoy muy triste, me han robado mi altar con todos los huesecillos que tanto queria
No hacía más que gritar pidiendo atención desde la temprana edad, aunque fuera subconsciente. Pero esos gritos no fueron oídos por unos padres demasiado absortos en sus propias guerras personales durante un amargo divorcio que dejó al niño con la sensación de ser abandonado.
Pronto me interesé por la anatomía animal. En el sótano de mi casa guardaba un montón de huesos de conejos, pollos y otros animales, sintiendo gran curiosidad por verlos dentro de los animales vivos que manipulaba. Mi familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Valncia. La mayor parte de mi infancia la pase escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Luego pase a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportando los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse. Luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear sus huesos.
Mi madre, tras una temporada en el hospital, tubo que guardar cama por el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas.
A los once años ya hablaba de manera monocorde. Me convirti en un solitario, balando como una oveja en el aula de clase o comportándome como un retrasado en las tiendas para llamar la atención de mis compañeros. También comence a beber y a masturbarse compulsivamente utilizando revistas para homosexuales o mirando las entrañas de los animales que cazaba. A los dieciséis años solía ir borracho a clase, donde tenía un solo amigo que era proveedor de marihuana y con quien se colocaba a diario. Me refería al alcohol como mi ´medicina´, un tónico autorrecetado con la intención de calmar sus momentos de angustia. Y ese alcohol a su vez, alimentaba mi inclinación hacia la excentricidad.
A los diecisiete años, tras observar a un joven que a diario pasaba haciendo jogging delante de mi casa, senti un deseo desenfrenado de poseerlo. Como no me atrevía a abordarlo para entablar una conversación, opte por coger un bate de béisbol y me dispuse a esperarlo con la idea de atacarle cuando pasara, pero afortunadamente el joven dejó de ir a correr por esa zona, salvándose de haber sido mi primera víctima.
Al año siguiente, mi padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, me vengue recogiendo en la carretera a un autoestopista, a quién lleve a mi casa y asesine, luego meti el cuerpo en un saco de basura y lo arroje por un barranco.
Después de esto, entre en una crisis depresiva y renuncie a seguir viviendo, pero mi padre me envió a la Universidad. Allí también fui rechazado por mi contínuo estado de embriaguez, y en diciembre de 1978 mi padre me obligo a alistarme en el ejército, pero mis continuas borracheras no cesan. Al licenciarme me fui a vivir con mi abuela, en donde mostre una posible reinserción, pues comience a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduci mi dosis de alcohol y encuentre trabajo en una fábrica...
Pero poco me duró esa vena. Al poco tiempo comenze de nuevo a masturbarme insistentemente e incluso robe un maniquí de una tienda, que me hacía las veces de compañero sexual. También empece a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales, pero me resultaba difícil conseguir la erección mientras mis parejas estaban despiertas, por lo que opte por drogarlos con somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de mis amantes cuando volvían en sí querían volver a saber más de mi, por lo que crei más oportuno buscar un cadáver para satisfacer mis instintos sexuales.
Esa misma noche, tras asistir al funeral de un joven de dieciocho años, fui a desenterrarlo al cementerio, pero no lo consigui por que el suelo estaba congelado debido a las bajas temperaturas.
En septiembre de 1986 fui arrestado por exhibicionismo indecente y desembocó a mi primer análisis psicológico, siendo diagnosticada una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez. Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreci una bebida dopada. Me desperte al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, pero no recordaba nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí revivo es cómo tras levantarme meti el cadáver en el armario y sali a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de mi abuela. lo guarde en el sótano y lo desmembre, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo.
Después de eso, comience a matar siempre que tenía ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los estrangulaba. Después de matar a mi víctima me quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornado con los huesos.
Ahora estoy muy triste, me han robado mi altar con todos los huesecillos que tanto queria