Creo que he conseguido mi añorado objetivo de conseguir hacer higos secos. Después de dos o tres años que los higos se fueron a tomar por culo por heladas tardías, este año el árbol ha echado con ganas y me salen por las orejas.
Después de comer unos pocos, regalar unos muchos, y hacer mermelada con la mayoría, me decidí a secar unos cuantos. Ya lo había intentado otros años dejándolos medio protegidos en la huerta, pero sin vigilancia la mitad se estropeaban. Básicamente porque deben secarse muy rápido de forma que no se acumule humedad dentro y críen moho. Calculo que hay un margen de tres o cuatro días desde su punto optimo para secarlos al menos hasta cierto grado y evitar que se echen a perder. Y si salen días nublados o de lluvia lo más probable es que se jodan.
En previos intentos todos tenían el mismo aspecto arrugado, pero la mitad tenían un sabor avinagrado, prueba de que no se secaron bien y comenzaron a pudrirse. Otra cosa que descubrí con asco es que cierto tipo de insecto gustaba de incrustar sus huevos en los higos. Poco después unos gusanillos blancos nacían y se mudaban al interior. En alguna ocasión abrí alguno de aspecto completamente saludable para pillar a uno de los bichos desapareciendo entre las semillas del interior del higo. Los huevos son como las semillas de chia, pero están medio clavados y si uno no sabe ni se entera. No pocos quité con la punta de un cuchillo, negándome a abandonar a su suerte la veintena de higos secos que conseguí salvar la última vez.
En esta ocasión se me ocurrió secarlos con el horno, para lo cual me tiré una mañana entera montando un árbol de navidad en su interior.
Un trabajo de la puta ostia para asegurarme de aprovechar el espacio al máximo y que el calor circulase bien por todas partes. Hay que poner el horno a unos 50 o 60 grados y se deja ahí entre ocho y doce horas. Más temperatura puede hacer que los higos se cuezan, y por lo tanto se estropeen poco después.
Cuando ya llevaba unas cuantas horas me percaté de que dejar los higos enteros era una cagada y todo el trabajo de colgarlos de cuerdas también. Para que se sequen correctamente hay que cortarlos por la mitad y dejarlos sobre la bandeja, que además es menos laborioso. No pasa nada, a base de errores se aprende.
Total, que al final por no irme a la cama a las cuatro de la mañana apagué el horno cuando ya estaban medio-medio. No están totalmente secos pero creo que no se estropearán ya.
Luego se espolvorean de harina, para, entre otras cosas, prevenir que estén pegajosos o que se acerquen bichos, y se almacenan. Si no estamos seguros de que estén totalmente secos, mejor destapados.
Este finde haré otra remesa, poniendo en práctica lo aprendido.