hitsfromthebong
Veterano
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Nunca hubiera hecho esto de motu propio porque estimo que mi vida tampoco es que sea la repanocha, pero cuando el señor Gintonic me animó a hacerlo le di tres caladas al porro que tenía apalancao en el cenicero, lo pensé y dijé: "Por qué no"? Al fin y al cabo parece que mis historietas hacen reír al menos a algunos foreros, y yo soy el primero que entra a reírse de las de ellos, de modo que es justo que haya algo de reciprocidad.
El señor Gintonic me instó a empezar por mi niñez, pero creo que es mejor (y me apetece más) contar las soplapolleces según me vayan viniendo a la perola.
Ni que decir tiene que lo que interesa aquí es el lumpen, las furcias, la drogaína, el talego y cualquier cosa que tenga que ver con la inmundicia y/o el descacharre, así que eso es lo que aportaré.
Bien, empecemos...
El pistoletazo de salida será contar la primera vez que me metieron en la cárcel. Digo la primera porque luego he vuelto un par de veces más.
Año 1995. Yo me dedicaba a trapichear con grifa y un mal día pues me trincaron. Me llevaron a la que hoy es Sevilla 1. Antes era Sevilla 2, ya que Sevilla 1 se encontraba en pleno casco urbano, justo en frente del centro comercial Los Arcos. Después de pasar por el coñazo de ingresos (el psicólogo, la celda de periodo y todo eso) me llevaron al patio 2 de preventivos. Allí me encontré a un amiguete de la calle el cual llevaba siete meses esperando juicio y respiré un poco más tranquilo, porque el ambiente era la picha. Las películas estas de prison brik y demás son una broma comparado con lo que se llega a ver en un patio de preventivos. Más que nada por los chavalillos jóvenes como lo era yo entonces, están locos como cabras y les suda todo la polla, van a toda velocidad y ni piensan ni hostias.
Esa vez estuve tres meses hasta que el inútil de mi abogado me sacó. En esos tres meses no paraba de alucinar. El concepto que se tiene en la calle de lo que es un golfo o un macarra allí no vale nada (por lo general digo). El desfile de personajes era abrumador y sorprendente, y ahora que caigo, el programa Cuerda de presos de Jesús quintero podría estar emitiéndose ad eternum, porque aquello es una cantera de historias impactantes que no veas.
Vale, con respecto a mi, resumiendo, salvo por un par de peleillas no me ocurrió nada grave, así que haré, para empezar, una descripción de los mendas que andaban conmigo a diario.
Empezaré por mi compi de chabolo. Se llamaba Andrés, tenía 37 años y era fontanero, profesión que aprovechaba para escudriñar los kelis donde entraba a reparar cualquier puta mierda. Le echaba el ojo al piso por dentro y si le convencía, volvía otro día a reventarlo. Previamente y dándole al pico con el propietario/a, le sacaba absolutamente todo. Sabía conducir una conversación de modo que, sin la víctima siquiera sospecharlo, le sacaba toda la información que necesitaba (cuantos vivían en la casa, donde curraban, si se iban de vacaciones o no y cuando, etc.) El tío hacía su planing de días, horas y tal y pascual y cuando ya lo tenía todo cuadrado iba y dejaba el piso o la casa tiritando. Siempre trabajaba solo y sabía estar callado, no obstentaba y de ese modo era mucho más difícil pillarle. Le trincaron porque una vez entró en un buen chalet y aunque ya había arramplado con un buen botín, seguía pensando que había mucho más allí. Se entretuvo y lo enganchó la madera.
Yo dormía en la litera de arriba. Menos mal. Porque por las noches, cuando nos chapaban, le gustaba fumarse su chino de caballo. Esto le soltaba la barriga (incomprensiblemente para mi, porque la heroína suele estreñir más bien) y se tiraba unos peos de puta madre. Tampoco es nada del otro mundo pensaréis... Craso error. Situaos en Sevilla, en verano, que fue cuando me trincaron, y en una prisión construida en cemento y hierro. La temperatura era abominable y cualquier olor que no fuera a Channel 5 se volvía nauseabundo en cero coma. Ahora imaginad que ese olor es el muchos peos de un yonki que duerme a tu lado y del que no te puedes zafar. Había mañanas en las que amanecía todo cagado de diarrea con las sábanas empapadas en mierda y ni se inmutaba hasta que llegaba el recuento. Una vez me contó que su hermano se estaba follando a su novia fuera y que cuando saliera le iba a rajar la cara a ambos. Nunca supe si lo llegó a hacer.
Con él pasé casi el primer mes al completo. Luego le cambiaron de patio.
Esta canción me recuerda mucho a todo aquel ambiente.
El señor Gintonic me instó a empezar por mi niñez, pero creo que es mejor (y me apetece más) contar las soplapolleces según me vayan viniendo a la perola.
Ni que decir tiene que lo que interesa aquí es el lumpen, las furcias, la drogaína, el talego y cualquier cosa que tenga que ver con la inmundicia y/o el descacharre, así que eso es lo que aportaré.
Bien, empecemos...
El pistoletazo de salida será contar la primera vez que me metieron en la cárcel. Digo la primera porque luego he vuelto un par de veces más.
Año 1995. Yo me dedicaba a trapichear con grifa y un mal día pues me trincaron. Me llevaron a la que hoy es Sevilla 1. Antes era Sevilla 2, ya que Sevilla 1 se encontraba en pleno casco urbano, justo en frente del centro comercial Los Arcos. Después de pasar por el coñazo de ingresos (el psicólogo, la celda de periodo y todo eso) me llevaron al patio 2 de preventivos. Allí me encontré a un amiguete de la calle el cual llevaba siete meses esperando juicio y respiré un poco más tranquilo, porque el ambiente era la picha. Las películas estas de prison brik y demás son una broma comparado con lo que se llega a ver en un patio de preventivos. Más que nada por los chavalillos jóvenes como lo era yo entonces, están locos como cabras y les suda todo la polla, van a toda velocidad y ni piensan ni hostias.
Esa vez estuve tres meses hasta que el inútil de mi abogado me sacó. En esos tres meses no paraba de alucinar. El concepto que se tiene en la calle de lo que es un golfo o un macarra allí no vale nada (por lo general digo). El desfile de personajes era abrumador y sorprendente, y ahora que caigo, el programa Cuerda de presos de Jesús quintero podría estar emitiéndose ad eternum, porque aquello es una cantera de historias impactantes que no veas.
Vale, con respecto a mi, resumiendo, salvo por un par de peleillas no me ocurrió nada grave, así que haré, para empezar, una descripción de los mendas que andaban conmigo a diario.
Empezaré por mi compi de chabolo. Se llamaba Andrés, tenía 37 años y era fontanero, profesión que aprovechaba para escudriñar los kelis donde entraba a reparar cualquier puta mierda. Le echaba el ojo al piso por dentro y si le convencía, volvía otro día a reventarlo. Previamente y dándole al pico con el propietario/a, le sacaba absolutamente todo. Sabía conducir una conversación de modo que, sin la víctima siquiera sospecharlo, le sacaba toda la información que necesitaba (cuantos vivían en la casa, donde curraban, si se iban de vacaciones o no y cuando, etc.) El tío hacía su planing de días, horas y tal y pascual y cuando ya lo tenía todo cuadrado iba y dejaba el piso o la casa tiritando. Siempre trabajaba solo y sabía estar callado, no obstentaba y de ese modo era mucho más difícil pillarle. Le trincaron porque una vez entró en un buen chalet y aunque ya había arramplado con un buen botín, seguía pensando que había mucho más allí. Se entretuvo y lo enganchó la madera.
Yo dormía en la litera de arriba. Menos mal. Porque por las noches, cuando nos chapaban, le gustaba fumarse su chino de caballo. Esto le soltaba la barriga (incomprensiblemente para mi, porque la heroína suele estreñir más bien) y se tiraba unos peos de puta madre. Tampoco es nada del otro mundo pensaréis... Craso error. Situaos en Sevilla, en verano, que fue cuando me trincaron, y en una prisión construida en cemento y hierro. La temperatura era abominable y cualquier olor que no fuera a Channel 5 se volvía nauseabundo en cero coma. Ahora imaginad que ese olor es el muchos peos de un yonki que duerme a tu lado y del que no te puedes zafar. Había mañanas en las que amanecía todo cagado de diarrea con las sábanas empapadas en mierda y ni se inmutaba hasta que llegaba el recuento. Una vez me contó que su hermano se estaba follando a su novia fuera y que cuando saliera le iba a rajar la cara a ambos. Nunca supe si lo llegó a hacer.
Con él pasé casi el primer mes al completo. Luego le cambiaron de patio.
Esta canción me recuerda mucho a todo aquel ambiente.