Ah, mi querida y amada A3. Garante de ética, faro de moralidad, guardiana de las tradiciones, neoliberal, católica, guía de la clase media y alta con estudios superiores, tan sofisticada y con ese retrogusto rancio.
Nunca defrauda, al igual que se puede reconocer a un neonazi por la cabeza rapada y a un perroflauta por la roña y los piojos del pelo; a ellas se las reconocerá por: su estética neutra, rasgos faciales neutros, peinados sobrios, carentes de acentos o dejes regionales y una dicción agradable al oído pijo, por las mechas rubias, el maquillaje en su justa medina y sus ropas del Zara con complementos de El Corte Inglés.
Encargados por derecho propio de la guardia y custodia del civismo, los máximos defensores de los derechos de los que tributan a partir del tercer tramo del IRPF, los poseedores de la verdad, el conocimiento, la buena educación de los colegios privados y concertados católicos. Adalides del orden, la ley, el respeto a la autoridad. Obligados por sus creencias religiosas a educar al ignorante, al que no ve la verdad, al pobre analfabeto que zozobra sin unos principios que le lleven hacia la luz.
El empoderamiento refinado, esa rubia menopáusica vestida de elegante negro, que en su fuero interno no puede aceptar ser una simple sujetamicros cuando alguien, analfabeto, quiere saltarse las normas que rigen su vida, su mundo, su ideal. Y ahí está la tía, replicando a la gitana que quiere tomarse su venganza a la que tiene derecho según sus milenarias leyes. Pero no, ella no lo puede permitir, es un insulto, ese mundo y esos deseos de venganza chocan de frente con sus preceptos católicos, su normal, con la opinión y los deseos de la sociedad que habita, esa sociedad más avanzada que cohabita en el mismo territorio pero en planos metafísicos diferentes, en distintas dimensiones.
Y no cede, e intenta demostrar su superioridad moral, humillar a la sinrazón de la ignorante, rebatir a la vengativa con argumentos éticos. La quiere aplastar, frenarla, que ceda en sus deseos primitivos. Intenta dominar a la bestia, aplacar su ira, su grosero instinto animal.
Porque ella es la representante de A3 allí, y sobre sus hombre recae le peso de educar a los descarriados que se apartan del camino recto.
Y por esto y muchas otra cosas amo con todo mi ser a A3 y a su antagónica, la Sexta. No sus muráis nunca.