Voy a atreverme y todo. Si eso ya escribiré el desenlace.
Un día alubioso (I)
No hay cosa más violenta,
no hay cosa más bizarra,
que invitar a tu parienta
a comer judías blancas.
Dispuestos los comensales,
se sirve primero a los nuevos,
y papá espera ansioso
arrascándose los huevos.
Sonríe y me mira mi novia,
está pasando un buen rato,
cuando me acabe las alubias,
me la llevo y se la clavo.
No hay conversación,
no hay televisión,
sólo se oye a mi padre
arrascando el requesón.
Se pede mi madre, pede mi hermana
Pede el periquito, se pede mi almorrana,
Pede mi padre, mi cuñada,
pede toda la familia,
va el abuelo y se nos caga.
Quién limpia ahora a este hombre,
menuda papeleta,
que pase el dedo y chupe,
lo que no mata, alimenta.
Nadie se decide,
mamá comienza el sorteo,
le ha tocado a la parienta,
le apunta con el dedo.
Ella está que arde,
coge y se rebota.
Demasiado tarde,
el abuelo está en pelotas.