La anestesia general: un apagón, fundido a negro. Fue una experiencia decepcionante para mí, porque yo quería experimentar una muerte, pero de mentirijilla, para luego volver: con su túnel, su ver el cuerpo desde fuera, hablar con alguna entidad espiritual, enterarse de lo que dicen los sanitarios cuando estás bajo sus efectos... Y nada, un off total. Y me hizo pensar que... Joder, a ver si la muerte va a ser así también y nada de Campos Elíseos.
Ya el despertar sí fue cosa fina, con sus jocosidades y paranoias, el diálogo con los celadores creo que aún se comenta en las cenas de Navidad, y mi desesperada insistencia en confirmar que no me habían puesto pene y en demostrar que estaba viva y conocer el menú del día.