Mi primera experiencia, chispas

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Ábrese este hilo para que los puteros de pro, que me consta que hay muchos, relaten del modo que mejor le parezcan su primera experiencia con una lumi, puta, prostituta, chica de pago, escort, etc. Nervios, cosquilleo, gatillazo, eyaculación precoz, tartamudeo, etc., son situaciones por la que seguramente todos/as pasasteis la vez que os estrenasteis. Pues eso, a contar.
También vendría bien que las profesionales relataran aquí su primera experiencia con un cliente.
Hay que conocer todas las opiniones.

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Saludos puteros.
 
Inauguro el hilo con mi primera experiencia, ya lejana en el tiempo.

NOMBRE:
No se lo pregunté.

TIPO: callejera, independiente, piso, club, agencia. De piso, aunque sentada en una silla en la puerta del mismo.
HORARIO: El que ella quisiera.
TELÉFONO: Obviamente no existían los móviles, y al exponerse en la vía pública, no hacía falta el mismo.
CORREO ELECTRÓNICO: ¿Mande?
PÁGINA WEB PROPIA: Ni página, ni web, ni propia.
EDAD: Veintimuchos, cerca de la treintena. Esta vez afiné, amigo megapene.
NACIONALIDAD: Totalmente española
¿FUMA? (SI/NO): Si. De hecho para entablar conversación conmigo me pidió fuego, y eso que estaba fumando. No caí en esa tontería hasta pasadas unas horas.
ANUNCIOS: texto, enlaces, fotos (indicar si son reales). Ninguno.
A-VALORACIÓN FÍSICA (0-10): 6
DESCRIPCIÓN FÍSICA: TATUAJES O "PIERCING": Tatuajes no. Piercings no existían, o al menos no estaban todavía en boga.
VESTUARIO Y PRESENTACIÓN: Minifalda y camiseta ajustada.
B-VALORACIÓN DEL SERVICIO (0-10): 5
FECHA DE LA EXPERIENCIA APROX.: Septiembre de 1989, día arriba, día abajo.
DIRECCIÓN: dirección (no indicar portal ni piso). Piso/lupanar de la calle Jazmín. Actualmente derruido por modernización del barrio conocido como La Manigua.
DESCRIPCIÓN DE INSTALACIONES: Os lo dejo a vuestra imaginación.
IMPLICACIÓN (ACTITUD HACIA EL CLIENTE): Mínima. Para ser mi primera lumi, me llevé una sonora decepción.
BESOS EN LA BOCA: Picos que le daba a traición. Si me veía venir, hacía la cobra.
FRANCÉS NATURAL: Si, todo muy natural.
FRANCÉS COMPLETO: No sé. No pregunté, yo iba a follar.
GRIEGO: No.
DESCRIPCIÓN DEL SERVICIO: C-VALORACIÓN TOTAL (A+B)/2: 5.5
RESUMEN: Había pasado el verano del 89 en blanco. Aunque bien es cierto que hasta ese momento no es que hubiese follado muchas veces, ya que hasta esa fecha no había tenido lo que se dice novia o amiga con derecho a roce, pero las veces que lo había hecho eran rollos de una noche o de una semana como mucho. Pero como digo, ese verano había pasado en blanco y mi pene estaba a punto de romper relaciones conmigo. Las pajas no me saciaban, y el ver a las mujeres en la playa y por la calle semidesnudas hacía que mi líbido estuviese alcanzando unos máximos extraterrenales.
Así que empezó a rondarme la cabeza la idea de “ir de putas”. No se me pasaba por la cabeza comprar el “Ideal” y llamar a alguno de los múltiples anuncios de “Sauna y relax” que se anunciaban. Yo sabía del barrio chino de Granada por haber pasado algunas veces por ahí, bien de paso o bien a posta siendo adolescente para ver a las “putas” de pié o sentadas a la puerta de los viejos lupanares, algunos hasta con su recepción y su vieja y gorda madame sentada en una silla tras un mostrador. Cuando me decidí por lo de ir a visitar a una chica de esas, estuve pasando varios días varias veces por delante de ellas para ir viéndolas y tomar o no la decisión definitiva. El día de autos, que era domingo por la tarde, me hice el propósito de follar con una puta ese día, llamando a mi hombría y a mi valentía para que no fracasase en el intento. Pasé varias veces por la calle jazmín de Granada y calles adyacentes en los que había varias casas. Para los que no conozcan el lugar, era una zona de callejuelas estrechas, algunas de no más de dos metros, peatonales, malolientes, sucias y mal iluminadas, con casas muy antiguas de dos o tres plantas y construidas tal vez a principios del siglo XX. Un paraíso, vamos.
Cuando ya elegí a la interfecta, sentada en una silla de anea en la puerta del lupanar, pasé dos o tres veces delante de ella sin hacerle caso, hasta que, en la definitiva, me paro delante de ella y le pregunto la hora. Transcribo el diálogo:
Maduro: - ¿Hola, tienes hora?
Puta, con un cigarro a medio acabar: - ¿Me das fuego, guapetón?
M:- ¿Cuánto cobras?
P: - Tres, mil más quinientas de la cama.
M: - Yo no tengo cama, ¿y tú?
P: Si, ¿vamos?
M: Venga.

Se levanta de la silla, tira el cigarro al suelo y entra en el cuchitril. Subimos una o dos plantas por una escalera oscura y estrecha hasta que llegamos a una sórdida habitación, en la que había una cama, un armario desvencijado, un lavabo y un humilde bidé.
Le pagué las tres mil quinientas pesetas, las guardó en el bolso, lo colgó en una percha y se quitó minifalda y bragas. Se sienta en el bidé y se da un baño checo (luego supe por qué se lo dio). Se tumba en la cama sin quitarse la camiseta y me dice que me desnude y me tumbe con ella. Lo hago, y en la cama empieza a hacerme un francés sin (en ningún momento se habló del condón para nada). Le digo que se destete y me dice que no. Mientras la chupa, yo me entretengo en tocarle las tetas a través de la camiseta y del sujetador. Tras varios minutos chupando se me tumba, se abre de piernas y me dice de follarla. Me pongo encima de ella y la penetro “sin condón” y empiezo a bombear en esa postura del misionero. Intento besarla y ella esquiva mis intentos, aunque en algunos falla y logro juntar mis labios a los suyos. Le vuelvo a repetir que quiero verle las tetas y tumbada como estada, se sube la camiseta hasta el cuello y se saca una teta del sujetador (fue lo máximo que ví). Como podéis imaginar, tras un breve rato de metesaca, me corrí y ahí se acabó el polvo.
Me dice que me quite de encima de ella y me ofrece una toalla pequeña para limpiarme. Lo hago y al mirar la toalla, ve restos de sangre. Le pregunto que eso qué es y me dice la muy $%&*ç que tiene la regla (¡qué asco, pensé para mis adentros!). Con razón se había pegado un pedazo de baño checo antes del folleteo, para que no se le notase la sangre que tendría por ahí afuera. Me visto, y me marcho, sin percatarme del regalo que me hizo.
Mientras iba por la calle hacia mi casa, pensé que ese polvo, para ser el primero con una profesional había sido una puta mierda.
Por la noche, en casa y mientras veía la tele después de cenar, comencé a tener picores en el pubis. Me marcho al baño, me bajo los calzoncillos, y veo ahí, tan contentas, tres magníficos ejemplares de Phthirus pubis campando por mi vello púbico. Me acordé de la señora en cuestión y me cagué en todos sus muertos. Me las quité, las maté y me eché loción parasitaria para piojos que tenía mi madre por ahí guardada por si acaso alguno de la familia los pillaba en el colegio. Afortunadamente, la cosa quedó ahí.
De esta experiencia aprendí varias cosas. Nunca más con una puta pseudocallejera. Follar siempre con condón. Y que lo barato, incluso con las putas, sale caro.
Tardé más de un año en volver a ir de putas, pero mi semillita putera ya había prendido dentro de mí.

Saludos “De cómo y de por qué”
 
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