Es curioso lo del FB de esta tía. Tiene veinte años, así que podemos ver en sus fotos la evolución desde su primera juventud hasta el monstruo en el que se ha convertido a día de hoy. En las fotos con quince años aparece rodeada de su grupo de amigos. Se le ve contenta, se le ve sonriente, con una sonrisa franca, como cualquier chica de su edad. Poco a poco se le ve más y más sola, pero aún contenta, aún sonriente. También, poco a poco, se le ve cómo se va poniendo más y más neveresca, más siniestra también. Se hace, en algún punto, aficionada a la música pseudogótica rollo Evanescence, y cambia su look, hasta entonces de una adolescente típica, y empieza a ir de negro, con ropones, camisetas largas y su puta madre. Cada vez más descuidada, aparece con el fulano de más arriba, que la debió ver como presa fácil. Luego el fulano desaparece, y justo en ese momento es cuando contrata a un ciego con Parkinson para su nuevo corte de pelo. En algún momento se vio sola, y ahí es cuando abraza el feminismo y la gilipollez para, a través de internet, sentir algo de apoyo de otros seres humanos, otros desechos de tienta, otros desplazados sociales. Y entonces entra en barrena y acaba convirtiéndose en lo que hoy vemos: un adefesio repugnante al a vista y que ofende no sólo la estética sino también la inteligencia. ¿Pero qué va a hacer? Ya no hay vuelta atrás, es todo una huída hacia adelante porque sólo en ese camino encuentra gente tan desquiciada como ella.
Sólo quiere que la quieran.
Deja de cebarte, coño.