Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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Un hombre, que ha venido al mundo a penar sobre la Tierra y a pagar con su sangre y con su carne el Paraíso que nuestro Señor reserva para los justos, puede soportarlo todo: el hambre, la tortura, la pérdida absoluta de su dignidad y sus esperanzas, el ensañamiento fálico sobre su ano o el onanismo furioso de una isla desierta sin un mal culo de mandril que llevarse a la boca. Nuestro organismo, tan expuesto y quebradizo, tan ridículo y dependiente, se obstina en resistir bajo niveles de supervivencia de alto contenido fecal. Podemos bucear entre la mierda y tragarnosla a bocados con tal de ganar un segundo más de vida. "El ser humano es maravilloso"
Yo soy un hombre de ascendencia espartana, frugal, recio y granítico. Un hombre que aguanta la escarcha y la canícula sin un sólo mohin, hierático como un faraón egipcio, pero incluso los que servimos de ejemplo a los estoicos tenemos un límite de resistencia. Lo soportamos todo menos lo insoportable Hasta aqui he llegado. La carencia que tuve que arrostrar a causa del polo verde, me desanimó, enturbio mi hilaridad natural y mi jovialidad de vividor bohemio y envanecido. Pero aguanté como un machote, me consolé con camisas floreadas y sombreros borsalinos. Pulí el esmalte de mis uñas y me apliqué doble ración de crema de caviar para que nadie pudiera intuir mi desasosiego y mis rabietas.
Hoy en cambio drama es insufrible: han reducido la talla de mis calzoncillos favoritos y me aprietan los huevos como tenazas de acero. La solución no es fácil. La talla que sigue a la que solía utilizar no se ciñe como debería. Mis gloriosos genitales merecen el mejor acomodo y el envoltorio más lucido. No me permito llevar los huevos colganderos como si fuera un torito bravo, no soy un bestia que deja que su escroto retumbe contra sus piernas como si fuera un campanero. Tampoco quiero cambiar de marca. Soy maniático para la excelencia, me encapricho de una textura, de un diseño, de un acabado sedoso y acogedor que mima mis cojones como tetas de novicia.
He aguantado el invierno sin decir nada, porque soy muy hombre y muy capaz, pero con los calores siento mis huevos oprimidos, sudorosos, fundiéndose con el elástico que los devora y martillea. Mi escroto se revuelve aseteado, sufre él y sufro yo y la vida no tiene sentido con unos huevos que se encaminan hacia un estado gaseoso y que me llevan irremediablemente a tener que ganarme el sustento como eunuco. Podéis aconsejarme o podéis, en correspondencia con el espíritu de este, nuestro sacrosanto Foro, hablar de pollas y calzoncillos a tope de frenadas. Que empiece el baile.
Yo soy un hombre de ascendencia espartana, frugal, recio y granítico. Un hombre que aguanta la escarcha y la canícula sin un sólo mohin, hierático como un faraón egipcio, pero incluso los que servimos de ejemplo a los estoicos tenemos un límite de resistencia. Lo soportamos todo menos lo insoportable Hasta aqui he llegado. La carencia que tuve que arrostrar a causa del polo verde, me desanimó, enturbio mi hilaridad natural y mi jovialidad de vividor bohemio y envanecido. Pero aguanté como un machote, me consolé con camisas floreadas y sombreros borsalinos. Pulí el esmalte de mis uñas y me apliqué doble ración de crema de caviar para que nadie pudiera intuir mi desasosiego y mis rabietas.
Hoy en cambio drama es insufrible: han reducido la talla de mis calzoncillos favoritos y me aprietan los huevos como tenazas de acero. La solución no es fácil. La talla que sigue a la que solía utilizar no se ciñe como debería. Mis gloriosos genitales merecen el mejor acomodo y el envoltorio más lucido. No me permito llevar los huevos colganderos como si fuera un torito bravo, no soy un bestia que deja que su escroto retumbe contra sus piernas como si fuera un campanero. Tampoco quiero cambiar de marca. Soy maniático para la excelencia, me encapricho de una textura, de un diseño, de un acabado sedoso y acogedor que mima mis cojones como tetas de novicia.
He aguantado el invierno sin decir nada, porque soy muy hombre y muy capaz, pero con los calores siento mis huevos oprimidos, sudorosos, fundiéndose con el elástico que los devora y martillea. Mi escroto se revuelve aseteado, sufre él y sufro yo y la vida no tiene sentido con unos huevos que se encaminan hacia un estado gaseoso y que me llevan irremediablemente a tener que ganarme el sustento como eunuco. Podéis aconsejarme o podéis, en correspondencia con el espíritu de este, nuestro sacrosanto Foro, hablar de pollas y calzoncillos a tope de frenadas. Que empiece el baile.