Que en UK se esté hablando de salir del Convenio de Derechos Humanos es síntoma de lo que está por venir.
Starmer ha acabado prisionero de la política que prometió abolir. Su mayoría absoluta de 164 escaños no se traduce en liderazgo. Con sólo cuatro asientos es Nigel Farage quien ha tomado ya completamente la narrativa
La primera medida que Keir Starmer anunció tras su aplastante victoria electoral en 2024 fue la cancelación del plan del anterior gobierno conservador que pretendía mandar a Ruanda a los solicitantes de asilo. Poco más de un año después, el Ejecutivo laborista apuesta por un programa mucho más radical, inspirado en el hostil sistema migratorio de Dinamarca, uno de los más estrictos de Europa. Siguiendo la estela de Donald Trump,
también prohibirá la entrada de los ciudadanos de aquellos países que se nieguen a readmitir a inmigrantes irregulares. Y a fin de evitar que los tribunales se interpongan en su camino, habrá una reforma legal para reinterpretar el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), del que es firmante.
Si es la única manera de terminar con el chantaje y la extorsión eterna de estos países, hágase.