Nunca creí que llegase este momento, la miraba hacia tanto tiempo desde detrás de las cortinas. Tanto tiempo mareando las calles con ella para que el tiempo jugase en mi favor. No entraba en mi cabeza esto. Y ahí estaba yo abrazándola.
Y apunto de explotar lo que desde hacia rato estaba intentando aguantarme para no ser demasiado ''rápido'' en estas cosas. Ya empezaba a sudar y se me resbalaba de las manos. Que cara más preciosa. Que cuerpo más increíble. Todo lo que me podía ofrecer Dios en unos labios que decían te quiero. Era imposible aguantarse durante mucho más, ya me entraba el tembleque y comenzaba a cerrar los ojos. Mi respiración aumentaba.
Ya todo me empezaba a dar igual, incluso ella. Todo era mínimo comparado con eso que sentía en ese instante. Apunto de salir de mis entrañas mi propia razón el mundo era absurdo y en blanco y negro.
Me miraba con la sonrisa de siempre, la sonrisa que llevaba viendo todas las mañanas desde que estaba con ella, la mirada eterna de todas las noches al acostarme a su lado. Siempre igual, siempre perfecta.
Ya no aguantaba más, iba a explotar si me esperaba un segundo más. así que me deje llevar, la aparte un poco de mi y aun así le dieron varias gotas, incluso salpicándome por estar al lado.
Derrengado me tumbe en la cama a comer techo durante un buen rato. Cuando lo que quedaba de mi autoestima dijo basta me levante, me limpie como pude y la recogí del suelo. Había cuatro lagrimas contadas en el cristal que cubría la foto. Las limpie dejando varios refregones, y la puse otra vez en la mesilla.
La una y media de la noche es una buena hora para dormir; ya no creo que me llame. Quizás mañana, cuando tenga nuevas lagrimas que derramar.
Y apunto de explotar lo que desde hacia rato estaba intentando aguantarme para no ser demasiado ''rápido'' en estas cosas. Ya empezaba a sudar y se me resbalaba de las manos. Que cara más preciosa. Que cuerpo más increíble. Todo lo que me podía ofrecer Dios en unos labios que decían te quiero. Era imposible aguantarse durante mucho más, ya me entraba el tembleque y comenzaba a cerrar los ojos. Mi respiración aumentaba.
Ya todo me empezaba a dar igual, incluso ella. Todo era mínimo comparado con eso que sentía en ese instante. Apunto de salir de mis entrañas mi propia razón el mundo era absurdo y en blanco y negro.
Me miraba con la sonrisa de siempre, la sonrisa que llevaba viendo todas las mañanas desde que estaba con ella, la mirada eterna de todas las noches al acostarme a su lado. Siempre igual, siempre perfecta.
Ya no aguantaba más, iba a explotar si me esperaba un segundo más. así que me deje llevar, la aparte un poco de mi y aun así le dieron varias gotas, incluso salpicándome por estar al lado.
Derrengado me tumbe en la cama a comer techo durante un buen rato. Cuando lo que quedaba de mi autoestima dijo basta me levante, me limpie como pude y la recogí del suelo. Había cuatro lagrimas contadas en el cristal que cubría la foto. Las limpie dejando varios refregones, y la puse otra vez en la mesilla.
La una y media de la noche es una buena hora para dormir; ya no creo que me llame. Quizás mañana, cuando tenga nuevas lagrimas que derramar.