Apurando hasta la nuez

saca-al-tarado

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22 Mar 2006
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Abro hilo con este impagable testimonio del Sr. Inclito:

"Fuimos a su coche y se abrió de piernas. Su coño era la boca del infierno exhalando azufre y miasmas mortíferos. Una mezcla de orin, flujo vaginal coagulado y sudor resbalaba gelatinoso entre su abundante y desbaratado vello púbico. La visión de aquella aberración me hizo entrar en un estado de paroxismo irremediable y hundí gozoso mi boca en aquel hórrido coño como si estuviera cuajadito de pepitas de oro que debía recolectar con mi boca. Lamí, chupé, sorbi, devoré aquella cloaca hasta que se corrió ruidosa y guturalmente. Despues me la follé como si de aquel polvo dependira el último aliento vital que habia en el universo. Me folle aquel coño con furia, con odio, con desesperación. Aquel coño era la suma de todos los coño que me habían rechazado, de todos los coños que nunca tuve y que jamás me habia follado."

Este breve texto tuvo la virtud de hacer aflorar por un instante algunos de los fantasmas siniestros que tenía arrinconados en algún lugar de mi podrida mente. Recordé sensaciones casi ya olvidadas y me hizo plantearme proponer un nuevo tema en el que los foreros de cualquier sexo y tendencia evoquen algunas de las sensaciones más fuertes y perdurables (y por ello precisamente muchas veces barridas hacia el inconsciente) que les provocó en su momento la intimidad con alguien.

Y dada la naturaleza infecta de este bendito muladar a priori insto a quienes posteen para que no se centren en evocaciones poéticas de cuerpos fragantes y conversaciones de verbo dulce, no. Quisiera creer que aquí estamos hechos de una pasta más sólida que el común y que nunca transitamos por senderos cómodos sino que preferimos zarzas, charcos, pedregales y fango. Proporcionen deleite a sus lectores desgranando los detalles más sórdidos, evoquen para todos la sensación de aquel olor nauseabundo que se sentimos pegado a nosotros durante horas, vuelvan a experimentar la sensación de nausea, vuelvan a tener que frotar sus cuerpos una y otra vez con la esponja de esparto por sentirse profundamente sucios.

Comienzo modestamente, recordando aquel primer coño que comí, el de un ligue, novieta o como quiera llamarse. Aquella noche en la que decidió que por fin iba ceder al acoso constante de mi mirada sucia y me ofreció su vulva empapada por lo que ella sostenía convencida que era amor. La sensación de aquel instante fue, en breve resumen y si me permiten la analogía, como hundir mi rostro y lengua en un tibio cuenco de lleno babosas.
 
Elegí a ese como podía haber elegido a cualquier otro en aquel bar. Hicimos el paripé un rato simulando que nos interesaban los nombres y las profesiones.

Me llevó a su casa. Un cartón con restos de pizza reseca adornaba la cama, con las sábanas revueltas y no muy limpias.
No tenía condones y se empezó a masturbar sobre mí. No estaba recién duchado precisamente. Estaba sentada delante de su polla, viendo como se masturbaba mirándome con los ojos desencajados. Me puso perdida. El pelo, la cara, las tetas. Aquello olía a lejía sin perfumar.

Me miró con el mismo asco que yo sentía en ese momento. Fue una de las pocas veces que me dio asco algo sexual. - Anda, ve y lávate si quieres que te lo chupe- Me lo dijo con tal orgullo, con tal prepotencia, que fui al servicio y me lavé con furia, hasta enrojecer la piel mientras frotaba con una toalla raída. Me vestí y me fuí corriendo de allí. Al salir a la calle, vomité en un arbol. Al llegar a casa me duché con agua helada, intentando arrancar una suciedad que no estaba en la piel, mientras lloraba, no se bien porqué.
 
Hahaha. Eso te pasa por puta.

Yo no sé si seguir con el papel en el que me metí el otro día y decir que no he tenido ninguna experiencia desagradable. Si eso luego me invento alguna.
 
Elegí a esa porque parecía tan borracha que estaba seguro de que no me rechazaría, y no me equivoqué. Hice como que escuchaba sus aburridas historias mientras seguía bebiendo copas para alcanzar un estado etílico tal que consiguiera olvidarme del orco que tenía enfrente.

La llevé a mi casa. Un cartón con restos de pizza reseca adornaba la cama, con las sábanas un poquito revueltas. No tenía condones y me empecé a masturbar sobre ella. No estaba recién duchado precisamente. Ella estaba sentada delante de mi polla, viendo cómo me masturbaba mientras pensaba en otra. La puse perdida. El pelo, la cara, las tetas.

Me miró con el mismo asco que yo sentía en ese momento. Fue una de las pocas veces que me dio asco algo sexual. - Anda, ve y lávate si quieres que te lo chupe- se lo dije con tal orgullo, con tal prepotencia, que estaba seguro de que huiría al instante. Total, yo ya había descargado. En efecto, ella fue al servicio y se lavó con furia, hasta enrojecer la piel mientras frotaba con una toalla raída. Se vistió y se fue corriendo de allí. Nunca he vuelto a saber nada de ella. Me pregunto por dónde andará.
 
Siempre he defendido el horror como uno de los caminos más elevados para llegar al verdadero conocimiento de uno mismo. Un hombre que nunca ha mirado a la cara a sus propias miserias no sabe quien es realmente. Es necesario probarse, tocar fondo, saber cual es nuestro límite de inmersión. Para mí es mucho más que un simple juego morboso y exhibicionista, es la frontera definitiva y definitoria. Tu vales lo que vale tu mierda.

Me gusta ver a la gente en situaciones extremas, apurar su sistema nervioso hasta la insania, agotarles por completo con sus más íntimas y desoladoras bajezas. Quien es capaz de embarcarse en la búqueda de la parte más oscura y viciada de su alma, revolcarse en ella y regresar como un Orfeo victorioso, tiene mi respeto y mi admiración. Envidio a los que son capaces reconocer y sobrevivir a su naturaleza primitiva y feral. Saben que no son más que monos amaestrados, lo aceptan, lo exponen sin ostentación ni vergüenza, y de esta forma consiguen salvarse de mi mismos. No hay fantasmas achechando en los armarios, no hay desagradables e incomodas sorpresas emboscadas con malicia.

Animaros, exponer sin timidez vuestras miserias, reconoceros débiles, pávidos, empozoñados de taras y vicios. Sois todos unos cerdos, sois todas unas putas, todos lo sabemos, tan sólo es necesaria una pequeña anéctoda que para ilustranos.
 
Grandísimos Inclito por el relato y Saca-al-tarado por exponer tan bien lo que busca al abrir el hilo. Os felicito por vuestro dominio del lenguaje, aún así no quisiera que estos aplausos os animen a malabarismos y lucimientos literarios de verbo complicado y vocabulario demasiado exquisito, cuando mejor escribís es cuando mejor se os entiende.

Yo he tenido épocas en las que habría metido la cabeza entera en coños como el que ha descrito Ínclito. En lo referente al patetismo del follar desesperado puedo añadir lo de examinar con minuciosidad cada detalle para nutrir la carpeta mental de "material para pajas".
La hormiguita trabajadora que ahorra para el invierno y eso.
 
Me acuerdo una noche en que una amiga y yo quedamos con dos chicos. Uno era su lío y el otro estaba destinado a mí. La cosa es que fuimos al piso de mi amiga porque sus compañeras de piso no estaban. Así que mi chico y yo nos metimos en la cama de una de sus compañeras -la habitación llena de peluches y fotos de su sobrinito en las paredes- y nos pusimos a follar a lo bestia.

A la mañana siguiente, el tío se enfadó conmigo porque yo no quería volver a echar un polvo (se me había pasado el pedo y era más consciente que la habitación no era mía), así que se vistió y se fue para el salón dejándome sola en el dormitorio sin ordenar nada. Me puse a hacer la cama lo mejor que pude para que la dueña no notara nada arrepintiéndome de haber follado con ese gilipollas integral. Pues resultó que el edredón estaba lleno de manchazas blancuzcas. Me tocó a mí limpiar todas las manchitas con un cacho de papel higiénico mojado.

Nadie me dijo nunca que el semen era tan difícil de limpiar...


pd: por lo visto la tía que dormía allí no se enteró de nada. Es que yo cuando me pongo soy una machine de la limpieza.
 
Jesus Quintana rebuznó:
La llevé a mi casa. Un cartón con restos de pizza reseca adornaba la cama, con las sábanas un poquito revueltas. No tenía condones y me empecé a masturbar sobre ella. No estaba recién duchado precisamente. Ella estaba sentada delante de mi polla, viendo cómo me masturbaba mientras pensaba en otra. La puse perdida. El pelo, la cara, las tetas.

Candela!! me parece que el destino te ha dado una oportunidad para recuperar el tiempo perdido. Corre a reencontrarte con tu amorcitooo!!!
:1

:lol::lol::lol::lol::lol::lol:
 
Recuerdo una aventura que tuve. Fue una noche que recordaré siempre por lo aburrida que fue. Un auténtico despropósito en forma de cuatro hombres hambrientos de sexo y con bajas o nulas expectativas de ser saciados. Tras unos largos silencios, se dispersaron en busca de presa siendo yo el único que me mantuve en mi sitio. Como la noche no daba de si, bebí más de la cuenta. Cuando me iba a ir, surgió la oportunidad de follar con una señorita mucho más joven que yo. En mi estado, poco pude hacer para resistirme a sus encantos, aunque me extrañó que me los ofreciera tan gustosa. Me llevó a su domicilio y ahí empezó el infierno.

Ella, montada sobre mí, interrumpió su baile del amor para vomitar en el suelo que estaba al lado de la cama, a escasos centímetros de mi cabeza. Luego continuó como si nada, yo ya no estaba mucho por la labor aunque seguí estoicamente pensando que para años me veía en otra. El olor comenzó a subir y no pude contenerme, vomite yo también, mezclando el interior de nuestros estómagos en un charco repulsivo cuya imagen tardaré en olvidar. La chica, incapaz de ignorar esa segunda descarga sobre su suelo, empezó a gritar como una demente. Me exigía que lo limpiara yo, pero le argumenté que era incapaz. Después de una discusión en plena desnudez, le dije que cedía y que lo limpiaría todo, suyo y mío. Se fue a por una fregona y yo, rápido como el sagaz zorro que soy, huí de ahí. Me vestí en el ascensor y volví como pude a mi casa. Resultó ser el inicio de una racha impresionante.
 
Me puse a hacer la cama lo mejor que pude para que la dueña no notara nada arrepintiéndome de haber follado con ese gilipollas integral. Pues resultó que el edredón estaba lleno de manchazas blancuzcas. Me tocó a mí limpiar todas las manchitas con un cacho de papel higiénico mojado.
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¿Gilipollas integral?¿A la mañana siguiente de haber follado como perros?
El sería gilipollas pero y ¿tú?¿la porno chacha?

Perdona pero es que no podia aguantar tanta incoherencia.

Respecto al tema del hilo,no tengo mucho que aportar,mis experiencias son pocas y las que he tenido de lo más normales desde el punto de vista higienico. Como único apunte tengo que decir,que como costumbre que adquiri cuando estuve con la primera chica es que llevo SIEMPRE el sable limpito y listo para combate.
 
(...) mis experiencias son pocas y las que he tenido de lo más normales desde el punto de vista higienico. Como único apunte tengo que decir,que como costumbre que adquiri cuando estuve con la primera chica es que llevo SIEMPRE el sable limpito y listo para combate.

Sin duda es admisible y bienvenida en este hilo cualquier desviación de la norma higiénica si ello ha dejado suficiente huella en la memoria de quien foree y considera que puede sernos útila los demás. Ahora bien, añadiré que aquí también se pretende disponer de ilustrativos relatos acerca de las sensaciones de podredumbre moral, asco metafísico y derrota que algunas batallas de cama nos han dejado y al librarlas uno puede comenzar limpio como una patena y salir enfangado hasta los ojos.
 
Me tocó a mí limpiar todas las manchitas con un cacho de papel higiénico mojado.
Elegancia y donosura de la fémina española...

Sólo una vez rocé la sensación que tan bien describe el autor del hilo. Una noche de alcohol y más alcohol, entre amigotes que, pasada cierta hora, sólo buscan demostrar su hombría seduciendo (o debería decir convenciendo) a una mujer para que se deje penetrar.

Las abordé yo, con uno de los amigotes a modo de camarada de armas. Juro que no me parecieron tan feas y juro también que después de un par de copas más incluso me parecieron interesantes, ya no estaban tan gordas, ni sus dientes eran tan desiguales, ni su indumentaria tan hortera, ni sus voces tan graves, ni sus ademanes tan masculinos.

Toda la noche perseguí sus labios, con mi labia, mis añagazas secretas, mi ostentación de dinero, mis halagos y todo aquello que pude reunir para convencerla. Nada le resultó suficiente y me despedí, con el sol ya bien alto, inmerso en una sensación de fracaso y desencanto.

Quiso el destino caprichoso que mi camarada de armas consiguiera su objetivo y aún hoy siga compartiendo lecho con aquella lechona que yo le presenté. Por eso, sin pretenderlo, tuve que volver a ver a mi pretendida de aquella noche, en una reunión social.

Un jabalí, fue lo primero que pensé al verla. Sentí asco de mí mismo y agradecimiento a dios por no haberme concedido aquello que tanto anhelé. Juré no volver a beber por no verme en una semejante, por no tener que volver a avergonzarme.

P.D: Algo debí sospechar cuando el resto de amigotes se despidió aquella noche de nosotros con un explícito mensaje al móvil: "Que aproveche la racíon de callos..." :lol:
 
Era verano y tras una noche de no comernos un rosco mi colega y yo a las cuatro de la mañana fuimos a por los restos del garito. Un par de gordis fueron nuestro botín aquella noche. Nos las llevamos a la habitación y cada uno en nuestra cama nos pusimos a ello. Ya sabeis lo que pasa con las gordis (sudan) y en verano todavía más.

La muy cerda lo sabía y ya tuve que echarle la bronca varias veces pq sin mi consentimiento agarraba el mando del aire y lo ponía todo meter, como si no fuese a enterarme. Tras un rato absurdo de besitos y una mamada mal hecha decidí bajar a su fosa séptica a ver que se cocía por ahí. A medio camino noté un olor insano a axila de negro. Vuelta para arriba, un cartel en el chumino de biohazard no hubiese estado de más.

Tras eso un rato de bombeo, entreteniendome en ver como fluctuaban sus carnes, estuve varias veces tentado de agarrarle los mofletes, también sufrí un momento de risa histérica al ver la cara de gozo de mi colega mientras se la mamaban, es extraño partirte el culo mientras te tiras a una tia y ella está ahi tan seria.
Y el colofón final fue cuando mi amigo grita "que tienes ahí un jodido pañal". Levantaba una compresa de dimensiones ciclopeas , acto seguido la tira y sale de la habitación jurando en Arameo. Yo entonces despollado intento seguir atizandole a la fatty pero noto que me faltan las fuerzas, paro y les pido que se larguen. Y nada recogieron su mierda y se fueron, supongo que en el taxi de vuelta esas gordas debieron guardar un silencio sepulcral.
 
Elegancia y donosura de la fémina española...

Sólo una vez rocé la sensación que tan bien describe el autor del hilo. Una noche de alcohol y más alcohol, entre amigotes que, pasada cierta hora, sólo buscan demostrar su hombría seduciendo (o debería decir convenciendo) a una mujer para que se deje penetrar.
[...]

Un jabalí, fue lo primero que pensé al verla. Sentí asco de mí mismo y agradecimiento a dios por no haberme concedido aquello que tanto anhelé. Juré no volver a beber por no verme en una semejante, por no tener que volver a avergonzarme.

P.D: Algo debí sospechar cuando el resto de amigotes se despidió aquella noche de nosotros con un explícito mensaje al móvil: "Que aproveche la racíon de callos..." :lol:

Siento citarle pero su historia me acaba de recordar a una situación muy similar a la suya.

Fue uno de esos jueves universitarios, tras una agradable cena basada en bocadillos y bebida (sobre todo cerveza) nos dispusimos a hacer un botellón con los compañeros de clase.

Dado a que fue una cena con los de mi carrera, la gente en grupos se fue dispersando, que incluso mis compañeras de clase tenían prisa en llegar antes a la discoteca de turno.

Así pues, me dispuse a beber junto a dos compañeros, hablando de todo tipo de temas, chistes, anécdotas, realmente fue lo mejor de la noche, conversar con buenos compañeros.
Con todo esto, un servidor, se bebió gran parte de una botella de rón. :oops:

Tras acabar de beber, entramos a la discoteca donde perdí a uno de mis compañeros y el otro creo que se fue con una "folla-amiga" que estudia enfermería.
Yo iba bastante borracho cuando de repente ví a una gorda, con unos ojos preciosos, pero fue lo único que le salvaba.

Quizás fue el alcohol que hizo que esa gorda fuera bella, y sin saber ni el cómo, ni el porqué, nos comenzamos a besar como cuando hace tiempo que no besas a alguien.

Lo peor de aquello, es que me vieron mis compañeras de clase y algunos amigos, lo cual la semana siguiente fue el cachondeo y la burla de aquello.

El resto no lo recuerdo muy bien ya que de esa noche solo tengo algunos recuerdos lejanos, pero a partir de esa noche, bebí menos y me prometí no volver hacer aquello.

Aunque para algunos les parezca una victoria, para mí fue un fracaso y uno de los peores mal tragos de mi vida.
 
Pues yo horror y asco de ese que contáis, pues no tengo experiencias. El mío es distinto. Me acuerdo que salimos mi amiga y yo a un bar que dicen de puretas, vaya, gente más mayor. Yo sólo pretendía emborracharme, ella igual. No buscábamos mucho más, demasiado era olvidar nuestras vidas, nuestros desengaños, con unos simples vasos de vodka.
Resulta que mi amiga dio por finiquitada la noche, ya había conseguido lo que quería, estar a un paso de ponerse a vomitar en una esquina, como todas y cada una de las noches. Así que volvió a su casa ladeándose. Yo por supuesto que la dejé marchar.
Y me quedé con un grupo de gente extraña. Bueno, gente extraña me parecían entoces pues poco había llegado yo a ver. Me quedé con ellos. Eran 5 personas. Uno muy gordo que hablaba a otro joven al oído, un cuarentón que me invitó a una copa mientras seguía mirando a estos, un supuesto homosexual con una pluma hasta chocante y una mujer de unos cuarenta y pico con su pelo pintado de rojo, coño, podría ser mi madre, aunque mi madre jamás se pondría ese color en el pelo... Qué curiosa es esta gente. Y qué perdía quedándome con ellos? Poco tenía que perder, y con menos quería volver a casa o eso creía.

El gordo seguía hablando, cuchicheando. Me caía mal. Quizás de no estar aquel cuarentón dándome coba podría haber escuchado algo, quizás. Aunque tampoco me importaba, no demasiado.
Pues bien, estuve hablando con éste, me contó que estaba divorciado, que se acababa de divorciar. Que no veía a su hija, de 8 años. Y seguía mientras tanto sonriendo e incitándome a que probase hasta aquel cubata suyo con ese sabor tan asqueroso. Yo no me lo podía creer. Qué tranquilo estaba. Ha perdido a su familia y ahí anda, a las 4 de la madrugada conmigo, intentando conseguir que cayese inconsciente para llevarme al catre. No, no. No puede ser, pensaba yo. Que tiene una niña, joder. Podrías ser tú. Y por qué lo dejaron?, pregunté. No me dio muchos motivos. Yo no comprendía aquello. Cómo alguien es capaz de romper con todo sin tan si quiera tener motivos para contarme. Sólo quería uno. Me sentía sucia, claro que sí, reteniendo al padre de esa niña, niña que podríaa ser yo. Déjame en paz bastardo, pensaba. Pero ahí seguía hablando con mi padre, sí, me creía que era él. Y le odiaba aunque con todo, deseaba entenderle.
En esto que al rato, al volver del servicio, me encuentro a dos de ellos trapicheando, les pregunto que qué hacian y aún viéndome sola y de lado a lado, pretendieron con bonitas palabras darme cocaína o a saber qué. Yo ya no veía casi nada, pero qué gente era esa? cómo era capaz un padre emborrachar a una que podría ser perfectamente su hija y encima querer drogarla?. Entre ese deconcierto, me senté. Al querer levantarme del taburete, seguramente huyendo, otra vez, tropecé y me recogió la del pelo rojo, aquella que estuvo ausente, hablando con la loca toda la noche.
Yo ya estaba que ni me enteraba de nada, todo me daba vueltas, estaba en un mundo de luces fucsias y rojas, con una música de carcajadas insoportables. Quería algo de afecto, quizás esa mujer podría dármelo. O más que afecto, protección entre tanta lujuria. Protección? La loca en mi estado me decía que le diese un beso en la boca a aquella mujer que yo, borrosa, la veía como a mi madre, que ante todo, me sacaría de allí, lejos de esa gente. Sí, comprendí, hay gente que está peor que yo. Y hasta esto voy a llegar? quiero yo alcanzar este punto?
La tía me agarró y me soltó un pico. Me miré al espejo y tenía su pintalabios rojo. Cómo odio ese rojo desde entonces. Qué asco. Yo ya no sabía dónde meterme. Me giré y aquel muchacho que todavía no me había hablado, me soltó un morreo porque sí, claro, le pareceía bien. Salí del bar confusa y no sabía hacia dónde ir para encontrar mi casa. No sabía ni en que puñetera calle estaba. Ya se iban, me vieron, me llamaron y me montaron en uno de los coches. No te vayas a casa, me decían. Pues acabé en a saber dónde con gente ofreciéndome porros, metiéndose cocaina, incitándome a probarla. Lo peor no era eso. No se qué me contaron, pero esperaban una respuesta, se reían y seguían mirándome. Pero qué cojones quieren? yo sólo quiero que acabe la noche y poder salir de ese infierno cuando se me pasase aquel pedo descomunal. No pude más y sali corriendo, llorando. Se ha ido llorando, escuché desde una ventana. Se quedaron en silencio. Volví a casa a las 9 de la mañana. Desde entonces y poco a poco, no creo en nada. Maldita loca y sus risas, maldito divorciado, maldita madre de pelos rojos, habéis acabado con la poca inocencia que me quedaba. Ojalá ardiéseis en el infierno si no fuera, porque sois ya felices en él.
 
Elegancia y donosura de la fémina española...
Está bien. Cambio lo de "cacho de papel higiénico" por "retazo de lámina de fibra de madera destinada a la limpieza de partes pudendas".

La otra experiencia desagradable fue causada, como a veces pasa, por el alcohol. Yo estaba en un concierto de un grupo que no me gusta nada, y para soportarlo, bebí muchísimo. El concierto lo suspendieron porque empezó a caer una tormenta cutre de verano, así que todo el mundo salió para afuera. No recuerdo cómo, se puso a hablar conmigo un tío con los ojos verdes y el pelo largo, muy majete y con pinta de alimaña salvaje, y tenía 30 tacos. Y a mí las alimañas salvajes mayores que yo a veces me ponen mucho. Sé que nos besamos y tal llevaba encima que le pegué un cabezazo que me hizo mucho daño, y que me caí al suelo como una gilipollas.

Luego me llevó a su casa. Primera sorpresa: entro y veo una foto de Rocío Jurado firmada en un espejo.
Segunda sorpresa: nos metemos en su habitación (cuchitril más bien) y nos abre la puerta un señor mayor que resultó ser el padre, preguntando que qué edad tenía yo y si era su novia.
Yo me quería largar de allí echando leches, pero él me convenció, y bueno, echamos uno que no me acuerdo cómo fue.
Tercera sorpresa: por la mañana me despierto desorientada y resacosa perdida, y me veo en una habitación desordenada y llena de casetes y ropa amontonada durmiendo al lado de un tío que sí, tenía los ojos verdes y el pelo largo, pero con cara de yonki a más no poder. Y luego resultó que tenía la mirada un poco como el cani de las fotos del general.

En fin, salí huyendo como alma que lleva al diablo. También me puse a llorar como le pasó a Candela. Y para animarme, una de las amigas que vino conmigo al concierto me enseñó fotos alevosas que me había hecho con el móvil mientras me liaba con ese tío. Tener amigos para esto.

Ese fue el peor día de mi vida.
 
Bettersea rebuznó:
Pues yo horror y asco de ese que contáis, pues no tengo experiencias. El mío es distinto. Me acuerdo que salimos mi amiga y yo a un bar que dicen de puretas, vaya, gente más mayor. Yo sólo pretendía emborracharme, ella igual. No buscábamos mucho más, demasiado era olvidar nuestras vidas, nuestros desengaños, con unos simples vasos de vodka.
Resulta que mi amiga dio por finiquitada la noche, ya había conseguido lo que quería, estar a un paso de ponerse a vomitar en una esquina, como todas y cada una de las noches. Así que volvió a su casa ladeándose. Yo por supuesto que la dejé marchar.
Y me quedé con un grupo de gente extraña. Bueno, gente extraña me parecían entoces pues poco había llegado yo a ver. Me quedé con ellos. Eran 5 personas. Uno muy gordo que hablaba a otro joven al oído, un cuarentón que me invitó a una copa mientras seguía mirando a estos, un supuesto homosexual con una pluma hasta chocante y una mujer de unos cuarenta y pico con su pelo pintado de rojo, coño, podría ser mi madre, aunque mi madre jamás se pondría ese color en el pelo... Qué curiosa es esta gente. Y qué perdía quedándome con ellos? Poco tenía que perder, y con menos quería volver a casa o eso creía.

El gordo seguía hablando, cuchicheando. Me caía mal. Quizás de no estar aquel cuarentón dándome coba podría haber escuchado algo, quizás. Aunque tampoco me importaba, no demasiado.
Pues bien, estuve hablando con éste, me contó que estaba divorciado, que se acababa de divorciar. Que no veía a su hija, de 8 años. Y seguía mientras tanto sonriendo e incitándome a que probase hasta aquel cubata suyo con ese sabor tan asqueroso. Yo no me lo podía creer. Qué tranquilo estaba. Ha perdido a su familia y ahí anda, a las 4 de la madrugada conmigo, intentando conseguir que cayese inconsciente para llevarme al catre. No, no. No puede ser, pensaba yo. Que tiene una niña, joder. Podrías ser tú. Y por qué lo dejaron?, pregunté. No me dio muchos motivos. Yo no comprendía aquello. Cómo alguien es capaz de romper con todo sin tan si quiera tener motivos para contarme. Sólo quería uno. Me sentía sucia, claro que sí, reteniendo al padre de esa niña, niña que podríaa ser yo. Déjame en paz bastardo, pensaba. Pero ahí seguía hablando con mi padre, sí, me creía que era él. Y le odiaba aunque con todo, deseaba entenderle.
En esto que al rato, al volver del servicio, me encuentro a dos de ellos trapicheando, les pregunto que qué hacian y aún viéndome sola y de lado a lado, pretendieron con bonitas palabras darme cocaína o a saber qué. Yo ya no veía casi nada, pero qué gente era esa? cómo era capaz un padre emborrachar a una que podría ser perfectamente su hija y encima querer drogarla?. Entre ese deconcierto, me senté. Al querer levantarme del taburete, seguramente huyendo, otra vez, tropecé y me recogió la del pelo rojo, aquella que estuvo ausente, hablando con la loca toda la noche.
Yo ya estaba que ni me enteraba de nada, todo me daba vueltas, estaba en un mundo de luces fucsias y rojas, con una música de carcajadas insoportables. Quería algo de afecto, quizás esa mujer podría dármelo. O más que afecto, protección entre tanta lujuria. Protección? La loca en mi estado me decía que le diese un beso en la boca a aquella mujer que yo, borrosa, la veía como a mi madre, que ante todo, me sacaría de allí, lejos de esa gente. Sí, comprendí, hay gente que está peor que yo. Y hasta esto voy a llegar? quiero yo alcanzar este punto?
La tía me agarró y me soltó un pico. Me miré al espejo y tenía su pintalabios rojo. Cómo odio ese rojo desde entonces. Qué asco. Yo ya no sabía dónde meterme. Me giré y aquel muchacho que todavía no me había hablado, me soltó un morreo porque sí, claro, le pareceía bien. Salí del bar confusa y no sabía hacia dónde ir para encontrar mi casa. No sabía ni en que puñetera calle estaba. Ya se iban, me vieron, me llamaron y me montaron en uno de los coches. No te vayas a casa, me decían. Pues acabé en a saber dónde con gente ofreciéndome porros, metiéndose cocaina, incitándome a probarla. Lo peor no era eso. No se qué me contaron, pero esperaban una respuesta, se reían y seguían mirándome. Pero qué cojones quieren? yo sólo quiero que acabe la noche y poder salir de ese infierno cuando se me pasase aquel pedo descomunal. No pude más y sali corriendo, llorando. Se ha ido llorando, escuché desde una ventana. Se quedaron en silencio. Volví a casa a las 9 de la mañana. Desde entonces y poco a poco, no creo en nada. Maldita loca y sus risas, maldito divorciado, maldita madre de pelos rojos, habéis acabado con la poca inocencia que me quedaba. Ojalá ardiéseis en el infierno si no fuera, porque sois ya felices en él.

Joder, ¿que coño has querido contar exactamente con éste ladrillaco sin sentido????
 
Simon_Gilbert rebuznó:
Joder, ¿que coño has querido contar exactamente con éste ladrillaco sin sentido????

Creo que he querido decir, creo, porque ni yo misma lo sé, que fue ese día y no otro, en el que me encontré cara a cara, de frente, con el Hombre. Un gran descubrimiento, puse el pie en el fango de mierda que es la especie humana. Y sentí asco. De ellos y de mí. De todos. Asco y horror. Hasta ahora. Abrí los ojos, choqué contra aquel muro y fui muriendo, con cada arcada, del asco.
Lo he puesto aquí porque no he vuelto a sentir nada igual, nunca más esa sensación, ni la sentiré, ya no puedo apreciarla, ya he perdido el olfato, tengo la mierda encima, me he convertido en ella, al tocarla, al olerla.

Buenas noches.
 
Lamento no tener muchas historias de este tipo que contar, pero con 17 años me ocurrio una muy lamentable que en breve paso a relatar, y me enseño muchas cosas del alcohol y la noche. Aprendi bien la leccion.

Mi grupo y yo fuimos a una rave de esas. Bebimos y bebimos, hasta que todos nos separamos. Yo quede con una de mis amigas, pasandonoslo de miedo, ya que estabamos en ese estado ebrio en el que no puedes parar de reir y las penas ya no son tantas. Una copa antes de empezar a vomitar y que el mundo te de vueltas.

El caso es que mi amiga y yo fuimos a orinar por ahi. Entonces, mientras buscamos un sitio donde hacerlo, nos encontramos a unos tios y uno de ellos se quedo hablando con nosotros. A mi no me interesaba su vida, solo queria hacer pipi. Asi que deje a mi amiga hablando con el, y me dirigi a hacerlo. Cuando termine, mi amiga fue a hacer lo mismo y quede yo con el. Yo tenia una cañita en la boca. El tio se avalanzo a mi boca de tal manera que casi me ahogo con ella. Me quito la cañita de la boca y empezo a morrearme, metiendome la lengua hasta la garganta. Sin darme cuenta, tenia la blusa algo bajada y al tio mordiendome el cuello y los hombros. En un alarde de cordura, me lo quite de encima y le dije que parara. En ese momento, observo como mi amiga regresa a la fiesta. Le grito y me dice que vuelve a la fiesta. Entonces el tio me empotra contra el coche y sigue morreandome y diciendome algo de hacer el amor, que si estaba riquisima y no se que historias. Intento despegarme y no me deja. Ahi lo vi claro: iba a ser violada. No sabia en que momento habia pasado todo. No sabia si yo le habia respondido en algun momento o simplemente me habia quedado medio dormida y vulnerable por el alcohol; pero pude ver claramente como, si no hacia algo, aquello iba a tener un tragico final. El tio ya me tenia inmovilizada total. Entonces se me ocurrio susurrarle que se apartara para desnudarme. Lo hizo, le di un rodillazo en sus partes y corri lo necesario para apartarme de aquel tipo.
Alli se quedo, diciendo algo de que me esperaria por alli y nos veriamos en su coche. Quizas estaba tan borracho que penso que a mi me gustaba aquello o quizas es que queria vengarse.

A la mañana siguiente, amaneci con el cuello lleno de chupetones y mordiscos.


PD: Es lo unico que tengo del estilo. Lo siento :(
 
Zaratustra69 rebuznó:
El tio ya me tenia inmovilizada total. Entonces se me ocurrio susurrarle que se apartara para desnudarme. Lo hizo, le di un rodillazo en sus partes y corri lo necesario para apartarme de aquel tipo.

Diooos!! eres la clase de vibora lista y manipuladora que busco!!.
Justo en un momento critico, no te dejas llevar por el miedo, mantienes la sangre fria, se te ocurre un plan para escapar, y lo ejecutas a la perfeccion.

Tu y yo podriamos engendrar una superraza de guanches crujepelotas, que en un par de meses conquistarian al mundo.
 
Bettersea rebuznó:
Creo que he querido decir, creo, porque ni yo misma lo sé, que fue ese día y no otro, en el que me encontré cara a cara, de frente, con el Hombre. Un gran descubrimiento, puse el pie en el fango de mierda que es la especie humana.
Pues mire usted que ya es sacar conclusiones... teniendo en cuenta que, todo lo que sucedió, fue que se emborrachó y un hombre y una mujer desconocidos le dieron dos pequeños besos. No creo yo que la experienca sea como para sacar conclusiones de la raza humana... pero debe ser que no soy sensible, carezco de empatía o de inteligencia emocional.
 
Bettersea rebuznó:
Pues yo horror y asco de ese que contáis, pues no tengo experiencias. El mío es distinto. Me acuerdo que salimos mi amiga y yo a un bar que dicen de puretas, vaya, gente más mayor. Yo sólo pretendía emborracharme, ella igual. No buscábamos mucho más, demasiado era olvidar nuestras vidas, nuestros desengaños, con unos simples vasos de vodka.
Resulta que mi amiga dio por finiquitada la noche, ya había conseguido lo que quería, estar a un paso de ponerse a vomitar en una esquina, como todas y cada una de las noches. Así que volvió a su casa ladeándose. Yo por supuesto que la dejé marchar.
Y me quedé con un grupo de gente extraña. Bueno, gente extraña me parecían entoces pues poco había llegado yo a ver. Me quedé con ellos. Eran 5 personas. Uno muy gordo que hablaba a otro joven al oído, un cuarentón que me invitó a una copa mientras seguía mirando a estos, un supuesto homosexual con una pluma hasta chocante y una mujer de unos cuarenta y pico con su pelo pintado de rojo, coño, podría ser mi madre, aunque mi madre jamás se pondría ese color en el pelo... Qué curiosa es esta gente. Y qué perdía quedándome con ellos? Poco tenía que perder, y con menos quería volver a casa o eso creía.

El gordo seguía hablando, cuchicheando. Me caía mal. Quizás de no estar aquel cuarentón dándome coba podría haber escuchado algo, quizás. Aunque tampoco me importaba, no demasiado.
Pues bien, estuve hablando con éste, me contó que estaba divorciado, que se acababa de divorciar. Que no veía a su hija, de 8 años. Y seguía mientras tanto sonriendo e incitándome a que probase hasta aquel cubata suyo con ese sabor tan asqueroso. Yo no me lo podía creer. Qué tranquilo estaba. Ha perdido a su familia y ahí anda, a las 4 de la madrugada conmigo, intentando conseguir que cayese inconsciente para llevarme al catre. No, no. No puede ser, pensaba yo. Que tiene una niña, joder. Podrías ser tú. Y por qué lo dejaron?, pregunté. No me dio muchos motivos. Yo no comprendía aquello. Cómo alguien es capaz de romper con todo sin tan si quiera tener motivos para contarme. Sólo quería uno. Me sentía sucia, claro que sí, reteniendo al padre de esa niña, niña que podríaa ser yo. Déjame en paz bastardo, pensaba. Pero ahí seguía hablando con mi padre, sí, me creía que era él. Y le odiaba aunque con todo, deseaba entenderle.
En esto que al rato, al volver del servicio, me encuentro a dos de ellos trapicheando, les pregunto que qué hacian y aún viéndome sola y de lado a lado, pretendieron con bonitas palabras darme cocaína o a saber qué. Yo ya no veía casi nada, pero qué gente era esa? cómo era capaz un padre emborrachar a una que podría ser perfectamente su hija y encima querer drogarla?. Entre ese deconcierto, me senté. Al querer levantarme del taburete, seguramente huyendo, otra vez, tropecé y me recogió la del pelo rojo, aquella que estuvo ausente, hablando con la loca toda la noche.
Yo ya estaba que ni me enteraba de nada, todo me daba vueltas, estaba en un mundo de luces fucsias y rojas, con una música de carcajadas insoportables. Quería algo de afecto, quizás esa mujer podría dármelo. O más que afecto, protección entre tanta lujuria. Protección? La loca en mi estado me decía que le diese un beso en la boca a aquella mujer que yo, borrosa, la veía como a mi madre, que ante todo, me sacaría de allí, lejos de esa gente. Sí, comprendí, hay gente que está peor que yo. Y hasta esto voy a llegar? quiero yo alcanzar este punto?
La tía me agarró y me soltó un pico. Me miré al espejo y tenía su pintalabios rojo. Cómo odio ese rojo desde entonces. Qué asco. Yo ya no sabía dónde meterme. Me giré y aquel muchacho que todavía no me había hablado, me soltó un morreo porque sí, claro, le pareceía bien. Salí del bar confusa y no sabía hacia dónde ir para encontrar mi casa. No sabía ni en que puñetera calle estaba. Ya se iban, me vieron, me llamaron y me montaron en uno de los coches. No te vayas a casa, me decían. Pues acabé en a saber dónde con gente ofreciéndome porros, metiéndose cocaina, incitándome a probarla. Lo peor no era eso. No se qué me contaron, pero esperaban una respuesta, se reían y seguían mirándome. Pero qué cojones quieren? yo sólo quiero que acabe la noche y poder salir de ese infierno cuando se me pasase aquel pedo descomunal. No pude más y sali corriendo, llorando. Se ha ido llorando, escuché desde una ventana. Se quedaron en silencio. Volví a casa a las 9 de la mañana. Desde entonces y poco a poco, no creo en nada. Maldita loca y sus risas, maldito divorciado, maldita madre de pelos rojos, habéis acabado con la poca inocencia que me quedaba. Ojalá ardiéseis en el infierno si no fuera, porque sois ya felices en él.

Sublime relato. Cómo echo de menos una noche así en la tierra de los fideos....

Es casi imposible, porque aquí la gente está muy loca, pero casi no se droga (cárcel, pena de muerte al canto, etc...). Os aseguro que si los chinos se drogaran tanto como los españoles el cuadro iba a ser bizarrísimo. A veces sólo de cubatas ya me dan miedo... :D

Cuando te pases por Barcelona me avisas, que ahí nos va mucho el rollito bohemio y emborrachar a niñas pijas aventureras. Te pongo en contacto con una gente y...

Lo tuyo va a ser un no parar, piratona ;). Lástima que no esté allí para verlo :D
 
Hace año y pico o quizá dos, nos acercamos a León un fin de semana a visitar a un amigo que está ahí estudiando. Éramos y somos un grupo de críos en cuerpos de hombres que querían economizar al máximo su diversión. Los amigos Leones de mi amigo, que por cierto eran gilipollas (para que os hagáis una idea eran activistas de un partido que pedía la independencia del reino Leonés, lol), alucinaban con nosotros, con nuestra energía, con nuestra capacidad de sacar del más absurdo lo más cómico, de salir de fiesta como si fuéramos niños que lo hacen por primera vez; somos unos payasos, pero nos divertimos demasiado como para cambiarlo.

Yo aquella noche, estaba especialmente pletórico de energía y justo en el cenit, aparecieron las chicas, nada destacable excepto una, Paula se llamaba, tenía un encanto especial, algo exótico, tan modosita, con un saber estar y una timidez que me ponían altamente cachondo. No es por dármelas de nada, pero con un par de miradas, ya empiezo a saber si le gusto a alguien, y también son suficientes para hacer yo saber lo complementario. Le pregunté a mi amigo por ella y me dijo que si podía pasara de ella, que un par de sus amigos Leoneses estaban enamorados de ella desde hace bastante; reconozco que ese "si puedes", me sonó mas a invitación que a otra cosa, y ahí estaba el añadido de destrozar de un plumazo a un par de aquellos mamarrachos Llioneses, que así se hacían llamar.

Un par de miraditas más por allá y conversaciones triviales por acá, ya estábamos a solas, en otro local y a punto de besarnos. A la nariz de vez en cuando me llegaba un olor pútrido, como de alcantarilla, pero lo atribuí a la borrachera, a las malas instalaciones del bar, o a el sudor de la gente. La besé, y al acercarme a su boca despacio, ya pude percatarme de donde provenía aquella peste, su laringe era un tubo conectado con el mismísimo infierno, aquel olor, aquel sabor de boca era insoportable, un problema de halitosis realmente grave; dejé de besarla con cuidado y me puse a pensar rápidamente cómo deshacerme de ella. "Ya está, necesito aguantar otro más", ser mártir para luego poder largarme de rositas y olvidar aquel repugnante episodio. Dejé de respirar, le di un beso corto y fingí que me estaba poniendo muy cachondo mientras le palpaba todo el cuerpo.
-Vamos a follar- le dije, con la más horrenda voz de borracho cachondo que pude poner. Vi la decepción en su cara y me dijo que no, que no era de esas bla, bla, bla (inserte aquí un discurso de mujer digna estándar), otro gallo hubiera cantado si me lo hubiera propuesto de verdad, pero mejor así. La despedí con una frase macarra estilo "no me gusta perder el tiempo" y llamé a mis amigos que seguían con los Llioneses, uno de ellos con cara de llorón (estilo Fran Perea) que hizo que me alegrara un poquito por todo el teatrillo que monté, por supuesto no les comenté nada a los Llioneses y ante algunos quedé como amo, porque me decían que no era una chica nada fácil; yo por dentro, no sabía si reír o llorar.
 
Otra de borracheras y tal. Seguramente si hubiese ido sobria lo habría hecho igual. No lo sé.

Estaba en un pub con unos amigos, y fui al baño, yo sola. Había una chica esperando antes que yo. Tenía los ojos más verdes que he visto en mi vida. Su dulce rostro infantil contrastaba con el enorme par de tetas que lucía. No podía dejar de mirarlas. Empezamos a hablar, no recuerdo muy bien de qué, y me dijo que si pasaba con ella al baño a sostenerle el bolso. Sin pensármelo dos veces, entré con ella. Me miraba con deseo. No me gustan las mujeres, de eso estoy segura. Pero sin poder evitarlo mis ebrias manos fueron a parar a sus tetas. Más fue por curiosidad que por deseo. Ella me besó y me intentó subir el vestido. No quise seguir. Puede que una parte de mi quisiera seguir adelante. Pero una pequeña voz interna me gritaba que era una tía, como yo. Pensé en su coño rebosante de flujos. Me dio asco. Me sentía tan sumamente depravada que no quise contárselo a mis amigos. En otra ocasión la volví a ver por la calle. Una lesbiana más, que se había quitado las lentillas.

Aquello no fue degradante por estar a punto de tirarme a otra mujer. Fue degradante porque no me gustan las mujeres, ni siquiera era atracción, era el vicio en estado puro.
 
Candela rebuznó:
Otra de borracheras y tal. Seguramente si hubiese ido sobria lo habría hecho igual. No lo sé.

Estaba en un pub con unos amigos, y fui al baño, yo sola. Había una chica esperando antes que yo. Tenía los ojos más verdes que he visto en mi vida. Su dulce rostro infantil contrastaba con el enorme par de tetas que lucía. No podía dejar de mirarlas. Empezamos a hablar, no recuerdo muy bien de qué, y me dijo que si pasaba con ella al baño a sostenerle el bolso. Sin pensármelo dos veces, entré con ella. Me miraba con deseo. No me gustan las mujeres, de eso estoy segura. Pero sin poder evitarlo mis ebrias manos fueron a parar a sus tetas. Más fue por curiosidad que por deseo. Ella me besó y me intentó subir el vestido. No quise seguir. Puede que una parte de mi quisiera seguir adelante. Pero una pequeña voz interna me gritaba que era una tía, como yo. Pensé en su coño rebosante de flujos. Me dio asco. Me sentía tan sumamente depravada que no quise contárselo a mis amigos. En otra ocasión la volví a ver por la calle. Una lesbiana más, que se había quitado las lentillas.

Aquello no fue degradante por estar a punto de tirarme a otra mujer. Fue degradante porque no me gustan las mujeres, ni siquiera era atracción, era el vicio en estado puro.

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