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- 28 Jul 2003
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Hoy me he comprado unos PetaZetas (de los de verdad, sin segundos sentidos) en una tienda de chucherías, y me han sobrevenío miles de recuerdos de mis viejos tiempos sobre aquellos productos de más que dudosa sanidad...
Los chavales de hoy, las nuevas generaciones, sólo saben comer porquerías, en antros del tipo de MacDonals, BurguerKin y FolsterHólibu, donde lo que te sirven no es más que carne congelada de buey americano pasado por la Turmix, con patatas perfectamente cuadrangulares fabricadas por métodos aeroespaciales. Y los refrescos, ¿qué? Te compras uno de naranja y luego, cuando te lees la composición, tiene de todo, de todo, menos fruta. Acidulantes, azúcares, gas carbónico, colorantes, conservantes E-336 y E-337... ¡coooño…!, ¿y la naranja? Entonces miras más abajo y te tranquilizan: “aroma de cítricos concentrado”, dicen. ¿Y eso que es? ¿cogen el aliento de un valenciano que se ha bebido cuatro zumos y lo meten en un frasco, o qué? ¡Seamos serios, hombre! A base de anuncios, les vacían a los chavales el cerebro y le rellenan la cabeza de tonterías y, de paso, el estómago, de merda.
Nosotros, de canijos, tampoco éramos especialitos en esto del comer. Lo que quiero decir es que, cuando somos jóvenes, todos tendemos a ser rebeldes. Y por mucho que nuestras viejas nos advirtieran que no nos atiborrásemos de porquerías por ahí, que luego nos sentarían mal, lo primero que hacíamos nada más cobrar los veinte duros de la paga semanal era correr a la tienda de CHUCHERÍAS & OTHER SHITS y gastarnos en golosinas hasta la última mala pela. Sí, los comestibles que vendían en estas tiendas eran otra mierda, de acuerdo, pero una mierda con clase. Era auténtico, algo que se está desmoronando e incluso perdiendo… qué añoranza se me despielta al recordar la gran variedad de artículos que aquí podías adquirir... Hoy día han desaparecido casi todos…
¡Qué ricas estaban las golosinas! ¡Y qué potitas eran! ¿Os acordáis de las nubes? Eran como unos cilindrillos de gomaespuma rosa, que para repartirlos con tu hermano tenías que agarrarlo por los dos extremos, y estirar, y estirar, y estirar, y lo pasabas fatal porque la longitud de la nube podía llegar hasta Móstoles que aquello no se rompía. ¡Qué bien sabían, carallo! ¿Y los ositos de gominola, tío...? Se vendían en ristras de cinco duros, envueltos en un plástico que no había Dios que lo abriera, te dejabas los dedos, los dientes, las uñas, y cuando al fin lo rompías y masticabas un puto osito, ¡hala! se te quedaba tres días pegado a las muelas....
También me gustaban las moras, los ladrillitos... Y los Escalofríos, ¿qué? ¡Qué gozada de pastillas, troncos! El envoltorio, al principio, mosqueaba un poco, porque era un papel con un dibujo raro de un mocho con ojos que no sabías muy bien qué coño pintaba ahí. Pero luego lo rompías y contenía un par de pastillas cuadradas blancas muy extrañas que, cuando las probabas, hacías ¡brrrrr!, temblando, ¡¡y entendías lo del Escalofrío!! (lo del mocho seguías sin comprenderlo, pero ¡ni jodida falta que hacía…!)
Se me ocurren un montón más de caralladas de estas, algunas que recuerdo especialmente por los dos días de empacho que me provocó su ingestión masiva, pero por ahora está bien…más que nada, porque tengo un hambre del copón y se me está haciendo la boca pecsi-cola…
Añadid si queréis las que más echéis de menos… tengo curiosidad por saber si se vendían los mismos productos en todas las partes del país… y más curiosidad aún por las variedades apostilladas por el sector sudamericano del foro…
¡Joder...! me ha quedado el post más sexual de la historia del foro...
Quepassssa dixit
Los chavales de hoy, las nuevas generaciones, sólo saben comer porquerías, en antros del tipo de MacDonals, BurguerKin y FolsterHólibu, donde lo que te sirven no es más que carne congelada de buey americano pasado por la Turmix, con patatas perfectamente cuadrangulares fabricadas por métodos aeroespaciales. Y los refrescos, ¿qué? Te compras uno de naranja y luego, cuando te lees la composición, tiene de todo, de todo, menos fruta. Acidulantes, azúcares, gas carbónico, colorantes, conservantes E-336 y E-337... ¡coooño…!, ¿y la naranja? Entonces miras más abajo y te tranquilizan: “aroma de cítricos concentrado”, dicen. ¿Y eso que es? ¿cogen el aliento de un valenciano que se ha bebido cuatro zumos y lo meten en un frasco, o qué? ¡Seamos serios, hombre! A base de anuncios, les vacían a los chavales el cerebro y le rellenan la cabeza de tonterías y, de paso, el estómago, de merda.
Nosotros, de canijos, tampoco éramos especialitos en esto del comer. Lo que quiero decir es que, cuando somos jóvenes, todos tendemos a ser rebeldes. Y por mucho que nuestras viejas nos advirtieran que no nos atiborrásemos de porquerías por ahí, que luego nos sentarían mal, lo primero que hacíamos nada más cobrar los veinte duros de la paga semanal era correr a la tienda de CHUCHERÍAS & OTHER SHITS y gastarnos en golosinas hasta la última mala pela. Sí, los comestibles que vendían en estas tiendas eran otra mierda, de acuerdo, pero una mierda con clase. Era auténtico, algo que se está desmoronando e incluso perdiendo… qué añoranza se me despielta al recordar la gran variedad de artículos que aquí podías adquirir... Hoy día han desaparecido casi todos…
¡Qué ricas estaban las golosinas! ¡Y qué potitas eran! ¿Os acordáis de las nubes? Eran como unos cilindrillos de gomaespuma rosa, que para repartirlos con tu hermano tenías que agarrarlo por los dos extremos, y estirar, y estirar, y estirar, y lo pasabas fatal porque la longitud de la nube podía llegar hasta Móstoles que aquello no se rompía. ¡Qué bien sabían, carallo! ¿Y los ositos de gominola, tío...? Se vendían en ristras de cinco duros, envueltos en un plástico que no había Dios que lo abriera, te dejabas los dedos, los dientes, las uñas, y cuando al fin lo rompías y masticabas un puto osito, ¡hala! se te quedaba tres días pegado a las muelas....
También me gustaban las moras, los ladrillitos... Y los Escalofríos, ¿qué? ¡Qué gozada de pastillas, troncos! El envoltorio, al principio, mosqueaba un poco, porque era un papel con un dibujo raro de un mocho con ojos que no sabías muy bien qué coño pintaba ahí. Pero luego lo rompías y contenía un par de pastillas cuadradas blancas muy extrañas que, cuando las probabas, hacías ¡brrrrr!, temblando, ¡¡y entendías lo del Escalofrío!! (lo del mocho seguías sin comprenderlo, pero ¡ni jodida falta que hacía…!)
Se me ocurren un montón más de caralladas de estas, algunas que recuerdo especialmente por los dos días de empacho que me provocó su ingestión masiva, pero por ahora está bien…más que nada, porque tengo un hambre del copón y se me está haciendo la boca pecsi-cola…
Añadid si queréis las que más echéis de menos… tengo curiosidad por saber si se vendían los mismos productos en todas las partes del país… y más curiosidad aún por las variedades apostilladas por el sector sudamericano del foro…
¡Joder...! me ha quedado el post más sexual de la historia del foro...
Quepassssa dixit