mister4
Clásico
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En este hilo me propongo analizar unas cuantas herramientas de las que podemos disponer para cambiar, no diré mejorar, nuestra forma de actuar cuando así lo necesitemos. Herramientas de autocontrol. Lo primero que hay que decir que nuestro cuerpo es lo único que somos, y que no es más que una máquina biológica. Una máquina cien millones de veces más compleja que la máquina más compleja hecha por la mano del hombre, pero una máquina al fin y al cabo. Toda máquina compleja necesita un manual de instrucciones, al igual que en un coche no intentaríais poneros a 120 kilómetros por hora en la primera marcha, con el ser humano no es conveniente hacer ciertas cosas. Hay formas de actuar para que nuestra máquina reaccione como nosotros queremos, pese a la enorme complejidad de la maquinaria.
Nuestra mente reacciona a estímulos externos y usa al cuerpo para adaptarse lo mejor posible a ellos. Pero, a su vez, los estímulos cambian a la mente, a través del estado anímico. Como podemos controlar ciertos estímulos a los que nos exponemos, tenemos una batería de herramientas con las que manipular nuestro estado de ánimo, adaptarlo a lo que necesitemos. Todos sabemos que los sentimientos no son racionales, pero hasta cierto punto podemos racionalizarlos y doblegarlos para evitar llevarnos a una situación que no deseamos. Por ejemplo, cuando estamos furiosos, es común intentar recobrar la calma y la lucidez contando hasta diez. Una acción repetitiva y mecánica como esa puede tranqulizarnos.
Esto es lo más básico que hay, pero tenemos muchísimas herramientas adicionales. Para mí la más útil es el control de la respiración. Cuando estamos nerviosos y queremos mantener la calma, es muy útil concentrarnos en respirar más lentamente. Al contrario, si estamos amodorrados y necesitamos estar más activos, acelerar la respiración nos ayuda notablemente. Cuando sea muy difícil mantener el autocontrol es habitual causarse dolor para contenerse, "morderse la lengua" o dando un puñetazo a la pared por ejemplo. Es un truco que se puede aprovechar en otras formas menos reveladoras, sobre todo si eres una persona muy nerviosa, como es mi caso. Una persona nerviosa puede aparentar una frialdad extrema en una discusión, cuando en realidad está deseando liarse a puñetazos, gracias a simples pellizcos. Para modular nuestro estado de ánimo, lo más conveniente son los productos culturales. Todos tenemos canciones que nos animan o nos deprimen, también libros (o pasajes de libros) y películas que tienen los efectos que necesitamos en cualquier momento. Pensaréis que son gilipolleces, pero seguro que conocéis a gente que antes de salir de fiesta se pone música animada para mejorar su humor. Para que hagan efecto tenemos que estar relajados, y concentrarnos en el libro, música o película.
La mayoría de estos trucos los sabéis pero quizás sólo arañéis la superficie de su potencialidad. Eso de racionalizar y doblegar los sentimientos es harina de otro costal, requiere tomárselo en serio y ser constante. Mediante ejercicios muy simples de asociación, pero uno tiene que ser constante. Supongamos una situación: una chica casi perfecta pero que tenemos por inaccesible. Es conveniente rebajarla de categoría para perder el miedo a interactuar con ella, pero si pensamos algo como "seguro que es una puta como todas" degradamos también lo que sentimos por ella. Podemos hacerlo asociándo su recuerdo con otros recuerdos que nos sirvan para "humanizarla". A mí me sirve establecer una similitud entre la chica idealizada y alguna persona que haya perdido importancia en mi vida, por ejemplo, alguna ex-novia (de las exes "menores", evidentemente). De esta forma se pierde gran parte de los traicioneros nervios al relacionarme con ella, o la decepción si esta relación no fructifica.
Bueno, no sé si estoy diciendo un montón de obviedades o de gilipolleces, o ambas. Expongan aquí sus trucos para "hackearte la personalidad" y sus opiniones. Un saludo.
Nuestra mente reacciona a estímulos externos y usa al cuerpo para adaptarse lo mejor posible a ellos. Pero, a su vez, los estímulos cambian a la mente, a través del estado anímico. Como podemos controlar ciertos estímulos a los que nos exponemos, tenemos una batería de herramientas con las que manipular nuestro estado de ánimo, adaptarlo a lo que necesitemos. Todos sabemos que los sentimientos no son racionales, pero hasta cierto punto podemos racionalizarlos y doblegarlos para evitar llevarnos a una situación que no deseamos. Por ejemplo, cuando estamos furiosos, es común intentar recobrar la calma y la lucidez contando hasta diez. Una acción repetitiva y mecánica como esa puede tranqulizarnos.
Esto es lo más básico que hay, pero tenemos muchísimas herramientas adicionales. Para mí la más útil es el control de la respiración. Cuando estamos nerviosos y queremos mantener la calma, es muy útil concentrarnos en respirar más lentamente. Al contrario, si estamos amodorrados y necesitamos estar más activos, acelerar la respiración nos ayuda notablemente. Cuando sea muy difícil mantener el autocontrol es habitual causarse dolor para contenerse, "morderse la lengua" o dando un puñetazo a la pared por ejemplo. Es un truco que se puede aprovechar en otras formas menos reveladoras, sobre todo si eres una persona muy nerviosa, como es mi caso. Una persona nerviosa puede aparentar una frialdad extrema en una discusión, cuando en realidad está deseando liarse a puñetazos, gracias a simples pellizcos. Para modular nuestro estado de ánimo, lo más conveniente son los productos culturales. Todos tenemos canciones que nos animan o nos deprimen, también libros (o pasajes de libros) y películas que tienen los efectos que necesitamos en cualquier momento. Pensaréis que son gilipolleces, pero seguro que conocéis a gente que antes de salir de fiesta se pone música animada para mejorar su humor. Para que hagan efecto tenemos que estar relajados, y concentrarnos en el libro, música o película.
La mayoría de estos trucos los sabéis pero quizás sólo arañéis la superficie de su potencialidad. Eso de racionalizar y doblegar los sentimientos es harina de otro costal, requiere tomárselo en serio y ser constante. Mediante ejercicios muy simples de asociación, pero uno tiene que ser constante. Supongamos una situación: una chica casi perfecta pero que tenemos por inaccesible. Es conveniente rebajarla de categoría para perder el miedo a interactuar con ella, pero si pensamos algo como "seguro que es una puta como todas" degradamos también lo que sentimos por ella. Podemos hacerlo asociándo su recuerdo con otros recuerdos que nos sirvan para "humanizarla". A mí me sirve establecer una similitud entre la chica idealizada y alguna persona que haya perdido importancia en mi vida, por ejemplo, alguna ex-novia (de las exes "menores", evidentemente). De esta forma se pierde gran parte de los traicioneros nervios al relacionarme con ella, o la decepción si esta relación no fructifica.
Bueno, no sé si estoy diciendo un montón de obviedades o de gilipolleces, o ambas. Expongan aquí sus trucos para "hackearte la personalidad" y sus opiniones. Un saludo.