Me parece muy interesante la encrucijada que plantea aquí el profesor de castellano que dice cosas como "gimnacio", que digo yo que gimnacio es cuando Ignacio va al gimnasio, o algo.
Está claro, a mi modo de ver, qué es lo que ofrece una y a qué precio lo cobra y qué es lo que ofrece otra y a qué precio lo cobra. Está claro también que aquí nuestro amigo no tiene ni idea de qué quiere, pero sí sabemos todos qué es lo que le va. Y le va la marcha. Le va lo que le da la 1: la pasión, el desenfreno, la montaña rusa emocional. Quizá la 1 sea ella misma una montaña rusa, sí, pero no está menos claro que el autor del hilo también lo es y que se deleita en esos vaivenes. Quizá, aventuro, sea la novedad. Quizá esté sintiendo todo aquello que en su momento no tuvo, y le sepa a nuevo y a gloria, y se abandone, cual mujercita, a ello. Pero, por otro lado, guarda algo de cabeza, y sabe que lo que le conviene es lo que la número 2 le aporta.
Pero la número 2 no le gusta. Le gusta la número 1, sólo porque se la pone como el cerrojo de un penal. ¿Qué difícil, eh? Qué bien estaría que la 2 causara eso como lo causa la 1. Pero no, no se puede tener todo en esta vida, o como dice mi madre, tienes que elegir entre comer o calentarte, y no vale comer junto a la lumbre.
Da igual. No va a funcionar la técnica de dar celos a la 1 con la 2; no se ve al muchacho ni experimentado ni tampoco con la frialdad, desapego y distancia necesarias para jugar a ese juego, por lo demás tan vil y femenino. No va a funcionar la relación con la 1, que le va a traer por el camino de la amargura, y si lo dilata demasiado hasta va a convertirle en un amargado. Y tampoco va a funcionar la cosa con la 2, a quien acabará viendo como a una pobre mujer con quien está más por lástima o por deber que porque verdaderamente quiera, y la hará infeliz, y será infeliz él.
La disyuntiva no es entre seguir con la 1 o seguir con la 2. La disyuntiva real es entre permanecer en esta disyuntiva o no permanecer. Y, desde luego, cualquiera con un poco de visión de futuro o de sentido común, optaría por no seguir.
Pero tampoco va a no seguir. Ni se va a decidir entre la 1 y la 2. Ante la incapacidad de elegir entre las disyuntiva real, y la incapacidad de elegir entre las dos opciones de la disyuntiva que él cree real va a optar por prolongar esta última. Seguirá con una y seguirá con otra, él no tomará partido por ninguna de las dos, intentará hacer cuantos equilibrios sean necesarios para seguir en ese punto y, al cabo de un tiempo, todo caerá por su propio peso, porque lo elijan ellas, porque las circunstancias así lo determinen, porque algo externo ocurra, pero no porque él elija. Y entonces, sólo entonces, se dará cuenta de qué tenía que haber hecho y se arrepentirá. Pero será tarde. Pero ya te digo yo que cuando estés en ese momento en el que se te ha desmoronado todo te puedes consolar con lo siguiente: hagas lo que hagas, te hubieras arrepentido de no haber hecho lo contrario, así que déjalo estar y tira por donde te pite, que estará mal hecho seguro, porque así, tal y como estás, no hay opción buena posible.