A quien interese el mundo de la velocidad en circuito.
Hay personas a quien apasiona el fútbol, otras el basket, el atletismo... infinidad de deportes a escoger. Personalmente me quedo con el motociclismo, la lucha perfecta del hombre y la máquina contra el cronómetro; la habilidad y concentración necesarias para mantener un alto ritmo en curvas y rectas, de ejecutar un ballet sobre asfalto, controlar la enorme potencia que catapulta hacia adelante sin que nadie le supere, el peligro que supone rodar a más de 200 km/h continuamente. Estos pilotos tienen arrestos rozando el suelo a velocidades de vértigo y luchando para que su penetración aerodinámica sea mayor, para que el viento no venza a su cuerpo, centésima a centésima en cada vuelta mejorar su paso por curvas inclinando el cuerpo. Nada que ver con los pilotos de F1 metidos en su cockpit y bien protegidos. Este año las motos en el circuito de Montmeló han batido el propio record de los monoplazas rodando a más de 333 km/h.
Muchas personas consideran aburrido ver girar a lo largo de unos 4 kilómetros y durante 45 minutos a estos magníficos pistoleros que abren el mando del gas de sus vehículos antes que nadie, que frenan más tarde de lo que ninguno haría, que han de controlar tantos aspectos que sería interminable detallarlos, luchando para que su corcel no levante las patas delanteras en plena recta a 300 km/h. Quienes piensen que es aburrido que se paren a considerar el mérito de mantener constante esa rapidez, esos reflejos incluso cuando los neumáticos han perdido agarre y forma, que se fijen en el baile de las curvas, en las frenadas a muerte, en los continuos adelantamientos al límite, en el apoyo de las piernas con el negro pavimento para mantener la imposible verticalidad de la moto...
Hoy se abre la nueva temporada del Campeonato del Mundo de Velocidad de Motorismo, más abierto que nunca a priori.
Las tres categorías, 125 cc., 250 cc. y MotoGp, tienen sus encantos y son atractivas por su emoción y particularidades, aunque a nadie se le escapa que la reina de todas en espectáculo es la mayor, las motos de hasta 990 cc. y cuatro tiempos que ha sido además la que ha experimentado una mayor evolución. La potencia específica de estos monstruos del circuito, que en Phakisa Freeway desarrollan unos 279 km/h de punta con más de 200 caballos a la rueda trasera (malas lenguas hablan de casi 250) y un peso menor de 145 kg.
Este año el abanico de los principales favoritos, tras el cambio de Honda a Yamaha por parte del sin duda mejor piloto del mundo en esta cilindrada, el transalpino Rossi, se ha abierto como hace años no se veía. Los candidatos al trono siguen siendo los tres mosqueteros.
Rossi, capaz de lo mejor y lo imposible, dificilísimo de batir en cualquier circuito si la confianza sin límites no le traiciona, nunca se cae.
Sete, el candidato ideal a desbancar a Rossi utilizando el mayor potencial de su máquina y su regularidad.
Biaggi, eterno rival de Rossi y enemigos dentro y fuera de la pista, un piloto fino donde los haya al que su moral a veces pasa factura.
Hagan juego señores, en Phakisa freeway empieza la verdadera emoción.
Hoy se inicia la magia de la velocidad.
Hay personas a quien apasiona el fútbol, otras el basket, el atletismo... infinidad de deportes a escoger. Personalmente me quedo con el motociclismo, la lucha perfecta del hombre y la máquina contra el cronómetro; la habilidad y concentración necesarias para mantener un alto ritmo en curvas y rectas, de ejecutar un ballet sobre asfalto, controlar la enorme potencia que catapulta hacia adelante sin que nadie le supere, el peligro que supone rodar a más de 200 km/h continuamente. Estos pilotos tienen arrestos rozando el suelo a velocidades de vértigo y luchando para que su penetración aerodinámica sea mayor, para que el viento no venza a su cuerpo, centésima a centésima en cada vuelta mejorar su paso por curvas inclinando el cuerpo. Nada que ver con los pilotos de F1 metidos en su cockpit y bien protegidos. Este año las motos en el circuito de Montmeló han batido el propio record de los monoplazas rodando a más de 333 km/h.
Muchas personas consideran aburrido ver girar a lo largo de unos 4 kilómetros y durante 45 minutos a estos magníficos pistoleros que abren el mando del gas de sus vehículos antes que nadie, que frenan más tarde de lo que ninguno haría, que han de controlar tantos aspectos que sería interminable detallarlos, luchando para que su corcel no levante las patas delanteras en plena recta a 300 km/h. Quienes piensen que es aburrido que se paren a considerar el mérito de mantener constante esa rapidez, esos reflejos incluso cuando los neumáticos han perdido agarre y forma, que se fijen en el baile de las curvas, en las frenadas a muerte, en los continuos adelantamientos al límite, en el apoyo de las piernas con el negro pavimento para mantener la imposible verticalidad de la moto...
Hoy se abre la nueva temporada del Campeonato del Mundo de Velocidad de Motorismo, más abierto que nunca a priori.
Las tres categorías, 125 cc., 250 cc. y MotoGp, tienen sus encantos y son atractivas por su emoción y particularidades, aunque a nadie se le escapa que la reina de todas en espectáculo es la mayor, las motos de hasta 990 cc. y cuatro tiempos que ha sido además la que ha experimentado una mayor evolución. La potencia específica de estos monstruos del circuito, que en Phakisa Freeway desarrollan unos 279 km/h de punta con más de 200 caballos a la rueda trasera (malas lenguas hablan de casi 250) y un peso menor de 145 kg.
Este año el abanico de los principales favoritos, tras el cambio de Honda a Yamaha por parte del sin duda mejor piloto del mundo en esta cilindrada, el transalpino Rossi, se ha abierto como hace años no se veía. Los candidatos al trono siguen siendo los tres mosqueteros.

Rossi, capaz de lo mejor y lo imposible, dificilísimo de batir en cualquier circuito si la confianza sin límites no le traiciona, nunca se cae.

Sete, el candidato ideal a desbancar a Rossi utilizando el mayor potencial de su máquina y su regularidad.

Biaggi, eterno rival de Rossi y enemigos dentro y fuera de la pista, un piloto fino donde los haya al que su moral a veces pasa factura.
Hagan juego señores, en Phakisa freeway empieza la verdadera emoción.

Hoy se inicia la magia de la velocidad.