filomino
Asiduo
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- 6 Abr 2008
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Sí hamijos, yo también tengo un ignominioso pasado vadulero, y en este hilo os invito a que comentéis las experiencias más traumáticas y loleantes que hayáis tenido con gamberrillas de la internec.
Muchos de vosotros os preguntaréis, algunos incluso me lo habéis preguntado directamente: -¿de dónde nace mi odio hacia las gamberrillas?- y aunque no lo creáis, no es aversión precisamente lo que siento hacia ellas, son más bien experiencias cutres, quedadas desesperadas, sabores insípidos y tiempo perdido, que me hacen sentir vergüenza de un pasado vadulero en el que me cuesta reconocerme. Así que sin más preambulos os iré contando algunas experiencias según vaya recordando.
1. Novia a la fuga o la loca del irc.
Antes que el msn y el sexcam lo único que habían eran chats a los que uno se conectaba desde el explorer, tampoco existía el firefox, y eran aquellos chats de terra, ole... donde cada vez que uno entraba saludaba a todos los presentes con educación, comenzando a charlar de forma respetuosa y a tirar cañas a las tías discretamente. Los más listillos se conectaban a través del irc y floodeaban ante el asombro de los chateros, ¿cómo se pueden cagar en mi puta madre 20 veces por segundo? no tardé mucho en ser uno de ellos, pero eso vendría después.
Yo apenas tenía 20 añitos cuando en uno de aquellos chats me encontré a un gañán avanzado a su tiempo que insultaba y acosaba de forma humillante a una gamberrilla de las presentes, así que saliendo en su defensa cual pagafantas, me bastaron un par de buenas réplicas para vencerle. La gamberrilla una vez a salvo de aquel malvado chateador, me dio su número de teléfono y quedamos.
En esos tiempos las fotos se tenían que escanear y la gamberrilla no tenía escaner, por lo tanto no me pudo pasar ninguna foto suya; de ella sólo sabía que tenía unos 30 años (creo recordar) y que vivía en un pueblo a tomar por culo de mi ciudad pero no me importaba, yo iba feliz imaginando durante el camino la cantidad de posiciones en las que me la iba a follar,-con 30 años...-pensaba yo,-¡esta puta tiene que hacer virguerías con un cimbrel en su poder!-recuerdo incluso que me compré unos calzoncillos nuevos y de marca para impresionarla, ya que mi colección de ropa interior era de mercadillo.
Llegué a su pueblo con la cartera llena de condones, el rabo tieso en unos Calvin Klein y una rosa en la mano (¡Dios, cómo me avergüenza reconocer esto!), y cuando la vi en persona toda la sangre me volvió de repente a la cabeza, recuperando la lucidez y preguntándome a mí mismo ¿qué demonios hacía yo allí?: era bajita, feilla y gordita aunque con unas tetas proporcionadas. Me llevo hasta su casa donde me invitó a comer, y luego a tomar café en el salón.
Una vez allí, la gorda empezó a enseñarme albums de fotos y a presentarme a toda su familia: Su hija con las gafas de Mortadelo, su ex marido que le pegaba, ¡y un chico con el que se iba a casar la semana que viene! A mí todo aquello me la traía floja, literalmente hablando, yo animado por las cervezas que me había tomado durante la comida, ya empezaba a plantearme la situación de otra forma, y aquella gorda sin ser una ninfa bien se le podía echar un polvo sin mirarle mucho a la cara además, en aquella época mi experiencia se limitaba a putillas de 3 talegos, tampoco iba a ser exigente. En medio de estas reflexiones y dilemas follarines, la gorda se tiró a mis brazos y se puso a llorar lamentándose de que se iba a casar con un chico al que no amaba, pero que su hija le quería mucho y se casaba para que ella tuviese un padre.
Con aquella puta gorda encima de mí, mi reacción más instintiva fue la de meterle mano y sacarle las tetas del sujetador como fuere, ella ahogada en el llanto se quitó la blusa y el sujetador, y yo para que se callase le meti la polla en la boca comenzando así a hacerme una mamada entre lágrimas y mocos.
Lo peor de todo es que en ese momento suena su teléfono: la llamaba su prometido para decirle que iba camino a casa. Yo viendo que la situación se ponía fea y sin esperar a que colgase el teléfono, le quité las bragas como pude y empecé a follármela de manera ridículamente acrobática.
Una vez acabada la escena la gorda tuvo el detalle de acercarme hasta la estación en su coche, fueron los 10 minutos más largos de mi vida, nos despedimos y recé por no volver a verla en mi vida... ¡ay mis plegarias, que casi fueron escuchadas!. Un par de días después veo que tengo un mensaje de la loca en el móvil, evidentemente lo había desconectado por si acaso, y en dicho mensaje me decía que en el camino de vuelta a casa había tenido un accidente de tráfico y que estaba en el hospital. ¿Se casó, no casó, se murió, se la follaron más chateros del irc...? La historia termina conmigo en la tienda Movistar más cercana y dejando los putos chats por un largo tiempo.
Muchos de vosotros os preguntaréis, algunos incluso me lo habéis preguntado directamente: -¿de dónde nace mi odio hacia las gamberrillas?- y aunque no lo creáis, no es aversión precisamente lo que siento hacia ellas, son más bien experiencias cutres, quedadas desesperadas, sabores insípidos y tiempo perdido, que me hacen sentir vergüenza de un pasado vadulero en el que me cuesta reconocerme. Así que sin más preambulos os iré contando algunas experiencias según vaya recordando.
1. Novia a la fuga o la loca del irc.
Antes que el msn y el sexcam lo único que habían eran chats a los que uno se conectaba desde el explorer, tampoco existía el firefox, y eran aquellos chats de terra, ole... donde cada vez que uno entraba saludaba a todos los presentes con educación, comenzando a charlar de forma respetuosa y a tirar cañas a las tías discretamente. Los más listillos se conectaban a través del irc y floodeaban ante el asombro de los chateros, ¿cómo se pueden cagar en mi puta madre 20 veces por segundo? no tardé mucho en ser uno de ellos, pero eso vendría después.
Yo apenas tenía 20 añitos cuando en uno de aquellos chats me encontré a un gañán avanzado a su tiempo que insultaba y acosaba de forma humillante a una gamberrilla de las presentes, así que saliendo en su defensa cual pagafantas, me bastaron un par de buenas réplicas para vencerle. La gamberrilla una vez a salvo de aquel malvado chateador, me dio su número de teléfono y quedamos.
En esos tiempos las fotos se tenían que escanear y la gamberrilla no tenía escaner, por lo tanto no me pudo pasar ninguna foto suya; de ella sólo sabía que tenía unos 30 años (creo recordar) y que vivía en un pueblo a tomar por culo de mi ciudad pero no me importaba, yo iba feliz imaginando durante el camino la cantidad de posiciones en las que me la iba a follar,-con 30 años...-pensaba yo,-¡esta puta tiene que hacer virguerías con un cimbrel en su poder!-recuerdo incluso que me compré unos calzoncillos nuevos y de marca para impresionarla, ya que mi colección de ropa interior era de mercadillo.
Llegué a su pueblo con la cartera llena de condones, el rabo tieso en unos Calvin Klein y una rosa en la mano (¡Dios, cómo me avergüenza reconocer esto!), y cuando la vi en persona toda la sangre me volvió de repente a la cabeza, recuperando la lucidez y preguntándome a mí mismo ¿qué demonios hacía yo allí?: era bajita, feilla y gordita aunque con unas tetas proporcionadas. Me llevo hasta su casa donde me invitó a comer, y luego a tomar café en el salón.
Una vez allí, la gorda empezó a enseñarme albums de fotos y a presentarme a toda su familia: Su hija con las gafas de Mortadelo, su ex marido que le pegaba, ¡y un chico con el que se iba a casar la semana que viene! A mí todo aquello me la traía floja, literalmente hablando, yo animado por las cervezas que me había tomado durante la comida, ya empezaba a plantearme la situación de otra forma, y aquella gorda sin ser una ninfa bien se le podía echar un polvo sin mirarle mucho a la cara además, en aquella época mi experiencia se limitaba a putillas de 3 talegos, tampoco iba a ser exigente. En medio de estas reflexiones y dilemas follarines, la gorda se tiró a mis brazos y se puso a llorar lamentándose de que se iba a casar con un chico al que no amaba, pero que su hija le quería mucho y se casaba para que ella tuviese un padre.
Con aquella puta gorda encima de mí, mi reacción más instintiva fue la de meterle mano y sacarle las tetas del sujetador como fuere, ella ahogada en el llanto se quitó la blusa y el sujetador, y yo para que se callase le meti la polla en la boca comenzando así a hacerme una mamada entre lágrimas y mocos.
Lo peor de todo es que en ese momento suena su teléfono: la llamaba su prometido para decirle que iba camino a casa. Yo viendo que la situación se ponía fea y sin esperar a que colgase el teléfono, le quité las bragas como pude y empecé a follármela de manera ridículamente acrobática.
Una vez acabada la escena la gorda tuvo el detalle de acercarme hasta la estación en su coche, fueron los 10 minutos más largos de mi vida, nos despedimos y recé por no volver a verla en mi vida... ¡ay mis plegarias, que casi fueron escuchadas!. Un par de días después veo que tengo un mensaje de la loca en el móvil, evidentemente lo había desconectado por si acaso, y en dicho mensaje me decía que en el camino de vuelta a casa había tenido un accidente de tráfico y que estaba en el hospital. ¿Se casó, no casó, se murió, se la follaron más chateros del irc...? La historia termina conmigo en la tienda Movistar más cercana y dejando los putos chats por un largo tiempo.