Me inscribí en una bolsa que abrieron en Cataluña hace unos meses, cubro comarca Barcelona. Medios demigrantes al principio, portátil de 14 pulgadas para trabajar con 5 aplicaciones abiertas a la vez. Ahora ni tan mal, tenemos pantallas de 27 pulgadas. Rara es la semana que no hay problemas informáticos, eso sí: caídas del sistema, cuelgues de aplicaciones, llamadas con retraso de 10 segundos, y en general una descoordinación bestial entre departamentos (ambulatorios, hospitales...), lo esperable en este país, vamos.
La tarea del rastreador es pillar todos los contactos que haya podido infectar el caso y averiguar de paso dónde se ha podido contagiar. El reto por supuesto es que te den los contactos y que no te mientan o te cuenten solo la mitad de la historia, que es lo más habitual ("yo no sé cómo me he podido contagiar si no salgo ni a tirar la basura", "del trabajo a casa y de casa al trabajo", "ahora mismo no recuerdo el nombre de la empresa donde trabajo", "es que no tengo el teléfono de mi amigo y solo me sé su nombre de pila"). Por lo tanto el curro requiere de cierto uso de la psicología, engañar el marrano para que entre al matadero por su propio bien.
Después en otro departamento llaman a esos contactos, les programan una prueba si lo consideran conveniente y les indican que deben hacer cuarentena. En caso que den positivo vuelven a nosotros para rascarles sus respectivos contactos y así una y otra vez siguiendo el rastro del virus.
Lo peor obviamente es llamar a gitanos, latinos, chinos y moronegros. Si ya es complicado sacar información a uno de aquí, la dificultad se multiplica en estos casos.