Cuando al inglés le dimos hasta en el cielo de la boca

ensaladadeestacas

Emiliou tengo miedou
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19 Abr 2013
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Parece que al subnormal de SLK le han vuelto a dar matarile del bueno, así que se iba a quedar en el aire cierta respuesta que suelto aquí. El inglés es un maestro en camuflar sus derrotas y ocultarlas cuando interesa. Pero es que si encima se junta con lo poco que conocemos nuestra historia en España, pues así te salen auténticos analfabetos funcionales como el SLK ladrando contra España y loando a los ingleses.

Hoy vamos a hablar de un bonito y muy desconocido episodio de la historia inglesa: Cuando Fernando Sánchez de Tovar arrasó el sur de Inglaterra y puso a los del Brexit con los huevos de corbata.

Españoles en el Támesis; las hazañas de Fernando Sánchez de Tovar



Esta historia es digna de contar y ser recordada, y esta historia tiene un nombre: Fernando Sánchez de Tovar. Estamos hablando del único almirante que entró en el Támesis, saqueó el corazón de Inglaterra y volvió victorioso con su botín y el miedo pintado en las caras de sus enemigos. Porque la hazaña de Sánchez de Tovar no fue un hecho aislado: arrasó repetidas veces la costa sur de Inglaterra sin que la Pérfida Albión pudiese hacer nada por impedirlo.


Remontémonos al siglo XIV. España aún no ha terminado la Reconquista, pero dos reinos se elevan por encima de los demás: Castilla y Aragón. En Europa suenan tambores de guerra: Francia e Inglaterra luchan despiadadamente en la Guerra de los 100 años, en este momento Inglaterra no domina toda su isla, pero grandes extensiones de Francia están bajo su control. Europa retumba en el conflicto y muchos reinos toman partido por uno de los dos bandos, y nosotros no somos una excepción. El rey Enrique II de Castilla firma una alianza con Carlos V de Francia para combatir al común enemigo: los ingleses.


Primeros enfrentamientos


Inglaterra ha usado con éxito muchas veces el canal de la Mancha como barrera para defenderse de ataques e invasiones, pero esta vez no resultó: Castilla no sólo tenía flota, sino que era la mejor de toda Europa occidental. Y fue precisamente esa flota, formada por los mejores barcos y marinos que los astilleros sevillanos podían ofrecer, la que se enfrentó a los ingleses en las frías aguas del canal.


Los españoles juntaron una armada de 22 galeras dispuestos para el combate, mientras tanto, la escuadra inglesa (36 barcos) se dirigía al puerto de La Rochelle custodiando otros 14 barcos repletos con el tesoro real para financiar las tropas del continente. Era el 22 de junio de 1372, y la flota castellana barrió por completo a la inglesa, haciéndose con todo su tesoro. El puerto sería tomado un mes más tarde por Ruiz Días de Rojas.


Así lo cuenta el cronista inglés Jean de Froissart, “... por muy caro que lo pagaran los barones, caballeros y escuderos que allí fueron muertos o capturados, el rey de Inglaterra perdió más que nadie pues por aquella derrota se perdió luego todo el país...”. Jean, cronista oficial de la corte inglesa, comentaba algo contrariado por la derrota, que “...allí fue capturado el conde (de Pembroke, almirante inglés) y todos los que estaban en su barco fueron muertos o apresados...”, y también que “...No pudo escapar nadie...” Comenta también la marcha de los castellanos a la mañana siguiente “...En lo alto de los mástiles llevaban grandes telas a modo de pendones con las armas de Castilla, tan largos que los extremos chocaban a menudo con el agua, y era hermoso de contemplar...”. La escuadra la mandaban los almirantes Díaz de Rojas, Cabeza de Vaca, Fernando de Pión y el genovés Ambrosio Bocanegra.

Un año después, en 1374, muerto ya el genovés, la flota castellana saquea dos veces la isla de Wight, asistida por unas pocas galeras francesas. Es ya el almirante Don Fernando quien las comanda, puesto que demostró su valía en la batalla de Nájera al lado del rey y se hizo merecedor de su confianza. La imparable armada continúa su campaña de acoso y saqueo hasta que, al año siguiente, otra flota inglesa le sale al paso en la bahía de Borneuf y es derrotada por completo: los españoles son dueños indiscutibles del canal de la Mancha.




Las costas inglesas a merced de los castellanos


El rey Eduardo de Inglaterra no ve otra solución: firma un armisticio en la localidad de Brujas, y los mares del canal y, lo que es más importante, las rutas comerciales con la rica Flandes, caen en manos hispanas.

Pero las circunstancias en Inglaterra no mejorarían. El rey recibió fuertes críticas del Parlamento y hubo de hacer dimitir a varios ministros, poco después fue apartado y murió, dejando la corona a un niño de diez años. Los nobles ingleses no se resignan a perder su ventaja comercial y reanudan las hostilidades. Fue entonces el gran momento de Tovar.


Al mando de 50 galeras y con más de 5.000 hombres (incluida una pequeña escuadra de apoyo francesa), se dirigió a las costas inglesas y destruyó Rye y la zona de los cinco puertos (Plymouth, Porthsmouth, Darthmouth, Lewes, Folkestone), además de "pasear" de nuevo por la isla de Wight. Los barcos españoles recuerdan a los ingleses las letales incursiones vikingas de la época anterior.


Los ataques siguen ininterrumpidos, mientras los ingleses tratan de reunir más flotas y mejoran sus sistemas de defensa costeros, pero nada detiene a esos demonios castellanos. Es entonces cuando Fernando decide golpear al mismísimo corazón del orgullo inglés: tras arrasar de nuevo la costa, se dirige al este y remonta el Támesis en dirección a Londres. Llega muy cerca, hasta el pueblo de Gravesend, lo toma y lo incendia. Las llamas pueden observarse perfectamente desde la Torre de Londres, y el rey debió de sentir muy de cerca el acero de las espadas españolas. Así lo narra Pedro de Escavias: "E de allí, enbió beynte galeas en ayuda del rrey de Françia, con don Fernán Sánchez de Tovar, su almirante, los quales fizieron gran guerra aquel año por la mar a los yngleses. Entraron por el río de Artamisa, fasta çerca de la çibdad de Londres, donde galeas de enemigos nunca jamás entraron".


"Dónde nunca jamás entraron", pues, efectivamente, ningún enemigo volvió a hollar el Támesis después de Fernando Sánchez de Tovar. Por desgracia, Fernando tenía otras batallas que librar por su rey y su nación, así que abandonó la aún más difícil empresa de atacar el mismo Londres y retornó a España, donde dio su vida en el asedio de Lisboa, cuatro años después, que ayudó a tomar para Castilla como ofrenda y muestra de cómo vivió: invicta y honorablemente.

Los otros Fernandos


La muerte de Sánchez de Tovar no detuvo las victorias hispánicas. En 1405 un almirante con patente de corso, el vallisoletano Pero Niño, quema y saquea Saint Ives, Portland, Poole y la importante ciudad de Southampton, ampliando sus victorias del Mediterráneo al Atlántico. Y en una nueva campaña derrota a un ejército inglés en la isla de Jersey con sus mil corsarios. Años más tarde, la Liga Hanseática, una agrupación comercial de ciudades germanas muy poderosa e influyente, es derrotada por los castellanos en 1419, confirmando la supremacía española en esas aguas, que no desaparecería hasta muchos años después, con las revueltas provocadas por la reforma protestante. Mientras tanto los barcos españoles surcarían esas aguas dueños y señores de las mismas, tranquilos tras haber cumplido su deber con valor.

Fernando Sánchez de Tovar fue enterrado en la catedral de Sevilla, y en su epitafio se podía leer:
"Aqui yace el bueno e honrado cavallero D. Ferrant Sanchez de Tobar, almirante de Castilla que Dios perdone, sobre Lisboa en el año de MCCCLXXXIV, e mandole facer esta sepultura Juan de Tobar su viznieto, en el año de MCCCCXXXVI".
Ahora es nuestro deber recordar esos nombres y evitar que caigan en el olvido

Y hasta aquí nuestra historia de hoy. Cada vez que el subnormal ese asome el hocico por aquí con cualquier clon, dejaré una bonita historia en la que el inglés mordió el polvo.
 
Última edición:
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[TD]30 September 1581[/TD]
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[TD]Near Noordhorn, Lordship of Groningen (present-day Netherlands)[/TD]
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England
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United Provinces[/TD]
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https://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/historia/tercio2/

La historia olvidada.

El Tercio de Gallegos.

A principios del siglo XIX, cuando la Ciudad de Buenos Aires fue invadida por tropas británicas, un grupo de gallegos crearon un regimiento, cuyo protagonismo excedió el plano de lo puramente militar, contribuyendo a la gestación de Argentina como nación. Sitio al margen inicia una serie de artículos dedicados a este tema que irá presentando en sucesivas entregas.
Por Pablo Rodríguez Leirado.
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[TD="width: 430"] M uy pocas veces en la historia una ciudad se enfrentó y derrotó con tal determinación a un ejército veterano y profesional para defender su propia cultura, su idioma y su libertad. Una vez que una sociedad pasa airosamente por esa experiencia tan dura difícilmente pueda volver a ser sumisa y aceptar ser menospreciada. Por lo menos por un par de generaciones. Esta historia nace a partir de una institución concebida por uno de los pocos hombres que merece los apelativos de hacedor y padre intelectual de la Argentina como país: Manuel Belgrano. El 25 de noviembre de 1799, quien era Secretario del Real Consulado de Industria y Comercio del Virreinato del Río de la Plata, crea la Escuela de Náutica, para formar los hombres encargados de transportar los bienes generados en estas tierras. Se trataba de un serio intento para construir las bases de una independencia económica, cuando la Revolución Francesa y la emancipación norteamericana contra el absolutismo y el colonialismo arreciaban en Europa y en América del Norte. También se estaba fundando el Primer Instituto de Enseñanza de Ciencias Exactas de la Argentina, donde por reglamento, escrito por el propio Belgrano, se establecía que una gran parte de las vacantes debían ser otorgadas a los indios y a los huérfanos, por ser desposeídos y quienes más lo necesitaban. Eran los esbozos de una política social que estaba adelantada por más de un siglo a su época. En la Escuela se gestó otra institución que hasta hace poco tiempo estaba casi totalmente olvidada y que demuestra la presencia fundamental de una fuerte cultura, el Tercio de Gallegos. Ambas están íntimamente ligadas con el momento en que surge la idea de Argentina como nación.
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Manuel Belgrano
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[TD="width: 430"] El León lanza el zarpazo España, a inicios del siglo XIX, formaba parte de la coalición de naciones contra Inglaterra que había organizado Napoleón, que consistía en un bloqueo económico y militar. Este conflicto convertía en una seria posibilidad el ataque británico a cualquier punto del inmenso imperio español. Sin embargo, el 24 de junio de 1806, resultó totalmente sorpresivo para las autoridades de Buenos Aires la aparición de una flota inglesa en el Río de la Plata. A tal punto llegó el desconcierto que desembarcaron con toda comodidad en la zona hoy conocida como Quilmes, nombre que tomó de los indios que estaban en ese territorio. Entre esa tropa se destacaba el regimiento más ilustre del ejército británico, los escoceses del 71 Highlanders. Al son de las gaitas marcharon los ingleses y el cuerpo escocés, que usaba valerosamente sus famosos kilts por una zona pantanosa en pleno invierno, hacia la sorprendida ciudad y un azorado Virrey, Rafael de Sobremonte, Marqués de Sobremonte, que sólo atinaba a observar la flota con su catalejo desde el fuerte. Esa expedición había partido de Inglaterra, en agosto de 1805, con dirección al sur de África. Después de algunos contratiempos - por los cuales se detuvieron en Bahía, Brasil -, en enero conquistaron la Ciudad del Cabo, posesión de Holanda, otra aliada de Francia, puerto que constituía un punto estratégico en las rutas marítimas. Esa flota estaba al mando de Sir Home Riggs Popham, y las fuerzas terrestres iban bajo las órdenes de los generales David Bair y William Carr Beresford. La euforia y la omnipotencia por el triunfo, sumado a los efectos de lo que seguramente fue un importante festejo, provocaron una delirante misión. Enterados por un residente norteamericano, William White, de las precarias defensas que tenía Buenos Aires y que iban a ser embarcadas las arcas reales procedentes del Perú, decidieron, sin consultar y sin la autorización de nadie, apropiarse de tales riquezas. Pensaron que la presencia de tan interesante botín en Londres y una nueva provincia para la corona inglesa cuando recientemente se habían perdido las colonias de América del Norte, convencería al gobierno del rey Jorge III de aprobar el asalto.
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Bandera del gaitero del Regimiento Escocés 71 de Highlanders, en el Museo Histórico Nacional.
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[TD="width: 430"] Buenos Aires, territorio inglés. Esas fueron las motivaciones para que arribaran 1.600 soldados, veteranos de las guerras napoleónicas, comandados por Beresford. El Virrey Sobremonte, no tuvo mejor idea que salir a enfrentar a los experimentados militares ingleses a campo abierto en vez de esperarlos en una posición fortificada y con el apoyo de una población de 42.000 almas. A la pequeña cantidad de tropas y oficialidad veteranas de Sobremonte había que sumarle una escasa motivación. ¿Quién querría arriesgarse en una de las más remotas ciudades del imperio español, lejos del verdadero lugar de poder que era Europa? ¿Para qué poner en peligro la vida si nadie de la corte podía valorarlo? De esta manera unos 600 hombres, al mando de Don Pedro de Arce, ante los primeros disparos se desbandaron en lo que fue una farsa de resistencia, como lo atestiguó ingeniero gallego Pedro Antonio Cerviño, uno de los futuros protagonistas de esta historia. Mientras tanto el Virrey se encaminaba, precipitadamente, por el Camino Real - actual avenida Rivadavia -, hacia Córdoba. Finalmente el pequeño ejército invasor conquistó tranquilamente la Ciudad de Buenos Aires en la tarde del 27 junio ante el abandono que hizo Sobremonte, que posteriormente argumentó que había salido a reunir milicias para recuperar la capital del Virreinato del Rio de la Plata y poner a salvo las Cajas de Caudales. Beresford izó la Unión Jack en el Fuerte, tomó posesión de estas tierras y pidió obediencia al rey Jorge III. También exigió la devolución del tesoro, que apenas obtuvo lo envió inmediatamente a Londres. Si bien algunos aceptaron como un hecho inevitable transformarse en colonia inglesa, la mayoría de la población no admitió el nuevo esquema social e inmediatamente empezaron a conspirar, incluso se llegó a hablar de hacer un túnel hasta debajo del fuerte para destruir a toda la guarnición. Un importante estanciero, Juan Martín de Pueyrredón - futuro Director Supremo cuando se declaró la independencia en 1816 -, reunió algunas tropas y ciudadanos en las Chacras de Perdriel, pero Beresford enterado de la maniobra las dispersó. El Capitán de Fragata Don Santiago de Liniers y Bremond, un francés al servicio de España, cruzó secretamente el Río de la Plata hacia Montevideo. Se había decidido a encabezar la resistencia. Para el 4 de agosto inició, desde el Tigre, una lenta marcha a fin de aumentar su fuerza con los soldados dispersos y la población. En las primeras horas del 12, con un ejercito improvisado contra soldados experimentados ubicados en una posición defensiva y fortificada, comenzó la reconquista de Buenos Aires. Los ingleses defendieron tenazmente los edificios que rodeaban la Plaza Mayor, principalmente el Cabildo y la Catedral, pero ante la presión de las tropas españolas, terminaron por refugiarse en el Fuerte y levantaron la bandera de parlamento. Se les exigió la rendición incondicional y los británicos no tuvieron más remedio que claudicar. En la casa de Liniers - en la calle Venezuela 469 - se acuerdan los términos de la capitulación con un Beresford totalmente abatido, ya que la invasión, que sólo fue un acto de piratería en busca de los caudales, no había sido ordenada por su gobierno. Así culminaron los 46 días en que Buenos Aires fue dominación inglesa, en donde fue tratada como una simple factoría y la población local padeció una mayor discriminación producto del racismo instalado en la sociedad del imperio británico.
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Santiago de Liniers y Bremond.
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[TD="width: 430"] Una ciudad en pie de guerra. La ciudad deliró durante dos días hasta que retornó a la vida cotidiana, pero con otra actitud. Se convocó a un Cabildo Abierto en el que los vecinos principales exigieron que el Virrey cediera el gobierno militar de la ciudad a Liniers, que a esta altura era totalmente idolatrado. Se lo comunicaron a Sobremonte, a quien no le quedó otra opción que aceptar y delegar el mando político en la Real Audiencia. Así es como los habitantes de Buenos Aires impusieron su voluntad al Virrey. Una nueva relación de fuerzas se vislumbraba en el Virreinato del Río de la Plata. Una ciudad americana empieza lentamente a imponerse sobre la autoridad real. En virtud de esta situación y para prever una nueva invasión, se reforzaron las defensas, se tomaron precauciones para que no faltaran armas, pólvora ni municiones. El 12 de septiembre de 1806 Liniers ordenó formar milicias populares. La organización se hizo con muy buen criterio desde el punto de vista militar. Se agruparon en regimientos según el origen, cuestión que permitió generar una adecuada cohesión y un espíritu de cuerpo. Entonces se constituyeron cinco regimientos criollos y un numero similar de españoles peninsulares. Entre los primeros se cuenta la Legión de Patricios, que eran ciudadanos de Buenos Aires; el Tercio de Arribeños, integrado por habitantes de las provincias "de arriba", o sea Córdoba, Tucumán, Salta, Catamarca, el Alto Perú - actualmente Bolivia, con sus provincias de Charcas, Chuquisaca, etc-; los Pardos y Morenos, compuesto por mestizos de negro, español e indios; los Naturales (indios, pampas principalmente) y Castas (esclavos); y una compañía de Cazadores Correntinos, que iban junto con los Vizcaínos. Los cuerpos militares españoles eran, de acuerdo a la región de origen, el Tercio de Vizcaínos, los Miñones Catalanes, los Cántabros de la Amistad; los Andaluces y Castellanos; y el Tercio de Gallegos, que con 600 soldados era el segundo en importancia. La presencia de esta fuerza armada en Buenos Aires gravitaría de manera fundamental en el futuro, de tal manera que no fue casualidad que Cornelio Saavedra, líder de la principal unidad militar - la Legión de Patricios -, con más de 1.200 hombres, fuera el presidente de la Primera Junta del 25 de mayo de 1810.
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[TD="width: 430"] Nacimiento del Tercio de Gallegos El regimiento o Tercio, como se denominaba desde el siglo XVI a estos cuerpos militares en España, ignorado por la historia hasta hace muy poco tiempo, fue nada menos que el segundo cuerpo armado de nuestra nación. El Tercio de Voluntarios Urbanos de Galicia, o Batallón de Galicia, o Batallón de Voluntarios de Galicia, o simplemente el Tercio de Gallegos, nació el 17 de septiembre de 1806. ¿Cómo se juntan esos 600 hombres? Básicamente surgen de dos instituciones: la "Congregación del Apóstol Santiago el Mayor, de Hijos y Oriundos del Reyno de Galicia" y la Escuela de Náutica, cuyo director fue el creador y comandante del Tercio, el ya mencionado ingeniero gallego Pedro Antonio Cerviño. En esta institución se impartía instrucción militar, ya que en ese momento los mercantes estaban artillados por los ataques de los piratas, por lo cual también se lo puede considerar el primer colegio militar de Argentina. La larga tradición marinera del pueblo gallego hizo que la Escuela de Náutica se encontrara realmente acaparada por personas de ese origen o de sus descendientes. Por eso, entre los profesores y alumnos que secundaron a Cerviño se destacaron como los más notables, el vice director, Juan Carlos O'Donnell Figueroa, nacido en Galicia pero con ascendencia irlandesa; los cadetes Bernardino Rivadavia, quien posteriormente fue el primer presidente argentino en 1826 - que además era familiar de Benito González Rivadavia, uno de los fundadores de la Congregación del Apóstol Santiago e integrante del Tercio -, y Lucio Norberto Mansilla, criollo de origen gallego, que luego cruzó los Andes con el General San Martín y después comandó las tropas en batalla más significativa de la soberanía argentina: el combate de la Vuelta de Obligado. En cuanto a la Congregación del Apóstol Santiago, que se había constituido en 1787, aportó la gran mayoría de hombres que integró el Tercio y también el segundo comandante, José Fernández de Castro. En las banderas de aquellos voluntarios figuran los símbolos del estandarte de la Congregación. Esta agrupación, que unía a los gallegos en Buenos Aires, era una organización que prestaba ayuda, con lo cual probablemente sea la primera institución mutual gallega en el exterior, algo para tener muy en cuenta dada la notable trascendencia que la emigración ha tenido por siglos en el pueblo gallego.
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Oficial y Bandera del Tercio de Gallegos.
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Uniforme de soldado de linea del Tercio de Gallegos.
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[TD="width: 430"] Tanto la Escuela de Náutica, como la Congregación del Apóstol Santiago, constituyen dos instituciones que también fueron protagonistas de esta historia, pero nos referimos a ellas con más detenimiento en otros artículos que próximamente aparecerán en Sitio al Margen. Para el 20 de septiembre el Cabildo aprueba el reglamento de esta unidad, en el que se destaca que sus comandantes y oficiales eran elegidos democráticamente por la tropa. Otro aspecto para tener en cuenta, y que surge de una notificación que Fernández de Castro envía al Cuartel General de Armas, era la consideración acerca de la buena instrucción que demostró, desempeñándose con solvencia e idoneidad, con la clara especificación que nunca colaboró ningún militar de la guarnición de Buenos Aires. Así se hacen 8 compañías de fusileros y una de granaderos, estos últimos eran los encargados de tirar granadas para romper las paredes o los cercos y que pudiera pasar el resto de la tropa. Una acontecimiento anecdótico, pero que revela una incoherencia en la organización militar de Buenos Aires, fue denunciado por líderes del Tercio de Gallegos. Se ordenó que las armas y municiones se guardasen en el arsenal de armas de los cuarteles y las llaves quedaran en manos del Cuartel Maestre General de Armas, con el argumento de disminuir el delito y los problemas que generaba la soldadesca cuando se emborrachaba. La disposición desvirtuaba el carácter de milicias urbanas que tenía la fuerza militar de la ciudad, ya que los soldados-vecinos necesitaban pasar por el cuartel a buscar sus propias armas cuando se los convocara.
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Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino y en su juventud, soldado del Tercio de Voluntarios de Galicia.
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[TD="width: 430"] La segunda invasión. Los ingleses se encontraban sumamente satisfechos con la conquista que Beresford y Popham habían conseguido. A tal extremo llegaba la euforia que a mediados de septiembre de 1806 el Times manifestaba que "Buenos Aires en este momento forma parte del imperio Británico, y cuando consideramos las consecuencias que de esto se deducen por su ubicación y su capacidad comercial, además de su influencia política, no sabemos cómo expresarnos acerca de las ventajas que se derivan de la conquista. Como resultado de semejante unión, tendremos un mercado continuo para nuestras manufacturas...". Cualquiera se puede imaginar la cara que habrán puesto cuando se enteraron de que zapateros, campesinos, artesanos, herreros, etc, los habían derrotado tan contundentemente. Una nueva expedición, con 12.000 soldados, al mando de John Whitelocke partió con destino al sur para dar cuenta de esos "insolentes". Para dar una idea de lo que militarmente significaba esta nueva incursión, recordamos que el general José de San Martín realizó toda la campaña de los Andes, diez años después, con tan sólo 5.500 efectivos aproximadamente. El general Samuel Auchmuty arribó a la Banda Oriental (antiguo nombre de Uruguay) y derrotó fácilmente a las tropas que envió el Virrey Sobremonte. Luego sitió por dos semanas la ciudad de Montevideo que finalmente se rindió el 3 de febrero. Ante una nueva huida de Sobremonte se reunió una Junta de Guerra en Buenos Aires, el 10, y decidió reemplazarlo por Santiago de Liniers, modificación que mucho después avaló el mismísimo rey Carlos IV. Whitelocke, comandante supremo de la invasión en el Río de la Plata, se decidió a tomar personalmente la capital del Virreinato y el 28 de junio desembarcó en la Ensenada de Barragán, a 60 km de la ciudad. Así se inició una campaña caracterizada por la enorme cantidad de errores que cometieron los comandantes militares. El lugar en donde desembarcaron los ingleses era pantanoso, con lo cual perdieron una buena cantidad de sus cañones y pertrechos. Como si fuese poco se ordenó inmediatamente la marcha hacia Buenos Aires con lo cual separó sus tropas, en vez de reagruparlas y luego atacar. Otra anécdota, muy importante para el espíritu del batallón gallego, sucede el 30 de junio. Se realizó una parada militar en la Plaza Mayor que debió haber sido imponente por la presencia de más de 8.000 soldados, o sea todo el ejército. Allí el Cabildo le obsequió al Tercio de Gallegos una gaita del regimiento 71 Highlanders de Escocia, por considerar que era un instrumento adecuado para el Tercio en la batalla. Liniers salió a enfrentar a un ejército veterano con sus milicias, cuando lo más lógico hubiese sido esperar en una posición defensiva y fortificada como la ciudad. El lugar elegido fue el Puente de Gálvez (cerca del actual Puente Barracas, sobre el Riachuelo). Allí esperaba con su ejército formado pero con la capital del virreinato totalmente desguarnecida. En la Junta de Guerra, en donde Cerviño manifestó su desacuerdo con las medidas que se tomaron, la mayoría de los oficiales expresaron sus temores con respecto de la capacidad combativa de sus soldados, por eso se ordenó cruzar el Riachuelo. Se pensaba que al ponerlos del otro lado río se los forzaba a luchar, ya que no tenían escapatoria. Otro error muy grave porque si los ingleses hubieran atacado, no quedaba ninguna posibilidad para replegarse o maniobrar, y el Riachuelo se hubiera transformado en una trampa mortal. Sin embargo una nueva equivocación salvó la situación. El general Lewison Gower, que mandaba la vanguardia inglesa, decidió esquivarlos y cruzar por el vado de Burgos - hoy puente Alsina, en Lanús -, dirigiéndose a los Corrales de Miserere, en lo que actualmente es el Barrio de Once de la ciudad de Buenos Aires. Sin aprovechar la oportunidad que la providencia le presentaba, Liniers decidió salir velozmente, otra vez, a buscar a los británicos, en un paseo que tuvo como resultado cansar a sus tropas y dividirlas por la separación que simplemente ocurre entre los regimientos al marchar con sus banderas, cañones y pertrechos. En este punto hay que recordar las características sumamente caballerescas que se exhibieron en esta guerra. Los dos ejércitos se enfrentaron en Miserere, el 2 de julio, lo cual implicó toda una cuestión sumamente formal. Primero, que ambos se decidieran a presentar batalla, es decir, desplegar todas sus fuerzas, formarse frente a frente a escasos metros, exponer las banderas como si fueran a sacarse una fotografía, y los oficiales darse la mano y decidir quien empezaba la guerra. Los hombres de Liniers, luego de su marcha, se habían ordenado apresuradamente como les fue posible. Tal vez por eso al iniciarse el combate desarmaron su línea de batalla, aspecto que terminó por decidir el combate a favor de los invasores. Aquí es donde los ingleses cometieron el principal error, ya que sus tropas, que habían llegado hasta lo que hoy es avenida Callao, el límite de la ciudad, recibieron la orden de retroceder porque tenían que replegarse para esperar al resto del ejército. Whitelocke, creyó que su victoria le había abierto definitivamente las puertas de la ciudad.
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Ingeniero Pedro Antonio Cerviño, primer comandante del Tercio de Voluntarios de Galicia.
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[TD="width: 430"] El león inglés, domado. Después del combate, se produce una gran dispersión de hombres. El Tercio de Gallegos, según cuenta Cerviño, se replegó hacia la Plaza Mayor en el mejor orden que pudieron. Entre la noche del 2 al 3 julio, que pasó a la historia como la "noche triste", porque la ciudad se encontraba a merced del enemigo y Liniers andaba por la Chacarita de los Colegiales. Chacra proviene del quechua - un idioma indígena -, que significa "campo", Chacarita viene a ser como "campito"; y de los Colegiales, porque era el lugar del Colegio Real de San Carlos - actual Nacional Buenos Aires- en donde los estudiantes iban a recrearse; y que hoy constituyen dos barrios con esos nombres. Mientras tanto, el Tercio de Gallegos y el tercer batallón de la Legión de Patricios estaban en la Plaza Mayor, en donde, un civil, el Alcalde Don Martín de Álzaga, tomó la gran decisión de toda la guerra. Este vasco empezó a organizar la resistencia, a levantar trincheras, poner cañones, organizar a la población y a las tropas. Así los atacantes tenían que pasar por unas calles en donde las casas tenían unas pesadas puertas, que poseían unos cerrojos con unas llaves enormes, imposibles de voltearlas, las paredes eran aproximadamente de un metro y medio de espesor, que a ni a cañonazos casi se las podían derribar; y recibían disparos desde los agujeros de las terrazas, que existían para el desagüe de la lluvia. De esta manera el soldado local estaba totalmente protegido por una fortaleza y el británico venía por un desfiladero que era un verdadero matadero, y en cuanto los invasores rompían una puerta, como las terrazas estaban conectadas, los soldados españoles escapaban rápidamente, lo cual proporcionaba una fabulosa guerra de guerrillas. Sorprendido Liniers de que no se había conquistado la ciudad, vuelve con sus hombres y se suma a la defensa de Álzaga. Así renace la esperanza y el optimismo. El día 5 de julio fue la gran batalla por la defensa. Los ingleses fueron tomando algunas posiciones en donde izaban sus banderas. Las columnas de ataque se realizaron en tres grandes direcciones, el centro hacia la Plaza Mayor; la izquierda tomaría El Retiro; y el ala derecha se encaminó hasta la ribera sur del río para amenazar la Plaza Mayor, donde estaba el Fuerte. Pero aquí viene el acto más heroico de toda la defensa de Buenos Aires, como fue la lucha por la Plaza de Toros, algo no todos saben que existió en la ciudad y que estaba en lo que hoy es el Círculo Militar y la Plaza San Martín. Allí estaba ubicado el cuartel de El Retiro, en donde estaba el arsenal de la ciudad. Además, sobre la barranca, había una batería de cañones que apuntaban hacia el río, pero que habían sido clavados - o sea inutilizándolos con un clavo en el agujero por donde va la mecha - para que no fueran usados por los ingleses si tomaban esa posición que era sumamente estratégica, porque la flota, que estaba fuera de alcance pero frente al Retiro, podía realizar un desembarco allí, y uniéndose a las tropas que provenían de tierra, tomar El Retiro y bombardear la Plaza Mayor. Era seguro que uno de los ataques se iba dirigir hacia ese lugar, por lo cual se destacó a una compañía de Patricios; una de marineros - de la Real Marina Española -; otra de Pardos y Morenos, como asistentes de artillería; y la compañía de granaderos del Tercio de Gallegos, mandada por el capitán Jacobo Adrián Varela (1758-1818) nacido en La Coruña (Galicia), padre de Florencio Varela y entre cuya descendencia se cuentan varios próceres con ese apellido. En total eran alrededor de 600, que mantuvieron un duro combate hasta que empezaron a acabarse las municiones. Se ordenó a algunos soldados, de Pardos y Morenos, ir a buscarlas a los depósitos. Cuando llegaron descubrieron que estaba cerrado con llave. Como es de suponer en estos casos nadie tenía la llave y tampoco se podía romper la puerta de un pistoletazo. La situación era desesperada para el comandante de El Retiro, el capitán de la marina española Juan Gutiérrez de la Concha. Algunos dicen que se mareó, otros que se acobardó, o que la situación lo superó; lo cierto es que el liderazgo en ese momento no apareció por ningún lado. Varela propuso abrir una brecha - con los últimos tres cartuchos - en el cerco enemigo para luego evacuar al resto de la tropa. Mientras se mantenían las deliberaciones, el capitán gallego, sin autorización, se dirigió con algunos de sus hombres y, al grito de Santiago, encabezó un ataque con la espada en la mano y descalzo, porque las botas se le habían enterrado en un barrial. Los gallegos abrieron fuego una vez y realizaron una carga a bayoneta calada que consiguió crear un hueco en las líneas inglesas. Retornó para decirle al resto, que todavía discutía, que ya podían salir y así se pudo evacuar casi una tercera parte de las tropas. Los ingleses, comandados por Auchmuty, comenzaron a reagruparse y contraatacaron. Allí fue herido mortalmente el teniente de navío Cándido de Lasala. Un monolito, enfrente de la Plaza San Martín a la salida del subte, puesto por la Infantería de Marina recuerda al primer caído de ese cuerpo militar. El ataque final a Buenos Aires se produjo en el Convento de Santo Domingo. Este lugar fue ocupado por el general Robert Crawfurd, que era el militar inglés de mayor graduación dentro de la ciudad, ya que Whitelocke estaba en el cuartel general en Miserere, en la casa de William White, contrabandista y comerciante de esclavos negros, que fue el aliado local y el guía de las tropas británicas. Crawfurd estaba en el Convento de Santo Domingo, cuando llegó Varela con sus granaderos y tomó por asalto, desde atrás, a una columna británica. Un hecho sumamente curioso sucedió en este lugar. Los ingleses manifestaron sus intenciones de rendirse y avanzaron para formalizar la rendición un oficial británico y Varela, que le preguntó si el cañón que tenían allí enfrente, apuntándolos, estaba descargado. El inglés afirmó que sí. Entonces Varela sacó el sable y lo introdujo en el cañón, motivo por el cual el artillero le tiró un bayonetazo que le pegó en el costado, y otro soldado, también ofendido porque se había dudado de la palabra de un oficial británico, le pega en el vacío, según dice un cronista de la época. Pero Varela había actuado con muy buen tino porque realmente estaba cargado el cañón. También es digno de mencionar Bernardo Pampillo, capitán de la 7ª Compañía del Tercio de Gallegos, que según consta en varios documentos, pedía ayuda para buscar a los enemigos y volvía al combate, cruzaba por arriba de las azoteas, traía prisioneros, andaba por todas parte y con su personalidad incitaba a todos a la lucha. Finalmente Pampillo fue quien tuvo a su cargo la rendición del último bastión británico, o sea el Convento de Santo Domingo, al recibir en sus manos la espada del general Crawford, en la tarde del 5 de julio de 1807. En las capitulaciones, firmadas el 7, Whitelocke aceptó retirarse del Río de la Plata en un plazo de dos meses, devolver Montevideo e intercambiar los prisioneros. Se desvanece el Tercio ¿Qué pasó luego con el Tercio de Gallegos? En esa época Napoleón había impuesto, luego de la renuncia de Fernando VII en la "Farsa de Bayona", a su hermano José I como rey de España. Esto provocó, desde el 2 de mayo de 1808, la revuelta de todo el pueblo español que ante la ausencia del rey se organizó mediante juntas populares. En Buenos Aires se estaba gestando la Revolución de Mayo y había dos bandos, los criollos favorecían a Liniers como Virrey, y los españoles, apoyados por los tercios peninsulares, entre ellos el Tercio de Gallegos, que proponían la creación de juntas como en España. La cuestión era que si el virrey, que era francés, representaba a las juntas o al rey que respondía a Napoleón. ¿Virrey? Si no había nadie legítimamente reinando. Si en España la soberanía recae en las juntas, lo más lógico era formar una en Buenos Aires. Ese partido, que era liderado por Martín de Álzaga, el alcalde de primer voto, se declara en rebelión el 1 de enero de 1809. Álzaga le exigió al virrey la renuncia y Liniers, que estaba en el Fuerte - donde actualmente está la casa de gobierno, "La Casa Rosada" - aceptó. Ya se había constituido una Junta, liderada por el alcalde y formada entre otros por Mariano Moreno - quien posteriormente sería el alma mater de la Junta de mayo de 1810 -, y Julián de Leyva. En ese momento apareció Saavedra, el comandante de Patricios, y le pidió que salga al balcón para fijarse en lo que decía el pueblo. Hasta ese instante se estaba gritando ¡juntas, juntas como en España! Misteriosamente se empezó a vitorear a Liniers. La revuelta fue aplacada e igual suerte tuvieron los regimientos que participaron en ella. Esta sublevación fue la semilla de la Revolución de Mayo, que un año después impulsó la mayor parte de los mismos argumentos propuestos en la Revolución de Álzaga, como por ejemplo, la creación de una junta local que gobierne en nombre de Fernando VII. La mayoría de los autores, de los muy pocos que han hablado escasamente del Tercio de Gallegos dijeron que después de la revolución de 1809 se disolvió. Horacio Vázquez afirmó para Sitio al Margen que encontró documentos que prueban lo contrario. El Tercio fue desarmado, es decir que se le retiraron sus armas, sus instrumentos y sus banderas. Cuando a mediados de 1809 llega el nuevo Virrey, Baltasar Higalgo Cisneros, nombrado por la Junta Suprema de Sevilla, para aquietar los ánimos devuelve, en un acto público y con gran pompa, el armamento y las insignias. Vázquez también descubrió un documento, de finales de diciembre de 1809, en donde capitán Pampillo, ya con el grado de teniente coronel graduado, muy ofendido pide su retiro porque la jefatura de su compañía se le había asignado a otro individuo, lo cual habla del funcionamiento y por consiguiente de la existencia del Tercio. En la opinión de Vázquez el Tercio de Gallegos prácticamente deja de funcionar, más que de existir, por los antagonismos que se forman dentro del mismo regimiento desde 1809 hasta 1810. Por un lado el bando patriota, o sea los que propugnaban una junta de gobierno local, con Cerviño a la cabeza y Bernardino Rivadavia. Por el otro lado, la facción realista, que quería mantenerse fiel al soberano, encabezada por Varela y Pampillo, que tenían mucha influencia dentro del Tercio. Posiblemente sus hombres seguían diciendo que eran del Tercio, seguían vistiendo los uniformes hasta la revolución de Mayo cuando se cortan los lazos, no formalmente, pero si pragmáticamente con todo lo que era hispánico.
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Cuadro que representa la noche del 2 al 3 de julio de 1807.
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[TD="width: 430"] El Tercio de Gallegos del nuevo milenio. Después de casi doscientos años, en julio de 1995, el Tercio de Gallegos volvió a marchar gallardamente frente al Cabildo de Buenos Aires, como Guardia de Honor Histórica de la Escuela Nacional de Náutica "Manuel Belgrano". Al año siguiente la Xunta de Galicia, con motivo del 190º aniversario de su creación (el 20 de septiembre de 1806), reeditó el libro de Manuel Castro López, "El Tercio de Voluntarios Gallegos en la Defensa de Buenos Aires", publicado en 1911, que contenía una interesante documentación y del que sólo quedaban 3 ejemplares (uno de ellos en la biblioteca del Centro Gallego de Buenos Aires). En esta última edición también se agregaron los trabajos del investigador gallego Carlos Sixirei Parede, "Las Invasiones Inglesas en el Río de la Plata y la participación Gallega en la defensa de Buenos Aires", y "El cuerpo de Voluntarios de Galicia en Buenos Aires" del historiador argentino Guillermo Palombo. En realidad, esta recuperación histórica se inicia hace veinte años, por la increíble labor personal de quien era cadete en la Escuela Nacional de Náutica, Horacio G. Vázquez, descendiente de gallegos, que buscaba el origen de la academia y de su regimiento fantasma, del cual hasta se dudaba su existencia. Vázquez es el capitán y jefe del actual Tercio y por su empeño se dio nuevo valor a la tarea de Castro López y los demás investigadores. Esta labor individual permitió llevar luz a una parte de la historia e incluso revelar la existencia de la antigua Congregación del Apóstol Santiago. En la reaparición del Tercio fue importante el aporte del Centro Galicia y del Centro Gallego de Buenos Aires que donaron gran parte de los uniformes. Posteriormente la Asociación Centro Partido de Carballino regaló un fusil original modelo 1778. En el Salón Azul del Congreso Nacional, el 11 de marzo de 1998, tuvo lugar el homenaje en que la Asamblea Legislativa, por unanimidad, decidió otorgarle la "Distinción al Valor en Defensa de la Patria", máxima condecoración del Congreso. Esta iniciativa fue motorizada por Lilian de Mera, Presidenta del Centro Argentino de Estudios Estratégicos Nacionales, sobre la base de una iniciativa del actual Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Fernando De la Rúa (cuando era senador), promovida por el Senador Nacional Alfredo Avelín, y coronada con la promulgación de la Ley de la Nación No. 24.895. El 17 de septiembre, por gestiones de Vázquez, le fue entregada la bandera original de guerra (1807), que se encontraba en el Museo Histórico de Luján y estaba extremadamente deteriorada (sólo se conservan las partes hechas con hilos de plata y oro a causa de haberla afectado una inundación). Actualmente se realizan los estudios necesarios para efectuar una réplica exacta en Galicia.
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Horacio Vazquez, capitán y jefe del actual Tercio de Gallegos.
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[TD="width: 430"] Otro homenaje público se realizó, el 3 de octubre, en la Basílica de San Francisco de Asís, en Buenos Aires, cuando se lo designó como "Custodia Perpetua" de la Cripta de la Basílica, donde se encuentran los restos del creador del regimiento, el coronel Pedro Cerviño, y del heroico capitán Jacobo Varela. El momento más emotivo de la ceremonia fue cuando el Primer Gaitero Honorario del Tercio de Gallegos, nuestro colaborador Manuel Castro, junto al tambor del regimiento, ejecutaron un conmovedor toque al "Soldado Caído" en el atrio de la Basílica. Cabe recordar que Castro es el director de la Banda de Gaitas Ciudad de Buenos Aires, que es la banda de gaitas del Tercio de Gallegos. A fines de 1998 el Tercio viajó a Galicia y presidió el desfile, efectuado el 9 de diciembre, de cinco mil gaiteros que marcharon por las antiguas calles piedra de Santiago de Compostela, con motivo de la asunción del presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne, y ocuparon el palco oficial como guardia de honor. En esa misma época, Xosé Lois Baltar, presidente de la Diputación provincial de Ourense entregó tres reproducciones de los instrumentos que el Tercio utilizaba en 1808: un tambor y dos gaitas. Desde 1995 ha realizado más de 150 servicios de ceremonial y protocolo, y recientemente ha sido nominado oficialmente a la Medalla de Galicia, la más alta condecoración en una época que es doblemente especial, el último año Xacobeo del milenio y el segundo centenario de la Escuela Nacional de Náutica. Asimismo están por ser publicadas los resultados de las exhaustivas investigaciones de Horacio Vázquez en un libro, del cual informaremos en un próximo artículo, cuyo prólogo es realizado por el Senador Nacional, el escritor Mario "Pacho" O'Donnell, descendiente directo del gallego-irlandés Juan Carlos O'Donnell, quien fue integrante del Tercio y segundo de Cerviño en la Escuela de Náutica que luego dirigió de 1833 hasta su muerte en 1835. A inicios de un nuevo milenio, un accidente en el almanaque muy útil para realizar una evaluación histórica, se puede afrontar el futuro de una mejor manera y con optimismo si se aprende de los errores y aciertos del pasado. La ignorancia no sólo consiste en desconocer los datos históricos, la incapacidad de interpretar y cuestionar las enseñanzas adquiridas demuestran una mayor omisión que, en este caso, afecta la comprensión del origen y formación de la Argentina como nación y el papel que en ese proceso le cabe a la cultura gallega. Una fascinante historia caracterizada por la traición, la prepotencia, la corrupción y la incompetencia. Pero también por el coraje, la solidaridad, la inteligencia, la dignidad y el amor a la libertad. Lamentablemente hoy en día algunos de estos valores parecen estar más cerca de su abandono que de constituirse en principios que modelan la personalidad. Los hombres del Tercio de Gallegos ya han sido ignorados por bastante tiempo. Es hora de establecer que ese olvido es una seria falta de varias generaciones. Es la intención de esta publicación recordar, en varios artículos, que el sacrificio de esos hombres no ha sido en vano.
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Estado actual de la original bandera del Tercio de Voluntarios de Galicia.
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[TD="width: 430"]
  • "Los gallegos en la Argentina". Alberto Vilanoba Rodríguez. Ediciones Galicia.1966 Buenos Aires.
  • "El Tercio de Voluntarios Gallegos en la Defensa de Buenos Aires". Manuel Castro López. 1911. Buenos Aires.
  • "Historia integral de la Argentina". Félix Luna. Tomo IV. Editorial Planeta Argentina. Buenos Aires 1995.
  • Varias entrevistas realizadas a Horacio G. Vázquez, jefe y capitán del Tercio de Gallegos.
  • Conferencia de Horacio G. Vázquez en la sede de la Liga Celta de Argentina el 19/3/99.
  • "Tercio de Gallegos". Por Horacio G. Vázquez. Periódico "Mundo Gallego". Marzo de 1998 y en diciembre de 1998
  • "Los Coruñeses en la Argentina", por la Licenciada Juana Isabel López de Gwegen". Revista "Galicia", Nro. 672, 1997.
  • Revista Galicia. Nro. 673. Páginas 58 y 59. Enero - Mayo 1998
  • Revista Galicia, Nro. 670. Página 8. Septiembre de 1996.
  • Programa y revista del Tercer Festival de Música Celta, Keltes (del 31/10/97 al 1/11/97).
  • Información suministrada por el Centro Gallego de Buenos Aires.
  • Información suministrada por la Escuela Nacional de Náutica.

    Escuela Nacional de Náutica.
    E-mail: [email protected]
  • "Las invasiones inglesas del Río de la Plata". Carlos Roberts. Buenos Aires. Talleres Gráfico SA. Jacobo Peuser Ltda. - 1938.
Por Pablo Rodríguez Leirado.
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Trafalgar rebuznó:
Pero aun así seguís llorando por Gibraltar después de que os echasen a puntapiés en el culo de vuestra propia ciudad tres veces en el mismo siglo. :lol:

https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1704-1705)
https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1727)
https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1779-1783)

Un ridículo espantoso. Militarmente hablando sólo Francia da más pena que vosotros y aun así se divirtieron con vuestras mujeres todo lo que quisieron durante la invasión napoleónica jajaja

Jamás tendréis la Roca de vuelta. Jamás.

Hacéis lo que hizo Argentina y la Royal Navy os aplasta en veinticuatro horas.


"Y aquí se verá si los argentinos son en realidad descendientes de los españoles, entonces la batalla será ardua y difícil para los nuestros. Si en cambio lo son de italianos, la batalla se decidirá en cuestión de horas”

General jefe de las tropas Británicas, antes de partir a la Guerra de la Malvinas.

Que ya hay que ser subnormal para hacerte un clon y cargar contra el país que más veces a derrotado a Inglaterra, subnormal.
 
Pero mira el video y cuenta las veces que han palmado los ingleses hasta que se hicieron los perros falderos de EEUU en el XIX.:face:

Y eso que no salen las incursiones de las armadas cántabras antes de Sánchez de Tovar.
 
Trafalgar rebuznó:
Pero aun así seguís llorando por Gibraltar después de que os echasen a puntapiés en el culo de vuestra propia ciudad tres veces en el mismo siglo. :lol:

https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1704-1705)
https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1727)
https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Gibraltar_(1779-1783)

Un ridículo espantoso. Militarmente hablando sólo Francia da más pena que vosotros y aun así se divirtieron con vuestras mujeres todo lo que quisieron durante la invasión napoleónica jajaja

Jamás tendréis la Roca de vuelta. Jamás.

Hacéis lo que hizo Argentina y la Royal Navy os aplasta en veinticuatro horas.

Como otra vez está el subnormal este por aquí rondando y ya que hoy arranca el mes de Julio, estando aún fresca la sangre sobre la lona del combate con el Espinete, hoy voy a hablar de como Nelson se dejó su brazo cuando fue de vacaciones a Tenerife y se llevó más hostias que las que se han llevado sus compatriotas en Marsella de los rusos

La batalla de Tenerife


Tenerife 1797: La Gran Derrota de Nelson




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Seguramente los turistas ingleses que hoy se acercan a las Islas Canarias, para disfrutar de ese paraíso terrenal, desconocen completamente que en 1797, la Pérfida Albión, fue humillada por elgeneral español Antonio Gutiérrez de Otero , con una concluyente victoria ante su más importante héroe de los mares, el entonces contralmirante Horacio Nelson.Con la toma de Las Canarias, el Imperio Británico seguramente hubiera adelantado 100 años la caída del Imperio Español. El control de esta gran plataforma estratégica, hubiera permitido a Gran Bretaña asegurarse sus intereses económicos en el Nuevo Mundo y en la costa oeste de África.En julio de 1797, la Royal Navy a las órdenes de Nelson, se presentó en Tenerife con 9 navíosde guerra bien artillados y 3.700 soldados armados hasta los dientes. Sus intenciones era conquistar las Islas Canarias. La operación militar iba a ser un simple paseo militar, tal era la arrogancia de Nelson. Pero la determinación y heroísmo de todo el pueblo tinerfeño, liderado por el General Antonio Gutiérrez de Otero , terminó con la arrogancia británica y con el brazo derecho de contralmirante Nelson en el fondo de la bahía de Santa Cruz de Tenerife. Gutiérrez logró coordinar eficazmente, en muy poco tiempo, un heterogéneo grupo de soldados regulares con indisciplinados pescadores, labradores y artesanos."Nada esta perdido si tienes voluntad de triunfar" Antonio GutiérrezEn esta página he contado con la sensacional ayuda del G.B. D. Emilio Abad Ripoll. Sus aportaciones y correcciones, sin duda han elevado extraordinarioamente el rigor y precisión de la información aquí presentada.

Ficha de la Batalla de Tenerife

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Antecedentes Históricos de la Batalla de Tenerife

La Guerra anglo-española

Comienza en 1796 con el tratado de San Ildefonso y terminó en 1808 cuando Napoleón invadió España. Fue un conflicto militar que enfrentó a España, con el apoyo de Francia, contra Inglaterra. En 1808, durante nuestra mal llamadaGuerra de la Independencia, el pragmatismo anglosajón, llevó a Inglaterra a cambiar su posición y se convirtió en nuestro aliado contra Francia en su llamada Guerra Peninsular. El 18 de agosto de 1796

España y la Francia revolucionaria firmaron el tratado de San Ildefonso. Este acuerdo, era una alianza militar entre ambos estados para coordinar una política militar conjunta contra Gran Bretaña. Uno de sus objetivos era fortalecer la posición de la flota española que estaba amenazada por los ingleses en sus viajes a América. Lo firmaron , en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, Manuel Godoy ( en nombre de Carlos IV) y el general Catherine de Pérignon ( en nombre del Directorio Francés)El 14 de febrero de 1797,

Los ingleses vencen a la armada española frente al cabo de San Vicente , en la costa portuguesa del Algarve. Esta derrota demostró la superioridad de flota británica, al mando de John Jervis, gracias a la disciplina y el entrenamiento de sus marinos. Nos costó 390 muertos y 4 navíos de línea que fueron capturados.Con la armada española bloqueada por la británica en la bahía de Cádiz el 8 de julio de 1797 ; el almirante Jarvis vio la oportunidad de tomar Santa Cruz , la plaza fuerte de las Islas Canarias y donde se encontraba la Capitanía General . El proyecto de invasión fue diseñado por Nelson, y así se lo hizo ver a Jarvis en su carta del 12 de abril de 1797. La idea era tomar las Islas Canarias y Tenerife era la primera y más difícil etapa.Las Canarias eran reconocidas como la mejor y más estratégica plataforma para que la Royal Navy, pudiera surcar el Atlántico , asegurándose el avituallamiento y refugio, y acabando para siempre con el control español de ese Océano
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Orden de Combate de la Batalla de Tenerife

Fuerzas Defensoras Españolas

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Fuerzas de la Royal Navy

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Defensa de Santa Cruz : despliegue de las baterías de costa, castillos y fuertes.

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Comienza la Batalla de Tenerife

14 de julio

El 14 de Julio de 1797 el almirante de la Royal Navy, John Jervis , decide una vez analizado el plan propuesto por Horacio Nelson, a autorizar la operación de desembarco y toma de Santa Cruz en la isla de Tenerife. Entonces. Santa Cruz era la única Plaza Fuerte del Archipiélago, a la vez que el puerto más importante de las Canarias.John Jervis, que había ascendió unos meses antes a Nelson a contralmirante, puso bajo su mando una gran flota que transportarían 3.700 soldados armados hasta los dientes en 9 buques bien artillados para tomar al asalto la única plaza fortificada de la Islas Canarias, Santa Cruz en la Isla de Tenerife.Nelson tomó el mando de la flota y se puso en marcha hacia las Islas Canarias. Nelson valoró esta operación como un simple crucero que terminaría en un paseo militar:En una carta , Nelson le decía a su esposa Frances: "Querida Frances,no debes esperar noticias mías próximamente pues voy a emprender un pequeño crucero .." 17 de julio

El día 17, Nelson se reúne con los comandantes de las naves de la flota en su buque insignia, el Theseus, para diseñar el plan de asalto a Santa Cruz.1º Que los soldados del mismo navío serán transportados juntos en los botes de desembarco y llegarán a la vez a tierra. 2º Cuando los botes sean descubiertos , se iniciarán las descargas de artillería sobre la ciudad y se mantendrá hasta que el enemigo enarbole la bandera blanca. 3º Asegurar el desembarco rápido de las piezas de artillería .4º Las fragatas fondearán en la parte N.E. de la bahía, una vez que las fuerzas de desembarco estén en tierra.6º Inmediatamente después del desembarco, las fuerzas de asalto, se dirigirán a la retaguardia de la batería marcada con una G. en la parte N.E. para tomar la cumbre de la colina que se halla sobre ella.7º Los capitanes podrán desembarcar y dirigir a sus marineros, bajo la dirección del capitán Troubridge.8º Los infantes de marina estarán a las órdenes del capitán Oldfield y a su vez, él estará bajo el mando del capitán Troubridge9º El teniente Baynes del destacamento de artillería estará bajo el mando del capitán Troubridge10º Los oficiales y hombres del Culloden, deberán ir a bordo de la Terpsícore11º. Los remos de los botes de desembarco serán forrados con lona .12º El Culloden y el Zealous construirán cada uno una plataforma para transportar a tierra un cañón de 18 pulgadas, y el Theseus un cordaje para arrastrar artillería.13º La Seahorse construirá una plataforma para un cañón de 9 pulgadas.
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El plan de ataque diseñado por Nelson, consistía en la aproximación nocturna a la costa de las tres fragatas de menor calado para el desembarco de las tropas de asalto. Una vez desembarcadas las fuerzas de infantería de marina, atacarían las zonas montañosas para hacerse con el control de las baterías situadas al nordeste de la ciudad. Las tropas durante la operación de desembarco estarían a las órdenes de Troubridge capitán del Culloden Durante la toma de las baterías de artillería de costa, la bombardera Rayo abriría entonces fuego sobre la ciudad con sus morteros.Al amanecer y siempre que se tuviera el control de las baterías de artillería , los navíos de línea se aproximarían para iniciar un fuerte bombardeo de la ciudad hasta lograr la entrega de los tesoros de los mercantes anclados en los muelles o la completa destrucción de la ciudad.18 y 19 de julio

Durante los días 18 y 19, la armada continuaba rumbo a las Islas Canarias Tras la derrota naval de la escuadra española en el Cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797) ante la Royal Navy de John Jervis y el bloqueo de la flota española en Cádiz ( 3-8 de julio 1797) por la flota Inglesa de Nelson, hicieron sospechar al comandante general de las Islas Canarias, general Gutiérrez, un próximo ataque de los ingleses a la Islas Canarias. Los reducidos recursos y la imposibilidad de que pudieran llegaran refuerzos en socorros, hacía de las Islas Canarias un objetivo muy fácil y apetecible por su importancia estratégica.20 de julio

Troubridge por orden de Nelson se traslada al Theseus, buque insignia de Nelson y recibe del contralmirante la últimas instrucciones del plan de ataque:Para la fuerza de desembarco, cada navío de línea aportarían 200 hombres y 100 cada fragata. La fuerza de desembarco se completaría con 80 artilleros, lo que completa un total de 1080 hombres.
Operación de desembarco:
Fase I : la primera opción era la realización del desembarco a dos millas al nordeste del muelle de la ciudad, en la playa de Valle Seco. Una vez desembarcadas, las tropas avanzarían para tomar mediante maniobra envolvente el castillo de Paso Alto.Fase II: Una vez tomado Paso Alto y en el caso de que la ciudad no se rindiera, las tropas se dirigirían al muelle principal para ocupar desde allí Santa Cruz.Nelson entrega una carta sorprendente, escrita por él , a Troubridge para que una vez desembarcado, la hiciera llegar a las autoridades de la ciudad:Tengo el honor de informarle que he venido a exigir la inmediata entrega del navío Príncipe de Asturias, procedente de Manila y con destino a Cádiz, perteneciente a la Compañía de Filipinas, junto a su entero y completo cargamento, y así mismo todos aquellos cargamentos y propiedades que hayan podido ser desembarcadas en la isla de Tenerife, y que no sean muy pesada contribución a la isla.
Artículo 1°. Deberán entregarme los fuertes poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas.
Artículo 2°. La guarnición depondrá las armas, permitiéndose sin embargo a los oficiales que conserven sus espadas y aquélla, sin condición de ser prisionera de guerra, será transportada a España o quedará en la isla, siempre que su conducta agrade al oficial comandante.
Artículo 3º. Con tal que se cumpla con el primer artículo de que me entreguen los cargamentos ya citados, no se exigirá a los habitantes ni la más pequeña contribución; al contrario, gozarán bajo mi protección de toda seguridad en sus personas y propiedadespara el consumo de sus habitantes. Y, siendo mi ardiente deseo que ni uno sólo de los habitantes de la isla de Tenerife sufra como consecuencia de mi petición, ofrezco los términos más honrosos y liberales; que si son rechazados, los horrores de la guerra que recaerán sobre los habitantes de Tenerife deberán ser imputados por el mundo a vos, y a vos únicamente; pues destruiré Santa Cruz y las demás poblaciones de la isla por medio de un bombardeo.
21 de julio

La flota inglesa permaneció alejada de la costa y durante la noche navegó hacia Santa Cruz a todo trapo.22 de julio

Durante la madrugada del 22, en plena oscuridad, más de 20 barcas inglesas con unos 1.000 hombres (marineros e infantes de marina) a bordo, intentaron desembarcar por la zona de la desembocadura del barranco de Valleseco, al norte del Castillo de Paso Alto. Las fuentes corrientes hicieron difícil el acercamiento desde sus buques, produciéndose un considerable retraso en lo previsto.Además, la presencia de los ingleses cerca de la costa fue detectada por una campesina que dio avisó a los centinelas de la fortaleza de Paso Alto. Como consecuencia, desde el castillo se inició una serie de potentes descargas de artillería que aconsejaron a los botes ingleses volver por donde venían y regresar a sus buques. La Plaza entera se puso en pie de guerra. Había fracasado el primer intento y Nelson había perdido el efecto sorpresa que tanto deseaba.Más tarde, entre las 9 y las 10 de la mañana, al norte de Paso Alto y fuera del alcance de sus cañones, en la zona del Bufadero, Nelson lograría desembarcar, con muchas dificultades, su fuerza de asalto. Una vez en tierra, más de 900 ingleses, iniciaron la ascensión a la montaña del Ramonal, con la intención de dirigirse desde ella hacia el sur, pasar Valleseco y, desde el risco de La Altura, atacar por la retaguardia el castillo de Paso Alto. El movimiento de las tropas inglesas fue muy penoso y complicado porque a lo abrupto del terreno hubo que unir el tremendo calor que hizo aquella jornadaGutiérrez había anticipado la maniobra de los ingleses y había dispuesto en el risco de La Altura , 160 hombres con el apoyo de 4 pequeños cañones “violetos” de 40 mm para frenar a los atacantes. Consecuencia del fuego de los españoles, los ingleses quedaron clavados en el terreno, sin moverse, en El Ramonal.Como hemos mencionado , el calor era muy intenso aquella mañana del 22 de julio en Tenerife. A los soldados españoles de la posición delrisco de La Altura, no les faltó agua, que era suministrada por las aguadoras de Santa Cruz; por el contrario a los ingleses les escaseaba el preciado elemento, lo que agravó todavía más su situación.Al atardecer, Nelson ordenó la retirada desde el Theseus y, aprovechando la creciente oscuridad los soldados ingleses embarcaron en sus botes y volvieron a sus barcos. El desembarco había fracasado ante la imposibilidad de avanzar hacia el objetivo. Por la cabeza de Horacio Nelson, empezaban a aparecer malos augurios. Este había sido el segundo fracaso en el intento de toma de Santa Cruz.
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23 de julio

Tras la retirada, Nelson intentó un plan para engañar a Gutiérrez. La flota se dirigió hacia Barranco Hondo y Candelaria .Pero Gutiérrez no picó el anzuelo y adivinó las intenciones reales de Nelson. El general español, agrupó sus fuerzas en Santa Cruz, con objeto de consolidar su potencia de combate . En Paso Alto quedaron tan sólo dejó 30 hombres; mientras que en el Castillo de San Cristóbal,en el centro de la población, el despliegue defensivo se reforzó con las fuerzas canarias mejor preparadas. El batallón de Canarias quedaría como fuerza en la reserva.Tras su segundo fracaso, Nelson se enfrentaba con una situación insólita que ensuciaba su reputación militar; debía intentar salvar su honor y el de la Royal Navy.Nelson convocó a sus capitanes a una reunión y les transmitió el nuevo plan: asalto directo al castillo Principal o de San Cristóbal y el muelle inmediato . En este castillo estaba el Puesto de Mando del general Gutiérrez. Si caía el castillo y se apresaba al Comandante General , la rendición de la plaza era segura.Nelson había decidido atacar directamente al Castillo de San Cristóbal; pero no se imaginaba que en esa zona se iba a volcar el esfuerzo defensivo de Gutiérrez. El contralmirante incluso había decidido dirigir personalmente uno de los 6 grupos de asalto, al frente de los otros cinco estarían los capitanes Troubridge, Miller, Hood, Waller y Thompson. De esta forma, Nelson participaría directamente en la batalla , evitando quedarse en su buque insignia como correspondería a su grado de contralmirante y comandante en jefe de la operación. Esta decisiónn personal de Nelso, suponía que se iba a exponer al riesgo del combate, poniendo en grave peligro, si le sucedía algún percance, el mando de la fuerza de desembarco y la propia operación. Nelson, herido en su orgullo, se comportó como un valiente soldado pero también como un irresponsable comandante en jefeCarta de Nelson a Jarvis:“No entraré en el asunto de por qué no estamos en posesión de Santa Cruz; su parcialidad le hará creer que se ha hecho hasta el momento todo lo posible, pero sin efecto. Esta noche yo, humilde como soy, tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo las baterías del pueblo, y mañana mi cabeza será coronada probablemente de laureles o de cipreses”.
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24 de julio

Olvidado ya el fracaso del día 22, ahora Nelson y sus capitanes eran, otra vez, optimistas. Estaban seguros de que los españoles tenían pocos y no muy cualificados recursos. Nelson había recibido la información que Gutiérrez solo disponía de 300 soldados y que el resto eran paisanos que huirían al primer disparo. La toma de Santa Cruz Iba a ser un autentico paseo militarOperación secundaria inglesa de distracción: a las siete de la tarde , la bombarda inglesa comenzó a bombardear la fortaleza de Paso Alto, sin que apenas tuviera consecuencia las 40 descargas realizas. El fuego fue respondido desde Paso Alto y alrededores del fuerte de San Miguel .Esta operación de bombardeo, pretendía Nelson, fuera interpretada por Gutiérrez como la típica de preparación previa al desembarco de las fuerzas inglesas. Quería Nelson engañar a Gutiérrez y que este pensase que la zona entre El Bufadero, al norte de Paso Alto, iba a ser la zona de desembarco, la misma donde se produjo el intento fallido el día 22.Pero el general Gutiérrez no cayó en la trampa y concentró sus tropas en el frente marítimo de la población. Nelson volvió a fallar en la estrategia.El Comandante General español, basó su estrategia de defensa de Santa Cruz en la eficiencia de fuego de sus baterías de costa. Para robustecer su plan, también desplegó en el lugar del posible desembarco las fuerzas de los Regimientos de Milicias y de las Banderas de Cuba y La Habana; los baluartes artilleros también fueron reforzados con marineros franceses de La Mutine, una corbeta gala robada por los ingleses de la bahía de Santa Cruz unas semanas antes . El Batallón de Infantería de Canarias, quedaría como fuerza de reserva para intervenir dónde y cuándo fuera necesario.A las 10 de la noche estaban preparados y organizados alrededor de 1000 infantes de marina y marineros ingleses en 6 grupos. Todo estaba listo para del desembarco final. El cútter Fox, con 180 hombres marineros también les iba a acompañar como fuerza de apoyo.La meteorología seguía del lado español, pues el estado del mar impedía que los barcos ingleses se acercasen mucho a tierra y , como consecuencia San Cristóbal no estaba al alcance de su artillería de los ingleses. Las corrientes alejaron los botes ingleses del rumbo previsto, y cuando eran las 2 de la madrugada del 25 de julio, los botes estaban al alcance de las baterías de costa y pronto empezarían los fogonazos.El desembarco se realizaría por el muelle de la ciudad, cerca del castillo de san Cristóbal, y en la playa cercana de la Alameda . La estrecha escalera del muelle, sin duda , presentaría dificultades al desembarco, alargando el tiempo requerido para el mismo. Además la zona descubierta de unos 90 metros, que las tropas debería recorrer, entre el muelle y las casas más próximas, estaban batidas por varias baterías y por los infantes; lo que sin duda aprovecharían fácilmente los españoles para causar gran número de bajas a los ingleses.La oscuridad de la noche y las corrientes impidieron alcanzar los objetivos previstos por Nelson, y sólo 6 botes alcanzaron el muelle y la playa de la Alameda. La mayoría fueron arrastrados por las corriente hacia el Sur , alejándose del objetivo principal del ataque, el Castillo de San Cristóbal, llegando a tierra a unos 500 metros al sur de ese enclave, en la Playa de la Carnicería.
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25 de julio

Durante la madrugada, cuando los botes ingleses, navegando con los remos envueltos en tela se encontraban a unos 350 metros de la playa, fueron descubiertos en la rada de Santa Cruz por la fragata española San José, que estaba fondeada en el muelle principal. La voz de alarma se extendió enseguida desde la San José a todo el área del frente de Santa Cruz. Comenzaron los primeros cañonazos, posiblemente y porque la oscuridad era absoluta , se realizaron al azar sobre las siluetas del grupo de botes que se acercaban a la playa.La batalla se inició simultáneamente en 5 frentes, con las acciones principales en las zonas del muelle y la plaza de la Pila, el barranco de Santos y la playa de las CarniceríasLas baterías españolas hicieron fuego desde Paso Alto hasta San Telmo. En los primeros momentos, cuando aún los botes se acercaban a la costa, una de ellas , alcanzó al cutter Fox por debajo de su línea de flotación; la embarcación se hundió rápidamente provocando la muerte de su comandante, el teniente Gibson, y otros 97 soldados y marinerosEn el muelle llegó a desembarcar un bote con 40 marineros. Inmediatamente los ingleses clavaron las 7 piezas de la batería que, poco antes del desembarco, habían abandonado los sirvientes. Pero cuando las tropas inglesas iniciaron el avance hacia la plaza, frente al Castillo de San Cristóbal , un grupo de milicianos los neutralizo completamente , causando muchas bajas y haciendo prisioneros al resto.Otros tres botes, con unos 120 soldados, alcanzaron la playa de la Alameda cercana al muelle. Estas fuerzas, no corrieron mejor suerte que las desembarcadas en el muelle. La fuerte resistencia causó muchos muertos y heridos; entre ellos fue baja Horacio Nelson .
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El día anterior, en la Batería de Santo Domingo, parte del conjunto del Castillo de San Cristóbal , se abrió una tronera para instalar en ella un cañón de 16 libras enfilado directamente hacia la Playa de la Alameda, que separaba el Castillo Prinicipal del de San Pedro. La tradición cuenta que esa pieza fue el cañón Tigre, que ocasionaría enormes estragos en las fuerzas de Nelson, y fue el responsable directo de la baja del contralmirante de la fuerza expedicionaria inglesa.En efecto, cuando Nelson se incorporaba en su barca para saltar a tierra, y desenvainaba su espada, la metralla de un disparo del Tigre le alcanzó por encima del codo derecho . Casi al mismo tiempo murió el comandante Richard Bowen, comandante de la Terpsichore junto con varios oficiales y marineros.
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Herido Nelson, su hijastro, el teniente Josiah Nisbet cogió a Nelson mientras caía herido en su bote. "Soy hombre muerto,"dijo Nelso, mientras Josiah lo tumbaba en el bote, y le hacía un torniquete con su pañuelo . Indudablemente Josiah salvó la vida de Nelson.Nelson fue evacuado en el mismo bote , con su brazo derecho colgando, y llevado a su buque insignia el Theseus para ser intervenido. El cirujano de a bordo , y en vista de la gravedad de la herida, decidió amputar el brazo derecho del contralmirante por encima del codo . Parece ser que el brazo se introdujo en un saco junto con el cadáver de otro y se arrojó en las aguas de la rada de Santa Cruz.
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La operación de desembarco no podía ir peor para los ingleses. Después de algunos minutos, el panorama era realmente negro para la Royal Navy. Con los botes dispersos por las playas, Horacio Nelson en el quirófano del Theseus, y varios oficiales muertos y abandonados en las escaleras del muelle , las tropas en tierra corrían el riesgo de quedarse sin mando y dirección al poco tiempo.Simultáneamente a lo descrito anteriormente, Troubridge, jefe de las fuerzas de desembarco ,intentó poner pié en tierra al Sur del Castillo de San Cristóbal, en la Playa de las Carnicerias, pero ante la dura resistencia ofrecida por el Batallón de Infantería de Canarias, el comandante inglés ordenó virar al Norte y dirigirse a la playa de la desembocadura del Barranquillo del Aceite, o de Cagaceite . En el Barranco de Santos, llegaron a desembarcar 450 soldados. Posteriormente avanzaron y se dirigieron a la Plaza Principal o de la Pila, en el centro de la ciudad bajo un intenso fuego. Pero debido a la dura resistencia de los 40 soldados de las Banderas de Cuba y La Habana y los milicianos que defendían la zona, los ingleses iban a intentar la toma del Castillo de San Cristóbal por la retaguardia.Efectivamente, este grupo numeroso de soldados ingleses , al mando de Troubridge , se acercó por el sur hacia el Castillo de San Cristóbal , por la zona de La Caleta, esperando que su acción se viera apoyada por las tropas, supuestamente desembarcadas al norte del castillo. La sorpresa fue tremenda, de repente unos 60 hombres salieron de la fortaleza y cargaron heroicamente contra las fuerzas invasoras; mientras desde la fortaleza se realizaban descargas de fusilería. Los ingleses huyeron hacia el oeste , dispersándose desordenadamente por las callejuelas de Santa Cruz, dirigiéndose junto con otro grupo, con el que habían establecido contacto, hacia una trampa mortal: el Convento de Santo Domingo .En efecto, como consecuencia del total desorden del despliegue de fuerzas durante la operación de desembarco, 340 ingleses supervivientes bajo el mando de Troubridge y Hood, acabaron refugiándose en el convento Santo Domingo, donde quedaron completamente cercados.La arrogancia británica, a pesar de la seria resistencia encontrada, animó al capitán Troubridge, siguiendo el plan de Nelson, a enviar un mensaje de solicitud de rendición al general Gutiérrez; quien lógicamente rechazó este absurdo y arrogante ultimátum británico .Mientras tanto, Gutiérrez y sus oficiales no estaban completamente seguros de la evolución de la situación, pues les faltaba mucha información. Desde la terraza del Castillo, adivinaban el éxito logrado en la defensa de la Playa de la Alameda y del muelle, pero también les llegaron noticias preocupantes, los ingleses habían logrado internarse en la población al oeste del castillo.Gutiérrez mando un enlace para localizar al comandante del Batallón de Canarias y entregarle la orden de controlar el muelle para evitar la retirada de Troubridge. Las fuerzas españolas procedieron mientras tanto a la destrucción de los botes ingleses varados en la playa y siguieron haciendo muchos prisioneros entre heridos y desertores.Durante toda la noche, hasta la madrugada, se entabló una durísima batalla, calle por calle, en los oscuros y estrechos callejones del centro de Santa Cruz. El general Gutiérrez ordenó que 4 destacamentos de 40 hombres cada uno fueran taponando las bocacalles, apoyados con los pequeños y eficaces cañoncitos de campaña de 40 mm. Ante lo difícil de la situación, Nelson, maltrecho y recién operado, a eso de las 6 de la mañana, envió 15 botes con unos 400 hombres hacia el muelle con objeto de reforzar los efectivos de Troubridge Los disparos de las baterías de costa (especialmente la del muelle, desclavada y puesta de nuevo en servicio por el Teniente Grandy) hundieron 3 botes, por lo que los demás regresaron a sus buques de origen. Entre muertos y ahogados, este último intento de Nelson, llevó a la tumba del fondo del mar a cerca de 100 soldados.
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Informe de de Troubridge a Nelson:Señor:Debido a la oscuridad de la noche no encontré inmediatamente el Muelle, el punto señalado para el desembarco, pero avancé hacia la costa bajo la batería del enemigo, cerca del sur de la ciudadela; el capitán Waller desembarcó al mismo tiempo y otros dos o tres botes. El oleaje era tan grande que muchos retrocedieron; los botes se llenaban de agua en un instante y se estrellaban contra las rocas, mojándose la mayor parte de las municiones guardadas en los saquitos. Tan pronto como hube reunido unos pocos hombres avancé inmediatamente con el capitán Waller hacia la plaza, el lugar de reunión, esperando encontrarnos allí con usted y el resto de la gente; y aguardé cerca de una hora, tiempo durante el cual envié un sargento con dos señores del pueblo a intimidar a la ciudadela. Sospecho que mataron al sargento en su encargo ya que no he oído nada de él desde entonces. Perdidas todas las escalas de asalto en la resaca, o sin ser posible encontrarlas, no se pudo hacer ningún asalto a la ciudadela; por ello, marché a reunirme con los capitanes Hood y Miller, de quienes había sabido que hicieron bueno su desembarco, con una porción de hombres, al S.O. del lugar donde yo lo había realizado. Traté entonces de adquirir alguna noticia de Vos y del resto de los oficiales, pero sin éxito.26 de julio

A las 5 de la madrugada, el teniente coronel Güinther, jefe del Batallón de Infantería de Canarias, requirió a Troubridge , comandante de las fuerzas inglesas de desembarco y encerradas en Santo Domingo, que se entregasen. Ellos se negaron, con la esperanza de la llegada de refuerzos desde la escuadra inglesa.La terrible escena anterior, fue vista directamente por los sitiados ingleses desde la torre del convento de Santo Domingo.Desgraciadamente para Nelson, las cosas no iban a cambiar, y lo que inicialmente iba a ser un simple paseo militar, se iba a convertir, gracias a la determinación de un puñado de soldados y milicianos, en una terrible tragedia y en la más triste derrota de Horacio Nelson.Pero los ingleses persistían en su arrogancia y hasta otras dos veces Troubridge envió emisarios a Gutiérrez para que se rindiese. Pretendía acobardarle con la amenaza de incendiar Santa Cruz. El Comandante General respondía siempre conaún disponemos de hombres y municiones .....” Perdidas todas las esperanzas de recibir refuerzos, a las 6:30 de la mañana, Troubridge se rindió y envió un oficial con bandera blanca a ofrecer capitulaciones ante el general Gutiérrez. En su escrito , Troubridge ofrecía la capitulación siempre que “se le concedieran los honores de guerra”. El General accedió a la petición, con la condición de que aquella escuadra británica se comprometiera a no volver a atacar Tenerife ni a ninguna de las demás islas de Canarias.El acuerdo fue firmado ante Gutiérrez por el capitán Hood, quien posteriormente se trasladó , acompañado por el capitán Carlos Adan , a bordo del Theseus, para informar a Nelson de la capitulación. Las condiciones fueron aceptadas por el contralmirante en todos sus términos, incluyendo el de entregar en Cádiz un informe del Comandante General dirigido a la Corte para informar de la victoria logradaLos británicos vencidos desfilaron por la Plaza de la Pila, donde estaban formadas las Unidades españolas y los marineros franceses de La Mutine. Posteriormente al desfiles, se incorporaron los prisioneros para reembarcarlos con sus heridos a los buque de procedencia.
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En la tarde del 26, los ingleses rindieron honores fúnebres, con 25 cañonazos y arriado de sus banderas de sus buques, en memoria del capitán de fragata Bowen, comandante de la fragata Terpsichore, muerto el día anterior.Los españoles le entregaron comida y vino abundante, quedando muy satisfechos los “derrotados” por nuestras atenciones y humanidadLos británicos, agradecieron el detalle obsequiando a Gutiérrez con un queso y una barrica de cerveza inglesa, a lo que correspondió el comandante general con dos barricas de vino tinerfeño.27 de julio

La flota inglesa levó anclas ; y en las aguas de la rada de Santa Cruz , quedaron las esperanzas de un crucero y desfile militar, junto con 226 muertos ingleses, un barco hundido y el brazo derecho de Nelson
28 de julio

Informe oficial de Nelson al almirante Jervis:Theseus, 28 de julio, frente a Santa CruzSeñor,En obediencia a sus órdenes de hacer un vigoroso asalto al pueblo de Santa Cruz en la isla de Tenerife, envié desde los diferentes barcos bajo mi mando 1000 hombres, que incluían a los infantes de marina, para que se prepararan para desembarcar bajo la dirección del capitán Troubridge del navío Culloden, y los capitanes Hood, Thompson, Fremantle, Bowen, Miller y Waller, quienes ofrecieron voluntaria y muy amablemente sus servicios; y aunque estoy bajo la dolorosa necesidad de informarle que no nos ha sido posible tener éxito en nuestro asalto, es mi deber afirmar que creo que nunca mayor osada intrepidez se mostró por los capitanes, oficiales y hombres que usted hizo el honor de colocar bajo mi mando; y el informe que le envío adjunto, espero le convencerá de que mis disposiciones, humildes como son, han sido ejercidas en la ocasión presente. Adjunto le envío también una lista de los fallecidos y heridos, y entre los primeros, con e más profundo dolor, tengo que colocar el nombre del capitán Richard Bowen, del navío Terpsíchore, el oficial más emprendedor, competente y valiente que haya servido en la marina de su Majestad; y con mucha pena tengo que mencionar la pérdida del teniente John Gibson, comandante del cúter Fox, y de un gran número de valientes oficiales y hombres.
H.Nelson.
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Bajas de la Batalla de Tenerife

Españolas

Los españoles sufrieron cerca de 60 bajas, de las que 24 fueron mortales: 1 teniente coronel, 1 subteniente, 14 soldados y milicianos , 6 civiles y 2 marineros franceses.
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Bajas Inglesas

El bando inglés sufrió muchas más bajas que el español. Los historiadores aseguran que las bajas totales inglesas, incluyendo prisioneros, fueron cerca de 800. Los muertos en combate , ahogados ( incluyendo los del Fox) y desaparecidos fueron 349; y los prisioneros unos 451. Otras fuentes especializadas, aseguran que las bajas inglesas llegaron a ser unas 600 soldados; es decir, alrededor del 50 % de los recursos iniciales de Nelson.
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Condiciones de la capitulación de la Batalla de Tenerife

Santa Cruz, 25 de julio de 1797Las tropas pertenecientes a S.M. Británica serán embarcadas con todas sus armas de toda especie, y llevarán sus botes si se han salvado; y se les franquearán los demás que se necesiten, en consideración de lo cual se obligan por su parte a que no molestarán el pueblo de modo alguno los navíos de la Escuadra Británica que están delante de él, ni a ninguna de las Islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes.Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honorSamuel HoodRatificado porT.Troubridge, Comandante de las tropas Británicas.Carta de Nelson a GutiérrezNelson, envió una carta de agradecimiento al general Gutiérrez por el trato dado a sus hombres , que fue entregada por Troubridge el día después, cuando recuperaron a los heridos que estaban en los hospitales de Santa CruzTheseus, en las afueras de Tenerife, 25 de julio de 1796No puedo separarme de esta isla sin da a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, y por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron en su poder, o bajo su cuidado, y por la generosidad que tuvo con todos los que desembarcaron, lo que no dejaré de hacer presente a mi Soberano, y espero con el tiempo poder asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E. obediente humilde servidor”
Horacio Nelson
Respuesta de Gutiérrez:
"Muy Señor mío, de mi mayor atención: Con mucho gusto he recibido la muy apreciable de V.S. efecto de su generosidad y buen modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para los que desembarcaron, a quienes debo de considerar como hermanos desde el instante que concluyó el Combate. Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese yo, o cualquiera de los efectos que esta Isla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de barricas de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Sería de mucha satisfacción tratar personalmente cuando las circunstancias lo permitan, a sujeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; y entre tanto ruego a Dios guarde su vida por largos y felices años”.
Santa Cruz de Tenerife 27 de julio de 1797B.L.M. de V.S. su más seguro atento servidor.D. Antonio Gutiérrez
Consecuencia de la Derrota de Nelson en la Batalla de Tenerife

Si Nelson hubiera tomado Santa Cruz, muy probablemente las Islas Canarias, no hubieran vuelto a ser una parte de España. Los británicos podrían hoy veranear, tan a gusto, en una de sus colonias tal como hacen en Gibraltar. Nunca los ingleses hubieran soltado las Islas Canarias, salvo por la fuerza , tal como hicieron con la Isla de Menorca en 1782.
Referencias Bibliográficas de la Batalla de Tenerife

www.amigos25julio.comFuentes documentales de la Gesta del 25 de Julio (1997) Luis Cola, Pedro Ontoria y Daniel García PulidoAddenda a las Fuentes documentales (2007). Mismos autoresEl 25 de Julio a la luz de las Fuentes documentales (1997). Luis cola y Daniel García.Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife (2004). Juan Carlos Cardell.El verano en que Canarias pudo ser otro Gibraltar. G.B. D. Emilio Abad Ripoll (CISDE – 2013)Fatal inicio y peor desenlace para los ingleses en Tenerife. G.B. D. Emilio Abad Ripoll (CISDE – 2013)La gran mentira británica sobre Nelson y Tenerife. G.B. D. Emilio Abad Ripoll (CISDE – 2013)Entrevista al G.B. D. Emilio Abad Ripoll: sin la gesta del 25 de julio, aquí hablaríamos inglésEntrevista al G.B. D. Emilio Abad Ripoll: un recuerdo merecido a la Gesta olvidadaLa mayor derrota de Nelson. El intento de ocupación de Tenerife, julio 1797El día que soldados ingleses de Nelson y españoles compartieron patio de armasLa derrota de Horatio Nelson en Canarias 1797- Capitulo I - Horatio NelsonLa derrota de Horatio Nelson en Canarias 1797 - Capitulo III - Antonio GutiérreLa derrota de Horatio Nelson - 1797 - Capitulo IV - La flota de NelsonLetters and dispatches of Horatio NelsonHoratio Nelson
Videos Escenificando la Batalla de Tenerife


"Tenerife 1797 La derrota de Nelson"


Ataque Inglés a Tenerife en 1797


Historia de Canarias La Derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife



Paco Domingo

 
Última edición:
Que ya hay que ser subnormal para hacerte un clon y cargar contra el país que más veces a derrotado a Inglaterra, subnormal.

Ensalada, por mi como si te la machacas, pero que sepas que estás (estabas) discutiendo con Barley.

Si, el de los ponys rosas y tal.

Tu mismo.
 
¿El subnormal este del Barley es el hijo de una puta canaria que se la folló un inglés borracho, no? :lol:

EEUU salda su deuda con el héroe español de la Independencia 230 años después
https://www.eldiario.es/andalucia/Bernardo-Galvez-colgara-paredes-Capitolio_0_332817061.html



Gálvez: el militar español que se aventuró «solo» contra las defensas inglesas de Florida
https://www.abc.es/20121102/espana/abci-batalla-pensacola-201210311743.html

[h=3]En una batalla clave para la independencia de EE.UU., el malagueño entró con 4 navíos en una bahía repleta de navíos británicos: «El que tenga honor y valor que me siga», dijo[/h]
US ARMY CENTER FOR MILITARY HISTORY


Tropas españolas cargan contra los ingleses en el fuerte del «Rey Jorge»


El país que estos días dirime entre Obama o Romney vivió enPensacola una batalla decisiva para su independencia. Y, fíjense por donde, aquella lid de 1781 fue librada y ganada por la Infantería de Marina de la siempre olvidadiza España. Una vez más las casacas rojas de la Pérfida Albión se cruzaban en el rumbo de nuestra Historia. Esa vez, al inglés le tocó perder.
El de Pensacola, en tierras de la Florida occidental, fue undesembarco audaz y osado dada la dificultad de acceder a su bahía. Una empresa temeraria que, exitosa finalmente, alumbraría para siempre el arrojo (cojones, que se dice ahora) de uno de los personajes más influyentes y desconocidos de la Historia común de España y de EE.UU: Bernardo de Gálvez Gallardo Madrid, vizconde de Galvestón y conde de Gálvez, oficial y luego general del Real Ejército, y virrey de Nueva España.
Tras aquel fuego de Pensacola su escudo de armas siempre luciría el lema de «Yo Solo», porque así fue cómo entró en el bastión inglés de la Florida: «El que tenga honor y valor que me siga».
«Para entender el desembarco de Pensacola, antes debemos remontarnos a la Guerra de los Siete Años (1756-1763), ganada por el Reino Unido a una coalición de naciones entre las que se encontraba Francia y España», relata José María Moreno Martín, jefe de la sección de Cartografía del Museo Naval, que este mes exhibe como «pieza destacada» un mapa en ocho viñetas sobre la batalla de Pensacola.
Tras esa guerra, la España de Carlos III y la Francia de Luis XV, y después Luis XVI, aguardaban avizor una primera oportunidad para devolver el golpe a Inglaterra. Y esa vino con la sublevación de las Trece Colonias (1775) que para sufragar las guerras de la metrópli veían cómo sus cargas impositivas aumentaban sin cesar. La gota que colmó el vaso fue el nuevo impuesto del té, que originó un motín en Boston.
[h=3]España ayudó con dinero a los rebeldes norteamericanos desde el inicio[/h]

España desde el primer momento ayudó económicamente a los rebeldes norteamericanos llegando a pertrechar a 30.000 rebeldes con sus uniformes, fusiles y 216 cañones, pero... ¿debía intervenir militarmente como hizo posteriormente la Francia de Luis XVI tras la insistencia de Benjamin Franklin? He ahí el dilema del Rey Carlos III. «España se encontraba en una posición más delicada. Por un lado nos encontramos con las tesis del Conde de Floridablanca, que abogaba por mantenerse neutral so pena de desencadenar un efecto dominó de independencias en las colonias españolas americanas. Por otro lado, el Conde de Aranda, embajador de España en París, veía en el apoyo a las Trece Colonias una oportunidad idónea para recuperar Gibraltar», explica Moreno Martín.

Definitivamente se impusieron las tesis del Conde de Aranda y en 1779 España declaró la guerra a Gran Bretaña. Ya nada sería igual en la Guerra de Independencia de las Trece Colonias: Inglaterra se vería obligada a dividir esfuerzos en el Canal de la Mancha (contra Francia), el Mediterráneo (contra España) y el Golfo de México, donde Inglaterra había arrebatado años antes a España algunas plazas marítimas como era el caso de Pensacola, también conocida como San Carlos de Panzacola. Conclusión: las fuerzas de la guerra por la Independencia de las Trece Colonias se niveló. Por un lado, Reino Unido (120 navíos y 100 fragatas) y, por el otro, Francia (60 navíos y 60 fragatas) y España (60 navíos y 30 fragatas).
Es aquí donde saldrá a relucir el ingenio del entonces gobernador de la Luisiana, el militar malagueño Bernardo de Gálvez (Macharaviaya, 1746 - Tacubaya, en Ciudad de México,1786) quien comenzó a forjar su leyenda militar como capitán en tierras de Nueva España, llevando a cabo una campaña contra los indios Apaches. Con 24 añitos y heridas a doquier, el futuro «Yo Solo», ameritaba ya el galón de comandante de armas de Nueva Vizcaya y Sonora(aproximadamente el actual estado de Nuevo México). El héroe militar español en tierras del ahora EE.UU. forjaba su leyenda, aunque antes regresaría a España para participar en la fallida expedición de Argel (1775), foco central de la piratería en el Mediterráneo.
En su vuelta a América en 1776 Bernardo de Gálvez es destinado a la plaza de Luisiana. Y es por eso que cuando España decide librar batalla a Inglaterra en el Golfo de México todas las venturas se dirigen hacia él.Fijó como objetivo recuperar Pensacola; antes caerían las posesiones británicas de Manchac y Baton Rouge -en la desembocadura del río Mississipi- o Mobila (1779). El círculo se estrechaba así en torno a la capital de la Florida. Sin embargo, su disposición geográfica y su estrecho con escasa profundidad impedía acometer la empresa.
«Se trataba de una operación bastante complicada, por no decir inverosímil», destaca el jefe de cartógrafos. Un 28 de febrero de 1781 partía desde La Habana la expedición española con36 buques de guerra con José Calvo Irazábal como de jefe de la escuadra. En sus tripas los ansiosos infantes de Marina aguardaban el desembarco. Por tierras otras tropas españolas y después francesas esperaban el desembarco para envolver la plaza de Pensacola.
En este momento nos dirigimos de nuevo al Museo Naval de Madrid. En el mapa de 8 viñetas que se exhibirá durante dos meses más como «la pieza detallada» (encargado a raíz del informe de la toma de Pensacola «con la clara intención de narrar la historia de una batalla») observamos en su parte central a los navíos españoles frente al escenario de la batalla. La ciudad de Pensacola en su bahía y la isla de Santa Rosa en la bocana de acceso, formando un estrecho con la posición fortificada de Barrancas Coloradas, desde donde provenía el principal riesgo de la empresa.
[h=4]La toma de la isla de Santa Rosa[/h]El trabajo se auguraba duro, ya que, para llegar hasta su objetivo, la escuadra tenía que pasar a través de un estrecho flanqueado por dos baterías de cañones. Una sentencia de muerte sin duda. Por ello, Bernardo de Gálvez se decidió a tomar el fuerte de la isla de Santa Rosa para así evitar ser aniquilados por un fuego cruzado.
Con valentía, las tropas del malagueño desembarcan en el terreno dispuestas a derramar sangre inglesa pero, para su sorpresa, lafortaleza estaba desmantelada. «Consiguieron tomar la isla sin ninguna baja y sin ningún disparo», sentencia Moreno Martín. La moral aumentó pues, para entrar hacia la bahía de Pensacola, ya sólo tenían que pasar a través de la batería de las Barrancas Coloradas.
[h=4]«Yo solo»[/h]«Una vez conseguido esto, lo que pretendía Bernardo de Gálvez espasar con toda la escuadra, eso sí, lo más cerca posible de la isla (ya española) para evitar el fuego de las Barrancas Coloradas», afirma el jefe de la sección de Cartografía. La empresa comenzaba a tomar forma, pero, al aventurarse por el estrecho, el fondo del casco del navío en el que viajaban el malagueño y Calvo (el San Genaro), tocó en el suelo: tenía demasiado calado para pasar. Por ello, fue necesario salir a aguas más profundas para no quedar encallados.
En ese momento comenzaron las discrepancias pues, mientras Gálvez quería entrar en la bahía y tomar Pensacola, José Calvo (al mando de la escuadra), se negaba en rotundo a atravesar el estrecho. Y es que argumentaban, no sin razón, que no se conocía bien el terreno y que una peligrosa tormenta tropical se aproximaba hacia el lugar. Además, la batería situada en el fuerte de las Barrancas Coloradas seguía activa y, en el caso de que un navío quedara encallado, toda la escuadra podría sufrir su fuego y ser seriamente dañada.
[h=3]Gálvez entró en la bahía al grito de «El que tenga honor y valor que me siga»[/h]

Para Gálvez, en cambio, no había opción. El marino subió a bordo de un bergantín llamado«Gálveztown» (un barco con menor calado que el «San Genaro») y se dispuso a llevar a cabo una de las mayores heroicidades de la Historia española: entrar sólo en la bahía pasando a través del fuego enemigo. Sus últimas palabras quedarían grabadas en la historia: «Una bala de a treinta y dos recogida en el campamento, que conduzco y presento, es de las que reparte el Fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Galvez-town para quitarle el miedo».

No había vuelta atrás, Gálvez enarboló la bandera de Comandante y entró en el puerto junto dos pequeñas cañoneras y un buque de transporte. En contra de lo que se puede pensar, no sufrió serios daños por parte de las baterías enemigas y, además, atrajo el fuego sobre sus barcos.
«De aquí es donde viene la leyenda que se puede leer en su escudo de armas: ‘Yo Solo’, porque pasó sin que le siguiera en principio ningún comandante», explica Moreno. «Después pasó toda la escuadra, ya que había buques que hacían frente al fuego de las Barrancas Coloradas y podían atravesar la zona con seguridad» determina el experto.
[h=4]La marcha de Calvo y la llegada de refuerzos[/h]Tras la entrada en la bahía de Gálvez, el resto de buques se decidieron a seguirle. ¿Todos? No. Hubo uno que se retiró, y es, según fuentes históricas, el navío en el que se encontraba José Calvo. Al parecer, el oficial decidió volver a La Habana tras ver el éxito del malagueño. Definitivamente, su misión había acabado, como más tarde le haría saber Gálvez mediante una misiva.
Antes de llegar a su destino, sin embargo, se detuvo en Matanzas (Cuba) donde preparó minuciosamente su defensa ante las posibles acusaciones que sufriera al llegar a territorio español. ¿Se apoderó la vergüenza de él?, probablemente, pero nunca se supo a ciencia cierta. Lo que es cierto es que, al partir, dejó a la flota española sin su navío, un gran activo en la contienda.
[h=3]Una nueva escuadra llegó para reforzar a los españoles[/h]

Tras el ataque inicial, y como estaba planeado,una fuerza terrestre española tomó posiciones para ayudar a asediar Pensacola. Pero esos no serían los únicos refuerzos que recibiría Gálvez. «Ese mes llegó una nueva escuadra de navíos, en un principio se pensaban que era enemiga y que venía a ayudar a los sitiados en Pensacola, pero descubrieron que eran españoles comandados por José Solano y Bote que acudían a socorrer a Gálvez», destaca Moreno. Con esta flota eran ya casi 8.000 los hombres preparados para iniciar el asedio en contra de los 3.000 ingleses.

Además, a los asaltantes también se les unieron cuatro fragatas francesas con casi 800 soldados. Y es que, Francia quería aportar también en esta batalla su pequeño granito de arena (o de pólvora), para favorecer la expulsión de Florida de los ingleses y, por lo tanto,luchar a favor de la independencia de los colonos.
[h=4]La caída de Pensacola[/h]Tras la entrada en la bahía, todo dependía ahora de las fuerzas terrestres, comandadas por José de Ezpeleta. Este, tenía órdenes de tomar los tres fuertes que defendían Pensacola: el de la «Media Luna», el del «Sombrero» y el del «Rey Jorge». «El siguiente episodio se produjo cuando las fuerzas españolas consiguieron tomar la fortaleza de la Media Luna, donde murieron 52 británicos», explica el jefe de Cartografía.
«A partir de ahí consiguieron pasar a la del Sombrero, luego a la del Rey Jorge y asaltar por detrás la ciudad», finaliza Moreno. La misión tocó a su fin, pues en menos de diez días Pensacola se rindió a los españoles. Las Barrancas Coloradas fueron las siguientes en abandonar la defensa, y es que, tras la caída de la ciudad, poco tenían que hacer ante el arrojo de Gálvez.
[h=4]Una tormenta imperfecta[/h]Una vez finalizada la contienda un nuevo enemigo se asomó entre las nubes: un huracán que causó grandes problemas a los españoles entre el 5 y el 6 de mayo de 1781, como bien puede apreciarse en una de las últimas viñetas del mapa. «Se puede ver como el autor dibuja una mar rizada y los barcos inclinados con sensación de movimiento», sentencia el experto. Sin embargo, no hubo que lamentar grandes daños, ya que los buques se retiraron de la costa y acudieron a proteger la entrada de la bahía frente a posibles refuerzos ingleses.
A pesar de las pocas bajas que sufrieron los dos bandos durante esta contienda (74 españolas por 145 inglesas), sin duda la de Pensacola fue una de las batallas que favoreció la independencia de los EE.UU. Y es que, gracias a la toma de la ciudad, se abrió otro frente para los ingleses, que se vieron obligados a destinar soldados a las inmediaciones de la zona descuidando en cierta manera la lucha contra los colonos.
La hazaña le valdría a José Solano y Bote el título de «Marqués del Socorro» por la ayuda prestada. A su vez, Gálvez recibiría gracias a la toma de Pensacola el nombramiento de mariscal de campo, además de un título que no le abandonaría jamás… «Yo solo».
En la España descafeinada de hoy, apenas nadie recuerda aquellos avatares acaecidos en la Florida a fines del siglo XVIII. Si preguntáramos en un instituto, Universidad o redacción de periódico (sí, también) qué es Pensacola nos sorprenderíamos con la respuesta. Eso será en España, porque en EE.UU. aún tienen claro que sin el arrojo de Bernardo de Gálvez quizás todo habría sido diferente.
PD- No se pierdan las conferencias sobre el Mapa de la Batalla de Pensacola los próximos 25 de noviembre y 30 de diciembre en el Museo Naval de la Armada, en Madrid.
[h=3]4 preguntas al Comandante General de la Infantería de Marina, Pablo Bermudo y de Espinosa (General de División)[/h]E.V./M.P.VMADRID
1. ¿Qué importancia tiene la Batalla de Pensacola?
Lo más destacable es, sin duda alguna, la trascendencia de haber participado de una manera directa y decisiva en el proceso de independencia de los Estados Unidos de América. Este vínculo histórico continúa presente hoy en día y se pone de manifiesto en las excelentes relaciones existentes entre la Fuerzas Armadas de ambos países, y en particular de la Infantería de Marina y el Cuerpo de Marines estadounidense.
2.¿Por qué cree que es tan desconocida en España esta batalla, por otra parte vital para la independencia nada menos que de EE.UU.?
A diferencia de lo que ocurre en EE.UU y en otros países de nuestro entorno, la atención prestada hacia la historia militar en España constituye todavía una asignatura pendiente en todos los ámbitos del sistema educativo. Nuestro pasado está repleto de hechos gloriosos de los que debemos sentirnos orgullosos, ya no solo como militares, sino como españoles y que deben ser rescatados del «baúl de los recuerdos» dado que constituyen un excelente ejemplo de valores tan importantes y necesarios hoy en día como son el honor, el valor, la disciplina y la lealtad.
3. ¿Cómo eran aquellos infantes de Marina del último tercio de siglo XVIII?
Me atrevo a decir que el lema actual del Cuerpo de Infantería de Marina define perfectamente cómo eran aquellos infantes de finales del Siglo de las Luces, unos «valientes por tierra y por mar».
4.¿Cómo definiría la personalidad y visión militar de Bernardo de Gálvez?




El carácter expedicionario que ha caracterizado a la Armada y, en particular a la Infantería de Marina prácticamente desde su creación en 1537 (recordemos que es la más antigua del mundo) ha marcado la personalidad de todos sus miembros desde siempre. Bernardo de Gálvez fue un militar destacó por su extraordinario valor y honor, virtudes humanas que han movido muchas veces la rueda de nuestra historia.
 
ARRIBA ESPAÑA, ARRIBA ESTE PUTO PAIS, QUE FUIMOS MUY GRANDES. QUE SE MUERA EL PERRO INGLES !!!


Joder, puta Union Europea, puta gran bretaña y la puta su madre, y pensar que un dia el Mundo se llamaba España y el resto eran nuestros vasallos.
 
Entre los miles de comentarios y la infinidad de opiniones sobre el Brexit, destaca la insistencia en que los ingleses se consideran superiores a sus vecinos del continente y desprecian lo que no sea inglés. Supongo que con la excepción del té, al que ya le daba Confucio un milenio antes de que sus hojas llegaran a Gran Bretaña; y del sherry contra el que nada objetó aquel coronel de su graciosa majestad al que tanto contrariaba la cantidad de extranjeros que había en las calles de Bombay.



Para mayor abundamiento en esa línea, la mañana en que Londres se despertó con la nada alarmante noticia de la rotura del cable telegráfico y telefónico tendido entre las dos orillas del Canal. “El continente, aislado”, tituló lacónicamente el Times su breve crónica. Se trata, seguramente, de una leyenda urbana de la que hay varias versiones, todas coincidentes en el titular del periódico. No faltan variaciones sobre el mismo tema, como el insoportable olor a ajo que, dicen, invadió Folkestone y sus acantilados de arena verde, a ciento y pico kilómetros de Londres, cuando se acabó de perforar el eurotúnel que unió esta costa inglesa y Coquelles, en Calais. Quisiera saber qué pensaría de todo esto el mayor Thompson, el personaje de Pierre Daninos a quien seguían sorprendiendo las costumbres galas, entre otras las de su propia mujer después de veinte años de casado y vivir en Francia.

Estas referencias y otras muchas por el estilo ilustran la idea de que los ingleses (no los irlandeses, ni los escoceses, ni los galeses) no se consideran superiores sino diferentes, distintos de los demás que, a su vez, no lo olvidemos, son distintos entre sí. Algo que deberíamos comprender los canarios, isleños como somos al fin y al cabo.

El peso de las particularidades

Hace treinta y tantos años leí un estudio acerca del carácter, del modo de ser y actuar de los isleños del mundo ante determinados estímulos. Pero no sé dónde fue a parar. No recuerdo los nombres de los autores (un equipo interdisciplinar, creo) ni si iba por cuenta de alguna institución o centro de investigación. Pero me quedó claro que los isleños somos diferentes de los continentales; como lo es un sujeto de la montaña del que ha de entendérselas con la estepa, el desierto o la selva. Hay diferencias hijas de la interrelación del medio físico y la experiencia histórica y cuantos factores de influencia puedan añadirse. Lo que diferencia a unos pueblos de otros es su capacidad, su voluntad para hacer que los demás adviertan y reconozcan sus particularidades e intereses específicos. Lo que implica una actitud recíproca frente a las particularidades del otro.

La historia inglesa en el marco de la Europa comunitaria tras la última guerra mundial parece indicar otra cosa. Por razones fundamentalmente económicas muy imbricadas en un agudo sentido de la particularidad insular que empapa su experiencia histórica, los británicos querían que la entonces Comunidad Europea fuera, allá por los años 50, una simple zona de librecambio. Era lo que les convenía. Al no conseguirlo, promovieron como alternativa la creación de la EFTA, siglas inglesas de la Asociación Europea de Libre Comercio. Y se equivocaron, pues bastó la Tarifa Exterior Común (TEC) para que fracasara el invento: el Reino Unido y Dinamarca abandonaron la EFTA en 1972 e ingresaron en la hoy UE; Portugal lo hizo en 1986. Y en 1991, un referéndum entre los países que permanecían en la EFTA hizo que Austria, Finlandia y Suecia se pasaran también la UE. El invento quedó reducido a Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein.


El peso de las particularidades
 
No va de batallas, pero que se vea la clase e idiosincrasia inglesas.

https://www.labrujulaverde.com/2016...-esposas-en-el-mercado-en-los-siglos-xvii-xix

Cuando los ingleses vendían a sus esposas en el mercado en los siglos XVII-XIX



Esta situación descrita en las primeras páginas de la novela de Thomas Hardy El alcalde de Casterbridge seguramente confundirá a más de uno o le hará pensar que es sólo fruto de la imaginación del escritor.
Esta situación descrita en las primeras páginas de la novela de Thomas Hardy El alcalde de Casterbridge seguramente confundirá a más de uno o le hará pensar que es sólo fruto de la imaginación del escritor. Pero no, es algo que ocurría realmente, una vieja y asombrosa costumbre que se extendió por Inglaterra desde finales del siglo XVII, motivada por las circunstancias jurídicas. “-Pues, la verdad, no entiendo cómo los hombres que tienen mujeres y no las quieren, no se […]
"Selling a wife" (Thomas Rowlandson) / Imagen: Dominio público en Wikimedia Commons

Pero no, es algo que ocurría realmente, una vieja y asombrosa costumbre que se extendió por Inglaterra desde finales del siglo XVII, motivada por las circunstancias jurídicas.

“-Pues, la verdad, no entiendo cómo los hombres que tienen mujeres y no las quieren, no se libran de ellas como hacen los gitanos con sus caballos viejos -estaba diciendo ahora el hombre de la carpa-. ¿Por qué no las venden en subasta pública a otros hombres necesitados de tales piezas? ¡Por mis antepasados que yo vendería la mía ahora mismo si alguien me la quisiera comprar!
(…) El joven y beodo marido ponderó unos segundos esta alabanza inesperada sobre su mujer, medio dudando de la prudencia de su actitud con la dueña de tales cualidades. Pero rápidamente volvió a su postura inicial y dijo con un exabrupto:
-Pues bien, aquí tienen una buena oportunidad. Estoy abierto a cualquier oferta por esta joya de la creación.”

En realidad hay referencias a algún caso en el Medievo pero lo cierto es que no se generalizó hasta siglos después (la primera noticia es de 1533), según apuntan algunos investigadores probablemente debido a su difusión cuando la prensa escrita empezó a hacerse común. Parte de la razón de tan insólita tradición está en la ancestral tendencia británica a no legislar demasiado: es conocido el hecho de que Reino Unido no tiene una constitución escrita y en otros tiempos eso se hacía extensivo a otros aspectos; uno de ellos era el matrimonio, para cuya celebración únicamente era necesaria la edad legal para dar el consentimiento (doce años para las mujeres, dos más para los hombres) y una licencia del sacerdote.

Ni siquiera se registraba, quedando reconocido bajo un formulismo oral implícito de los contrayentes denominado coverture. Esa insólita situación perduró hasta 1753, en que se promulgó la llamada Marriage Act (Acta de Matrimonio), que establecía la obligatoriedad de una ceremonia oficial.
Ilustración de prensa de 1870/Imagen: History of Women
Ilustración de prensa de 1870 / Imagen: History of Women

El verdadero problema de esa rareza no estaba en casarse sino en divorciarse, al no haber constancia previa de unión matrimonial. Existían entonces varias formas de proceder para un divorcio: acuerdo mutuo ante notario, solicitud formal al Parlamento e incluso el abandono de la casa por parte de uno de los cónyuges. En todos ellos decidía la Court of Arches (un tribunal eclesiástico) y se juntaban una serie de condicionantes que dilataban el proceso durante muchísimo tiempo, sin contar el enorme coste económico.

Como siempre, las clases adineradas no tenían mayor problema pero en la Inglaterra de aquella época la mayoría de la gente no entraba en esa categoría, así que, quizá inspirándose en el citado caso reseñado en 1302, los ingleses que habían naufragado en la vida matrimonial encontraron esa opción para solucionarlo. Conviene aclarar que hay pocas noticias respecto a que las esposas afectadas se negaran (la mayoría ya decimonónicas), lo que indicaría que ellas mismas estarían de acuerdo en ese método como vía para escapar de la infelicidad conyugal. No obstante, también constan casos en los que las ventas fueron impedidas por grupos de mujeres o por el público mismo.

Así, aunque en realidad era algo ilegal (o, al menos, alegal) y a menudo terminaba en un proceso judicial abierto por las autoridades, el pueblo lo consideraba normal y se solía llevar a la práctica con cierto ceremonial: el marido llevaba a su mujer simbólicamente de un ronzal (o una simple cinta, normalmente atado a un brazo pero a veces al cuello o la cintura) para celebrar una subasta pública en el mercado, frecuentemente publicando antes el correspondiente aviso de venta en un periódico (lo del mercado era por tratarse de un foro de reunión solamente, si bien hay alguna referencia excepcional a alguna mujer vendida al peso). Otras veces se hacía en alguna taberna y la moneda usada para el pago era la bebida.

En cualquier caso, si se hacía publicamente solía haber bastantes espectadores y el ambiente poco agradable para ella. El acuerdo entre vendedor y comprador adquiría categoría contractual sin más, o al menos así lo creían ellos (el British Museum conserva una factura de una de estas transacciones, fechada en 1758, pero es la única conocida), y el esposo quedaba liberado de cualquier compromiso hacia su ex. A menudo, quien pagaba por la adquisición era el amante , pero el precio era siempre muy bajo porque de lo que se trataba era de romper el vínculo entre esposos.
Ilustración de 1820/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Ilustración de 1820 / Imagen: Dominio público en Wikimedia Commons

La costumbre, que apenas se extendió a Gales, Irlanda y Escocia (también a las colonias americanas) más que de forma testimonial, perduró en el tiempo, aunque en el siglo XIX decayó y pasó a ser considerada un insulto al sexo femenino, quedando restringida al mundo rural y a los segmentos más bajos de la escala social, con constancia de ciento cincuenta y ocho casos en esa centuria; en total fueron cuatro centenares registrados (en la práctica seguramente más), una minucia comparada con las decenas de miles de fugas que llegó a haber en la era victoriana.

La actitud de las autoridades ante la venta de esposas fue ambigua y a veces contradictoria. Legalmente no se consideraba legítima y, como decía antes, los jueces podían intervenir para impedirla y sancionar a los implicados; sin embargo, en otras ocasiones reconocieron la transacción (en parte quizá por la cuenta que les traía, ya que hay referencia a una agresión popular contra uno que trato de impedir una venta en 1819). Tan imprecisa era la cosa que en alguna ocasión la operación se revirtió: en 1826, tras la muerte del marido que la había comprado, una mujer volvió con el anterior y permanecieron juntos varias décadas.

Por increíble que parezca, las ventas siguieron hasta 1913, aunque para entonces ya eran fruto de la ignorancia más que nada porque la Matrimonial Causes Act de 1857 facilitó los trámites de divorcio con la creación de un Court of Divorce and Matrimonial Causes, es decir, un tribunal específico y civil, y la abolición de la consideración del adulterio como delito (algunos jueces de moral especialmente rígida consideraban que las ventas eran meros encubrimientos para ello). Cabe hacerse ahora otra pregunta: ¿hubo venta de esposos? La respuesta es que sí pero muy pocas de las que se tenga noticia.
 
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Deja de copypastear y piensa un poco joder. De verdad te parece mal poder librarte de tu coñazo de esposa y encima obtener dinero a cambio?
 
Deja de copypastear y piensa un poco joder. De verdad te parece mal poder librarte de tu coñazo de esposa y encima obtener dinero a cambio?

No, si yo no lo veo mal, que cojones!!! Eso tenia que ser gloria, te la quitas de encima y te pagan.

Lo que me hace gracia del asunto es cuando la mongolada critica como esta España y ponen de ejemplo a paises europeos diciendo que alli llevan años de adelanto de derechos y libertades sin tener ni puta idea de como han sido esos paises hasta hace cuatro dias.
 
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No, si yo no lo veo mal, que cojones!!! Eso tenia que ser gloria, te la quitas de encima y te pagan.

Lo que me hace gracia del asunto es cuando la mongolada critica como esta España y ponen de ejemplo a paises europeos diciendo que alli llevan años de adelanto de derechos y libertades sin tener ni puta idea de como han sido esos paises hasta hace cuatro dias.

Uno tiene que tener claro con quién se junta. Que una cosa es ir de misógino en un foro y luego tener novia. No señalo a ningún ciclado, ojo.

Lo de los subnormales de "Es que en Europa (como si España estuviera al lado de Australia) blao blao" no merece comentario alguno
 
Si alguna vez hubiera llegado a aguantarte alguna entenderías el valor del comodín de la reventa.
 
Pero mira el video y cuenta las veces que han palmado los ingleses hasta que se hicieron los perros falderos de EEUU en el XIX.:face:.

Aquí toda la gente, sin importar el bando político, ha cerrado filas en su desprecio hacia los ingleses. Que siempre estuvo allí, pero hoy por hoy aun mas fuerte, por lo del brexit. Y esto de que los ingleses no ganan ni al parchis sin los americanos, se repite en cada café, en cada mercado, en cada kneipe.

Que agradezcan mas bien, las malas decisiones de un grupo de generales de la Wehrmacht, que si no la ultima gran guerra acababa para ellos en Dunquerque.
 
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Aquí toda la gente, sin importar el bando político, ha cerrado filas en su desprecio hacia los ingleses. Que siempre estuvo allí, pero hoy por hoy aun mas fuerte, por lo del brexit. Y esto de que los ingleses no ganan ni al parchis sin los americanos, se repite en cada café, en cada mercado, en cada kneipe.

Que agradezcan mas bien, las malas decisiones de un grupo de generales de la Wehrmacht, que si no la ultima gran guerra acababa para ellos en Dunquerque.

Más bien el deseo de Jitla de tener buen rollo con ellos.

Los ingleses son maravillosos, porque pueden conquistar medio mundo y exterminar etnias enteras y ha nadie ha parecido importarle.
 
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