Floco de Milho
Forero del todo a cien
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- 10 Jun 2008
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Hola señores del foro:
Aunque nos encante repetir que no follamos, que somos unos tristes misántropos -y por extensión misóginos- que obtienen mayor atención de un teclado y una pantalla que del género humano, lo cierto es que, deshonra aparte, muchos de los aquí presentes somos y/o hemos sido adeptos a la cópula durante años.
Bien, y por delimitar las cosas: es a ellos a quienes me dirijo.
¿Acaso no se han visto ustedes -aquellos a quienes no se les negó el amor adolescente, y no han pasado a ser unos verdaderos marginales sexuales (en opinión del ilustre Houllebecq)- en la peor de las situaciones en que puede verse el buen heterosexual?: La pérdida del interés, pérdida casi absoluta, en las formas tradicionales de sexo en pareja. El hartazgo sistemático del follar común. El hastío, incluso intelectual, producido por un sexo que se ve manido y sobreexplotado.
Y de otro modo: el no encontrar satisfacción sino en conductas que se alejen, cuanto más mejor, de la tradicional concepción bipolar del coito: En especial, cuantas producen un posicionamiento de superioridad sobre la mujer. Y con ello no me refiero únicamente a la sodomía sin lubricante, ni tampoco a las eyaculaciones faciales no consentidas, sino al capricho más puro. Correrse en treinta segundos y no mediar palabra en el posterior camino al ordenador, periódico o frigorífico. Reírse al ser preguntado por las apetencias del momento, para pasar a colocar sugestivamente la polla delante de la boca, y no admitir otra respuesta que la practicada a modo de succión sobre aquella. Masturbarse ante los ojos de la compañera que espera ser poseída, y ver cómo se diluye su espectativa de placer al culminar exhaustos sobre la sábana mediadora.
¿Follan ustedes como personas, o dieron el pertinente paso al hundimiento moral de forma análoga a cómo lo expongo?
Aunque nos encante repetir que no follamos, que somos unos tristes misántropos -y por extensión misóginos- que obtienen mayor atención de un teclado y una pantalla que del género humano, lo cierto es que, deshonra aparte, muchos de los aquí presentes somos y/o hemos sido adeptos a la cópula durante años.
Bien, y por delimitar las cosas: es a ellos a quienes me dirijo.
¿Acaso no se han visto ustedes -aquellos a quienes no se les negó el amor adolescente, y no han pasado a ser unos verdaderos marginales sexuales (en opinión del ilustre Houllebecq)- en la peor de las situaciones en que puede verse el buen heterosexual?: La pérdida del interés, pérdida casi absoluta, en las formas tradicionales de sexo en pareja. El hartazgo sistemático del follar común. El hastío, incluso intelectual, producido por un sexo que se ve manido y sobreexplotado.
Y de otro modo: el no encontrar satisfacción sino en conductas que se alejen, cuanto más mejor, de la tradicional concepción bipolar del coito: En especial, cuantas producen un posicionamiento de superioridad sobre la mujer. Y con ello no me refiero únicamente a la sodomía sin lubricante, ni tampoco a las eyaculaciones faciales no consentidas, sino al capricho más puro. Correrse en treinta segundos y no mediar palabra en el posterior camino al ordenador, periódico o frigorífico. Reírse al ser preguntado por las apetencias del momento, para pasar a colocar sugestivamente la polla delante de la boca, y no admitir otra respuesta que la practicada a modo de succión sobre aquella. Masturbarse ante los ojos de la compañera que espera ser poseída, y ver cómo se diluye su espectativa de placer al culminar exhaustos sobre la sábana mediadora.
¿Follan ustedes como personas, o dieron el pertinente paso al hundimiento moral de forma análoga a cómo lo expongo?