Cuando se lo merecen

Sanferlo

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16 Feb 2013
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Si hay algo que podría definirme muy bien es esa honda y honesta preocupación con respecto a la igualdad de las mujeres con respecto a los hombres en todos los ámbitos de la sociedad. Por desgracia, aún queda mucho, mucho trabajo para que la balanza de los sexos sea por fin justa, equilibrada y adecuada como una sociedad decente merece. Me gustaría, no obstante, apuntar un par de cosas a vuelapluma.

Uno de los temas donde más se ve esa desigualdad y disparidad es la violencia contra la mujer. Mucha gente se corta de golpear a una tía precisamente por eso, porque es una tía. Y eso sería aprovecharse. Pero es que claro, al final lo que consiguen ellas es salvarse por su condición cuando en el caso de ser un hombre con pene opresor es muy probable que recibirían la paliza de sus vidas.

Y esto no puede ser.


Época atrás todo esto era muy distinto. Era un campo verde y natural donde las mujeres como viene siendo habitual en ellas, su tendencia primigenia consiste en tocar los cojones toreros del personal, a desequilibrar lo duramente conseguido con sus malcriadeces y sus pataletas infantiloides pero no obstante era entonces, atención, cuando la dura y fría mano de nuestros abuelos cruzaba su cara como un relámpago sordo e impasible; y con ello todo volvía a su cauce y normalidad, todo seguía ese curso natural. Que con ello acaso no nos deba importar las patas quebradas si con esa amenaza se conseguía una holgada pacificación social durante una buena temporada (agradecida por las propias mujeres). Y es que es por eso y no por otra cosa que el mejor instrumento para la paz construido por el hombre en el siglo pasado fue la bomba atómica.

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Así que ya saben, cuenten sus historias sobre golpear mujeres y sus formas favoritas para acometer tan noble tarea. La mía sin duda es el gancho en dirección al abdomen. Por varias razones:

1.Es muy doloroso. Bien ejecutado deja un dolor muy intenso y perdurable. La zona del abdomen es una zona especialmente sensible, un centro de gravedad que afecta a todo el cuerpo como las ondas concéntricas de un estanque al tirar una piedra, por muy leve que sea la molestia que tengamos. Es por ello que resulta una diana inmejorable.

2.No deja marca. Una de las principales ventajas es esta. Mientras que una simple bofetada te busca la ruina aquí las pruebas del delito pronto desaparecen (si es que aparecen).

3.Es simbólico. ¿Qué mejor recordatorio del dolor de la regla, del dolor del parto? El sufrimiento de una mujer en detrimento y beneficio del hombre es la única opción moral correcta.

4.Es muy estético. Relacionado con el punto anterior, cuando golpeas con mucha fuerza a una mujer con un gancho al estómago, la primera reacción producto del dolor es la de hincar la rodilla como si se estuviera delante de un Papa o un Rey. Es un acto reflejo y bellísimo de sumisión. Si además se acompaña de alguna lágrima por el dolor también se parece a una estampa religiosa pero sigue siendo muy bonito.




Ale, no duden y cuenten su opinión.






Pd1: Este post está referido exclusivamente a hombres.

Pd2: No, no es un post irónico sino uno bastante sincero.
 
Un imán de mi pueblo nos recomendaba golpearlas con toallas mojadas, para no dejar marca. Lo encarcelaron debidamente, ahora seguimos golpeándolas con cadenas oxidadas como toda la vida.
 
Si es un post serio no se vale. Te juegas varios años comiendo san jacobos en bandeja de metal.
Tu nunca has echao a una tía de tu casa verdad?
Pero abriendo la puerta y empujandola a tomar por culo.

Más que mil hostias a rodabrazo.
 
Por supuesto que es en serio, amigo @Kid_B. Señor juez, justifico la máxima violencia posible contra la mujer incluso si estamos hablando y amparando el asesinato. Cuando el telediario matinal con la noticia de otra fémina degollada como un cerdo por su pareja abre la mañana sonrío feliz y dichoso. Me alegra el día.

Pero aqui hablamos de esas veces que habéis utilizado la violencia contra la mujer y qué resultados habéis obtenido recurriendo a ella. Qué habéis sentido y si os gustó (espero). Desde una buena hostia para tener y paz y tranquilidad por unos días o bien el simple incremento sexual. He aquí dos ejemplos:

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R. Hombre, eso es lo jodido de todo esto... Al lado de otros superseductores yo no soy nada, quizá por timidez... Y acaso por timidez llegué en un tiempo a tener una pulsión que me trajo muchas complicaciones.

P. ¿Qué pulsión?

R. Abofetear a las mujeres. Un día estábamos en Hamburgo, con los de la Escuela de Cine, una chica se levantó de una mesa, y yo me levanté, fui a ella y la abofeteé. No sé por qué llegué a tener esa pulsión, que no tiene nada que ver con algo que me apasiona, el sadomasoquismo, pero nunca me ha gustado la bofetada. Y sin embargo tuve ese impulso, que de repente le pegaba una bofetada a una señora. La primera vez fue en la Gran Vía, y no llegó a ser una bofetada de verdad. Estábamos en un paso de peatones y le pegué a aquella chica con un periódico doblado. Cómo se puso. La segunda fue esa de Hamburgo. Al principio la chica se indignó, como los que estaban a mi alrededor. No sé qué me pasó, no era como esas cosas del sadomasoquismo, atar y todo eso, que me producen placer, era algo muy distinto. Eso no me producía placer, por eso lo llamo pulsión. Ocurrió durante un año o dos. Una vez, en Bocaccio, en Barcelona, le di una bofetada a una modelo entonces famosa. Me salvó de un linchamiento mi amigo el productor Alfredo Matas, que era un hombre de gran prestigio allí. Y aquella vez de Hamburgo la cosa se calmó, e incluso la chica luego se vino conmigo, me cogió de la mano, me llevó con sus compañeras de residencia y pasamos una noche maravillosa.

P. O sea que le perdonó...

R. Cómo que me perdonó, que eso debió ponerla cachonda.

http://cultura.elpais.com/cultura/2010/11/13/actualidad/1289602807_850215.html
 
:1 :cool::wink::cool:

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A mi me ha pasado un par de veces, que se ponen como locas y les jode un montón cuando no les haces ni puto caso y les tratas como a disminuidas, hablándole lento y eso.

Eso si, este método para hacerlas callar no vale, sino todo lo contrario.
 
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