THORNDIKE
Cojones de fogueo
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- 13 Jun 2010
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Hola chicos, quizás he exagerado con el título, pero así llamo más la atención, que es lo que deseo en la soledad de mi calurosa pocilga, obsequiadme con vuestra compañía, materializada sea, con vuestra sabia opinión y crítica.
Hace unos meses, durante un ataque, me corté la cara con un cuchillo de cocina, era de esos que tienen un filo dentado,préviamente lo desinfecté con alcohol , tras lo cual, con un par de movimientos rápidos (pues en el primero, víctima de la falta de determinación no me corté lo suficiente) provoqué un surco en mi mejilla derecha en dirección longitudinal.Una vez realizado el corte, toda esa zona de la cara me empezó a arder, aunque no sangraba demasiado, acto seguido, y consciente de mi locura, me tiré a la cama a llorar cual quinceañera a la que no dejan salir un sábado noche.
La desesperanza, el abatimiento y la melancolía, propios de un episodio depresivo mayor, me abrazaron con fuerza durante unas horas, tras lo cual, estuve otras tantas horas contemplando mi obra frente al espejo.
Una buena cicatriz en la cara es un tesoro, es un signo exterior que impone respeto a los demás individuos del grupo, la cara es el primer mensaje que recibe tu interlocutor antes de que se inicie la conversación, según el rostro que presentes se predisponen una serie de expectivas en el que lo contempla, una valoración automática e inconsciente que se activa sin remedio(personalidad, pasado, potencia sexual, dominancia, estatus, en fin, es infinita la información que proporciona la jeta)estas expectativas hacen que se cometa un sesgo de confirmación respecto a toda esta información implícita, haciendo que el receptor se comporte de tal manera que acaba propiciando que sus profecias se cumplan, sí se activa la red semántica de que eres un "hijo de puta loco peligroso", te tratará como tal, haciendo que al final tú mismo te comportes como un "hijo de puta loco peligroso" con la consecuencia de que sus predicciones quedan confirmadas y reforzadas. Todo esto ya lo había leído en la carrera (me quedan unos poquitos créditos para licenciarme en psicología) pero necesitaba dar un valor empírico a un hecho presente en todo el reino animal, y que marca el devenir de las relaciones interpersonales.
En la oficina, al día siguiente, fue muy pesado, pues todo el mundo me preguntaba por mis heridas, a lo que yo respondía con un tono monótono y falto de emociones en plan roboc "cuando iba con la bici por el campo me arañé con las ramas de un arbol"
"ohhh vayaa". En ese contexto no podía experimentar nada, ya me conocía todo el mundo desde hace años, y no había predicciones que confirmar.La cosa empezó a funcionar en el día a día, en la biblioteca, en el centro comercial, imbuido en hostil tráfico, con el viejo de la cola del banco, con la zorra teen que te cruzas cuando sale del instituto, fue en estas situaciones cuando pude comprobar como mi cara marcada infundía respeto, miedo, dedicación,hipervigilancia,y es que en la gran mayoría de las interacciones que provocaba, me erigía en una cómoda posición de ventaja desde la cual dirigía la conversación por donde se me antojaba, los "otros" seguían mi batuta con cara de seriedad y alerta, detectaba sus putos movimientos sacádicos con infinidad de fijaciones en mi seca y pardusca herida.
Unas semanas después, se desprendió la costra de la herida, yaciendo inerte en mis manos cual crujiente filamento, que una vez examinada su sólida estructura, deposite en mi boca y mastiqué como una Ruffles.Al final no me quedó la cicatriz esperada, debería haber inflingido un corte más profundo, o al menos haber boicoteado la coagulación con los típicos toqueteos compulsivos de un infante.
Ahora estoy planeando hacer las cosas bien, quiero comprar un bisturí y anestesiar con hielo la zona para poder cortar con tranquilidad un buen par de tiras de piel y carne, una vez que tenga el material, solo es cuestión de esperar a tener otra crisis de ansiedad y hacer las cosas bien.
Un saludo compañeros.
Hace unos meses, durante un ataque, me corté la cara con un cuchillo de cocina, era de esos que tienen un filo dentado,préviamente lo desinfecté con alcohol , tras lo cual, con un par de movimientos rápidos (pues en el primero, víctima de la falta de determinación no me corté lo suficiente) provoqué un surco en mi mejilla derecha en dirección longitudinal.Una vez realizado el corte, toda esa zona de la cara me empezó a arder, aunque no sangraba demasiado, acto seguido, y consciente de mi locura, me tiré a la cama a llorar cual quinceañera a la que no dejan salir un sábado noche.
La desesperanza, el abatimiento y la melancolía, propios de un episodio depresivo mayor, me abrazaron con fuerza durante unas horas, tras lo cual, estuve otras tantas horas contemplando mi obra frente al espejo.
Una buena cicatriz en la cara es un tesoro, es un signo exterior que impone respeto a los demás individuos del grupo, la cara es el primer mensaje que recibe tu interlocutor antes de que se inicie la conversación, según el rostro que presentes se predisponen una serie de expectivas en el que lo contempla, una valoración automática e inconsciente que se activa sin remedio(personalidad, pasado, potencia sexual, dominancia, estatus, en fin, es infinita la información que proporciona la jeta)estas expectativas hacen que se cometa un sesgo de confirmación respecto a toda esta información implícita, haciendo que el receptor se comporte de tal manera que acaba propiciando que sus profecias se cumplan, sí se activa la red semántica de que eres un "hijo de puta loco peligroso", te tratará como tal, haciendo que al final tú mismo te comportes como un "hijo de puta loco peligroso" con la consecuencia de que sus predicciones quedan confirmadas y reforzadas. Todo esto ya lo había leído en la carrera (me quedan unos poquitos créditos para licenciarme en psicología) pero necesitaba dar un valor empírico a un hecho presente en todo el reino animal, y que marca el devenir de las relaciones interpersonales.
En la oficina, al día siguiente, fue muy pesado, pues todo el mundo me preguntaba por mis heridas, a lo que yo respondía con un tono monótono y falto de emociones en plan roboc "cuando iba con la bici por el campo me arañé con las ramas de un arbol"

Unas semanas después, se desprendió la costra de la herida, yaciendo inerte en mis manos cual crujiente filamento, que una vez examinada su sólida estructura, deposite en mi boca y mastiqué como una Ruffles.Al final no me quedó la cicatriz esperada, debería haber inflingido un corte más profundo, o al menos haber boicoteado la coagulación con los típicos toqueteos compulsivos de un infante.
Ahora estoy planeando hacer las cosas bien, quiero comprar un bisturí y anestesiar con hielo la zona para poder cortar con tranquilidad un buen par de tiras de piel y carne, una vez que tenga el material, solo es cuestión de esperar a tener otra crisis de ansiedad y hacer las cosas bien.
Un saludo compañeros.