Pero lo que resultaba extraño es que a los 14 años, cuando la polla estaba al rojo vivo, un jesuita llamado Elías te metía en un despacho que tenía lleno de cientos de números de la revista "Aguiluchos", de crucifijos, estampitas y mierdas varias y te hacía la siguiente pregunta: "hijo, ¿cuántas veces te la cascas a la semana?". Tú le decías: pues cuatro. Y él te respondía: "está bien, tienes un desarrollo normal, no te olvides de retirarte el prepucio y tener una buena higiene".
El problema venía cuando te decía: "te sonará raro, pero es mi obligación decirte que la religión del Dios que amas considera un acto egoísta la masturbación. Por cada polución, matas millones de espermatozoides que podrían ser el origen de una nueva vida. Si fuera budista te diría algo distinto, pero soy católico y es lo que toca".
A continuación, si soltabas una ocurrencia, el viejo verde, pedófilo, hijo de puta, te sacaba una revista porno y te decía: "bueno, como verás yo también tengo de éstas que compráis en el quiosco", se descojonaba y te miraba con ojitos de cordero degollado.
Lo último que supe de él es que le había dado un derrame cerebral y andaba recluido en la planta de arriba del colegio, destinada a los jesuitas moribundos que comen sorbiendo una pajita y hacen caca en bolsas del Día%. Me alegro.