Yo no veo cine que vaya más allá de los años 70, con la excepción de los grandes clásicos hispánicos del destape con Esteso y Pajares, a los que considero ejemplos de virilidad y dignos de emular en las conquistas de féminas.
Más allá de esta excepción no veo cine moderno desde hace cosa de 10-15 años, más o menos, y tengo especial predilección por el cine clásico italiano, francés y español, eludiendo, en la medida de lo posible, el usano, aunque éste último tiene muchas películas buenas de los años 40-50.
El cine moderno se ha convertido en un instrumento de propaganda al servicio del NOM, y no ya el judeobuliense, el usano, sino el europeo, donde no paran de reproducir todos los patrones de conducta, opiniones, cuotas por razas y basura de superhéroes y gilipolleces inverosímiles para la masa monguerizada e infantilizada. Y me refiero a lo de las mujeres empoderadas, historias sin fuste donde se defienden modelos multiculturales y globalizados, filmes que parecen más documentales de propaganda en un 1984 convertido en realidad.
Ahora bien, también debe de haber alguna honrosa excepción, pero son difíciles de encontrar, como las películas de aquel director ruso, Andrey Zvyagintsev, o algunas de Michael Haneke o Lars von Trier, pero poco más. Quizás habría que meter aquí también a Mel Gibson, que es un tío guay, con buenas ideas y enfrentado a toda esa mafia que señalaba antes.