El problema del cristianismo

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11 Sep 2006
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Yo no soy religioso, pero tampoco soy anticatólico. En la práctica, siempre he visto al catolicismo con simpatía, e incluso lo he defendido en discusiones. Pero hace años tuve una mala experiencia que voy a relatar.

Además de no ser creyente, la inmensa mayoría de la gente que he conocido tampoco lo era. Pero siempre hay una excepción que confirma la regla. Conocí en cierta ocasión a alguien muy beato, de los que rezan mucho y van a misa los domingos.

El caso es que un buen día en la conversación apareció el asunto de la inmigración. Este es un asunto que procuro evitar, porque ya sé cómo va a acabar: irritándome ante la pachorra del interlocutor, quedándome pasmado viendo cómo, a pesar de los argumentos aportados, a la otra parte le entran las ideas por un oído y le salen por el otro sin procesar.

Pero bueno, el caso es que empezamos a tratar el asunto, y el muy beato, aunque no le gustaba ver la cantidad cada vez mayor de inmigrantes por las calles, empezó a defenderlos desde el punto de vista religioso católico, diciendo que somos todos iguales, hijos de dios, etc.

Creo que ese fue el momento decisivo en el que yo empecé a reflexionar, y a leer, sobre la influencia que el cristianismo ha tenido en España y en el mundo en distintos asuntos, así como su origen. Hasta ese momento, como dije al principio, la religión era un asunto que yo ignoraba y que no me interesaba. La resistencia de este beato a oponerse a la inmigración fue una prueba concluyente de que no debía dejar el asunto sin tratar.

Posteriormente a esa mala experiencia, me enteré de que una parte de los falangistas, los seguidores de cierto partido, (que no menciono simplemente porque hay tantos con un nombre parecido, que nunca me aclaro de cuál es cuál), defendían la inmigración de indios pues anteponían como valor a defender el religioso al étnico, y los consideraban “españoles” y no extranjeros, (luego cambiaron de opinión por motivos electoralistas, parece). Esta era ya la segunda prueba de que el catolicismo se me mostraba como enemigo de los defensores de la estirpe como principal seña de identidad nacional.

Y continuamente encuentro ejemplos de que el cristianismo es una ideología perniciosa. He aquí un ejemplo de un comentario que leí a un necio:

“Como ser humano me indigna que una persona pueda creerse superior a otra. Como católico, creo profundamente que sólo hay una raza sobre la tierra, la raza de los hijos de Dios (a la que pertenecemos todos)” (JUAN LÓPEZ MARTÍNEZ. 10.08.2008)

¿Malnacidos? - 20minutos.es

Esta es la mentalidad que el mediocre abraza con pasión. Una religión hecha para que el inferior se sienta a la altura del superior, como tan bien explicó Nietzsche. Una religión hecha para captar a la masa de mediocres, igual que el comunismo. Ambas ideologías inventadas por la misma tribu.

Otra prueba se encuentra mirando a la Historia, y comprobar que la colonización española de América ha producido países multiculturales y por lo tanto, divididos, a diferencia de lo sucedido en Norteamérica, en donde se implantó un país anglosajón que luego recibió inmigración europea, (hasta que el sionismo consiguió al fin abrir las fronteras a la inmigración no europea en los años 60 y comenzó la decadencia yanqui, que terminará fatal para ellos). Es decir, los países de Sudamérica, que inicialmente eran más prósperos que los del norte, perdieron su ventaja y quedaron atrasados por el lastre de ser multirraciales y multiculturales. Tenían que haber formado países blancos separados de países indios, (y sin meter negros, claro), y les habría ido mejor a todos. Ahora no tendríamos a mamarrachos como Chávez o Evo Morales haciendo política populista indigenista antiespañola para atraer el voto de los resentidos y fracasados.

También es verdad que hay católicos identitarios que rechazan el igualitarismo y la inmigración, y que a lo largo de la Historia había más y se plantó cara al imperialismo musulmán (árabe y turco) en Europa (y al sectarismo judío). Pero pienso que eso es simplemente porque el cristianismo se integró como un vínculo más en la identidad nacional occidental, que sigue perdurando en la actualidad, pero sólo en unas pocas personas.

Sin embargo, no hay que olvidar que lo que esa religión predica es igualitarismo, y en la actualidad, más que nunca, sin ese elemento identitario que en el pasado tuvo. Basta ver, por ejemplo, al PP, y a su televisión, Telemadrid, en donde al tiempo que nos venden multirracialismo, ya sea emitiendo sin cesar, más que nadie, películas sionistas o concursos de cantantes aficionados con negros en el jurado, emiten una retransmisión religiosa en época navideña o de Semana Santa en la que salen juntos obispos de distintos países y razas en el Vaticano, demostrando ese igualitarismo.

No se puede olvidar tampoco qué tribu inventó, o de dónde surgió, el cristianismo, y qué mitos semitas ajenos a la mentalidad europea contiene el cristianismo (vengatividad extrema contra inocentes: pecado original, castigar a los descendientes por los pecados de sus padres; y exagerada: castigo eterno en el infierno por las culpas de una vida de duración finita, etc.).

Se podría argumentar que el régimen ataca con insistencia al catolicismo, luego no es tan pernicioso. Pero el motivo es que es uno de los vínculos de identidad nacional, y por eso también ataca otros vínculos de identidad y de unión nacional, como el idioma español fomentando el uso de los idiomas locales a costa del español, y también porque es el sostén de un conjunto de normas morales que mantienen el orden social. Pero aún así, se cuida mucho de no atacar la mentalidad adjunta al catolicismo, en la que éste se basa, como expliqué en “La negativa herencia ideológica judeocristiana”. Eso es lo importante en realidad, la MENTALIDAD IGUALITARIA, y a eso no se le ataca.

Así que yo creo que, considerando que hoy en día casi nadie es católico ya en España, pero sin embargo, la población sigue manteniendo esa mentalidad tan perniciosa, lo que conviene hacer es rematar el trabajo. Terminar de matar el cuerpo moribundo católico y enterrarlo, y sustituirlo por una auténtica mentalidad identitaria y sectaria nacionalista que sirva de verdad al interés nacional y de los españoles, (de los españoles que merecen la pena), en vez de tratar de revivir un enfermeo crónico y terminal que ha vuelto a la senda igualitarista para la que fue diseñado en Oriente Medio hace dos mil años.
 
Si bien es cierto que últimamente el catolicismo buenista (hippismo de guitarra, sotana y murales horteras) se está imponiendo, todavía hay muchos católicos conservadores. El franquista nostálgico medio de bastón y bigotín, por ejemplo, está totalmente en contra de la inmigración, pero también es presentado como el arquetipo del ultracatolicismo patrio. Por no hablar de personajes como León Degrelle, nacionalsocialista y cristiano hasta la médula. O de cualquier cura carlistón de toda la vida, de los que disparaban a los rojos desde el campanario. La riada de catolicismo progre que vino después del Concilio Vaticano II es la culpable de este meapilismo, no el cristianismo tradicional, que es su antítesis.

El cristianismo no es incompatible con la conciencia racial, depende de la interpertación que se le dé a la doctrina. Del mismo modo, la declaración de Derechos Humanos se puede blandir para defender el derecho a la preservación de la herencia europea, o usarse demagógicamente para destruirla, tirando del manido argumento de que los pobres negritos que se ven obligados a venir aquí porque no tienen qué comer.
Creo que todos estamos de acuerdo, sea por educación cristiana o no, en que matar está mal, pero eso no excluye que podamos hacerlo en defensa propia o cuando las circunstancias lo requieran, para evitar males mayores. Pues lo mismo con el principio de la caridad, hay que saber diferenciar el ser caritativo del ser imbécil.

Pues eso, son principios básicos, orientativos si se quiere, pero no reglas monolíticas ni inflexibles, y quien se los toma así es un borrego sin criterio, aterrorizado ante la perspectiva de tener que pensar por sí mismo.

Por eso, cualquier meapilas de parroquia que se te salga por la tangente, aunque crea formar parte de la "Iglesia moderna", está estancado antes de la Ilustración.
De todos modos, muchos católicos, entre los que me incluyo, tienen principios que coinciden en gran parte con los de la Iglesia, pero no por imposición o vagancia intelectual, sino por convencimiento.
 
El cristianismo que mola es el del Concilio de Trento y la Contrarreforma: todo lo que ha venido después ha sido ir de mal en peor.

Estudié en un colegio de claretianos y me soliviantaban hasta el extremo las misitas de padrenuestros cantados con melodías de los Beatles y actos de contrición comunitarios. Yo me quejaba, pero a los claretianos les va ese rollo. En cambio, durante mi etapa universitaria coincidí con gentes del Opus que la misa la tenían que hacer en castellano, pero el resto de ceremonias las hacían todas en latín. Incluido rezar en rosario. Bocato di cardinale para mi espíritu.

En cualquier caso, me pasa un poco lo que a ti: admiro profundamente la cultura cristiana y me nombro a mí mismo como católico (hasta el punto de que, por ejemplo, sigo guardando abstinencia los viernes de Cuaresma), pero dejé hace tiempo de creer en Dios (por motivos personales que no vienen al caso) y cada vez me siento más alejado de la moral buenrrollista.
 
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