"Era tan abrumadora la superioridad numérica de la coalición del bolchevismo y el Occidente, que sólo podía ser contrarrestada con armas-secretas de extraordinario poderío. Hitler estimuló a sus inventores para conseguir esas armas y ellos realizaron esfuerzos sobrehumanos, al cabo de los cuales lograron resolver en un plazo angustiosamente corto los más variados problemas de física, de química y de mecánica. La segunda parte de la tarea, consistía en producir las nuevas armas en serie y poder utilizarlas oportunamente.
Ya para 1943 los tanques alemanes Tigre y Pantera eran superiores a los contrincantes, lo mismo que el.cañón de 88 milímetros, que disparaba alternativamente balas antitanque, proyectiles de fragmentación contra la infantería y granadas antiaéreas; se había logrado asimismo producir una pólvora que no dejaba rastros de humo o de luz; (La victoria en Europa.—General Marshall, Tefe del Estado Mayor General de EE. UU.) el caza Focke Wulf superaba en varios aspectos a los modelos extranjeros de su género, etc., etc. Pero todas estas y otras ventajas semejantes no bastaban, sin embargo, para compensar la enorme inferioridad, numérica del ejército alemán respecto a los cuarenta países lanzados en contra suya.
Eran otras las armas en que confiaba Hitler, y se trataba del avión de chorro Me-262, capaz de invertir el curso de la lucha en el aire; del submarino Tipo XXI, que volvería a destrozar convoyes aliados en el Atlántico; de la bomba voladora V-1 y del proyectil estratosférico V-2, capaz de burlar las defensas militares antiaéreas. Y por último, la bomba atómica.
En 1940, al concertarse el armisticio germanofrancés, Hitler y Goering creyeron que la guerra sería corta. Dedujeron que tendría que ganarse con las armas ya existentes, sin perder tiempo en problemáticos inventos, y por tanto suspendieron muchas investigaciones. Pero en 1943, al ver que la contienda se prolongaba, hubo un cambio de política a ese respecto. Fueron sacados del frente 10,000 científicos, técnicos y especialistas para reforzar los centros de investigación y seconcedieron altas prioridades de materias primas para hacer experimentos. .
Febrilmente se reanudaron los trabajos sobre el avión de chorro y el cohete guiado antiaéreo, que pondrían fin al acoso de los bombarderos.
En la gran planta experimental de Peenemunde, cerca del litoral del Báltico, siete mil químicos, profesores y especialistas en cohetes y motores trabajaban afanosamente. La instalación de ese enorme laboratorio con los procedimientos técnicos más avanzados había costado un equivalente a más de 600 millones de pesos.
La V-l (bomba voladora), capaz de llevar una tonelada de explosivos, fue lanzada al aire por primera vez en 1942,-pero algo fallaba todavía y las alas se le rompían. Un año más tarde la V-l alcanzó un alto grado de perfección y podía volar a más de 600 kilómetros por hora llevando una tonelada de explosivos; su lanzamiento era sencillo y un ingenioso dispositivo de brújula y timones le permitía dirigirse con relativa aproximación al blanco elegido. Aun era frecuente que el impacto se produjera con un error de seis kilómetros y por tanto no podía usarse como tiro de precisión, pero sí contra grandes concentraciones de tropas. Hitler ordenó entonces que se iniciara su construcción en serie.
Un fuego concentrado de V-l podía llegar a frustrar los preparativos aliados de invasión.
Además, en Peenemunde se trabajaba también apresuradamente para producir la V-2 (cohete estratosférico), contra la cual no existía medio alguno de defensa; su fantástica velocidad de 5,580 kilómetros por hora (casi cinco veces más rápida que el sonido) la hacía inmune al radar, a los cazas enemigos y a cualquier sistema de defensa antiaérea. El profesor Von Braun y un numeroso grupo de técnicos trabajaban hasta 16 horas diarias en el invento de la V-2 (originalmente llamada A-4) y en 1940 se lograron los primeros resultados alentadores. Dos años más tarde ese fantástico proyectil ascendió por primera vez a la estratosfera y recorrió 270 kilómetros cual bólido interplanetario. El júbilo en Peenemunde fue inmenso.
El doctor Walther Riedel, uno de los directores del Laboratorio, dio una explicación comprensible de la fuerza enorme de una V-2: "Tomemos 39 locomotoras de 110 toneladas. Pongámoslas en marcha allO kilómetros por hora, contra una pared de concreto. Ese es el poder de una V-2. El impacto es tan terrible que el 70% de . sus 4,000 kilos de metal se vaporizan en un rocío plateado que cubre las hojas de los árboles cercanos". El proyectil tiene 14 metros de longitud y 1.70 de diámetro, su peso total es de 12,980 kilos con carga completa, o sea: 4,400 kilos de la estructura metálica, motores, etc., 7,500 kilos de combustible y 1,000 kilos de explosivos.
Para la invención de la V-2 (obra del general Dornberger) fue preciso resolver dificultades tan grandes en los campos de la física, la química y la mecánica, que al lograrlo, quedaron abiertas a la-humanidad las puertas de los espacios siderales. Ningún otro procedimiento ni ningún otro vehículo podían antes soñar con trasponer la atmósfera. La V-2 liberta al hombre de ese límite terrestre y le da las posibilidades de escrutar otros mundos. Ya en los primeros ensayos ascendía a 75,000 metros de altura. El profesor Walter, que construía en Kiel los nuevos motores eléctricos para submarino, también hizo valiosas innovaciones para confeccionar el motor del cohete V-2.
A este respecto el general Tomás Sánchez Hernández dice en Historia del Armamento: "La bomba V-2 constituyó una verdadera revelación. Por su técnica maravillosa y su fabricación perfecta, encarnó el prototipo de todas las realizaciones alemanas respecto a bombas-cohete... La V-2 es, sin discusión, un derroche inaudito de técnica superior, y, en el sentido literal de la palabra, un aparato de precisión demasiado hermoso para el uso que se le destinaba; ingenio en que nada se había dejado al azar.
Todos los recursos de la ciencia moderna fueron puestos en juego para realizar la concepción más atrevida de una bomba-cohete. En una V-2 no existen menos de 22,000 piezas, y la construcción requiere más de 4,000 horas-hombre de trabajo, sin contar con la complicación de transporte para ajustar las diferentes piezas y conducir la V-2 hasta su punto de partida".
Esta fantástica arma, probada en 1942, fue objeto de importantes modificaciones a efecto de afinar la puntería y finalmente quedó lista a mediados de 1943. Hitler visitó la planta de Peenemunde en ¡unió y ordenó la construcción de 30,000 V-2, para Io cual se requería un terrible esfuerzo, igual que para producir 180,000 aviones. Por tanto 1,500 técnicos fueron sacados de las fábricas de aviones y artillería y se consagraron a montar maquinaria y a entrenar personal para iniciar la producción en serie de la V-2.
En la desesperada carrera de los peritos alemanes y de los espías y saboteadores aliados, el movimiento secreto israelita jugó un importantísimo papel y muchos de sus agentes pudieron magistralmente comunicar a Inglaterra lo que se estaba haciendo en los laboratorios de Peenemunde. Inmediatamente los ingleses trazaron planes para evacuar gran parte de la población de Londres y comprobaron desde el aire que los alemanes construían extrañas instalaciones en la Europa occidental, como si se dispusieran a utilizar armas no conocidas hasta entonces.
"Los hombres de ciencia —dice Churchill— y los oficiales técnicos expresaban ¡deas muy variadas sobre el particular. Lord Cherwell, consejero científico de Churchill, decía que usar cohetes con cabeza de 10 a 29 toneladas era cosa que él no creía posible". (La V-2 demostró que sí).
Mientras se hacían esas conjeturas, el movimiento secreto que operaba en Alemania y que solapadamente había incrustado miembros suyos en puestos vitales de observación, ratificó sus informes y envió valiosos datos a Londres acerca de la V-2, del sitio de la planta y de la forma en que se hallaba camuflada. Con esos datos Churchill pudo ordenar un ataque preciso el 17 de agosto de 1943, contra las plantas esenciales del Peenemunde que se hallaban camufladas entre los bosques. En esa acción se emplearon 561 bombarderos "Halifax" con dos mil toneladas de bombas incendiarias.
"Aunque los daños materiales fueron mucho menores de lo que habíamos supuesto —agrega Churchill—, el ataque tuvo una influencia trascendental. Todos los dibujos de construcción que acababan de terminarse para ser enviados a los talleres quedaron quemados, y por eso la iniciación de la fabricación en grande escala se vio considerablemente demorada. Esto indujo a los alemanes a concentrar la fabricación en instalaciones subterráneas en las montañas de Han".
Consecuentemente hubo una grave demora en la construcción de las 30,000 V-2 que pedía Hitler, y la demora se agravó poco después con motivo de la emergencia que causó a la industria bélica alemana la capitulación de Italia y la apertura de ese nuevo frente.. Para dar tiempo a la terminación de las nuevas armas Hitler ordenaba que no hubiera retiradas en ninguno de los campos de batalla, cosa que a muchos de sus generales —que valoraban la situación únicamente por lo que alcanzaban a ver— les parecía una locura.
Pero además de los adelantos en la V-l y la V-2, la ciencia alemana estaba logrando extraordinarios avances en la física nuclear. Después de ingeniosos experimentos fue descubierta la forma de provocar el "Kernspaltung", fenómeno que años más tarde fue conocido mundialmente como "desintegración atómica". Los principios esenciales de ese descubrimiento fueron formulados por el perito Otto Hahn, quien ya se había hecho mundialmente conocido al descubrir el radiotorio y el mesotorio en 1906, y el protactinio en 1917. A este respecto el general Sánchez Hernández dice: "Fue en enero de 1939 —unos meses antes de que estallara la segunda guerra mundial— cuando Otto Hahn y Strassmann publicaron los resultados cualitativos de sus trabajos. Ellos indicaban cómo por bombardeo de los núcleos de uranio por medio de neutrones, habían logrado un fenómeno que llamaron Kernspaltung y que hoy conocemos como "desintegración nuclear". Esto provocó una verdadera revolución en el mundo de la física nuclear. F. Joliot en París y Fermi en Nueva York confirmaron inmediatamente los descubrimientos de Otto Hahn".
(El modo de provocar la desintegración atómica fue descubierto en el Instituto Kaiser-Guillermo de Berlín el 17 de diciembre de 1938 y comprobado "en enero de 1939. La noticia se publicó el 6 de ese mes en la revista alemana "Ciencias Naturales". En el Instituto Kaiser trabajaba Lisa Meitner, judía, quien inmediatamente se trasladó a Suecia y cablegrafió a Nueva York todos los pormenores que conocía acerca de los experimentos atómicos).
En el Diario del Ministro Soebbels aparece una anotación el 21 de marzo de 1942, que dice: "La investigación hecha en la esfera de la destrucción por medio de la energía nuclear ha adelantado hasta un punto en que es posible que los resultados se usen en esta guerra. Dícese que puede causar una destrucción colosal con un esfuerzo mínimo. La ciencia alemana está en su apogeo en este punto. Es esencial que sigamos adelante de todos". Más o menos en esos mismo días Eva Braun anotaba en su Diario: "Primavera de 1942.—Speer (Sucesor de Todt como Ministro de Armamentos y Municiones) vino y trajo una noticia sensacional. Han descubierto en Koenigsberg un tipo nuevo de explosivos que se relaciona con el átomo y que podría destruir ciudades enteras. Es, por supuesto, estrictamente secreto. Yo sólo he comprendido algunos puntos de la discusión, pero parece ser que este invento decidirá la guerra".
Refiriéndose al gran adelanto que los investigadores alemanes llevaban en el campo de la energía nuclear, el general Sánchez Hernández afirma: "Realmente su ventaja era impresionante, ya que en 1940-' 41 Otto Hahn había descubierto los elementos 93 y 94 y logrado aislar los elementos 95, 96 y 97. Ahora bien, los norteamericanos no descubrieron los elementos 95 y 96 sino hasta 1946, cinco años más tarde, por el profesor Gleen T. Seaborg, quien propuso llamarlos Americum y Curium... El Instituto Kaiser Wil-helm (en Alemania) había sido transformado en una verdadera fortaleza de investigaciones atómicas, y en 1942 la fábrica industrial del plutonio fue realizada en Alemania, cuando en América sólo existía en proyecto".
Hay otros muchos datos que ratifican este hecho histórico. Cuando Rommel pedía apremiantemente a Hitler que le enviara tanques y morteros —según refiere el general británico Desmond Young— Hitler le dijo que "había una nueva arma secreta de un poder tan aterrador que su explosión tiraría a un hombre de un caballo a tres kilómetros de distancia". ( "Rommel".—Por el Gral. Desmond Young. Gran Bretaña.)
Por su parte, Winston Churchill dice en sus memorias: "A mediados de 1942 nos enteramos de los esfuerzos alemanes por abastecerse de 'agua pesada'. ¿Qué hacer si el enemigo llegaba a obtener una bomba atómica antes que nosotros? Recomendé con todo encarecimiento que desde luego formáramos un fondo común de todos nuestros informes".
Con fundamento en esos temores, Churchill ordenó un ataque en febrero de 1943 para destruir una planta de "agua pesada" alemana en Noruega, necesaria para la bomba atómica.
Robert P. Patterson, Subsecretario de Guerra de Estados Unidos, refirió que los alemanes estaban en vísperas de hacer estallar la bomba atómica cuando ocurrió el colapso. "La verdad es que los alemanes eran enemigos muy peligrosos —dice— por su habilidad de inventar".
Hablando sobre el mismo tema, el crítico militar norteamericano Hanson W. Baldwin afirma que "fueron los científicos alemanes los primeros en llegar a conclusiones definitivas en la materia".
En 1943, pese a los daños que había sufrido y a la enorme superioridad numérica que la acosaba, Alemania todavía tenía la probabilidad de la victoria. Por eso el general Eisenhower dice que "los adelantos de la técnica alemana, tales como el desarrollo de explosivos atómicos, hacían imprescindible que atacásemos antes de que esas terribles armas se emplearan en contra nuestra". (Cruzada en Europa.—Por Dwight David Eisenhower)."