FreakPor Acracio
En un lugar de Sevilla de cuyo nombre da risa acordarse, vivía un muchacho de moto cutre, ropajes modestos y lengua charlatana.
Ocurrió que un buen día aprendió a leer, y se vio capaz de leer libros. Y ocurrió que en sus manos cayó un libro que hablaba de cambio, de revoluciones, de anarquía... Ocurrió que en esos mismos tiempos comenzó este muchacho a oír música rock. Y no pasó mucho tiempo cuando comenzó a escuchar campanas.
La brisa de las mañanas le traía sonidos de campanas que le entraban en la mollera y se la llenaban de pájaros. Él no sabía de donde provenía ese sonido de campanas, pero le parecía un sonido maravilloso, de manera que decidió que ese sonido celestial se dirigía a él, que le quería decir algo y pensó que lo mejor era dar un cambio en su vida. En ese mismo momento se dio cuenta de que era alguien especial y que le parecía que estaba destinado a ser importante. Que era una persona condenada por el destino a cambiar el curso de los ríos ideológicos de las personas que le rodeaban. Empezaba a sentirse el Salvador de la humanidad. Comenzó a mirarse al espejo y creyó que lo mejor era cambiar su aspecto físico, sobre todo en lo que atañe a ropas y peinado. Debía ser un aspecto que aparentase una persona involucrada en algo importante y que con ese nuevo aspecto palabras como solidaridad, libertario, revolución, colectivizar... sonarían mejor y le darían más credibilidad y legitimidad que al resto de los seres vivos, debía inspirar algo más que buen rollito.
No se lo pensó dos veces cuando ya se había pintado varias camisetas con frases que había leído. Se colocó varios piercins, algunos colgajos, pelos de punta, varias camisetas juntas, mas o menos rotas, algún que otro churrete... todo esto, como intentando aparentar que no se preocupaba demasiado de su aspecto físico debido a lo entregado que estaba en la lucha por un cambio radical en la sociedad. De este modo (mirando algunos comics) se llenó la cabeza solo de pelos, y en su ropa había frases y consignas todas copiadas y papagayeadas hasta la saciedad. Aprendidas de memoria para soltarlas en cualquier lugar. Él insolente, en su inmadurez, y sin comprender exactamente el significado de lo que leía, escribía y decía se creyó reyezuelo y subido a la mesa del garaje de sus padres comenzó a mirarlo todo desde arriba mientras pronunciaba palabras que le llenaban la boca de baba. Y las pronunciaba despacio, recreándose en sí mismo, oyéndose a sí mismo...
- Co-lec-ti-vi-zar, ¡que bien suena!. Coo-pe-rar, ¡¡aaaah!! Que bonita, con sus dos oes. Li- ber- ta rio, ¡por favor! Que bien suena. Esta me la atribuyo a mi mismo, a partir de ahora soy libertario. Qué bonitas las palabras, cómo suenan, pero... mmmm... no, no me gusta el nombre que tienen las cosas, ¿quién habrá sido el imbécil que les habrá puesto nombre? por ejemplo a ti mesa a partir de ahora te voy a llamar tetrapatas, ¡ala! Y a la silla la denominaré... sentona ¡ala! Eso si suena mejor... y a los euros, a los euros los llamaré para diferenciarme del resto, los llamaré a partir de ahora ¡Leuros!...
Así continuó toda la tarde haciendo el mono subido a la mesa y cambiando los nombres a todo. Pobre loco, solo se conformaba con cambiar el nombre, él, no sabía nada del significado de las palabras, del contenido, de lo que evocan las palabras más allá de su pura grafía. Y se acostó pensando en lo bueno de su tarea, y se acostó pensando que todo estaba mal, y que él lo podía cambiar. A la mañana siguiente salió a la calle y continuó mirándolo todo como desde arriba de un pedestal. Lo que vio, no le gustó así que decidió él mismo encomendarse la noble misión de no solo cambiar el nombre a las cosas sino de cambiar las normas, costumbres, las tradiciones... Qué todo estaba mal construido y que él sería un SALVADOR, un caballero Jedai de esos de las guerras de las galaxias que salvan a todos y encima se lleva a la chica más guapa.
Cogió su moto cutre y decidió darse una vuelta por el mundo burgués, que era precisamente el mundo que más asco le daba justamente por provenir de él, (pero él no tenía ni la más mínima idea de su procedencia burguesa, por eso se veía tan diferente). Mientras daba la vuelta con su moto también iba su cabeza dando vueltas por otro lado y se pensó tan sumamente coherente que decidió no leer más, ni oír a los que le rodean, jóvenes o viejos. Así, su cabeza cada vez estaba mas llena de pájaros y las campanas cada vez le sonaban más cercanas.
Se encaminó a los barrios más alejados y salió de la ciudad, y desde allí, desde un pequeño cerro, repudió el mundo en el cual nació y escupiendo a la tierra grito - ¡Jamás volveré a leer!, ¡Jamás volveré a escuchar!, ¡Ya lo sé todo! -. Y creyó que lo más coherente sería salir del mundo y vivir en otro lugar para sentirse aún más diferente.
-Ya no viviré en casa de mis padres como el resto de la humanidad. ¡Yo viviré en la primera casa vacía que me encuentre! ¡Ocuparé el primer espacio que encuentre vacío!
Y así fue como entró en la casa más ruinosa, abandonada y llena de goteras que había en la ciudad, que no sabía de quién ostias era, ni le importaba. A pesar de estar dos calles más allá de donde había nacido. Y es que realmente, nunca se había preocupado por oír a sus iguales.
- ¡Pobres miserables! No tiene ni idea de coherencia, yo, en cambio, hablo de cambiar y... doy un cambio en mi vida. Soy... algo así como... un... un súper... ¡OCUPA! Exacto, soy un SUPEROCUPA, eso es (reía y gritaba el nene) ¡¡¡SOY UN SUPEROCUPAAAA!!!. Yo diferencio entre el bien y el mal. Voy a salvar el mundo, preparaos seres malignos os voy a aniquilar...
Y se fue dando gritos y puñetazos al aire como si peleara con alguien. Cogió de nuevo la moto y se fue a buscar alguien o algo que precisara de su ayuda. Buscaba un comienzo a su guión perfectamente estudiado en su pequeña sesera. Justamente cuando estaba arrancando su moto le salió al paso un vecino suyo que le había visto entrar en la casa abandonada, y no teniendo nada mejor que hacer le había seguido y escuchado en su delirio de grandeza. Así antes de que pudiera marcharse le salió al paso para conocer mejor sus intenciones salvadoras, no fuera a ser que al final llevara razón.
-¿A dónde vas?- le preguntó.
Mirándole con desprecio - A salvar al mundo- contesto el recién autonombrado superocupi.
- ¿Y... eso es difícil?.
- Ignorante, ya veo que lo tuyo no es leer ni oír. Me das pena, anda déjalo todo, sígueme y aprende de mi saber. Que soy persona culta y adulta que tengo el BUP y parte del COU. Voy a librar una dura batalla contra el Capital y, la verdad, no me vendría ,mal un acompañante que me haga de escudero.
Así, los dos amigos, que no tenían nada mejor que hacer, se dispusieron a preparar la dura lucha que supone cambiar el mundo de un día para otro. Y en su largo caminar por las avenidas recalentadas bajo el sol de Junio, el superocupi empezó a sentirse cansado y mareado. Cuando de repente se paró en seco, oteó a lo lejos y... exclamó
- Mira amigo, los ves allí a lo lejos.
- ¿Ver? ¿ el qué?
- ¡Al enemigo! Le dijo indignado el superocupi a su lacayo.
- ¡Cojones! ¿de qué enemigo hablas?, amo.
- Pues de esos de allí enfrente, mira, mira... un BBVA, un Cajasur, mira, mira... y más allá un Carrefur. Mira y justo detrás, lo ves, cretino hay una gasolinera de Repsol
Su acompañante no salía de su asombro. - Yo no veo nada-.
Indignadísimo le replico a gritos. - ¡Gilipollas! Allí delante, pero mira si se están riendo de nosotros, ¡vamos que te muerden! Pero ¿no les oyes? Dicen ¡Ven, ven a comprar, consume, consume!. ¡Tio! Que te duermes, que estas agilipollao.
- Yo... yo... yo, no veo nada. Sólo... sólo veo edificios. Edificios de un barrio sencillo, deteriorado, obrero, hastiado. No... no veo el Carrefur, ni los bancos, ni nada.
El superocupi, ya no oía a su siervo. Su mirada su tornaba como la de un entripao y solo oía en su cabeza la musiquilla que le entonaban las multinacionales:
"Lo poco que tienes, lo tienes en mi interior.
Lo poco que comes viene de mis entrañas... ¡ñam ñam!
Tu pobre moto, payaso, ¿cómo crees que anda?"
Ja, ja, ja, ja...
- Querido siervo.... no oyes como se ríen... ¿De verás no lo oyes?...
- Pues... no, no lo oigo.
- Allí, allí... allí dentro anidan los culpables de que todo esté desordenado. ¿Oyes?... ¿oyes cómo se ríen?.
- No, no mi querido y supervaliente y magnánimo señor ocupa, no veo nada de nada. Sólo hay edificios, edificios sucios y pintarraqueados.
- Ignorante, no sabes diferenciar nada, claro... que tú... no sabes apenas leer en el interior de las cosas, como yo, que para estos temas tengo un ojo clínico...
- Señor, no es por llevarle la contraria, pero eso de enfrente, a lo que usted señala es la barriada de Los Pajaritos. ¡qué se lo digo yo! Que tengo allí unos colegas. Se lo juro que he venio muchas veces aquí...
No había, el joven acompañante, terminado de decir esto cuando se dio cuenta de que el superocupi aceleraba su moto a todo puño, blandiendo una cadena en la mano, dirigiéndose hacía los edificios más cercanos.
- ¡¡¡Noooo!!!, ¡¡¡noooo!!!, ¡¡mi señor!!, ¡¡¡noooo!!!, ¡que se me mata!, ¡¡¡que no son multinacionales!!!, ¡¡¡noooo!!!...
Pedaleaba inútilmente su montanbaik, pedaleaba a toda pastilla sin lograr alcanzarle y comprobando que sus advertencias no servían de nada ya que su amo y señor cada vez se acercaba más a los edificios gritando...
- ¡¡Muerte al capital!!, ¡¡Muerte a las multinacionales!!, ¡¡¡Morid malditos burgueses!!!, ¡¡Viva la colectivización privada!!...
¡¡¡¡¡CATACRAAAAASSSSSS!!!!!
-¡¡Vaya ostiaaaa!!.
Menuda ostia. Se empotró contra una de las columnas de los soportales, ¡alucinante!. Los vecinos que deambulaban por allí cerca no se lo podían creer cuando veían ese amasijo de hierros retorcidos con carne y huesos de por medio. La crestecilla se le había desconchado, sus gafas estaban arrugadas junto con la bujía y de su coco emanaba una mezcla de sangre y aserrín que rápidamente se extendió por el suelo. De inmediato llegó su acompañante casi lloriqueando y pidiendo una ambulancia
- Señor, señor, no se me muera. ¡Ayyy! Que desgracia. Pero ¿qué clase de ceguera tiene usted? Mi querido guerrero único y verdadero -le decía mientras lo abrazaba- ¿qué clase de ceguera que no diferencia un edificio de un banco?, ¡Ayyy! Que desgracia más grande...
En su delirio dantesco, el superocupi, tumbado, rodeado de gente del barrio que miraba absorta, vio en la cara de su lacayo, la cara de una dulce niña de tirabuzones rubios, trajecito de volantes azules a juego con su sombrero, con una piruleta en la mano que le decía: -amado mío, no tengas miedo, yo velaré por ti. No sufras amor-. Entonces el superocupi se sintió relajado y durmió y... tuvo un sueño...
(...vientos del desierto...)
... Había en medio del desierto un enorme pedestal y arriba estaba yo, vestido con ropas harapientas, tratando de convencer a todos los nadies. Y a gritos les intentaba hacer ver en la gran mentira en la que vivían. Pero no me hacían caso, nadie se paraba a oírme y me sentía solo. Pero no sólo eso, sino que además quiso satanás tentarme a bajar de mi coherencia, que es lo mismo que bajar del pedestal en el que vivo inmerso. De manera que se me apareció en forma de niñita insolente con un globito rosa en la mano...
-¿Qué hace ahí arriba señor?
- Predico la verdad
- ¿Qué verdad señor?, ¿la suya?.
- Niña no preguntes tanto, tu no sabrías entender, no... tienes edad para ello... ¿y tus padres? ¿dónde están tus papaítos?.
- No tengo papás, yo vivo solita.
- Acaso... ¿eres ocupa?.
- No. Yo alquilo una casa con una amiguita. ¿Eso está mal, señor?.
- Vives en pecado, no es que esté mal alquilar... pero no tienes la coherencia suficiente. Déjalo eres muy joven para entender. Anda márchate y no olvides rezar cuatro ocupas.
- Yo ya ocupo señor. Ocupo un espacio, justo lo que abarcan mis brazos abiertos. No trato de abarcar más. Así no me engaño y sobre todo no confundo a los demás.
Abrió los brazos la niña, describió un círculo en el aire como queriéndome hacer ver el espacio que ocupaba y se fue andando, dejando una nube de polvo tras de sí. Ahí me di cuenta de la tentación que acababa de sufrir y me propuse más firmeza, más inamovilidad, menos tolerancia. Y no bajar de allí, ocupar este sitio hasta que el mundo cambiase.
Al poco de entre la gente que paseaba por debajo de mi pedestal, sin hacerme demasiado caso, apareció mi...
- ¡¡Mi madre!!. Madre ¿qué haces aquí?.
- Hijo, deja de hacer estupideces y baja. ¡Estas loco!, qué pretendes. ¡Ay!, ya lo sabía yo. Con esas lecturas y esa música, que tienes loco a toda la calle. Anda baja y ven a comer que tu padre se está mosqueando.
- No madre, no puedo. Se me ha atribuido una misión. Una noble misión que no puedo ignorar. Debo ocupar este sitio e incitar a la ocupación. Predicar la ocupación como única y verdadera fe... o doctrina... digo... eh... como única y verdadera verdad.
- Pero hijo, ¿tu estas loco? ¿qué dices? ¿qué es eso de ocupar?.
- Es la buena nueva, escucha: Bienaventurados los que ocupan porque sólo ellos se ahorrarán el alquiler.
- Tu estas drogao, ya lo sabía yo... con esos cigarros que te fumabas en el cuarto... ¡ay! que desgracia, verás cuando se entere tu padre, ¡ay! que disgusto hijo...
- Lo siento madre, este es por ahora mi ocupa y de aquí no voy a bajar. Jamás claudicaré.
- Pero hijo porque no sigues estudiando, algún día te puede servir como buena herramienta... o si no quieres puedes trabajar, podemos buscar algo... ¡hijo!
- Atrás satanás... - y haciendo un extraño circulo en el aire, exclamó- Yo no soy como los demás, yo estoy en una fase superior, yo he entendido el mensaje, lo conozco, lo interpreto y así lo aplico, como debe ser, con coherencia.
Dicho esto, satanás, con forma de mi madre, se escurrió entre la gentuza que me rodeaba. Y mi odio hacía ellos, los de abajo, se acrecentaba. Cada vez me veía más separado y... cada vez me reafirmaba más y más en mi pedestal que crecía y crecía, y me alejaba. Y supe que satanás volvería, que el capital volvería a tratar de derrumbar mi idea. Me alegré de mi fuerza y me comprometí a autoreforzarme aun más... Entonaba cánticos medio inventados medio recordados... cuando surgió del pueblo de abajo... una persona que se dirigió a mi con la palabra...
- Hola compañero, ¿Qué haces ahí arriba? con tanto tiempo cara al sol te podría dar una insolación. ¿y... qué son esos gritos?...
- Amigo yo predico la verdad. Yo hablo de la ocupación como legítima y única verdad.
- La ocupación está bien, compañero, pero no es lo único. Hay muchas más formas de lucha que son igual de legítimas. De las que tu, no hablas, quizás porque las desconoces.
- Las conozco. No son verdaderas. Son para despistar. ¿quién eres, que osas a replicarme? ¿quién eres que te atreves a contestarme? ¿nos conocemos?...
- No, no nos conocemos. Soy una persona normal... que pretende la anarquía. La busco, la leo... hablo con mis iguales y escucho y observo y sobre todo no me subo a ninguna tarima para predicar. Creo que ese pedestal te aleja de la gente.
- Tu ¿un anarquista? ¡ja! No te veo yo con pintas de ello. Quizás seas un burgués disfrazado, un contrarrevolucionario. A ver dime... ¿ocupas o alquilas?
- Yo alquilo. Pero por tu pregunta puedo adivinar que lo único que haces allí arriba es tomar el sol. Y que llevas demasiado tiempo escondiéndote detrás de unos ropajes que no son más que... un uniforme. No acabas de convencerme. Al final querrás defenderme de cualquier cosa y con esa justificación te legitimaras a ti mismo y te apalancarás como necesario y querrás hacerme ver que antes de ti no existía nada más que el caos... no, no no...
- Ves... eres un hereje. No entiendo como puede haber gentuza como tu que alquiláis, si la cosa está muy clara, eres un ignorante... eres uno más del montón...
- Escucha pequeño hombrecito, yo trabajo en una cooperativa que hemos montao unos amigos, nos dedicamos a electricidad, albañilería, fontanería, en fin "chapuzas" en general... el reparto es igualitario, tanto del trabajo como de los beneficios. Huimos de la perfección que tu pretendes porque la anarquía precisa de luchadores anónimos que cambien la realidad, desde lo cotidiano, la anarquía no precisa de iluminados que oyen campanas y no saben de donde les viene el sonido.
- ¡Qué trabajas en una quéeee!...
- En una Cooperativa, pavo. A ver si espabilas, que da pena verte con esa cabeza solo llena de pelos.
Dicho esto, el joven se marchó silbando una alegra musiquilla deseándome salud.
- Mmmm... cooperativa... mmmm... cooperativa… mmmm…
… (vientos del desierto)…
Y así fue como el superocupi se apropió de la palabra cooperativa. Precisamente fue una persona cercana al anarquismo, que sin más pretensiones salvadoras vivía en paz, la que le enseño sin querer esta palabra pero que en boca de un ignorante queda vacía de contenido, lo cual le diferencia bastante del chico del sueño.
Despertó, el superocupi, poco a poco de la ostia que se dio contra la columna de sucio granito. Y cuando se vio rodeado de decenas de personas, y entre los brazos de su querido lacayo, grito la última palabra que oyó en el sueño...
- ¡Cooperativa!. Ese es el mensaje amigos ¡Cooperativa! Tengo que hacer una cooperativa, como sea, donde sea. Cooperativas aquí y allá, no importa el como, ni el donde ¡¡¡COOPERATIVAS!!!... Escuchadme nobles amigos, pobres del mundo he tenido un sueño y he tenido el privilegio de hablar como una especie de dios o semidios o yo que sé... y me ha dado la palabra nueva para comunicarla a vosotros pobres sin sentido y sin rumbo. Debo extender cooperativas por toda la contaminada ciudad... No os preocupéis - mientras se levantaba tambaleándose seguía hablando a las gentes absortas - pobres gentes yo he recibido la luz. Mi palabra será vuestra salvación. Yo ya lo sabía, pero este acontecimiento, este sueño tan lleno de contenido me confirma mi misión. Tengo que escribir todo esto antes de que se me olvide y debo escribir también las normas que rijan esta misión, serán... algo así como diez o doce o catorce mandamientos o estatutos... eh... no sé, no sé después lo pensaré mas tranquilo. Ahora debo centrarme en mi misión ¡cooperativas!, debo crear cooperativas antes de que el espacio vital quede totalmente contaminado por las multinacionales... Que ilusión ser el elegido... yo, yo y solo yo... ¡la ocupación es el camino! Lo sabía, lo sabía... el que no ocupa no es nada, no colabora, no lucha... solo yo soy el elegido para trasmitir esta gran verdad. Necesito un ocupa donde meter mi primera cooperativa donde reflejarme... debo fundar algo así como un centro de ocupados o un centro ocupacional... o no sé, no sé... me lio con las palabras...
Sus gritos se perdían en la nada y le impedían oír el sonido de la sirena de la ambulancia del 061 que se acercaba. Sin salir de su delirio lo introdujeron con mucho cuidadito en el interior del vehículo, con un collarin y varios vendajes. Y el joio no paraba de parlotear dentro de la ambulancia... bla, bla, bla... Mientras el copiloto le preguntaba al conductor,
- ¿De qué carajo estará hablando este majareta...?
- No tengo ni idea, dicen que iba en moto y que se ha lanzao contra una columna. Se le debe haber ido la pelota.
- Iría drogao... o la caló... estamos en junio... y quieras o no hay gente muy sensible al calor...
- O... las dos cosas...
Bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla... bla.......
- Mírale... que no para... de que verdad estará hablando. Oye... y a este donde lo llevamos...
- Primero pa urgencias y después derechito pal psiquiatra.
- Chico trabajo le queda al psiquiatra con este personaje. Parece paranoia ¿verdad?...
- ¡Yo que sé!, eso lo decidirá el psiquiatra...
Acracio,
La Carroza de la Muerte,
en colaboración directa con: los/ as Hijos/ as de Caín
"No es ocupa él/ la que ocupa, sino él/ la que preokupa"
Dicho popular
"Solo él/ la insolente utiliza el insulto para no ver la realidad y confundir a los/ las demás"
Otro dicho popular
"Me cago en dios y en tó la gentuza que en la cabeza sólo tiene pelos"
Otro dicho más
Dedicado especialmente al genial Cervantes y al siempre vivo Buñuel. Que la tierra les sea leve.
Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia, está escrito aposta. Anticopi.
Veterano
Forero del todo a cien
Novato de mierda
Clásico
Freak total
Frikazo