Jose David
Clásico
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- 2 Jul 2006
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Estamos tan rodeados de pragmatismo, que los sentimientos se obvian, se trivializan, sabiendo que acabarán desapareciendo en el olvido, sumiéndose en un recuerdo borroso y vergonzoso, ¡porque debemos ser fuertes!... y los fuertes no sienten nada.
Pero vuelve el dolor, la pasión, el amor, el despertar del sentir, vuelve por caminos sinuosos, casi traicioneros, pillándonos por sorpresa, y haciendo que una tarde lluviosa de domingo se transforme en un viaje en el tiempo hasta nuestro primer beso, el primer amor, la primera pasión, el primer dolor.
Hay que vivir como si fuera el último día, pero trabajar como si se viviese eternamente: cierto, pero el camino está trazado y llegará el momento en que todos, todos nosotros, lleguemos a la meta.
Un segundo y ya no estaremos, un suspiro y diremos adiós al tiempo, a la memoria, a todo lo que somos y hemos sido.
Así que tras toda una vida de planificación, de esfuerzo, de dolor, de pequeñas alegrías, y sobre todo de la búsqueda, por pura necesidad, del amor, nos damos de bruces con el Destino. Y el Destino nos dice que digamos Adiós.
Un momento, un último momento para pensar, un regalo de la mente consciente al universo.
¡Quiero vivir! ¡Debería haber amado! ¡Demasiado pronto!... es la hora.
Y hacemos ese regalo, ese último honor a la inteligencia sobre todo lo demás. Pero puede ser no todo sea pragmatismo, que no deban obviarse los sentimientos, trivializarse. Pues precisamente porque sabemos que acabarán desapareciendo en el olvido, debamos rendirles homenaje antes de que pierdan en ese recuerdo borroso y vergonzoso, ¡porque debemos ser fuertes!, pero hoy quiero hacer el último regalo con los últimos sentimientos que me quedan.
Hoy me gustaría imaginar que es mi momento final, y deciros que en este año he compartido más con vosotros que con el resto de las personas que día a día viven a mi lado. Hoy quiero decirles a los foreros que he reído y me he sentido triste, y a las foreras que he cargado sobre ellas el peso del pasado y del presente, y que a la vez he soñado con ellas como sueña un niño con la alegría de saber que mañana habrá un nuevo día.
Así que este es el tema del hilo: ¿Deben los sentimientos obviarse, dejarse pasar para no perder el pragmatismo?, ¿debemos hacerles caso, decirles a esas personas que en determinados momentos ocupan nuestros pensamientos, que durante un segundo las queremos?
¿Es vergonzoso sentir el deseo de acercarse a alguien de quien no obtendremos nada, o es un regalo que debemos experimentar pese a su anunciado fracaso?
¿Si o no a los sentimientos por el sexo opuesto?, ¿si o no a entregar parte de nosotros para inmortalizar ese momento en un tiempo que acabará olvidado?
Porque, por muy fuertes que debamos ser, vuelven, siempre vuelven, hasta que ya no podamos experimentarlos nunca más. Y no quiero morir sin que sepáis que no todo ha sido una mentira, sin que sepáis que por muy lejos que estéis de mi, y entre vosotros, alguna vez, en algún momento, os he querido.
… toma ya.
Pero vuelve el dolor, la pasión, el amor, el despertar del sentir, vuelve por caminos sinuosos, casi traicioneros, pillándonos por sorpresa, y haciendo que una tarde lluviosa de domingo se transforme en un viaje en el tiempo hasta nuestro primer beso, el primer amor, la primera pasión, el primer dolor.
Hay que vivir como si fuera el último día, pero trabajar como si se viviese eternamente: cierto, pero el camino está trazado y llegará el momento en que todos, todos nosotros, lleguemos a la meta.
Un segundo y ya no estaremos, un suspiro y diremos adiós al tiempo, a la memoria, a todo lo que somos y hemos sido.
Así que tras toda una vida de planificación, de esfuerzo, de dolor, de pequeñas alegrías, y sobre todo de la búsqueda, por pura necesidad, del amor, nos damos de bruces con el Destino. Y el Destino nos dice que digamos Adiós.
Un momento, un último momento para pensar, un regalo de la mente consciente al universo.
¡Quiero vivir! ¡Debería haber amado! ¡Demasiado pronto!... es la hora.
Y hacemos ese regalo, ese último honor a la inteligencia sobre todo lo demás. Pero puede ser no todo sea pragmatismo, que no deban obviarse los sentimientos, trivializarse. Pues precisamente porque sabemos que acabarán desapareciendo en el olvido, debamos rendirles homenaje antes de que pierdan en ese recuerdo borroso y vergonzoso, ¡porque debemos ser fuertes!, pero hoy quiero hacer el último regalo con los últimos sentimientos que me quedan.
Hoy me gustaría imaginar que es mi momento final, y deciros que en este año he compartido más con vosotros que con el resto de las personas que día a día viven a mi lado. Hoy quiero decirles a los foreros que he reído y me he sentido triste, y a las foreras que he cargado sobre ellas el peso del pasado y del presente, y que a la vez he soñado con ellas como sueña un niño con la alegría de saber que mañana habrá un nuevo día.
Así que este es el tema del hilo: ¿Deben los sentimientos obviarse, dejarse pasar para no perder el pragmatismo?, ¿debemos hacerles caso, decirles a esas personas que en determinados momentos ocupan nuestros pensamientos, que durante un segundo las queremos?
¿Es vergonzoso sentir el deseo de acercarse a alguien de quien no obtendremos nada, o es un regalo que debemos experimentar pese a su anunciado fracaso?
¿Si o no a los sentimientos por el sexo opuesto?, ¿si o no a entregar parte de nosotros para inmortalizar ese momento en un tiempo que acabará olvidado?
Porque, por muy fuertes que debamos ser, vuelven, siempre vuelven, hasta que ya no podamos experimentarlos nunca más. Y no quiero morir sin que sepáis que no todo ha sido una mentira, sin que sepáis que por muy lejos que estéis de mi, y entre vosotros, alguna vez, en algún momento, os he querido.
… toma ya.