Fantasías homicidas

  • Iniciador del tema Iniciador del tema Venisio
  • Fecha de inicio Fecha de inicio

Venisio

RangoForero del todo a cien
Registro
17 May 2018
Mensajes
499
Reacciones
445
Vaya por delante que lo que propongo es charlar amigablemente sobre un lugar común de la psique humana, recogido y desarrollado ampliamente por la cultura global mediante infinitos libros y series policiacas.

Ésta misma tarde me indulgía pensando en una hipotética venganza contra la típica figura del pasado que te atormenta cuando no tienes recursos para defenderte (todos tenemos una) y la verdad es que gozaba planeando la fatalidad, aunque mi parguelismo extremo me refrena de toda consumación.

Abundando en la fantasía, me preguntaba si sería efectivo ese método mentado en piniculas y similar de echar el cadáver a unos gorrinos habrientos y que éstos lo deglutiesen, dejando sólo mierda como relator (jiji no pensé que le hallaría uso a esa palabra).

Hablen, parlamenten, comenten sus historias, teorías y reflexiones al respecto. Aspiro a leerles con el cogote sudoroso y el puño en el mentón, la frente agrietada como redes de pescador, el vello facial níveo de la emosión, contrito, expectante.
 
Mi fantasía homicida habitual suele desarrollarse así:

-Ato al individuo que va a ser homicidado
-Le voy cortando, luxando y arrancando cosas
-Mientras tanto le parodio recordándole todas las coletillas y cosas que me dan asco de él.
-Normalmente muere a golpes en la cabeza, después de que le haya empujado los ojos para dentro con los pulgares.
 
Última edición:
Mi fantasía homicida habitual suele desarrollarse así:

-Ato al individuo que va a ser homicidado
-Le voy cortando, luxando y arrancando cosas
-Mientras tanto le parodio recordándole todas las coletillas y cosas que me dan asco de él.
-Normalmente muere a golpes en la cabeza, después de que le haya empujado los ojos para dentro con los pulgares.

Yo pensaba que los gordos erais buenas personas pero veo que debajo del tocino albergas un alma negra como genitales de keniata.
 
Todos tenemos fantasías homicidas.

Las mías son limitadas pero funcionales.

Jugando en red durante mis años de Half Life y Counter era un puto máquina correteando el mapa de rigor y zurrando con este mítico instrumento:

IMG_20191031_182304.jpg


Tanto es así que los días malos, los insufribles, los de aguantar pejigueras de uno y de otro, se me suele pasar bastante por la cabeza la satisfacción de arrear con una buena ganzúa maciza de frente, que lo viera venir el susodicho, sin temor alguno, para así recrearme como en los cientos de videos de muertes violentas que he visto.
 
Cuando uno tiene hijos las ansias homicidas desaparecen. Tienes que estar ahí para ponerle los ruedines a la bicicleta, darle su primer cigarro y romperle el frenillo de un movimiento audaz aunque doloroso.

Luego esos hijos crecen y las ganas de matar reaparecen. De matarlos a ellos, claro.

Nueve años tiene la mayor, no te digo nada.
 
Si cuentas con buenas herramientas de carnicero y con un lugar a propósito -una mesa de madera recia en la cocina- no es muy complicado descuartizar a una persona. Lo mejor es comenzar por la cabeza para no hacer el trabajo en la misma cara de la víctima. Puede resultar costoso cortar las vértebras cervicales, pero se deja el hueso para el final y con un buen hacha no hay cuello que se te resista.

Los brazos no ofrecen demasiada dificultad, pero sí en cambio las piernas. Yo aconsejo cortar primero por las rodillas, y luego con un cuchillo corto y bien afilado profundizar sendos cortes por las ingles. Pero hay que orientar bien el corte para llegar a la articulación del fémur y la cadera. Al final habrá que recurrir otra vez al hacha.

El tronco no lo tocaría. Debe de ser asqueroso que se derramen los intestinos y demás vísceras por la cocina, y lo mal que huelen. Además nos sorprenderemos de lo pequeño que en realidad es un tronco cuando pierde cabeza, brazos y piernas.

Los trozos del cuerpo conviene tirarlos en el contenedor más próximo y a una hora intermedia, cuando aún hay gente en la calle. Nada más normal que un vecino arrojando la basura. Además conviene que el contenedor no esté lleno del todo, ya que dejaría los miembros de nuestra víctima al alcance de cualquier perro, o de cualquier curioso o hambriento, que todos estos husmean por los contenedores. Al anochecer suelen estar a la mitad, y poco después el cuerpo del delito presumiblemente quedará oculto por las bolsas de basura que irán arrojando encima nuestros pacíficos vecinos. Por otro lado al volcar el contenedor en el camión, al ir en medio envuelto entre basuras, es más difícil que nuestra bolsa quede a la vista de los encargados de la recogida.

Si es verano conviene tener un congelador grande, pues podemos tardar hasta cuatro días en deshacernos de todo el cadáver. El primer día, por supuesto, la cabeza, y yo aconsejo deshacerse del tronco cuanto antes. Otro día los brazos y otro las piernas... sí, por lo menos cuatro días, si no más, durante los que hay que demostrar mucha tranquilidad y paciencia. Y no perder nunca la sonrisa.
 
CAGAR UNA BUENA MIERDA FÉTIDA Y DARLE FORMA DE ESTACA, DESHIDRATARLA ENDURECERLA Y USARLA PARA APUÑALAR HOGOS, HOGOPELO Y ALMA DE UNA PERRAPODRIDA

HaMBICIONAD CERDOS BITXEROS APELEROS :.... HAMVICIONAD
 
Si cuentas con buenas herramientas de carnicero y con un lugar a propósito -una mesa de madera recia en la cocina- no es muy complicado descuartizar a una persona. Lo mejor es comenzar por la cabeza para no hacer el trabajo en la misma cara de la víctima. Puede resultar costoso cortar las vértebras cervicales, pero se deja el hueso para el final y con un buen hacha no hay cuello que se te resista.

Los brazos no ofrecen demasiada dificultad, pero sí en cambio las piernas. Yo aconsejo cortar primero por las rodillas, y luego con un cuchillo corto y bien afilado profundizar sendos cortes por las ingles. Pero hay que orientar bien el corte para llegar a la articulación del fémur y la cadera. Al final habrá que recurrir otra vez al hacha.

El tronco no lo tocaría. Debe de ser asqueroso que se derramen los intestinos y demás vísceras por la cocina, y lo mal que huelen. Además nos sorprenderemos de lo pequeño que en realidad es un tronco cuando pierde cabeza, brazos y piernas.

Los trozos del cuerpo conviene tirarlos en el contenedor más próximo y a una hora intermedia, cuando aún hay gente en la calle. Nada más normal que un vecino arrojando la basura. Además conviene que el contenedor no esté lleno del todo, ya que dejaría los miembros de nuestra víctima al alcance de cualquier perro, o de cualquier curioso o hambriento, que todos estos husmean por los contenedores. Al anochecer suelen estar a la mitad, y poco después el cuerpo del delito presumiblemente quedará oculto por las bolsas de basura que irán arrojando encima nuestros pacíficos vecinos. Por otro lado al volcar el contenedor en el camión, al ir en medio envuelto entre basuras, es más difícil que nuestra bolsa quede a la vista de los encargados de la recogida.

Si es verano conviene tener un congelador grande, pues podemos tardar hasta cuatro días en deshacernos de todo el cadáver. El primer día, por supuesto, la cabeza, y yo aconsejo deshacerse del tronco cuanto antes. Otro día los brazos y otro las piernas... sí, por lo menos cuatro días, si no más, durante los que hay que demostrar mucha tranquilidad y paciencia. Y no perder nunca la sonrisa.

Más curro deshaciéndose del enemigo caído, que dando por el culo al enemigo en sí.

Una fosa en los Monegros o similares, cal viva (pero bien, que no somos GAL) y hale.

En noches de insomnio, mi mente localiza a una puta poligonera, rumana para más señas. Ella será mi correo con su comisión. Localiza a dos o tres de sus primos que, a cambio de una suculenta cantidad de lerucs, trincan por el pescuezo, drogan y transportan al enemigo hasta el maletero de un coche robado en medio del monte, donde vigilo desde la lejanía. De ahí, un par de días después, lo transporto a un búnker antiholocausto zombie que he construido hace tiempo con mis propias manos en un terreno muy, muy lejano. Tortura a la carta del pollo en mi disfraz de Dexter, descuartizamiento y enterramiento al azar. Repito la operación con otra puta, sucesivamente, hasta acabar con los enemigos.

Al séptimo o así, me pajeo y me sobo.
 
Yo fantaseo con matar a mi mujer. Ahogándola en la piscina. Las colchonetas son muy malas cuando te quedas debajo.
 
Deshacerse de un cuerpo en la zona donde vivo es muy fácil, quicir, es un pueblo aislado en medio de un mar de olivares y plantaciones varias donde abundan pozos ilegales en medio de a tomar por culo, con una profundidad hasta llegar a la superficie del agua que no se llega a ver esta. Tiras a alguien ahí atado a algo que pese y no lo encuentra ni su puta madre aunque flote.
Enterrarlo en cualquier paraje perdido de estos, lo mismo. Arroyos y regueras a varios metros del ras del suelo cuajadas de cañizos y zarzas que engullen lo que sea y no se vuelve a ver.
Los hijos de puta de los galgueros tienen en algunos de esos lugares su particular fosa común para deshacerse de los animales cuando ya no les sirven.
Ni en Katyn se encontrarían más cadáveres juntos enterrados.
 
Facil.
Le arreas un buen cenicerazo, la montas en una silla de ruedas, tapada con una manta.La paseas por media Sevilla e ya.


Miguel Carcaño, troleando a la policia de un país since 2009
 
Yo también a veces he fantaseado con matar a monotema en directo, delante de todos, pa que se quede grabado. Aunque ahora tiene una pitbulla, eso lo complica.
 
Última edición:
Tenía un profesor que me trataba muy mal, me humillaba delante de toda la clase, me daba tirones de oreja fuertes y un día insinuó que se folló a mi madre. Años después me lo encontré en el transporte público y le dije delante de todo el mundo que era un hijo de puta, que lo que me había hecho de niño no era ni medio normal. Y el tío va y me dice que sí, que era posible que hubiese hecho todo eso de lo que le acusaba pero que no podía pedirme perdón porque no tenía ni puta idea de quién coño era yo, que no se acordaba de todos los alumnos que había tenido y que no le sonaba mi nombre de nada. Ni se acordaba de mí, el hijo de la grandísima puta. Yo me sentí fatal, como el personaje aquel de los Simpsons. Graimito creo que se llamaba.

Planeé matarlo durante meses. Acudía a su finca todas las noches, aparcaba el coche por la zona y vigilaba todos sus movimientos con unos prismáticos. Lo tenía todo perfectamente controlado. Al final caí en la conclusión de que el mejor día para llevar a cabo la venganza sería el domingo por la mañana. El domingo por la mañana se quedaba solo en casa porque su mujer iba a misa. Y un domingo simplemente lo hice. Dormí dentro del coche aparcado toda la noche cerca de su casa, y apenas vi a su mujer salir de allí corrí como un animal de caza, salté la valla y allí lo vi, regando el jardín con la manguera. No le dio tiempo ni a verme, antes de que se girara le reventé la cabeza de un tiro de escopeta. Le di a la primera. Su cabeza simplemente reventó como una sandía, salpicando el jardín de sesos y dientes postizos.

Me metí dentro de la casa y empecé a abrir los armarios y cajones para que pareciese que había sido un robo. Nada exagerado, los cajones abiertos con todas las cosas tiradas en el suelo cantan mucho. Yo lo que hice fue abrir los cajones, removerlos y luego cerrarlos. Encontré varias joyas de su mujer y me las llevé. Al día siguiente las lancé como quien no quiere la cosa dentro de la mochila a un marroquí que solía venderme droga y que hoy en día cumple condena por asesinato. No pudo dar ninguna versión creíble cuando la policía le preguntó de dónde había sacado las joyas que intentó vender en un compro oro.
 
Arriba Pie