Una vez conocí unos griegos. Me gustaría decir que eran gente de puta madre, pero eran unos subnormales premium. Grecia tuvo su momento de gloria, entre cínicos, presocráticos y platónicos montaron un carnaval de pensamiento que aún dura actualmente. Además, la cultura de la Antigua Grecia era de lo más exótica, pensad que Sócrates mataba el rato enseñando filosofía a los chavales mientras trasteaba con su manguera, pero al final sólo lo condenaron por corromper a la muchachada con pensamientos inadecuados. También resbalaron en más de una ocasión, como cuando inventaron la democracia, pero a pesar de todo el balance es que el griego fue un pueblo glorioso sí, hace más de 2000 años.
Grecia hoy: la basura. Políticamente caótica, económicamente hundida y culturalmente irrelevante. Las calles estan infestadas de perros salvajes que se comen a los tullidos. La gente ha olvidado completamente su higiene personal, pero eso no importa porque ya nadie hace vida en la polis, donde impera la ley de los asaltantes y los malhechores.
La Grecia actual es una India para pobres y ateos. Todos sabemos de qué va ese rollo de la India, newagers gilipollas que van en búsqueda de su yo espiritual entre las aguas pútridas del Ganges, pero la India es demasiado kitch para los cachorros hippies post-modernos. Ellos prefieren Grecia, donde te puedes perder por las playas de aquellas islas súper guapas, súper remotas y súper poco-turísticas. Conocer gente de carácter mediterráneo, compartir comida, dormir en la playa, olvidar los problemas y, con un poco de suerte, encontrarse a uno mismo. El pack del viaje iniciático al completo, y sin tener que lidiar con postales tercermundistas de miseria humana.
Estos imbéciles son los que hacen creer a los griegos que aún pintan algo en el mundo. Porque el griego estándar vive de las rendas de la Antigüedad. Piensan, sin ningún tipo de ironía, que ellos lo han inventado todo, de la literatura a la arquitectura pasando por la gastronomía. Háblale del allioli o del pa amb tomàquet a un griego, que te dirá que ellos de eso ya tenían. Háblale a un griego de los motores diesel, y te saldrá con no sé qué polla de un esbozo que encontraron en el Acrópolis de Atenas. Todo mentiras, subterfugios para rehuir la realidad y evitar redefinir el concepto de decadencia. Yo abriría las puertas del Cuerno de Oro a los turcos y los echaba de la UE y del mundo.