Editado por Jacques de Molay: He separado estos posts del hilo de biografías porque creo que se merece un hilo propio.
Me inicio en este gran subforo con la triste historia del último emperador de la milenaria Roma: Constantino XI. La historia de la lucha por unos ideales pese a saber que no habia ninguna posiblidad.
EMPERADOR CONSTANTINO XI
"Ya que has optado por la guerra y no puedo persuadirte con juramentos ni con palabras halagüeñas, haz lo que quieras; en cuanto a mí, me refugio en Dios y si está en su voluntad darte esta ciudad, quién podrá oponerse?... Yo, desde este momento, he cerrado las puertas de la ciudad y protegeré a sus habitantes en la medida de lo posible; tú ejerces tu poder oprimiendo pero llegará el día en que el Buen Juez dicte a ambos, a mí y a ti, la justa sentencia." Ducas. Carta de Constantino XI a Mahomet II.
Constantino nació en el año 1404 después de Jesucristo. Era hijo del gran emperador Manuel II y de Elena. Tenía cinco hermanos, cuyos nombres eran Juan, Andrónico, Teodoro, Demetrio y Tomás.
Juan, el mayor, reinó antes que Constantino en el imperio como Juan VIII. El segundo en edad, Teodoro, heredó de su tío Teodoro I, el despotado de Morea en 1407. En 1421 se casó con la prima del papa Martín V, Cleope Malatesta. Esta, se incorporó a la iglesia griega, en contra de la voluntad de su primo. Murió en 1433, lo que causó un gran dolor a su esposo, el cual fallecería, enfermo de peste, en 1448, algo antes que el emperador.
En cuanto a Andrónico, fue un personaje que no destacó mucho en comparación con sus hermanos. Su obra más notable fue la venta de la ciudad de Tesalónica en 1423 a los venecianos. Posteriormente, se retiraría a un monasterio en Constantinopla, donde terminaría sus días en 1428.
Demetrio, el quinto hermano, era un persona ambiciosa e inquieta. Fue un gran defensor de la Iglesia griega, en contra de las tendencias latinizantes de Juan, a quien acompañó al concilio de Florencia. Se desposó con una dama de la familia grecobúlgara de los Asen. En el año 1442, intentó atacar Constantinopla con ayuda de los soldados turcos, pero no tuvo éxito, ya que el emperador fue auxiliado por Constantino, que fue a socorrerle con refuerzos. Fue perdonado y se le permitió vivir en la ciudad.
Sobre el más pequeño de todos, Tomás, no hay mucho que decir. Fue una persona algo más tímida y paciente. Se casó con Catalina Zaccaría.
La conquista de Grecia:
A partir del año 1427, Constantino intentará, con ayuda de su hermano Juan, el emperador, expulsar a los francos de toda Grecia.
Lo primero que hará será casarse con Magdalena, sobrina de Carlos Tocco, soberano del Epiro y de gran parte de Grecia occidental. La joven, rebautizada con el nombre de Teodora, aportó como dote las tierras de su tío en el Peloponeso. Fallecerá dos años después sin hijos.
Posteriormente, Constantino intercambiará algunas ciudades que tenía en Tracia por Mistra y el despotado, que gobernará respaldado por su hermano Tomás, déspota de Clarenza.
En 1433, ya era dueño del Peloponeso, por lo que comenzó a someter a los demás pequeños reinos por la fuerza. En 1444, con ayuda de Juan Cantacuzeno, su mejor general, se apoderó de Ática, Beocia y Focia. Ahora, prácticamente toda Grecia era suya, excepto algunas ciudades venecianas y Atenas, cuyo duque, Nerio II, se había atrincherado y había pedido ayuda a los turcos.
Desgraciadamente, estos fueron a socorrerlo. El sultán Murad condujo un ejército a Grecia y arrasó el Hexamilión, donde se había refugiado Constantino y Tomás. Tuvieron el tiempo justo de escapar. Luego Murad saqueó Patras y Clarenza, matando a toda la población. Al final, se retiró tras haber recibido promesas de vallasaje y un tributo anual de los déspotas.
Nueva Política:
Los daños sufridos en los territorios griegos fueron gigantescos. Constantino decidió que debía cambiar su política ofensiva a defensiva, así que decidió buscar aliados en cualquier parte. En 1441, se casó con Catalina, hija de Dorino Gattilusi, príncipe de Lesbos. Pero también murió sin hijos al año siguiente.
Posteriormente, intentará conseguir, con ayuda de su fiel secretario y amigo Jorge Frantzés, la mano de una de las hijas del emperador de Trebisonda. Pero no tendrá éxito. Años más tarde, probará suerte con la viuda cristiana del sultán Murad, que había muerto recientemente. Pero tampoco esta vez logrará alcanzar su propósito. La sultana había decido que pasaría el resto de sus días consagrada a las buenas obras en la continencia.
Al final, parece que se casó una de las hijas del rey de Georgia.
La Coronación:
En el año 1448, morirá Juan VIII sin descendientes. Los hermanos del emperador que quedaban vivos eran Constantino, Demetrio y Tomás. Ambos, partirán a Constantinopla al conocer la noticia del fallecimiento de su hermano mayor, en donde reclamarán su derecho al trono. La opinión pública quiso que decidiera la anciana emperatriz madre, Elena. Esta, intercederá a favor del hijo mayor que le quedaba vivo, es decir, Constantino. Tomás y Demetrio reconocieron su derrota y se unieron a la muchedumbre que aclamaba al nuevo emperador. Este, partirá inmediatamente a Mistra, donde, en 1449, será coronado en la catedral de la ciudad. El soberano volvió a la capital el 12 de marzo del mismo año.
El Cisma:
Desde su subida al trono, Constantino intentó acabar con el cisma que separaba a las dos Iglesias. De esta manera, el Papa, Nicolás V, y otras potencias occidentales estarían dispuestos a auxiliar al Imperio. En 1451, envió un embajador, Andrónico Briennio Leontaris, a Venecia, para pedir permiso para reclutar arqueros en la isla de Creta, y posteriormente a Roma. En la urbe le entregó al Papa una carta del emperador, en la que este le invitaba a celebrar un nuevo concilio ecuménico en Constantinopla. Las respuestas de Nicolás fueron simples: O se unían las dos iglesias, o los occidentales tendrían que tomar las medidas necesarias para la salvación de los griegos.
En aquellos momentos, el nuevo sultán otomano, Mohamet II, acababa de de terminar con una revuelta en Anatolia. Cuando el orden fue restablecido, viajó al Bósforo, donde comenzó las obras de un castillo en la costa opuesta de la fortaleza de Anadolu Hisar. Las quejas de Constantino no tuvieron ningún efecto.
Quedó acabado a finales de agosto de 1452, y se llamó Rumili Hisar. Estaba claro que el siguiente paso sería poner sitio a la ciudad.
Ante esto, el emperador no tuvo más remedio que escribir al Papa y comunicarle que aceptaba la unión de las Iglesias. El cardenal Isidoro partió a Constantinopla con una escolta considerable, como legado de Nicolás en el concilio que se celebraría en la ciudad. Después de varios días de quejas de los antiunionistas, los latinos se impusieron y se celebró una liturgia en Santa Sofía en la que se leyeron los decretos de la Unión de Florencia. Pero, como dice el señor Steven Runciman: “los griegos pagaron el precio exigido por la ayuda occidental y quedaron defraudados.
Preparativos para el asedio:
El ejército turco estaba formado según los historiadores contemporáneos por entre 80.000 y 160.000 hombres (Ducas habla exageradamente de 400.000), mientras que los defensores serían aproximadamente 5.000 griegos, cifras que nos dan la pauta de lo desigual de los ejércitos enfrentados, desigualdad que solamente estaba salvada por las murallas de Constantinopla, barrera realmente muy difícil de vencer.
Los turcos otomanos, además de la ventaja numérica, contaban con un parque de artillería como no se había visto jamás sobre la tierra en tiempos anteriores, y que incluía un poderoso cañón construido por un misterioso personaje, con lo que el ejército de Mahomet II veía multiplicarse las posibilidades de triunfo, ante la posibilidad de quebrar las formidables murallas del siglo V con el fuego de cañones del siglo XV.
Los bizantinos, por el contrario, contaban con lanzas, flechas y catapultas, y unos pequeños cañones para los cuales ni siquiera contaban con proyectiles suficientes.
Además, unos 400 barcos de todo tipo formaban una impresionante flota turca, contra unos 26 o 28 buques de guerra de los defensores que estaban en el Cuerno de Oro y se preparaban a defender la ciudad amparados por la famosa cadena de hierro extendida de costa a costa, y esto era fundamental porque impedía que los varios kilómetros de muralla junto a la costa del Cuerno de Oro fueran atacados por Mahomet, y así liberaban a muchos defensores que eran útiles en otras partes de la batalla.
Sin embargo, los turcos tenían a su favor la construcción de la fortaleza de Bogazkesen (Paso angosto), hoy denominado Rumeli Hisar, sobre la ribera europea del Bósforo, que dominaba el paso y prevenía al sultán de cualquier ayuda naval que los bizantinos pudieran recibir, además de disparar desde allí con los cañones que no daban descanso a los líderes de la defensa.
Los protectores de la ciudad contaban con la inestimable ayuda de Giovanni Giustiniani Longo, valeroso combatiente genovés que había llegado en los primeros días de Abril en dos galeras con unos 700 compatriotas que venían de Génova, Quíos y Rodas para colaborar en la defensa de la ciudad, de la cual su República había aprovechado durante los últimos dos siglos una enormidad de recursos en desmedro del imperio, con lo cual esta presencia tenía todo el valor de un resarcimiento para los genoveses.
Fue una pena que los mezquinos comerciantes genoveses de Gálata se declararan neutrales pro decisión del jefe de la colonia, Angelo Lomellino, prefiriendo ceder ante el sultán y mantener sus beneficios antes que glorificar a la madre de sus negocios; a pesar de ello, muchos ciudadanos de Pera decidieron cruzar el Cuerno de Oro y colaborar con Giustiniani desde antes del ataque, atraídos por la personalidad del gran capitán.
Otros genoveses llegaron también a la ciudad para luchar por ella, como por ejemplo los hermanos Paolo, Troilo y Antonio Bocchiardi que trajeron a sus propios soldados equipados.
También acudieron en ayuda de los defensores más de doscientos arqueros que llegaron con el cardenal Isidoro y el obispo Leonardo de Quíos.
Los principales elementos de la colonia veneciana en Constantinopla, comandados por el jefe de la comunidad, Girolamo Minotto, se ofrecieron para dar ayuda incondicional al emperador, y había entre ellos dos recién llegados, capitanes de navíos, Gabriel Trevisano y Alviso Diedo, que participaron también de los combates ayudando a los bizantinos.
Peré Juliá organizó a los mejores elementos entre los catalanes que residían en la ciudad a los cuales se les unieron varios marineros compatriotas, con lo cual conformaron un fuerte grupo que defendió una porción de las murallas marítimas del Mármara.
Un ingeniero llamado John Grant, posiblemente inglés o escocés, fue muy importante en la defensa con su experiencia en el minado de las murallas.
El emperador Constantino XI contaba con la ayuda de varios miembros de la familia Cantacuzeno, su primo Teófilo y varios nobles bizantinos entre los que se encontraba el megaduque Lucas Notaras que lo apoyaron en todo momento, así como un noble castellano, don Francisco de Toledo, que afirmaba ser sin ninguna duda primo del emperador.
Por último un antiguo aspirante al trono de los otomanos recluido desde su infancia en Constantinopla, el príncipe Orján, se ofreció para participar de la defensa con una pequeña cantidad de soldados leales.
No llegaron refuerzos de Mistra o del resto del Peloponeso porque Mahomet II, tratando de asegurarse la victoria por todos los medios a su alcance, había mandado a Turachán de Tesalia a devastar la región, con lo que los hermanos del emperador no pudieron ayudarlo, porque estaban luchando por sus propias vidas.
Esta medida que pudo tomar Mahomet durante el sitio demuestra la cantidad enorme de recursos de los que podía disponer, recursos que antes pertenecían al imperio de Bizancio, como ser el disponer de ejércitos de los países vasallos, servios, búlgaros, albaneses, etc, que participaban de todas sus acciones bélicas, e incluso gran número de esclavos de estas y otras regiones sometidas.
Las imponentes murallas construidas por Teodosio en el siglo V, que tuvieron que luchar contra artilleria del siglo XV
Vista de la Crisoporta, una de las puertas que daban entrada a La Ciudad
El comienzo de las acciones.
El 2 de Abril de 1.453 los primeros destacamentos turcos llegaban cerca de la ciudad, que ya estaba preparada, abastecida al máximo posible, protegido el Cuerno de Oro con la famosa cadena que el genovés Bartolomeo Soligo había colocado por orden del emperador, destruidos los puentes sobre el foso que bordea la ciudad, y con las murallas en perfecto estado, ya que habían sido reconstruidas de la mejor manera posible, e inspeccionadas por el mismo Giustiniani.
Al llegar los primeros turcos ese día se producen algunos enfrentamientos porque el emperador ordena varias salidas del ejército bizantino, pero cuando los enemigos demostraron ser una cantidad inmensa, los destacamentos volvieron a encerrarse dentro de las murallas.
El 5 de Abril llegan los cuerpos principales del ejército turco, comandados por el mismísimo sultán, que al día siguiente se ubica en su tienda de campaña, cerca del río Lycus, a unos quinientos metros de las murallas y protegida por los destacamentos preferidos de Mahomet, los jenízaros.
Los defensores no eran los suficientes para resguardar las murallas del exterior y del interior, con lo cual el emperador ordenó a las tropas ubicarse protegiendo las murallas exteriores, con muy pocos efectivos en las interiores, los que se dedicaban a lanzar proyectiles defendiendo a sus compañeros.
Que la moral de los defensores era alta al comienzo de las acciones lo demuestra el hecho de que algunos destacamentos de los defensores hayan seguido haciendo varias salidas fuera del recinto de la ciudad para agredir a los turcos sorprendidos, pero luego de que se demostró que semejante táctica no llevaba a nada por la enorme superioridad numérica de los sitiadores y se hacía peligrosa por la pérdida del elemento sorpresa se dejaron de hacer.
El 6 de Abril, según lo mandaba la ley islámica, Mahomet envía mediante sus embajadores un ultimátum a Constantino, el que es rechazado de plano.
El 7 de Abril de 1453 comienzan las agresiones, con un bombardeo que Mahomet II ordena efectuar ante la Quinta Puerta Militar, también mencionada a veces como Pempton, y conocida popularmente como Puerta Militar de San Romano, ubicada a poco menos de doscientos metros al norte del río Lycus (no confundir con la Puerta Civil de San Romano, al sur del río <ver mapa>), conformando en la llanura del mismo un sector de las defensas denominado Mesoteichion que era considerado el punto mas débil en la muralla terrestre, porque no estaba sobre un cerro o altura, sino sobre el plano valle del río, y en la cual estaban al principio apostadas las principales tropas bizantinas, que recibieron el refuerzo inmediato (al darse cuenta el emperador de que Mahomet había preferido el ataque por ese sector) de los genoveses de Giustiniani que en principio ocupaban el sector del Miriandron, casi llegando a las Baquernas, sobre la Puerta Carisia o de Adrianópolis.
El 9 de Abril los barcos turcos comandados por Balta Oghe acometieron la empresa de traspasar la gran cadena y extender la lucha al Cuerno de Oro, pero se vieron rechazados por la flota que defendía la ciudad.
Tal vez ese mismo día el sultán dio la orden de derribar a cañonazos varias fortificaciones exteriores a las murallas, y a todos los prisioneros los hizo empalar delante de los defensores de la ciudad, para que vieran el castigo que les estaba reservado; la indignación del emperador y sus tropas por este acto de barbarie no hizo otra cosa que darle más fuerzas para proseguir la lucha.
El 12 de Abril comenzó el cañoneo de forma regular sobre las murallas y a partir de allí ya no se detendría, provocando aquí y allá enormes boquetes en la muralla exterior defendida por el ejército del emperador; por eso todas las noches los ciudadanos bizantinos, mujeres y niños incluidos, salían por las puertas de la muralla interior y cavaban la tierra entre las murallas, llenando con ella sacos y grandes barriles de madera que colocaban hasta cubrir cada hueco para comenzar al día siguiente con la muralla al menos en parte restablecida.
Ese mismo día una flota turca acababa de llegar del Mar Negro y Balta Oghe decidió volver a intentar sobrepasar la cadena, pero nuevamente fue rechazado, merced a que los barcos cristianos eran de mucho mayor envergadura y sus tripulantes verdaderos expertos en estas cuestiones; pronto la presión incontenible del joven e inexperto sultán haría un pésimo efecto sobre el valiente líder de la flota turca.
Recién el 18 de Abril, luego de que Balta Oghe intentara un débil ataque con su flota y fuera nuevamente rechazado, y poco antes de que se ponga el sol, Mahomet ordenó a sus tropas un asalto en toda regla contra las murallas; los cañonazos ya hacía varios días que habían destruido casi por completo las murallas exteriores frente al Mesoteichion, y aunque los defensores ayudados por la gente de la ciudad, mujeres, monjas, niños, habían levantado una verdadera muralla de barriles y sacos de tierra, maderas y todo otro material que tuvieran a mano, ese sector se presentaba como más débil que nunca; al son de los tambores y las trompetas haciendo un monumental ruido para animar a los atacantes que gritaban como enloquecidos, comenzó el combate; Giustiniani se defendió encarnizadamente al mando de griegos y genoveses, mientras Constantino inspeccionaba el resto de la muralla temiendo que hubiera ataques simultáneos en otras posiciones; luego de varias horas de intenso combate y ya bien cerrada la noche los turcos recibieron la llamada a retirarse, dejando cientos de muertos al borde de las murallas; había sido una victoria enorme del ejército del emperador.Recién el 18 de Abril, luego de que Balta Oghe intentara un débil ataque con su flota y fuera nuevamente rechazado, y poco antes de que se ponga el sol, Mahomet ordenó a sus tropas un asalto en toda regla contra las murallas; los cañonazos ya hacía varios días que habían destruido casi por completo las murallas exteriores frente al Mesoteichion, y aunque los defensores ayudados por la gente de la ciudad, mujeres, monjas, niños, habían levantado una verdadera muralla de barriles y sacos de tierra, maderas y todo otro material que tuvieran a mano, ese sector se presentaba como más débil que nunca; al son de los tambores y las trompetas haciendo un monumental ruido para animar a los atacantes que gritaban como enloquecidos, comenzó el combate; Giustiniani se defendió encarnizadamente al mando de griegos y genoveses, mientras Constantino inspeccionaba el resto de la muralla temiendo que hubiera ataques simultáneos en otras posiciones; luego de varias horas de intenso combate y ya bien cerrada la noche los turcos recibieron la llamada a retirarse, dejando cientos de muertos al borde de las murallas; había sido una victoria enorme del ejército del emperador.
El 20 de Abril un buque imperial de transporte cargado de alimentos comandado por Flatanelas llega a Constantinopla escoltado por tres navíos genoveses y luego de varias horas de escaramuzas y a veces encarnizada lucha atravesaron el bloqueo de las numerosas naves turcas, que eran sin embargo inferiores en tamaño, y cruzaron hacia el Cuerno de Oro para poder descargar tranquilamente sus provisiones; en medio de la lucha Balta Oghe hizo lo imposible para parar a los enormes barcos que lo superaban en tamaño, pero a pesar de su arrojo y valentía perdió muchos barcos y cientos de hombres en la batalla y no pudo conseguir su objetivo, ante la atenta mirada de un enfurecido sultán que lo insultaba desde la costa; los soldados del emperador y el pueblo entero de Constantinopla asomado a las colinas de la ciudad veía la batalla como podía y pudo disfrutar de un triunfo memorable; Balta Oghe, que había perdido la visión de un ojo en el combate, pudo salvar su vida gracias a que sus compañeros de armas ponderaron su valor, pero fue despojado de todos sus bienes y deshonrado por el injusto sultán, tomando su lugar un preferido de Mahomet, Hamza Bey.
El 21 de Abril, sin embargo, sin que decaiga su ánimo, el sultán, que disponía de enormes recursos, ordenó la construcción de un camino de madera de plataforma rodante a espaldas del barrio genovés de Pera, entre el Bósforo y el Cuerno de Oro, mientras sus cañones bombardeaban a la flota cristiana para que no se acercase.
El día 24 de Abril, sin dar respiro a los defensores de la ciudad, el incansable Mahomet consigue uno de los triunfos más grandes del sitio, pasando los barcos hacia el Cuerno de Oro mediante ese camino especial de madera de 12 Km de extensión, construido vertiginosamente del lado de Pera por ingenieros italianos, y que recorría por detrás de las murallas del barrio genovés de Gálata desde la costa del Bósforo hasta la costa del Cuerno de Oro evitando de esta manera la cadena en la que los bizantinos habían puesto grandes esperanzas, y provocando una nueva caída de la moral de los defensores de la ciudad, ya que por esa vía se trasladaron unos 70 navíos, que ahora eran más del doble que los defensores en ese lugar, y atrapaban a estos entre dos fuegos.
Esto obligaba a los infortunados defensores de la ciudad a cuidarse de varios kilómetros más de la muralla marítima que daba al Cuerno de Oro, y a la flota exigua que defendía dicha porción de mar a entreverarse con una flota tres veces superior en número, aunque no en envergadura ni experiencia, y muy especialmente a multiplicar las acciones, con lo que el cansancio se hizo pronto mucho más evidente.
El golpe de efecto de esta acción fue desastroso para la moral de los defensores, el emperador se hallaba angustiado por la falta de hombres y la necesidad de proteger ahora tantos kilómetros de murallas que antes no era necesario custodiar, lo que le restaría fuerzas para defender el punto que obsesivamente Mahomet quería franquear: el Mesoteichion.
La nula colaboración de la colonia genovesa de Gálata también fue determinante para que los turcos pudieran permanecer en el Cuerno de Oro, ya que de haberse contado con sus formidables barcos que estaban anclados en su puerto este importante brazo de mar no hubiera sido conquistado, y con su colaboración seguramente el camino terrestre de los barcos difícilmente hubiera podido ser construido; pero a esta altura la colonia solo pensaba en su salvación, manteniendo una neutralidad sospechosa tanto para bizantinos como para los turcos, convirtiéndose el lugar en un nido de espías de ambos bandos.
El 28 de Abril un plan de los venecianos propuesto por Giacomo Coco para incendiar los barcos turcos fracasó estrepitosamente; los turcos, avisados del plan, que se había demorado inexplicablemente cuatro días, destruyeron varias embarcaciones cristianas, Coco murió en la batalla y los soldados otomanos capturaron a varios marineros que fueron decapitados a la vista de los pobladores de Constantinopla a manera de escarmiento; contagiados de la crueldad del sultán, los bizantinos tomaron a varios cientos de turcos prisioneros y los degollaron a la vista de los soldados enemigos; ya no habría vuelta atrás en la escala de agresiones.
Los cañones mientras tanto bombardeaban las murallas y las llenaban de huecos que luego los fervientes protectores de la ciudad trataban de cubrir para evitar que quedaran opciones de paso a los turcos hacia dentro, y esto ocurría todos los días y a toda hora.
De igual forma se producían permanentes incendios por los bombardeos que sufría la ciudad cuando Mahomet mandaba a sus cañones que sobrepasaran la muralla y bombardearan el interior, y los defensores corrían allí donde se los necesitara para sofocar cada uno de ellos, y despejar las calles de escombros.
Asimismo cobraron mayor importancia los zapadores del ejército invasor, formados específicamente por serbios expertos en cavar minas, que horadaban bajo las murallas intentando lograr hacer túneles que los comunicaran con el interior, y que hasta dentro de unos días no serían descubiertos.
Una de las enormer piezas de artilleria otomanas
Situación estratégica de las tropas al inicio del asedio
Me inicio en este gran subforo con la triste historia del último emperador de la milenaria Roma: Constantino XI. La historia de la lucha por unos ideales pese a saber que no habia ninguna posiblidad.
EMPERADOR CONSTANTINO XI
"Ya que has optado por la guerra y no puedo persuadirte con juramentos ni con palabras halagüeñas, haz lo que quieras; en cuanto a mí, me refugio en Dios y si está en su voluntad darte esta ciudad, quién podrá oponerse?... Yo, desde este momento, he cerrado las puertas de la ciudad y protegeré a sus habitantes en la medida de lo posible; tú ejerces tu poder oprimiendo pero llegará el día en que el Buen Juez dicte a ambos, a mí y a ti, la justa sentencia." Ducas. Carta de Constantino XI a Mahomet II.
Constantino nació en el año 1404 después de Jesucristo. Era hijo del gran emperador Manuel II y de Elena. Tenía cinco hermanos, cuyos nombres eran Juan, Andrónico, Teodoro, Demetrio y Tomás.
Juan, el mayor, reinó antes que Constantino en el imperio como Juan VIII. El segundo en edad, Teodoro, heredó de su tío Teodoro I, el despotado de Morea en 1407. En 1421 se casó con la prima del papa Martín V, Cleope Malatesta. Esta, se incorporó a la iglesia griega, en contra de la voluntad de su primo. Murió en 1433, lo que causó un gran dolor a su esposo, el cual fallecería, enfermo de peste, en 1448, algo antes que el emperador.
En cuanto a Andrónico, fue un personaje que no destacó mucho en comparación con sus hermanos. Su obra más notable fue la venta de la ciudad de Tesalónica en 1423 a los venecianos. Posteriormente, se retiraría a un monasterio en Constantinopla, donde terminaría sus días en 1428.
Demetrio, el quinto hermano, era un persona ambiciosa e inquieta. Fue un gran defensor de la Iglesia griega, en contra de las tendencias latinizantes de Juan, a quien acompañó al concilio de Florencia. Se desposó con una dama de la familia grecobúlgara de los Asen. En el año 1442, intentó atacar Constantinopla con ayuda de los soldados turcos, pero no tuvo éxito, ya que el emperador fue auxiliado por Constantino, que fue a socorrerle con refuerzos. Fue perdonado y se le permitió vivir en la ciudad.
Sobre el más pequeño de todos, Tomás, no hay mucho que decir. Fue una persona algo más tímida y paciente. Se casó con Catalina Zaccaría.
La conquista de Grecia:
A partir del año 1427, Constantino intentará, con ayuda de su hermano Juan, el emperador, expulsar a los francos de toda Grecia.
Lo primero que hará será casarse con Magdalena, sobrina de Carlos Tocco, soberano del Epiro y de gran parte de Grecia occidental. La joven, rebautizada con el nombre de Teodora, aportó como dote las tierras de su tío en el Peloponeso. Fallecerá dos años después sin hijos.
Posteriormente, Constantino intercambiará algunas ciudades que tenía en Tracia por Mistra y el despotado, que gobernará respaldado por su hermano Tomás, déspota de Clarenza.
En 1433, ya era dueño del Peloponeso, por lo que comenzó a someter a los demás pequeños reinos por la fuerza. En 1444, con ayuda de Juan Cantacuzeno, su mejor general, se apoderó de Ática, Beocia y Focia. Ahora, prácticamente toda Grecia era suya, excepto algunas ciudades venecianas y Atenas, cuyo duque, Nerio II, se había atrincherado y había pedido ayuda a los turcos.
Desgraciadamente, estos fueron a socorrerlo. El sultán Murad condujo un ejército a Grecia y arrasó el Hexamilión, donde se había refugiado Constantino y Tomás. Tuvieron el tiempo justo de escapar. Luego Murad saqueó Patras y Clarenza, matando a toda la población. Al final, se retiró tras haber recibido promesas de vallasaje y un tributo anual de los déspotas.
Nueva Política:
Los daños sufridos en los territorios griegos fueron gigantescos. Constantino decidió que debía cambiar su política ofensiva a defensiva, así que decidió buscar aliados en cualquier parte. En 1441, se casó con Catalina, hija de Dorino Gattilusi, príncipe de Lesbos. Pero también murió sin hijos al año siguiente.
Posteriormente, intentará conseguir, con ayuda de su fiel secretario y amigo Jorge Frantzés, la mano de una de las hijas del emperador de Trebisonda. Pero no tendrá éxito. Años más tarde, probará suerte con la viuda cristiana del sultán Murad, que había muerto recientemente. Pero tampoco esta vez logrará alcanzar su propósito. La sultana había decido que pasaría el resto de sus días consagrada a las buenas obras en la continencia.
Al final, parece que se casó una de las hijas del rey de Georgia.
La Coronación:
En el año 1448, morirá Juan VIII sin descendientes. Los hermanos del emperador que quedaban vivos eran Constantino, Demetrio y Tomás. Ambos, partirán a Constantinopla al conocer la noticia del fallecimiento de su hermano mayor, en donde reclamarán su derecho al trono. La opinión pública quiso que decidiera la anciana emperatriz madre, Elena. Esta, intercederá a favor del hijo mayor que le quedaba vivo, es decir, Constantino. Tomás y Demetrio reconocieron su derrota y se unieron a la muchedumbre que aclamaba al nuevo emperador. Este, partirá inmediatamente a Mistra, donde, en 1449, será coronado en la catedral de la ciudad. El soberano volvió a la capital el 12 de marzo del mismo año.
El Cisma:
Desde su subida al trono, Constantino intentó acabar con el cisma que separaba a las dos Iglesias. De esta manera, el Papa, Nicolás V, y otras potencias occidentales estarían dispuestos a auxiliar al Imperio. En 1451, envió un embajador, Andrónico Briennio Leontaris, a Venecia, para pedir permiso para reclutar arqueros en la isla de Creta, y posteriormente a Roma. En la urbe le entregó al Papa una carta del emperador, en la que este le invitaba a celebrar un nuevo concilio ecuménico en Constantinopla. Las respuestas de Nicolás fueron simples: O se unían las dos iglesias, o los occidentales tendrían que tomar las medidas necesarias para la salvación de los griegos.
En aquellos momentos, el nuevo sultán otomano, Mohamet II, acababa de de terminar con una revuelta en Anatolia. Cuando el orden fue restablecido, viajó al Bósforo, donde comenzó las obras de un castillo en la costa opuesta de la fortaleza de Anadolu Hisar. Las quejas de Constantino no tuvieron ningún efecto.
Quedó acabado a finales de agosto de 1452, y se llamó Rumili Hisar. Estaba claro que el siguiente paso sería poner sitio a la ciudad.
Ante esto, el emperador no tuvo más remedio que escribir al Papa y comunicarle que aceptaba la unión de las Iglesias. El cardenal Isidoro partió a Constantinopla con una escolta considerable, como legado de Nicolás en el concilio que se celebraría en la ciudad. Después de varios días de quejas de los antiunionistas, los latinos se impusieron y se celebró una liturgia en Santa Sofía en la que se leyeron los decretos de la Unión de Florencia. Pero, como dice el señor Steven Runciman: “los griegos pagaron el precio exigido por la ayuda occidental y quedaron defraudados.
Preparativos para el asedio:
El ejército turco estaba formado según los historiadores contemporáneos por entre 80.000 y 160.000 hombres (Ducas habla exageradamente de 400.000), mientras que los defensores serían aproximadamente 5.000 griegos, cifras que nos dan la pauta de lo desigual de los ejércitos enfrentados, desigualdad que solamente estaba salvada por las murallas de Constantinopla, barrera realmente muy difícil de vencer.
Los turcos otomanos, además de la ventaja numérica, contaban con un parque de artillería como no se había visto jamás sobre la tierra en tiempos anteriores, y que incluía un poderoso cañón construido por un misterioso personaje, con lo que el ejército de Mahomet II veía multiplicarse las posibilidades de triunfo, ante la posibilidad de quebrar las formidables murallas del siglo V con el fuego de cañones del siglo XV.
Los bizantinos, por el contrario, contaban con lanzas, flechas y catapultas, y unos pequeños cañones para los cuales ni siquiera contaban con proyectiles suficientes.
Además, unos 400 barcos de todo tipo formaban una impresionante flota turca, contra unos 26 o 28 buques de guerra de los defensores que estaban en el Cuerno de Oro y se preparaban a defender la ciudad amparados por la famosa cadena de hierro extendida de costa a costa, y esto era fundamental porque impedía que los varios kilómetros de muralla junto a la costa del Cuerno de Oro fueran atacados por Mahomet, y así liberaban a muchos defensores que eran útiles en otras partes de la batalla.
Sin embargo, los turcos tenían a su favor la construcción de la fortaleza de Bogazkesen (Paso angosto), hoy denominado Rumeli Hisar, sobre la ribera europea del Bósforo, que dominaba el paso y prevenía al sultán de cualquier ayuda naval que los bizantinos pudieran recibir, además de disparar desde allí con los cañones que no daban descanso a los líderes de la defensa.
Los protectores de la ciudad contaban con la inestimable ayuda de Giovanni Giustiniani Longo, valeroso combatiente genovés que había llegado en los primeros días de Abril en dos galeras con unos 700 compatriotas que venían de Génova, Quíos y Rodas para colaborar en la defensa de la ciudad, de la cual su República había aprovechado durante los últimos dos siglos una enormidad de recursos en desmedro del imperio, con lo cual esta presencia tenía todo el valor de un resarcimiento para los genoveses.
Fue una pena que los mezquinos comerciantes genoveses de Gálata se declararan neutrales pro decisión del jefe de la colonia, Angelo Lomellino, prefiriendo ceder ante el sultán y mantener sus beneficios antes que glorificar a la madre de sus negocios; a pesar de ello, muchos ciudadanos de Pera decidieron cruzar el Cuerno de Oro y colaborar con Giustiniani desde antes del ataque, atraídos por la personalidad del gran capitán.
Otros genoveses llegaron también a la ciudad para luchar por ella, como por ejemplo los hermanos Paolo, Troilo y Antonio Bocchiardi que trajeron a sus propios soldados equipados.
También acudieron en ayuda de los defensores más de doscientos arqueros que llegaron con el cardenal Isidoro y el obispo Leonardo de Quíos.
Los principales elementos de la colonia veneciana en Constantinopla, comandados por el jefe de la comunidad, Girolamo Minotto, se ofrecieron para dar ayuda incondicional al emperador, y había entre ellos dos recién llegados, capitanes de navíos, Gabriel Trevisano y Alviso Diedo, que participaron también de los combates ayudando a los bizantinos.
Peré Juliá organizó a los mejores elementos entre los catalanes que residían en la ciudad a los cuales se les unieron varios marineros compatriotas, con lo cual conformaron un fuerte grupo que defendió una porción de las murallas marítimas del Mármara.
Un ingeniero llamado John Grant, posiblemente inglés o escocés, fue muy importante en la defensa con su experiencia en el minado de las murallas.
El emperador Constantino XI contaba con la ayuda de varios miembros de la familia Cantacuzeno, su primo Teófilo y varios nobles bizantinos entre los que se encontraba el megaduque Lucas Notaras que lo apoyaron en todo momento, así como un noble castellano, don Francisco de Toledo, que afirmaba ser sin ninguna duda primo del emperador.
Por último un antiguo aspirante al trono de los otomanos recluido desde su infancia en Constantinopla, el príncipe Orján, se ofreció para participar de la defensa con una pequeña cantidad de soldados leales.
No llegaron refuerzos de Mistra o del resto del Peloponeso porque Mahomet II, tratando de asegurarse la victoria por todos los medios a su alcance, había mandado a Turachán de Tesalia a devastar la región, con lo que los hermanos del emperador no pudieron ayudarlo, porque estaban luchando por sus propias vidas.
Esta medida que pudo tomar Mahomet durante el sitio demuestra la cantidad enorme de recursos de los que podía disponer, recursos que antes pertenecían al imperio de Bizancio, como ser el disponer de ejércitos de los países vasallos, servios, búlgaros, albaneses, etc, que participaban de todas sus acciones bélicas, e incluso gran número de esclavos de estas y otras regiones sometidas.
Las imponentes murallas construidas por Teodosio en el siglo V, que tuvieron que luchar contra artilleria del siglo XV
Vista de la Crisoporta, una de las puertas que daban entrada a La Ciudad
El comienzo de las acciones.
El 2 de Abril de 1.453 los primeros destacamentos turcos llegaban cerca de la ciudad, que ya estaba preparada, abastecida al máximo posible, protegido el Cuerno de Oro con la famosa cadena que el genovés Bartolomeo Soligo había colocado por orden del emperador, destruidos los puentes sobre el foso que bordea la ciudad, y con las murallas en perfecto estado, ya que habían sido reconstruidas de la mejor manera posible, e inspeccionadas por el mismo Giustiniani.
Al llegar los primeros turcos ese día se producen algunos enfrentamientos porque el emperador ordena varias salidas del ejército bizantino, pero cuando los enemigos demostraron ser una cantidad inmensa, los destacamentos volvieron a encerrarse dentro de las murallas.
El 5 de Abril llegan los cuerpos principales del ejército turco, comandados por el mismísimo sultán, que al día siguiente se ubica en su tienda de campaña, cerca del río Lycus, a unos quinientos metros de las murallas y protegida por los destacamentos preferidos de Mahomet, los jenízaros.
Los defensores no eran los suficientes para resguardar las murallas del exterior y del interior, con lo cual el emperador ordenó a las tropas ubicarse protegiendo las murallas exteriores, con muy pocos efectivos en las interiores, los que se dedicaban a lanzar proyectiles defendiendo a sus compañeros.
Que la moral de los defensores era alta al comienzo de las acciones lo demuestra el hecho de que algunos destacamentos de los defensores hayan seguido haciendo varias salidas fuera del recinto de la ciudad para agredir a los turcos sorprendidos, pero luego de que se demostró que semejante táctica no llevaba a nada por la enorme superioridad numérica de los sitiadores y se hacía peligrosa por la pérdida del elemento sorpresa se dejaron de hacer.
El 6 de Abril, según lo mandaba la ley islámica, Mahomet envía mediante sus embajadores un ultimátum a Constantino, el que es rechazado de plano.
El 7 de Abril de 1453 comienzan las agresiones, con un bombardeo que Mahomet II ordena efectuar ante la Quinta Puerta Militar, también mencionada a veces como Pempton, y conocida popularmente como Puerta Militar de San Romano, ubicada a poco menos de doscientos metros al norte del río Lycus (no confundir con la Puerta Civil de San Romano, al sur del río <ver mapa>), conformando en la llanura del mismo un sector de las defensas denominado Mesoteichion que era considerado el punto mas débil en la muralla terrestre, porque no estaba sobre un cerro o altura, sino sobre el plano valle del río, y en la cual estaban al principio apostadas las principales tropas bizantinas, que recibieron el refuerzo inmediato (al darse cuenta el emperador de que Mahomet había preferido el ataque por ese sector) de los genoveses de Giustiniani que en principio ocupaban el sector del Miriandron, casi llegando a las Baquernas, sobre la Puerta Carisia o de Adrianópolis.
El 9 de Abril los barcos turcos comandados por Balta Oghe acometieron la empresa de traspasar la gran cadena y extender la lucha al Cuerno de Oro, pero se vieron rechazados por la flota que defendía la ciudad.
Tal vez ese mismo día el sultán dio la orden de derribar a cañonazos varias fortificaciones exteriores a las murallas, y a todos los prisioneros los hizo empalar delante de los defensores de la ciudad, para que vieran el castigo que les estaba reservado; la indignación del emperador y sus tropas por este acto de barbarie no hizo otra cosa que darle más fuerzas para proseguir la lucha.
El 12 de Abril comenzó el cañoneo de forma regular sobre las murallas y a partir de allí ya no se detendría, provocando aquí y allá enormes boquetes en la muralla exterior defendida por el ejército del emperador; por eso todas las noches los ciudadanos bizantinos, mujeres y niños incluidos, salían por las puertas de la muralla interior y cavaban la tierra entre las murallas, llenando con ella sacos y grandes barriles de madera que colocaban hasta cubrir cada hueco para comenzar al día siguiente con la muralla al menos en parte restablecida.
Ese mismo día una flota turca acababa de llegar del Mar Negro y Balta Oghe decidió volver a intentar sobrepasar la cadena, pero nuevamente fue rechazado, merced a que los barcos cristianos eran de mucho mayor envergadura y sus tripulantes verdaderos expertos en estas cuestiones; pronto la presión incontenible del joven e inexperto sultán haría un pésimo efecto sobre el valiente líder de la flota turca.
Recién el 18 de Abril, luego de que Balta Oghe intentara un débil ataque con su flota y fuera nuevamente rechazado, y poco antes de que se ponga el sol, Mahomet ordenó a sus tropas un asalto en toda regla contra las murallas; los cañonazos ya hacía varios días que habían destruido casi por completo las murallas exteriores frente al Mesoteichion, y aunque los defensores ayudados por la gente de la ciudad, mujeres, monjas, niños, habían levantado una verdadera muralla de barriles y sacos de tierra, maderas y todo otro material que tuvieran a mano, ese sector se presentaba como más débil que nunca; al son de los tambores y las trompetas haciendo un monumental ruido para animar a los atacantes que gritaban como enloquecidos, comenzó el combate; Giustiniani se defendió encarnizadamente al mando de griegos y genoveses, mientras Constantino inspeccionaba el resto de la muralla temiendo que hubiera ataques simultáneos en otras posiciones; luego de varias horas de intenso combate y ya bien cerrada la noche los turcos recibieron la llamada a retirarse, dejando cientos de muertos al borde de las murallas; había sido una victoria enorme del ejército del emperador.Recién el 18 de Abril, luego de que Balta Oghe intentara un débil ataque con su flota y fuera nuevamente rechazado, y poco antes de que se ponga el sol, Mahomet ordenó a sus tropas un asalto en toda regla contra las murallas; los cañonazos ya hacía varios días que habían destruido casi por completo las murallas exteriores frente al Mesoteichion, y aunque los defensores ayudados por la gente de la ciudad, mujeres, monjas, niños, habían levantado una verdadera muralla de barriles y sacos de tierra, maderas y todo otro material que tuvieran a mano, ese sector se presentaba como más débil que nunca; al son de los tambores y las trompetas haciendo un monumental ruido para animar a los atacantes que gritaban como enloquecidos, comenzó el combate; Giustiniani se defendió encarnizadamente al mando de griegos y genoveses, mientras Constantino inspeccionaba el resto de la muralla temiendo que hubiera ataques simultáneos en otras posiciones; luego de varias horas de intenso combate y ya bien cerrada la noche los turcos recibieron la llamada a retirarse, dejando cientos de muertos al borde de las murallas; había sido una victoria enorme del ejército del emperador.
El 20 de Abril un buque imperial de transporte cargado de alimentos comandado por Flatanelas llega a Constantinopla escoltado por tres navíos genoveses y luego de varias horas de escaramuzas y a veces encarnizada lucha atravesaron el bloqueo de las numerosas naves turcas, que eran sin embargo inferiores en tamaño, y cruzaron hacia el Cuerno de Oro para poder descargar tranquilamente sus provisiones; en medio de la lucha Balta Oghe hizo lo imposible para parar a los enormes barcos que lo superaban en tamaño, pero a pesar de su arrojo y valentía perdió muchos barcos y cientos de hombres en la batalla y no pudo conseguir su objetivo, ante la atenta mirada de un enfurecido sultán que lo insultaba desde la costa; los soldados del emperador y el pueblo entero de Constantinopla asomado a las colinas de la ciudad veía la batalla como podía y pudo disfrutar de un triunfo memorable; Balta Oghe, que había perdido la visión de un ojo en el combate, pudo salvar su vida gracias a que sus compañeros de armas ponderaron su valor, pero fue despojado de todos sus bienes y deshonrado por el injusto sultán, tomando su lugar un preferido de Mahomet, Hamza Bey.
El 21 de Abril, sin embargo, sin que decaiga su ánimo, el sultán, que disponía de enormes recursos, ordenó la construcción de un camino de madera de plataforma rodante a espaldas del barrio genovés de Pera, entre el Bósforo y el Cuerno de Oro, mientras sus cañones bombardeaban a la flota cristiana para que no se acercase.
El día 24 de Abril, sin dar respiro a los defensores de la ciudad, el incansable Mahomet consigue uno de los triunfos más grandes del sitio, pasando los barcos hacia el Cuerno de Oro mediante ese camino especial de madera de 12 Km de extensión, construido vertiginosamente del lado de Pera por ingenieros italianos, y que recorría por detrás de las murallas del barrio genovés de Gálata desde la costa del Bósforo hasta la costa del Cuerno de Oro evitando de esta manera la cadena en la que los bizantinos habían puesto grandes esperanzas, y provocando una nueva caída de la moral de los defensores de la ciudad, ya que por esa vía se trasladaron unos 70 navíos, que ahora eran más del doble que los defensores en ese lugar, y atrapaban a estos entre dos fuegos.
Esto obligaba a los infortunados defensores de la ciudad a cuidarse de varios kilómetros más de la muralla marítima que daba al Cuerno de Oro, y a la flota exigua que defendía dicha porción de mar a entreverarse con una flota tres veces superior en número, aunque no en envergadura ni experiencia, y muy especialmente a multiplicar las acciones, con lo que el cansancio se hizo pronto mucho más evidente.
El golpe de efecto de esta acción fue desastroso para la moral de los defensores, el emperador se hallaba angustiado por la falta de hombres y la necesidad de proteger ahora tantos kilómetros de murallas que antes no era necesario custodiar, lo que le restaría fuerzas para defender el punto que obsesivamente Mahomet quería franquear: el Mesoteichion.
La nula colaboración de la colonia genovesa de Gálata también fue determinante para que los turcos pudieran permanecer en el Cuerno de Oro, ya que de haberse contado con sus formidables barcos que estaban anclados en su puerto este importante brazo de mar no hubiera sido conquistado, y con su colaboración seguramente el camino terrestre de los barcos difícilmente hubiera podido ser construido; pero a esta altura la colonia solo pensaba en su salvación, manteniendo una neutralidad sospechosa tanto para bizantinos como para los turcos, convirtiéndose el lugar en un nido de espías de ambos bandos.
El 28 de Abril un plan de los venecianos propuesto por Giacomo Coco para incendiar los barcos turcos fracasó estrepitosamente; los turcos, avisados del plan, que se había demorado inexplicablemente cuatro días, destruyeron varias embarcaciones cristianas, Coco murió en la batalla y los soldados otomanos capturaron a varios marineros que fueron decapitados a la vista de los pobladores de Constantinopla a manera de escarmiento; contagiados de la crueldad del sultán, los bizantinos tomaron a varios cientos de turcos prisioneros y los degollaron a la vista de los soldados enemigos; ya no habría vuelta atrás en la escala de agresiones.
Los cañones mientras tanto bombardeaban las murallas y las llenaban de huecos que luego los fervientes protectores de la ciudad trataban de cubrir para evitar que quedaran opciones de paso a los turcos hacia dentro, y esto ocurría todos los días y a toda hora.
De igual forma se producían permanentes incendios por los bombardeos que sufría la ciudad cuando Mahomet mandaba a sus cañones que sobrepasaran la muralla y bombardearan el interior, y los defensores corrían allí donde se los necesitara para sofocar cada uno de ellos, y despejar las calles de escombros.
Asimismo cobraron mayor importancia los zapadores del ejército invasor, formados específicamente por serbios expertos en cavar minas, que horadaban bajo las murallas intentando lograr hacer túneles que los comunicaran con el interior, y que hasta dentro de unos días no serían descubiertos.
Una de las enormer piezas de artilleria otomanas
Situación estratégica de las tropas al inicio del asedio