stavroguin 11
Clásico
- Registro
- 14 Oct 2010
- Mensajes
- 3.780
- Reacciones
- 2.830
Soy feo y misógino. Lo saben ustedes. Nada nuevo bajo el sol. Ningún tesoro arrojado por las olas. Ningún trébol de cuatro hojas para secar entre las páginas del libro que esas zorras no abrirán nunca. No descubro el Mediterráneo, ni las sopas de ajo, ni la cuadratura del círculo...
Implícita en esa definición está la mutua indiferencia y hostilidad con el sexo débil, al que evito en lo que puedo y en toda actividad que suponga no obtener fornicio, lo que a mí edad engloba a absolutamente todas.
Pero siempre hay excepciones. En concreto una que pronto va a dejar de serlo.
Enfermera con la que comparto espacio laboral desde hace 10 años. Divertida, cotilla, ingeniosa, tal vez con poca personalidad. Nos debemos mutuamente favores. En una ocasión de esas en la que se demuestra la amistad se puso un poco de perfil, pero acabé por fingir que lo olvidaba. Lo más parecido a una amiga que he tenido los últimos años.
Pero tiene una característica sumamente irritante. Siempre está hablando de chulillos hospitalarios: mierdecillas ligones, superficiales, estandarizados. Con una actitud que te da a entender que tú juegas en Regional Preferente y que cualquier cosa que le digas solo merece una mueca mal disimulada de hastío. Curiosamente su marido (excelente persona), es un betazo absolutamente domesticado al que creo que no va a ser infiel nunca.
Después de un paseo en mi barco (saludos a Verruga) hace dos dias, en el que acabó con mi paciencia por esa peculiaridad conversacional tan irritante, he tomado la decisión de pasarla al cajón de los trastos. Solo joderia que uno tenga que gastar combustible para que lo hagan sentir como el mozo de espadas de un torero de tercera. El problema es que su marido es una excelente persona con la que no quiero perder amistad ni contacto. Y no sé cómo hacerlo por carecer absolutamente de tacto y diplomacia en estos menesteres. Así que espero sus útiles e inteligentes consejos como agua de mayo.
Implícita en esa definición está la mutua indiferencia y hostilidad con el sexo débil, al que evito en lo que puedo y en toda actividad que suponga no obtener fornicio, lo que a mí edad engloba a absolutamente todas.
Pero siempre hay excepciones. En concreto una que pronto va a dejar de serlo.
Enfermera con la que comparto espacio laboral desde hace 10 años. Divertida, cotilla, ingeniosa, tal vez con poca personalidad. Nos debemos mutuamente favores. En una ocasión de esas en la que se demuestra la amistad se puso un poco de perfil, pero acabé por fingir que lo olvidaba. Lo más parecido a una amiga que he tenido los últimos años.
Pero tiene una característica sumamente irritante. Siempre está hablando de chulillos hospitalarios: mierdecillas ligones, superficiales, estandarizados. Con una actitud que te da a entender que tú juegas en Regional Preferente y que cualquier cosa que le digas solo merece una mueca mal disimulada de hastío. Curiosamente su marido (excelente persona), es un betazo absolutamente domesticado al que creo que no va a ser infiel nunca.
Después de un paseo en mi barco (saludos a Verruga) hace dos dias, en el que acabó con mi paciencia por esa peculiaridad conversacional tan irritante, he tomado la decisión de pasarla al cajón de los trastos. Solo joderia que uno tenga que gastar combustible para que lo hagan sentir como el mozo de espadas de un torero de tercera. El problema es que su marido es una excelente persona con la que no quiero perder amistad ni contacto. Y no sé cómo hacerlo por carecer absolutamente de tacto y diplomacia en estos menesteres. Así que espero sus útiles e inteligentes consejos como agua de mayo.