Pues sí hamijos, hasta tal punto ha llegado esta noche mi nivel de deseperación como tío, que me he visto en la obligación moral de registrarme y escribir por primera vez en este inefable foro.
Me ahorraré eso de que llevo años leyéndoos, sois cojonudos y blao blao blao, porque ya lo sabéis de sobra (o no) :1 . Así que iré al grano.
Vamos a ver como os cuento esta historia de manera que no parezca un triste fanta-payer de los de toda la vida. Para muchos, lo que sigue no pasará de simple anécdota sin importancia, pero cuando ves que la historia se repite una y otra vez, entonces empiezas a plantearte seriamente algunas cuestiones vitales.
La cuestión: Soran comienza su primer trabajo, con muchas ganas e ilusión, y conoce a una compañera que le gusta ya desde el primer momento. Es atractiva, simpática, inteligente y, lo mejor, no parece la típica niña porqueyolovalguista y superficial tan habitual por estas latitudes. Tiene inquietudes y se muestra receptiva. Soran, en su ingenuidad, urde un plan de acercamiento progresivo, que se va concretando durante las últimas semanas: un saludito de más por aquí, alguna visita inesperada a su despacho por allá... Todo parece ir viento en popa (o al menos así fantasea el pobre Soran). La chica le da cuerda y, lo mejor, nunca habla de su pareja; a lo que Soran deduce que no debe de tener, dada la arraigada costumbre que tienen las mujeres españolas de mencionar al susodicho en cuanto se les presenta la más mínima oportunidad.
El gilipollas de Soran ya se las ve todas consigo hasta que un buen día decide, como quien no quiere la cosa, hacer una pequeña incursión en ese invento del demonio conocido como Facebook. Y es en ese instante cuando entiende a la perfección ese viejo aforismo que reza "la ignorancia es la felicidad". Lo primero que puede observar es una foto a toda página de la interfecta abrazadita al que debe de ser su "churry", un perfecto adonis de ojos azules. Y es también en ese momento cuando Soran pasa de la euforia a la desesperación. Todas sus ilusiones hechas añicos en un milisegundo, lo que tarda en cargarse una puta página web. Y lo peor, la extraña sensación de deja vu, de pensar que no se salva ni una. La sensación de tener siempre la puta razón, pero no querer verlo. La sensación, en definitiva de ser un perfecto estúpido que aún cree que ahí fuera hay alguna chica diferente.
No hamijos, no. La realidad es la que es. Y por mucho que nos empeñemos no podemos cambiarla. Como diría Torbe, ¡me cago en mi puta vida y en mi puto destino! ¿Por qué tiene que ser siempre así? ¿La culpa es mía por apuntar siempre tan alto? ¿o es que son ellas las que se salen siempre con la suya? Mierda de vida...
Ahora ya podéis lincharme o iluminarme con vuestro conocimiento, como prefiráis
.
Me ahorraré eso de que llevo años leyéndoos, sois cojonudos y blao blao blao, porque ya lo sabéis de sobra (o no) :1 . Así que iré al grano.
Vamos a ver como os cuento esta historia de manera que no parezca un triste fanta-payer de los de toda la vida. Para muchos, lo que sigue no pasará de simple anécdota sin importancia, pero cuando ves que la historia se repite una y otra vez, entonces empiezas a plantearte seriamente algunas cuestiones vitales.
La cuestión: Soran comienza su primer trabajo, con muchas ganas e ilusión, y conoce a una compañera que le gusta ya desde el primer momento. Es atractiva, simpática, inteligente y, lo mejor, no parece la típica niña porqueyolovalguista y superficial tan habitual por estas latitudes. Tiene inquietudes y se muestra receptiva. Soran, en su ingenuidad, urde un plan de acercamiento progresivo, que se va concretando durante las últimas semanas: un saludito de más por aquí, alguna visita inesperada a su despacho por allá... Todo parece ir viento en popa (o al menos así fantasea el pobre Soran). La chica le da cuerda y, lo mejor, nunca habla de su pareja; a lo que Soran deduce que no debe de tener, dada la arraigada costumbre que tienen las mujeres españolas de mencionar al susodicho en cuanto se les presenta la más mínima oportunidad.
El gilipollas de Soran ya se las ve todas consigo hasta que un buen día decide, como quien no quiere la cosa, hacer una pequeña incursión en ese invento del demonio conocido como Facebook. Y es en ese instante cuando entiende a la perfección ese viejo aforismo que reza "la ignorancia es la felicidad". Lo primero que puede observar es una foto a toda página de la interfecta abrazadita al que debe de ser su "churry", un perfecto adonis de ojos azules. Y es también en ese momento cuando Soran pasa de la euforia a la desesperación. Todas sus ilusiones hechas añicos en un milisegundo, lo que tarda en cargarse una puta página web. Y lo peor, la extraña sensación de deja vu, de pensar que no se salva ni una. La sensación de tener siempre la puta razón, pero no querer verlo. La sensación, en definitiva de ser un perfecto estúpido que aún cree que ahí fuera hay alguna chica diferente.
No hamijos, no. La realidad es la que es. Y por mucho que nos empeñemos no podemos cambiarla. Como diría Torbe, ¡me cago en mi puta vida y en mi puto destino! ¿Por qué tiene que ser siempre así? ¿La culpa es mía por apuntar siempre tan alto? ¿o es que son ellas las que se salen siempre con la suya? Mierda de vida...
Ahora ya podéis lincharme o iluminarme con vuestro conocimiento, como prefiráis
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Forero del todo a cien
Muerto por dentro+
