No vengo a hablar del amor entre retrasados. Vengo a hablar de los retrasados simple y llanamente.
He llevado esta mañana a una mujer con su hijo, de unos 3 años, con síndrome de Mongolia.
Que putísima desgracia, amigos. Lo que he visto ha sido aterrador. El niño iba en carrito y éste estaba llenito de mierda, con lamparones de meados, babas y vaya usted a saber que. La madre debe ser o que es una guarra y no lava o que ha pensado que para qué lavar si el mongólico de su hijo lo va a volver a llenar todos de mierda.
El niño daba auténticos gruñidos que poco tenían de humanos. Parecía sufrir el hijo puta. Se ha puesto a darle de comer y el crío se atragantaba todo el rato, tosiendo mocos y echando más babas que semen expulsa un forero tras semanas de abstinencia.
El niño olía a pañuelo sonado y a estornudo en un brazo, no se si me explico. Muy desagradable todo. Tampoco halludaba la mierda de comida que le estaba dando la madre, que olía a vinagre que daba asco.
El cacho de cabrón en 15 minutos me ha dejado el bólido que me tenido que ir a una gasolinera a pasarle el aspirador.
Cuando estábamos llegando al destino ( down Madrid) se ha puesto a gruñir como un loco, sonaba así: bbbrrooaaaggg ggguuaaaaggg grrooooggggg aaasrrrgggg. Yo estaba aterrado y asqueado. Cuando hemos llegado he sentido alivio porque no se ha cargado ni meado y allí he dejado a la madre, que ni se ha inmutado en todo el viaje ante el espectáculo del mongol.
Que maldición es esa, joder