Jack Aubrey
Forero del todo a cien
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- 26 Oct 2005
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Con mi nave, la Suprise, navío francés capturado a los hijos de Napoleón y engalanado con la bandera de la Gran Bretaña, he arribado más allá del Ecuador, donde cuentan las leyendas que los hombres se vuelven de color azabache, con amplias sonrisas blancas como las perlas del Mar Caribe.
Los he visto con mis ojos, he batallado contra ellos, los he capturado como esclavos para nuestras colonias en África, y aunque en el manejo con la espada son unos mantas, y no son capaces de mantenerse a flote más de dos minutos, tienen unas pollas gigantescas, con venas como tallos de alfalfa, pollas negruzcas que parecen misiles, aunque lástima, aquí aún funcionamos con balas de cañón y pólvora mojada.
En las ocasiones en las que, como ofrenda, he llevado esclavos negros a la patria inglesa, las mujeres cortesanas, las nobles, las putas, las ricas y las pobres se han vuelto locas, histéricas, persiguiendo con desesperación los placeres de esas pollas africanas traídas de allá donde los alisios pueden dejarte varado en los peores bajíos.
Y ahora veo que vosotros, bravos españoles, permitís que ellos vengan aquí a robaros a vuestras mujeres, a follarlas como vosotros jamás podréis hacerlo, con sus cuerpos de escultura y sus bailes obscenos.
¿Cómo cojones pensáis competir, de aquí a unos años, contra mulatos fibrados, de sonrisas infinitas y bailes endemoniados?
Mal futuro os espera, yo me vuelvo a mi querida Inglaterra.
Los he visto con mis ojos, he batallado contra ellos, los he capturado como esclavos para nuestras colonias en África, y aunque en el manejo con la espada son unos mantas, y no son capaces de mantenerse a flote más de dos minutos, tienen unas pollas gigantescas, con venas como tallos de alfalfa, pollas negruzcas que parecen misiles, aunque lástima, aquí aún funcionamos con balas de cañón y pólvora mojada.
En las ocasiones en las que, como ofrenda, he llevado esclavos negros a la patria inglesa, las mujeres cortesanas, las nobles, las putas, las ricas y las pobres se han vuelto locas, histéricas, persiguiendo con desesperación los placeres de esas pollas africanas traídas de allá donde los alisios pueden dejarte varado en los peores bajíos.
Y ahora veo que vosotros, bravos españoles, permitís que ellos vengan aquí a robaros a vuestras mujeres, a follarlas como vosotros jamás podréis hacerlo, con sus cuerpos de escultura y sus bailes obscenos.
¿Cómo cojones pensáis competir, de aquí a unos años, contra mulatos fibrados, de sonrisas infinitas y bailes endemoniados?
Mal futuro os espera, yo me vuelvo a mi querida Inglaterra.