Neutral Malvado
Veterano
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Bueno bueno, pero no olvidéis que los machos estamos programados genéticamente para ser obsequiosos con las féminas, y que ellas están programadas genéticamente para recibir obsequios de los machos.
Cuando un hombre está enamorado de una mujer, la primera pregunta que le viene a la mente es: "¿Qué puedo hacer para ayudarla?". En cambio, cuando una mujer dice estar enamorada de un hombre ("dice", pues siempre debemos dudar de la autenticidad del amor de la hembra por el macho), la primera pregunta que acude a su mente es: "¿Qué favor puedo pedirle para poner a prueba su amor por mí?".
Es decir, que las relaciones entre hombres y mujeres están diseñadas genéticamente de manera que el macho da y la hembra recibe. No hay más. Nosotros damos y ellas reciben. Puro instinto reproductivo. Y luchar contra el instinto es caer en los abismos de la desesperación. No tratéis de luchar contra vuestra predisposición genética, o lo pasaréis mal. Es mejor dejarse llevar. Dejarse saquear por las hembras. Dejarse pelelizar, calzonacizar y cornudizar. Somos meros instrumentos de usar y tirar, instrumentos al servicio de la coñocracia suprema. Ahora bien, ellas también están al servicio de otro imperativo genético superior: Tener hijos. Todos, machos y hembras, estamos supeditados a la prioridad máxima de la reproducción. Los putos bebés. Sí, esa panda de descendientes egoístas que van a sacarnos los ojos, mearse en nuestras cuencas y reírse de lo pringaos que hemos sido mientras tienen sexo virtual en sus cabinas de realidad virtual o se van de vacaciones a Marte a bordo de un transatlántico espacial.
Cuando un hombre está enamorado de una mujer, la primera pregunta que le viene a la mente es: "¿Qué puedo hacer para ayudarla?". En cambio, cuando una mujer dice estar enamorada de un hombre ("dice", pues siempre debemos dudar de la autenticidad del amor de la hembra por el macho), la primera pregunta que acude a su mente es: "¿Qué favor puedo pedirle para poner a prueba su amor por mí?".
Es decir, que las relaciones entre hombres y mujeres están diseñadas genéticamente de manera que el macho da y la hembra recibe. No hay más. Nosotros damos y ellas reciben. Puro instinto reproductivo. Y luchar contra el instinto es caer en los abismos de la desesperación. No tratéis de luchar contra vuestra predisposición genética, o lo pasaréis mal. Es mejor dejarse llevar. Dejarse saquear por las hembras. Dejarse pelelizar, calzonacizar y cornudizar. Somos meros instrumentos de usar y tirar, instrumentos al servicio de la coñocracia suprema. Ahora bien, ellas también están al servicio de otro imperativo genético superior: Tener hijos. Todos, machos y hembras, estamos supeditados a la prioridad máxima de la reproducción. Los putos bebés. Sí, esa panda de descendientes egoístas que van a sacarnos los ojos, mearse en nuestras cuencas y reírse de lo pringaos que hemos sido mientras tienen sexo virtual en sus cabinas de realidad virtual o se van de vacaciones a Marte a bordo de un transatlántico espacial.