Ayer estuve hablando con un colega sobre nuestros rolletes de la adolescencia, empezamos hablando con bromas, riéndonos de los tiempos pasados y recordando las payasadas que hacíamos para poder "pillar cacho".
Llegamos a la conclusión de que los hombre o somos tontos o gilipollas, y preguntaréis que por qué, pues muy sencillo:
Con 14 o 15 años, todos o casi todos, nos hemos enrollado con alguien (yo ahora tengo 27). Entonces era todo un triunfo poder tocarle las tetas a una tía, si ya era por debajo de la ropa ni te cuento... El caso esque los más afortunados podían hacerle un dedo a la tía, esto es: una paja; la tía te dejaba meterle mano en su secreto más guardado y así profanabas lo más profundo. Tú luego estabas con una cara de satisfacción de puta madre y corrías a contárselo a los colegas, los cuales te admiraban con no cierta envidia.
Muchos se identificarán con esto pero: ERAMOS GILIPOLLAS!!! Nos íbamos contentos cuando le habíamos hecho una paja a la tía, se había corrido, se había quedado super agusto y encima casi le dabas las gracias por haberte dejado meterle mano.. y nosotros con un dolor de cojones impresionante, puesto que ella no se había dignado a hacértela a tí.
Conclusión: todo ese comportamiento remilgado de "no me metas mano, no te dejo, quiero ser virgen, et..." no era sino una estrategia en cuya trampa caíamos como subnormales. Nosotros a darles gusto y ellas nada de nada y encima agradecidos.
Llegamos a la conclusión de que los hombre o somos tontos o gilipollas, y preguntaréis que por qué, pues muy sencillo:
Con 14 o 15 años, todos o casi todos, nos hemos enrollado con alguien (yo ahora tengo 27). Entonces era todo un triunfo poder tocarle las tetas a una tía, si ya era por debajo de la ropa ni te cuento... El caso esque los más afortunados podían hacerle un dedo a la tía, esto es: una paja; la tía te dejaba meterle mano en su secreto más guardado y así profanabas lo más profundo. Tú luego estabas con una cara de satisfacción de puta madre y corrías a contárselo a los colegas, los cuales te admiraban con no cierta envidia.
Muchos se identificarán con esto pero: ERAMOS GILIPOLLAS!!! Nos íbamos contentos cuando le habíamos hecho una paja a la tía, se había corrido, se había quedado super agusto y encima casi le dabas las gracias por haberte dejado meterle mano.. y nosotros con un dolor de cojones impresionante, puesto que ella no se había dignado a hacértela a tí.
Conclusión: todo ese comportamiento remilgado de "no me metas mano, no te dejo, quiero ser virgen, et..." no era sino una estrategia en cuya trampa caíamos como subnormales. Nosotros a darles gusto y ellas nada de nada y encima agradecidos.