Libros Hoy y ayer. Literatura que se vende us literatura de calidad

cuellopavo

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23 Abr 2006
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Antiguamente había dos focos de creación cultural: la cultura popular y la llamada cultura elevada. Ambas no eran compartimentos estancos, como a veces se suele pensar, sino que bebían una de la otra y se influían mutuamente, y de un modo consciente y explícito desde el romanticismo. Ejemplos los hay a mansalva, y no voy a citarlos porque esto es un post y no un artículo.


Hacia el siglo XX, apareció un nuevo concepto cultural, asociado a una nueva clase y al nacimiento de la sociedad de consumo capitalista. Me refiero a la archiconocida cultura de masas, con orígenes en la cultura burguesa de las sociedades industriales del siglo XIX y con un poco también de los conceptos totalitaristas interesados en el cultivo y manipulación de masas (fascismo y comunismo). Esta nueva cultura adquiere los procedimientos y justificaciones empresariales y de mercado, y ofrece productos, es decir, elaboraciones que ni proceden de la espontaneidad anónima y popular, ni del individualismo creador del artista.


Lo más significativo de esta cultura de masas (que no debería confundirse con la cultura popular) es que se interpone e intermedia entre los dos focos tradicionales de cultura, interrumpiendo su alimentación mutua y transformándolos en focos marginales o de “cultura alternativa”.


Pues bien, el escritor, hoy día, debe elegir dónde se sitúa y asumir las consecuencias (antes no era necesario; se suponía que se situaba automáticamente en el foco de la “cultura elevada”): si en el nuevo foco, creciente y boyante, de la cultura de masas, o bien en los focos tradicionales en retroceso.


El escritor situado en la cultura de masas ha de conocer un principio esencial de este medio: que escribe para complacer al lector, sea cual sea su nivel cultural y el tiempo que le dedique a la lectura. El autor como “ser dotado de una sensibilidad y discernimiento superiores, que escribe para el ennoblecimiento de sus semejantes” es una antigualla infumable. El nuevo consumidor de lectura no quiere saber nada de tipos superiores ni hacer esfuerzos de comprensión. Quiere sentirse cómodo con lo que lee, mirarse en el espejo y verse guapa o guapo, que le hagan cosquillitas donde le gusta que se las hagan y se le ponga la piel de gallina con las cosas previstas y que confirmen su propia sensibilidad e inteligencia. Nada de revolverle las tripas y poner patas arribas sus esquemas mentales. Dicho en plata: el producto comercial “libro” se orienta a los anónimos y pretenciosos lectorcillos que se las dan de culturetas en su entorno de amigos que sólo hablan de fúrgol y de pantojas para que se sientan especiales y muy cultos. ¿Cómo vas a meterles un libro que les obligue a ir una y otra vez al diccionario y a releer una y otra vez cada párrafo?


Esto es, por supuesto, una gran estafa. Pero nuestra civilización, en general, ha terminado convertida en eso, en una gran estafa. Y los estafadores saben dar jabón como nadie a primos y pardillos.


Esa es mi opinión acerca del asunto planteado, y Uds. ya me dirán la suya, me interesaría mucho saberla.
 
Claro que es una estafa,ocurre con los libros,con la música,hasta con la gastronomía.El estado perfeccciona sus mecanismos de control para producir borregos en serie,para producir individuos que se dediquen a consumir compulsivamente.Esto no es nada nuevo.El marketing hace tiempo que llegó a la literatura.
 
No es que vivamos en una sociedad capitalista, es que vivimos en un gran mercado. La literatura como tal ya no existe desde hace mucho tiempo. En las editoriales van desapareciendo (las españolas) los fundadores legendarios para ser sustituidos por consejos de dirección que simplemente toman la decisión de publicación en función de la rentabilidad. Es lo mismo que desde hace tiempo le ha sucedido a la música o al cine, con los resultados que ya sabemos.

Es muy claro, en la actualidad se publica más que nunca, sin embargo, yo voy a las novedades (librería, o cartelera, o discos más vendidos) y es que me la pela el 90% por ciento de lo que sale, aunq tendrá su público y funcionará y todo eso. No creo que sea simplemente por la aversión propia de la edad, es que sencillamente lo que me ofrecen carece de calidad o interés.

En lo sucesivo las obras de arte notables, o la cultura si lo quieres, solo van a ser posibles a través de artesanos que por algún motivo hayan conseguido vencer o esquivar al mercado masivo. Saldrá un Calamaro (es un ejemplo) pero será a costa de 20 bisbales. Lo mismo en el resto de campos.

¿la responsabilidad del escritor o creador de cultura? Ninguna. No tiene responsabilidad porque no es dueño del canal, en ningún momente tiene potestad para producir 'alta o baja cultura'. Tienes dos opciones, escribir bien y guardar tus manuscritos en el cajón acompañados de una insana cantidad de frustración o bien escribir a lo 'freire' (mal) que te da más posibilidades de vivir de lo que haces.

Podrías pensar... pero el consumidor, ¿ahora no tiene más formación, cultura, acceso a información......? ¿no demandará obras de calidad?. Pues parece que no. Y eso es lo q tengo que decir de momento.
 
Leyendo anoche un libro de relatos de Guy de Maupassant (La Máscara, de Biblioteca Edaf), en el prefacio se daba una breve semblanza de la vida del autor y se comentaba que fue discípulo de Flaubert, conoció a Proust, fue vecino de los impresionistas y su primera exposición, en el transcurso de su vida como novelista las "novedades" literarias que se vendían eran, por ejemplo, Guerra y Paz, Crimen y Castigo, 20.000 leguas de viaje submarino, conoció el asedio de París...

Cómo comparar eso con estos tiempos convulsos donde Boris Izaguirre es finalista del premio de más importe económico. Cada vez tengo más claro que la población se está aborregando.

No interesan los "Calamaros", interesan mucho más los "Bisbal". No pienses, no juzgues la calidad, escucha, compra, gasta, tira y vuelta a empezar...
 
Eso es, para producir el Let it be de los beatles necesitas el talento de los beatles, su inspiración, su disposición y necesitas a Phil Spector. Una conjunción de hechos complicados. El resultado es un disco que sus destinatarios escucharán varias veces.

Para producir a Bisbal compras las canciones a un compositor anónimo, contratas a unos cuantos mercenarios (ni siquiera buenos), le das las canciones al bisbal (o a un clónico, no importa) y el resto te lo gastas en publicidad. El resultado es un disco que hasta a las mongolas más acérrimas repudiarán en un par de meses sustituyendolo por otro.

Usa y tira.

En esas circunstancias, ¿es el escritor responsable de lo q se publica?. Pues no, los responsables son los editores que son los que marcan el camino. La cosa esta mala, pero me temo que va a estar peor, los criterios empresariales sustituirán al final a lo que queda de la vieja guardia y del lado del consumidor no se puede esperar mucho, la mayoría ni siquiera sabe escribir.

Por si fuera poco desde los mass media se promociona la cultura como algo pernicioso y en pruridad lo es, puesto que tiene como objetivo final estimular el pensamiento crítico, el mismo que les permitiría ver la indigencia del mundo en que se desarrollan sus tristes vidas.
 
herr.kafka rebuznó:
Cómo comparar eso con estos tiempos convulsos donde Boris Izaguirre es finalista del premio de más importe económico.


No veo la incongruencia en ningún sitio.
 
Algunos novelistas estrella, vomitan sus inquietudes. Tienen que sacar el enorme peso que llevan dentro. Expulsan sus sentimientos más hondos… ¡Desde luego! ¡No hay duda que se hacen sus necesidades sobre el papel!

Golpean y blasfeman a las puertas de la inspiración y el público necio le llama su estilo.
 
No hay que rasgarse las vestiduras señores. Incluso en los mejores momentos literarios algunos de los autores que más vendían eran unos mierdas que no han sobrevivido hasta hoy.
Hoy se publica mucha mierda cierto, como antes. El tiempo nos dirá que conservar y que olvidar.
 
Básicamente estoy de acuerdo contigo. Uno debe leer lo que realmente le agrade. Recuerdo que con apenas 20 años me tuve que tragar, para no ser menos que mis amigos "los profundos", "En busca del tiempo perdido", del gran Marcel Proust, y lo que hice fue perder un tiempo precioso en la lectura de aquellos siete tomazos en el que el tiempo parece estar detenido. Sin embargo, pasados muchos años y con muchas más lecturas a cuestas, he vuelto a releer ahora con enorme placer aquella magna obra, entre cuyos minuciosos detalles antes no era capaz de recrearme.

El vino peleón entra bien mientras uno es joven y no tiene el estómago ni el paladar demasiado delicados. Pero con la edad, después de muchas botellas, uno empieza a valorar el tesoro que esconde una buena copa de amontillado viejísimo. Achaques de la edad, sin duda, pero "más sabe el diablo por viejo que por diablo".
 
Claro, y en 100 años todos calvos, si lo piensas así el estado del panorama cultural no es muy grave.

Supongo que hay una caterva de autores que no están conformes con ponerse a escribir de sabanas santas y subnormalidades similares, e incluso que hay alguno de ellos que le gusta comer y tener unos ingresos más o menos regulares para llevar una vida más o menos digna y culmina mi suposición que les debe producir algo de amargura ver como las listas de ventas y el espacio público de la literatura lo ocupan medianías y gente que no tiene nada que ver con el concepto que tiene de literatura y de eso va el tema.

Por otro lado, y desde un punto de vista más amplio, es incongruente que una sociedad eduque a los jovenes en unos valores que constantemente se pasan por el ojete. Darle un premio a Izaguirre (o más concretamente, la exposición pública de ese premio en concreto) y que un chaval de 16 años solo sepa escribir en mayusculas y con faltas de ortografía son hechos relacionados.
 
Si bien es verdad que la "cultura popular" y la que yo llamo "cultura elevada", bebían la una de la otra, en una simbiosis enriquecedora, me parece evidente que era esta última la que marcaba la pauta y abría nuevos caminos dados su mayor refinamiento y elaboración. De modo que era el pueblo sencillo -y no por ello menos ingenioso- quien trataba de imitar a las élites en la medida de sus posibilidades, supliendo la falta de medios a base de ingenio. La choza no es más que una imitación rudimentaria del palacio, y en cuanto los medios se lo permiten a sus moradores la estancia única se compartimenta en salón-comedor con hogar y alcobas, después se añade cocina separada, cuadra, servicio, habitaciones para invitados, gabinetes, biblioteca, habitaciones para el personal de servicio, jardines... y así hasta el palacio. Aunque justo es reconocer que todos partían de un origen común: la cueva y la cabaña.

En mi opinión, y siguiendo un tanto a Ortega, a quien he leído con fruición, con el despertar de los sistemas democráticos y un igualitarismo mal entendido, la exaltación de todo lo popular nos ha conducido al desprecio de las élites, y con ellas de todo lo excelente y más elaborado, hasta el punto de que ya no sólo no se las imita sino que se las rechaza.

Mientras no dejemos de rendirnos al populismo y no se vuelva a admirar la excelencia sin complejos -"democratitis aguda"- no se reestablecerá el fluido y enriquecedor trasvase entre lo que emana del ingenio popular y lo que destilan las élites cultivadas.
Entre tanto las sociedades occidentales están condenadas a nadar en la mediocridad del consumismo, huérfanas de la espontaneidad y del ingenio creador del pueblo, y también de la cultura más sofisticada.
 
Ya no hay ni libros ni escritores sino sólo productos y grandes conglomerados dedicados a "la comunicación". Pero eso es lo normal en una sociedad hiperconsumista y de economía capitalista-oligopolística como esta. Es indignante, desde luego, pero no especialmente sorprendente.

Aunque, sin embargo, ¿la cultura fue independiente alguna vez? Siempre ha dependido de alguien: la Iglesia, el Estado, la aristocracia... Ahora depende de las grandes empresas. Pero los auténticos artistas siempre se las arreglarán para sobrevivir. Otra cosa, claro, es que alguien les oiga (o les quiera oir).

cuellopavo rebuznó:
la exaltación de todo lo popular nos ha conducido al desprecio de las élites, y con ellas de todo lo excelente y más elaborado, hasta el punto de que ya no sólo no se las imita sino que se las rechaza.

Sí que es cierto que las élites están mal vistas, aunque sean intelectuales (porque de las élites políticas creo que sí que habría razones para la queja). Y ese es un problema muy grave, que se ve, por ejemplo, en el bajísimo nivel de calidad de la enseñanza universitaria española. Pero solucionar todo esto es muy caro: la educación de calidad siempre lo es.
 
Acabo de ver que este tema se debatió no hace mucho en otro hilo.

La literatura, entiendo, no debe ser ni dejar de ser nada en principio. Sólo literatura. Lo que los demás decidan hacer con ella es otra cuestión. Pero su función fundamental es abrir sincera y profesionalmente un abanico de posibilidades al futuro lector.

Las apreciaciones de los demás son las que situarán la obra en cuestión en el lugar que le corresponda, no la decisión del autor o editor.

Sólo en los contados casos en que el márketing se hace extraordinariamente agresivo se logra mover a la masa al antojo de unos cuantos. Y aun así, si la obra carece de unos mínimos no pasará de ser un relumbrón sin trascendencia.
 
Sólo en los contados casos en que el márketing se hace extraordinariamente agresivo se logra mover a la masa al antojo de unos cuantos. Y aun así, si la obra carece de unos mínimos no pasará de ser un relumbrón sin trascendencia.

Ójala fuese así. Me has hecho recordar el caso de La sombra del viento, una novela que si un marketing agresivo comenzó a correr boca a oreja hasta convertirse en un fenómeno editorial. Yo todo ufano me apañé un ejemplar (sin apoquinar que eso lo reservo a las apuestas seguras) y comencé a leer. Durante las primeras cien páginas no pude evitar una intensa vergüenza ajena, que si un libro es mágico, que si es una puerta a la aventura, que si hay una aventura esperándonos, que si la biblioteca de los libros perdidos.... vaya putisima mierda, ¿se pueden acumular más tópicos ruines en tan pocas páginas?

La cosa como era de esperar no mejora mucho, un enjendrillo a medio camino entre el cuento gótico mal entendido con un estilo trasuntado del peor Eduardo Mendoza (chascarrillos chungos incluidos)

Jodr, igual soy yo, pero ese libro no es ni notable dentro de la novela juvenil, sin embargo el público lector (maduro) lo eligió, ahí no podemos hablar de las editoriales y por tanto hay un problema serio. Incluso en el caso del Codigo, fue el libro el que comenzó a tirar del engranaje que después todos conocimos.
 
Lo bueno, con marketing o sin él -el "Boca a boca" también resulta,- funciona. "El nombre de la Rosa", best-seller donde los haya, se vendió como rosquillas, pero lo hubiera hecho igual en una editorial más modesta, o si el autor hubiera sido un completo desconocido... ¿o no?

A veces las cosas que se venden también son de calidad, existen grandes minorías inteligentes, y minorías de una gran inteligencia, incluso inteligencias minoritarias muy grandes.
 
Acabo de ver que este tema se debatió no hace mucho en otro hilo.

La literatura, entiendo, no debe ser ni dejar de ser nada en principio. Sólo literatura. Lo que los demás decidan hacer con ella es otra cuestión. Pero su función fundamental es abrir sincera y profesionalmente un abanico de posibilidades al futuro lector.

Las apreciaciones de los demás son las que situarán la obra en cuestión en el lugar que le corresponda, no la decisión del autor o editor.

Sólo en los contados casos en que el márketing se hace extraordinariamente agresivo se logra mover a la masa al antojo de unos cuantos. Y aun así, si la obra carece de unos mínimos no pasará de ser un relumbrón sin trascendencia.
Grandes palabras, totalmente de acuerdo.

Donde veo el error es en la completa erudición, un hombre de pasiones no puede ni debe ser amante de toda la literatura, de todo el arte o de toda la música. Un hombre de pasiones tiene que haber conocido mucho pero admirar sólo a unos cuantos, un grupo muy reducido de artistas con los que conecte de verdad.
Es un desastre para un individuo admirar todo lo que le entra por los sentidos, acaba nublando tu juicio.
Ahí es donde destrozamos la cultura, por ello hay tanto sobrevalorado.
 
cuellopavo rebuznó:
A veces las cosas que se venden también son de calidad, existen grandes minorías inteligentes, y minorías de una gran inteligencia, incluso inteligencias minoritarias muy grandes.

Buena frase si señor.

El nombre de la rosa es una excepción en los best-seller, un libro que dice estar escrito por un erudito y que efectivamente está escrito por un erudito.

A lo que me refería es que el boca-oreja tb está contaminado, y si está contaminado o no funciona es que es el gusto o capacidad de la gente lo que no funciona. Está muy bien eso de que la literatura debe ser abierta y yo soy el primero en aceptar novedades e innovaciones. Lo que no acepto es pseudo literatura o que se venda o promocione (desde los periódicos del mismo grupo que edita) basura.

Está claro que el tiempo pone a todos en su sitio y demás, pero al menos yo no tengo tanto tiempo o paciencia, a mi no me consuela saber que dentro de 50 años espido freire o similares estarán en el puto culo de la literatura, eso ya lo sé, me jode que ocupen un sitio que no se merecen ni les corresponde ahora mismo, porque espero que haya gente con más cosas que ofrecer y si no las hay, prefiero que se hable del cambio climático o se promocionen otras villanías.
 
Ójala fuese así. Me has hecho recordar el caso de La sombra del viento, una novela que si un marketing agresivo comenzó a correr boca a oreja hasta convertirse en un fenómeno editorial. Yo todo ufano me apañé un ejemplar (sin apoquinar que eso lo reservo a las apuestas seguras) y comencé a leer. Durante las primeras cien páginas no pude evitar una intensa vergüenza ajena, que si un libro es mágico, que si es una puerta a la aventura, que si hay una aventura esperándonos, que si la biblioteca de los libros perdidos.... vaya putisima mierda, ¿se pueden acumular más tópicos ruines en tan pocas páginas?

La cosa como era de esperar no mejora mucho, un enjendrillo a medio camino entre el cuento gótico mal entendido con un estilo trasuntado del peor Eduardo Mendoza (chascarrillos chungos incluidos)

Jodr, igual soy yo, pero ese libro no es ni notable dentro de la novela juvenil, sin embargo el público lector (maduro) lo eligió, ahí no podemos hablar de las editoriales y por tanto hay un problema serio. Incluso en el caso del Codigo, fue el libro el que comenzó a tirar del engranaje que después todos conocimos.

No, no sólo eres tú. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices sobre "La sombra del viento". Es una mierda llena de lugares comunes, poesía de libro de autoayuda y con una "intriga" que se adivina desde el principio. Ni siquiera es mínimamente divertido, cosa que al menos sí era "El código Da Vinci". Es realmente lamentable que un libro así tenga tanto éxito. Y su autor presumiendo por ahí de gran escritor. Anda ya...

Pero como bien dice hikaru, el tiempo (esperemos que poco tiempo) ya lo pondrá en su sitio. Pero sí que jode que a esta gente le hagan tanto caso...
 
Hay varias formas de leer, creo.

Hay libros para pasarlo bien, otros para distraerse, otros para limpiarse de la mierda cotidiana, y para aprender, o para entender, y desde luego para entenderse.

Quizás por ahí ande la explicación.

Noah Gordon o el de La sombra del viento o el del Código da Vinci o el del niño mago, cubren una necesidad. Pedro Páramo cubre otra.
Son gente con oficio, unos mejores que otros, claro está, y dan lo que una mayoría necesita.
Ni son mejores porque les vendan sus historias a millones ni son peores porque no me gusten a mí...

García Márquez
estuvo a punto de no publicar Cien años de soledad porque nadie se lo quería comprar...
La Balcells lo vio y supo lo que podría pasar, ¿pero, imaginó tanto? Quizás tampoco, y es uno de mis libros de cabecera -y de unos cuantos millones más- pero que el de da Vinci haya vendido más (ni idea) no lo va a hacer mejor libro, ¿no?

(no sé si me estoy liando...)

Y desde luego puedo recordar páginas enteras de los Cien años o del Pedro Páramo, pero no recuerdo ni media pagina del Código de marras.

Leer es como comer, hay paellas y fideuás que recuerdo con emoción, pero a veces también apetece una hamburguesa con aros de cebolla y patatas fritas, o unos buenos huevos fritos con chorizo, de estos que ves cómo se les sale el colesterol por el borde del plato...
 
A ver, si yo no niego en ningún momento la existencia de una literatura popular. Soy el primero que ha leido a Stephen King, a Follet, etcetc y me gusta y la valoro como lo que es cuando está bien escrita y desarrollada (JK Rowling). Dentro de esa parcela podría nombrar títulos que me gustaron (el clan del oso aunq solo leí los dos primeros, Sinué el egipcio, no sé, hay bastantes)

De lo que hablo es de un panorama cultural donde se comienzan a confundir best-sellers y literatura, donde los macdonalds y burguerking comienzan a aparecer en las páginas de gastronomía. Eso es lo que critico, la confusión. A mi me parece de puta madre que existan bestseller, pero no que axfisien o tapen al resto de la producción y sobre todo que se sepa distinguir, que la gente no se pasee con su codigo da vinci en el metro bajo el brazo como si estuviera leyendo los hermanos karamazov.
 
Ninguna forma de conocimiento o percepción debería ser excluyente. Que lo culto y lo popular pueden hacer muy buenas migas ya nos dio ejemplo Cervantes en el Quijote, incorporando a su relato cuentecillos extraídos de la literatura oral y popular de la época. Y si miramos a la fecunda literatura hispanoamericana del realismo mágico encontraremos textos impregnados poéticamente de folletines al más puro estilo de Corín Tellado. Lo que salva a la literatura, a la cultura, no es la pureza incontaminada, sino un algo más minúsculo, algo íntimo que, en mi opinión, tiene que ver mucho con el lenguaje.

Bueno, me estoy dejando llevar un poco, pero en esencia es lo que creo; tal vez una mirada más interesante y menos desapasionada pueda encontrarse en Los apocalípticos e integrados de Umberto Eco. Como él bien señala no nos podemos restar al mundo que habitamos, y yo añadiría, que tampoco debemos sustraer nuestra mirada personal a ese mundo. Ahí, en ese cruce de miradas, es donde surge, tal vez, lo perdurable.
 
Pero volvemos a lo mismo, una cosa es lo popular, y otra lo que está mal construido o mal escrito. Precisamente lo popular es un filtro importante xq deja fuera las historias que no logran captar la atención del público y perfecciona la narración para hacerla más efectiva.

Yo no me quiero sustraer del resto, ni me parece mal que coexista la baja y la alta cultura. Yo crítico que se infiltre en la alta cultura lo que no lo es. Antes a ti te podían gustar los chichos, pero sabías de sobra que juegan en otra categoría de los beatles (por ejemplo), ahora la sociedad dicta que si los chichos venden lo mismo que los beatles es que son igual de buenos (si gustan, si venden, si llegan al público) cuando no es así. Lo que es peor es que el público asume que su gusto mal educado es bueno xq todo un engranaje social le ha dicho que si, que es el amo y que sus opiniones son tan validas como las de alguien que entiende de música.

Respecto a la literatura latinoamericana, salvo excepciones me parece un pufo infernal que le hizo (en su momento, esa moda ha pasado) más mal que bien a la literatura. Por un Rulfo salen veinte enjendros y Borges que es un escritor que admiraba es el primero en renegar de su latinismos para apuntarse a lo anglófilo.
 
Veo que estamos de acuerdo en apreciaciones esenciales. La cultura popular, anónima y ágrafa, existe desde que hay humanidad, y la llamada cultura elevada, quizás desde que hay escritura para fijar los poemas y cantos que anteriormente habían sido orales. Las letras fijan el pensamiento y permiten estudiarlo con más atención, avanzar en su afinamiento y complejidad, la aparición de la cultura escrita supuso un salto tremendísimo en la capacidad de las comunidades organizadas, y, paradójicamente, el desarrollo tecnológico de los soportes que reproducen datos parece haber desbordado, en muchos aspectos, a la letra escrita, llegando a crear una representación de la realidad tan amplia y apabullante, que muchos ya empiezan a vivir en ella, sin apercibirse de que es una representación de la realidad, y no la realidad misma.

Este creo yo es el peligro que se cierne sobre un occidente (ya globalizado) fascinado o embobado por el desarrollo de las telecomunicaciones, que han acabado creando una reproducción virtual del mundo que funciona incesantemente las 24 horas.

Tal vez el papel del escritor en este paisaje sea el de quien, todavía, trata de mantener en contacto al lector con la realidad humana, y no con su representación televisada o telemanipulada (télé en sentido original, que significa desde lejos, a distancia)

Tal vez sea ese algo íntimo de que hablaba. La intimidad se opone al télé, a lo enviado a distancia, para grandes masas receptoras que justifiquen el gran gasto en la inversión. Buscar lo pequeño en uno mismo quizá sea buscar lo que todavía es único en este uniforme que ya empieza a meterse en nuestras entrañas.

Hay un nuevo síndrome: el síndrome del videojuego, el de la realidad apresada en su propia representación virtual, y de los que viven en ella pensando que equivale a todo lo cognoscible.

Pero el muñeco que los estudiantes de medicina usan para aprender a conocer el cuerpo humano, nunca será el cuerpo humano, sólo su representación. Más nos vale no equivocarnos. Sería caer en un nuevo tipo de inconsciencia. La metáfora es bella, pero es una metáfora. No lo olvidemos.

Para la historia de Roma, precisamente, había un autor, Rostovtzeff, con ideas muy similares a las tuyas, que cifraba la decadencia romana en la pérdida de los valores de élite. Esto es muy discutible, pero su discusión desborda este post.

La gran literatura es folletín, es culebrón, pero escrito desde una inteligencia y una sensibilidad raras y únicas. Almodóvar ha dicho que él rueda culebrones, y es verdad, pero Volver posee rasgos de gran literatura (visual), que van más allá de la trama culebrona y del color pintoresco y algo chillón de los personajes.
 
El problema es que tenga que venir hikaru a decirnos qué es lo que está mal escrito o mal construído.

Yo no me quiero sustraer del resto, ni me parece mal que coexista la baja y la alta cultura.

Además, ¿quién dictamina qué es la alta cultura? ¿gente como hikaru que declaraba sin asomo de pudor que "él también leía a Bukowski cuando era adolescente"?

Ya sabemos que eres todo un gran lector, un auténtico erudito en la materia, y que tu intención es sentar cátedra con cada parida mental que te viene a la cabeza, como todo buen pedante pretencioso. Pero si algo sobra en este mundo, no son las novelas malas, sino los que se las quieren cargar porque no les gusta.

...que la gente no se pasee con su codigo da vinci en el metro bajo el brazo como si estuviera leyendo los hermanos karamazov.

Eso, ahora la gente tendrá que arrancarle la pasta a sus libros para que el bueno de hikaru no se indigne ante semejante muestra de herejía. Deberías saber que incluso esa literatura que denostas, a la larga, puede acercar al público a obras de más enjundia.
Si algo ha hecho mucho mal ha sido el meter con calzador en el sistema educativo la lectura obligatoria de obras "clásicas", de esas que algunos englobarían en la "Alta Cultura". Fundamentalmente porque dichas lecturas van destinadas a gente, por lo general, aún no iniciada en la lectura, y lo que se consigue es hastiarlos y que no vuelvan a coger un libro en su vida una vez superado ese ciclo.

El nombre de la rosa es una excepción en los best-seller, un libro que dice estar escrito por un erudito y que efectivamente está escrito por un erudito.

Creo que te equivocas. Por lo general, la literatura que gente como tú encasilla bajo la etiqueta de "buena", por regla general es la más vendida, porque es también la que más perdura en el tiempo. Es más, la mayoría de los grandes clásicos fueron éxito de ventas incluso en el momento de su edición. Y aún así, es posible que en aquel momento también saliesen garrulos encubiertos de intelectuales que, como tú, gustaban de tacharlas de obras de segunda.

Un saludo, amigos, y leed lo que os salga de los cojones sin ningún tipo de remordimientos, independientemente de lo que os digan tipejos como éste.
 
Te rebatiría, pero sería iniciar un bronco chat y careces del mínimo interés que lo justificara (no me caen bien los abusones y no voy a ser uno de ellos).

Además, no te soporto cuando te haces la resentida (¿acaso estás en esos días?)
 
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