Internet: daños colaterales

Catullus

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7 Mar 2007
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(PD).- ¿Está Google estupidizándonos? La pregunta corresponde al arranque de un largo y estremecedor artículo de Nicholas Carr -editor del Harvard Business Review-, que reproduce La Ventana. La realidad es que nunca un sistema de comunicación ha ejercido una influencia tan amplia sobre nuestros pensamientos como hace hoy Internet. Pero a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha pensado poco en cómo exactamente nos está reprogramando.

"Dave, para. Para, por favor. Para, Dave. ¿Vas a parar, Dave?" Así suplica la supercomputadora HAL al implacable astronauta Dave Bowman en una famosa y fantásticamente conmovedora escena casi al final de 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick.

Bowman, tras haber sido enviado a la muerte en el espacio interplanetario por la máquina descompuesta, está tranquila y fríamente desconectando los circuitos de memoria que controlan su "cerebro" artificial. "Dave, estoy perdiendo la mente", dice HAL, con tristeza". Me estoy dando cuenta. Lo estoy sintiendo."

Yo también me estoy dando cuenta, lo estoy sintiendo. En los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo, ha estado jugueteando con mi cerebro, cambiando el esquema de su circuito neural, reprogramando la memoria. No es que esté perdiendo la mente —hasta donde puedo decir—, pero me está cambiando. No estoy pensando del modo que antes lo hacía.

Me doy cuenta sobre todo cuando leo. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así.

Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha.

Creo que sé qué está pasando. Desde hace ya más de una década, he estado pasando mucho tiempo en línea, buscando y navegando y a veces añadiendo a la gran base de datos de Internet.

La red ha sido una bendición para mí como escritor. Puedo hacer en minutos la investigación que en un tiempo requería días en salas de la biblioteca o de las publicaciones periódicas. Unas pocas búsquedas en Google, algunos "clics" rápidos en hiperenlaces y obtengo el dato revelador o la cita sucinta que andaba buscando.

Incluso sin estar trabajando, es muy probable que esté hurgando en la espesura de la información de la Red: leyendo y escribiendo correos, escaneando titulares y blogs, viendo videos y escuchando podcasts o sencillamente saltando de enlace en enlace. (A diferencia de las notas al pie, a las que muchas veces se asimilan, los hiperenlaces no sólo señalan obras que guardan relación con el tema, sino que lo lanzan a uno a ellas.)

Para mí, como para otros, la Red se está convirtiendo en un medio universal, el conducto de casi toda la información que fluye a mis ojos y oídos y entra en mi mente. Las ventajas de tener acceso inmediato a un almacén tan increíblemente rico de información son muchas y éstas han sido ampliamente descritas y debidamente aplaudidas. Clive Thomson escribió en Wired: "La retentiva perfecta de la memoria de silicón puede ser una enorme ayuda al pensamiento.”

Pero la ayuda tiene un precio. Como señaló el teórico de los medios de difusión Marshall McLuhan en los años sesenta, éstos no son sólo canales pasivos de información. Suministran la materia para el pensamiento, pero también conforman el proceso del pensamiento.

Y lo que la Red parece estar haciendo es socavar mi capacidad de concentración y contemplación. Mi mente espera ahora captar la información del modo en que la Red la distribuye: en una corriente de partículas en rápido movimiento. En un tiempo fui un submarinista en el mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo en una moto acuática.

No soy el único. Cuando les menciono mis problemas con la lectura a amigos y conocidos —la mayoría de ellos hombres de letras— muchos dicen estar experimentando algo similar. Mientras más usan la Red, más tienen que luchar para concentrarse en escritos largos.

Algunos de los bloggers que sigo también han comenzado a mencionar el fenómeno. Scout Karp, quien escribe un blog sobre los medios de difusión en línea, confesó hace poco que ha dejado por completo de leer libros.

"Hice el master en literatura en la universidad y era un voraz lector de libros -escribió-. ¿Qué ha pasado?” Y especula la respuesta: "¿Y si todo lo que leo es en la red, no se debe a que la forma en que leo haya cambiado, o sea, que esté sólo en busca de comodidad, sino porque mi forma de PENSAR ha cambiado?”

Fuente¿Qué le está haciendo Internet a nuestros cerebros?
¿Os ha afectado internet como narra el autor del artículo?. A mí sí. Tras navegar durante años con frenesí, acostumbrado a lo sucinto y sintetizado que ofrece internet, en ocasiones leer libros resulta complicado por la dificultad para seguir el hilo de un texto largo.
¿Esto es necesariamente malo?, no lo sé. Supone un cambio del modo de pensar, no totalmente compatible con los soportes de conocimiento tradicionales, lo que exigirá una adaptación a las innovaciones para asimilar la información eficientemente. Claro que, también puede ocurrir que tengamos un acceso a ingentes cantidades de información pero no de conocimiento por una mala acomodación al modelo actual.

¿Qué opináis?.
 
Hoy en día nos lo dan todo mascadito y lógicamente nos afecta.En su momento pasó algo similar con la aparición de la calculadora,nos acomodamos a usar ciertos objetos que trabajan por nosotros y nos hacemos más improductivos mentalmente hablando.

Tampoco podemos renunciar a esos servicios que nos mejoran la vida porque vayamos a quedarnos inútiles.Lo ideal sería que cada uno se administrara el tiempo libre sin depender tanto de (en este caso) internet.

Recuerdo que cuando salió el famoso juego Tetris me pasaba horas con él y a la hora de coger un libro las letras me corrían de un lado a otro,siendo incapaz de concentrarme.Algo similar ocurre con internet y son las nuevas generaciones las que más lo van a sufrir.
 
pues para mi internet es tenerlo todo al alcanze de tu mano, ¿para que aprenderte los reyes godos mientras lo tienes en tu pda? eso si, hay que contrastarlo ya que hay gente que se cree todo porque sale en internet
 
Bueno, pero eso ha pasao siempre, también hay otros muchos que se creen que todas las informaciones que dan en la tele son verdad, o otros que se creen cualquier cosa que ponga en un libro, de estos hay una subclase que incluso no sabe distinguir una novela de un libro no ficticio, y se creen que lo que pone en la novela es verdad.
 
Seguramente la literatura del siglo XXI tendrá que adaptarse a los nuevos modelos de pensamiento que van surgiendo con el uso de internet. Los autores tendrán que usar otros ritmos narrativos, otros registros lingüísticos, otros recursos literarios que capten mejor la atención del lector del nuevo siglo.

Esto ya ocurrió en el siglo pasado con el nacimiento y la popularización del cine. El ritmo narrativo del cine, mucho más ágil y profuso en elipsis temporales, influyó en la literatura del siglo XX, que tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos incorporando la agilidad narrativa del cine y una nueva concepción del espacio-tiempo. Nada que ver con la literatura del siglo XIX, con esos narradores omnipresentes y omniscientes y esas descripciones pormenorizadas de todos y cada uno de los episodios por los que pasaban los personajes.

Dentro de 10 ó 20 años, desaparecerá el libro de papel y todos leeremos en e-readers. Y seguramente las novelas serán interactivas, con música, vídeos y comunidades de lectores que decidirán cómo se desarrolla la historia. Vete a saber.

Lo que está claro es que están cambiando los mapas cognitivos y los hábitos de pensamiento, pero no creo que ese cambio sea para peor. Simplemente hoy en día tenemos que lidiar con mucha más información que la que manejaban nuestros bisabuelos y la única manera de hacerlo es diversificando nuestra atención.
 
Es obvio que la rapidísima expansión de un medio como internet tiene y tendrá efectos tremendos en sus usuarios. Supongo además que la mayor parte de esos efectos están aún por descubrirse.

Lo que a mí de verdad me preocupa respecto a internet son dos cosas, la falta de un análisis de certeza en la información que contiene y la capacidad de control que otorga.

El principal problema a mi modo de ver es que al ser tan sencilla la publicación de información en este medio, no exista un sistema de verificar que la información publicada de hecho sea cierta. Lo veo en los estudiantes estos días. La busqueda se hace en internet y muy pocas veces se verifica el origen y solvencia de esa información.

Me dirán que eso no es substancialmente diferente con lo que siempre ha ocurrido en los propios libros o en la televisión. Es cierto en lo que se refiere a esta última, aunque es cierto tambi'en que la misma nunca ha sido considerada fuente de conocimiento por alguién interesado en la búsqueda del mismo.

Con los libros y revistas especializadas siempre ha existido una criba. La que impone el comité de edición que, en el caso de libros y revistas de cultura, suele estar formado por individuos con cierta formación académica. Ello obviamente no significa que los libros siempre tengan razón, ni mucho menos, pero sí es cierto que uno puede esperar una mayor credibilidad o al menos una mayor facilidad de acceso a la fuente de la información.

Este defecto en internet está conectado directamente con el segundo problema que viene a continuación.

En efecto, Internet ofrece unas posibilidades de control de la población fabulosas y fabulosamente fáciles de ser empleadas. No, no soy conspiratorio, lo juró. Pero esto es un hecho y así lo expongo.

Cuántos millones, decenas de millones de personas empiezan su contacto en internet a traves de Google?. Google es la puerta, el umbral al escaparate de información que constituye internet.

Estamos seguros -están seguros esos millones de navegantes- que las respuestas del buscador son las que existen?. Hoy, si una entrada no aparece en Google simplemente, de hecho, no existe en internet. Todos sabemos, yo lo empleo en mi empresa, lo fácil y barato que es manipular las salidas de Google para que tu entrada aparezca dentro de las primeras diez. Sí amigos, es así como hacen dinero. No con los anuncios a la derecha del buscador sino con el orden de salida de respuestas.

Ahora imaginemos, Google es una sociedad mercantil, que alguien o algún grupo estuviera interesado en crear cierto estado de opinión o pensamiento. Fácil verdad?. Caro pero fácil.
 
Catullus rebuznó:
¿Os ha afectado internet como narra el autor del artículo?. A mí sí. Tras navegar durante años con frenesí, acostumbrado a lo sucinto y sintetizado que ofrece internet, en ocasiones leer libros resulta complicado por la dificultad para seguir el hilo de un texto largo.

Obviamente sí me ha afectado. Desde que frecuento internet apenas escucho la radio (antes lo hacía a todas horas) y jamás veo la televisión (aunque eso ya lo había dejado de hacer antes). Mis hábitos de lectura han cambiado: antes le dedicaba ratos muertos en casa, que ahora le dedico a la internet; ahora para leer salgo a la calle y leo mientras doy un paseo; quiero decir, la actividad de leer ha pasado de ser una actividad improvisada a una actividad programada.

Pero esa es sólo su influencia en mi ocio. En realidad (aunque esto quizás se escape del propósito del hilo), internet ha influido en lo que soy profesionalmente, que no es aquello para lo que estudié. Justamente al acabar la carrera me volví a picar con la informática (lo había estado en mis años de instituto) y el software libre e internet contribuyeron decisivamente a que mi inquietud no se quedase, otra vez más, en sólo eso.
 
Estoy completamente en desacuerdo con el artículo y con muchas de las opiniones posteadas aquí. Obviamente solo puedo hablar desde mi experiencia personal y las impresiones de amigos míos acerca del tema, pero pienso que mientras que es cierto que Internet está afectándonos de formas que solo se harán claras dentro de varios años, la capacidad de un usuario para leer un texto largo no se ve afectada por este medio. Trataré de explicarme.

Internet, tal y como yo lo percibo, es tanto la prometida Biblioteca Universal como un gigantesco tablón de anuncios. Me bajo libros, películas y discos con gula, pero me doy cuenta de que yo no consulto esa información online. Me sirvo de la red para acceder a ella y luego, una vez sana y salva en mi disco duro, digerirla sin prisa. ¿La Red? La red es otro mundo. Una gigantesca pizarra donde nos comunicamos todos, con un ruido de fondo atronador que nos obliga o a centrarnos en un punto o a mantener varias pestañas del navegador abiertas a fin de absorber lo máximo posible en el menor tiempo. A nadie le gustan los ladrillos en los foros, los blogs eternos, los artículos de opinión de dos páginas de Word. No porque nos resulten pesados, sino porque nos exigen retirar nuestra atención del resto de la pizarra para centrarnos en ellos y no es agradable. Es como quedarse un poco miope, ¿no?.

Como tablón de anuncios, sus principales usuarios son personas del montón con intereses corrientes y molientes. Es entonces obvio que la Red en su mayor parte sea un macrocosmos de trivialidades y banalidades que en ocasiones causa vergüenza ajena y propia. Sin embargo esto lo hace divertido de ver. Me siento más cercano a alguien en un foro relatando una anécdota desde el completo anonimato que a Iñaki Gabilondo hablándome de la crisis de Oriente Medio. Esa criba de la que habla faloni es, por ello, responsabilidad nuestra. De cada usuario. Tengo una colección de columnistas de todo pelaje a un golpe de ratón de distancia, y también os tengo a vosotros.

En definitiva: leo mi periódico cada mañana, pero consulto Menéame. Veo la televisión, pero me bajo series por el Emule. Leo novelas, pero también leo blogs. Sugerir que debido a la Red somos menos capaces de leer novelas es como sugerir que llegado el momento no toleraremos las películas de hora y media por culpa del YouTube. O eso creo, vamos.
 
En definitiva: leo mi periódico cada mañana, pero consulto Menéame. Veo la televisión, pero me bajo series por el Emule. Leo novelas, pero también leo blogs. Sugerir que debido a la Red somos menos capaces de leer novelas es como sugerir que llegado el momento no toleraremos las películas de hora y media por culpa del YouTube. O eso creo, vamos.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo según como se mire.

En el caso de los videojuegos es notorio: antes, cuando caía tal vez un videojuego en nuestras manos, le dedicábamos horas, días y meses al videojuego de marras. En cambio, ahora los videojuegos son más efímeros porque siempre está el siguiente descargado del emule esperando ser jugado. En este caso, lo que hace que se le dedique menos tiempo al videojuego es la posibilidad de jugar a otros.

Con los libros es algo parecido. Antes el ocio se reducía a: estar con los amigos en la calle o estar en tu casa leyendo o viendo una película, pero como había que ir a buscarla al videoclub, no se disponía de tantas como ahora. En cambio, ahora internet ha disparado las posibilidades del ocio doméstico: en casa, frente a leer existen multitud de alternativas todas relacionadas con la existencia de internet: películas, series o videojuegos descargadas a saco, chateos, porno, etc...

Puede, como, muy bien dices tú, que internet no merme la capacidad de leer una novela; pero sí le roba tiempo a la lectura que se dedica a otras actividades. De hecho, ahora, la chavalería lee bastante menos que antes. Es habitual ver a mozos con unas notas decentes en el bachellerato y que no se le dan nada mal las ciencias (vamos, que no son tontos) con unas faltas de ortografía que hace años era impensable. Y la razón es clara: este tipo de chavales antes leía; ahora no lo hace, porque tiene muchísimas otras cosas con que entretenerse.
 
caco3 rebuznó:
En el caso de los videojuegos es notorio: antes, cuando caía tal vez un videojuego en nuestras manos, le dedicábamos horas, días y meses al videojuego de marras. En cambio, ahora los videojuegos son más efímeros porque siempre está el siguiente descargado del emule esperando ser jugado. En este caso, lo que hace que se le dedique menos tiempo al videojuego es la posibilidad de jugar a otros.
No tienes en cuenta el fenómeno de los juegos online, esos que enganchan a sus jugadores durante años, pero sí, estoy de acuerdo contigo en este punto. También es algo que ocurre en la música y en los libros, como bien comentas.

caco3 rebuznó:
Puede, como, muy bien dices tú, que internet no merme la capacidad de leer una novela; pero sí le roba tiempo a la lectura que se dedica a otras actividades. De hecho, ahora, la chavalería lee bastante menos que antes. Es habitual ver a mozos con unas notas decentes en el bachellerato y que no se le dan nada mal las ciencias (vamos, que no son tontos) con unas faltas de ortografía que hace años era impensable. Y la razón es clara: este tipo de chavales antes leía; ahora no lo hace, porque tiene muchísimas otras cosas con que entretenerse.
Si algo tenemos en común todos los adictos a Internet es que hemos dejado de ver la televisión casi por completo. El tiempo que antes le dedicábamos a la querida caja tonta ahora lo malgastamos frente al ordenador, pero mi horario de lectura sigue vigente. Simplemente es un cambio en nuestra forma de ocio que no veo por qué ha de afectar a los hábitos de lectura de nadie. En cuanto a la chavalería no leyendo como antes, no sé qué decirte. No recuerdo haber visto colas de chavales pillándose libros antes de Harry Potter, o leyendo a Tolkien gracias a las películas. Esos enanos andan en foros o grupos de MSN discutiendo la obra de la Rowling y escribiendo fanfiction como malditos. Eso sí, la ortografía es un horror, pero yo la culpa se la echo a la ESO y a la legitimización popular del lenguaje SMS, oiga.

Internet nos afecta, eso no lo dudéis, pero no creo que hasta el punto de tornarnos en débiles mentales incapaces de seguir coherentemente una novela de la Dannielle Steel. Eso es básicamente lo que sostengo.
 
Es como todo. Cuantas mas cosas tienes menos te concentras en una de ellas, e Internet tiene el añadido de que TODO lo que busques esta a tu alcance. Puedes buscar informacion, detalles, imagenes de lo que quieras. Aparte de eso tenemos peliculas, musica, libros, television, videojuegos...Es dificil aburrirse y disminuye la concentracion al tener tal abanico de posibilidades.

A lo que ha dicho alguien atras de que cuando eramos crios los videojuegos duraban mas: cuando se es pequeño tienes un monton de tiempo libre y te entretienes con lo que sea. En mi caso al menos cuando me regalaban un juego, un libro, me grababa una pelicula buena por la tele...exprimias ese juego, libro o pelicula. Cuantas veces de crio habre visto la misma pelicula a diario o me habre releido varias veces seguidas un libro concreto. Eso ahora mismo se me antoja impensable de hacer
 
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