La estupidez humana. Un análisis.

El_listo

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14 Mar 2008
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El economista italiano Carlo Cipolla, hizo una serie de observaciones sobre la estupidez humana que a mí, personalmente, me gustaron mucho. Como no tengo ganas de escribir ahora mismo, copio y pego lo que me más me ha llamado la atención.


Las leyes fundamentales de la estupidez humana
(basado en Cipolla[SIZE=+0] (1988, [SIZE=+0]Allegro ma non troppo )[/SIZE][/SIZE]

Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno la rotunda veracidad de esta afirmación. Cipolla considera que por muy alta que sea la estimación cuantitativa que se haga de la estupidez humana, siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
  1. personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado resultan ser inequívocamente estúpidas;
  2. día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que aparecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos menos oportunos.
La Primera Ley Fundamental impide la atribución de un valor numérico a la fracción de personas estúpidas respecto del total de la población. Cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación. Por ello en las líneas que siguen se designará la proporción de personas estúpidas en el seno de una población con el símbolo σ.


[SIZE=+0]Segunda[/SIZE][SIZE=+0] Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.[/SIZE]
[SIZE=+0]No todos los humanos son iguales ya que unos son más estúpidos que otros. Según Cipolla, el grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza[/SIZE]pero no está asociado a ninguna otra característica de raza, sexo, nacionalidad o profesión.
El profesor Cipolla realizó amplios estudios demográficos con muy diversos sectores de la población. Inicialmente afirma haber comprobado que entre los trabajadores "de cuello azul" existía una fracción σ de estúpidos y que esa fracción era mayor de lo que esperaba, con lo que se confirmaba la primera Ley. Sospechando que podía deberse a falta de cultura o a marginalidad social estudió muestras de trabajadores "de cuello blanco" y a estudiantes, comprobando que entre ellos se mantenía la misma proporción. Más sorprendido aún quedó al medir el mismo parámetro entre los profesores de universidad. Decidió por tanto expandir sus estudios hasta la élite de la sociedad, los laureados con el Premio Nobel. El resultado confirmó el poder supremo de la naturaleza: una proporción σ de laureados con el Nobel son estúpidos.

[SIZE=+0]Tercera Ley Fundamental (o de Oro): una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.[/SIZE]
cipollagraf1.gif

[SIZE=+0]El análisis de costes y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas. Si representamos en el eje de abcisas el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje de ordenadas el beneficio (+) o coste (-) que causa a los demás, podemos definir y estimar las coordenadas de los siguientes tipos:[/SIZE]
  • [SIZE=+0]Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.[/SIZE]
  • [SIZE=+0]Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.[/SIZE]
  • [SIZE=+0]Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.[/SIZE]
  • [SIZE=+0]Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.[/SIZE]
[SIZE=+0]Distribución de Frecuencia[/SIZE]
[SIZE=+0]La mayoría de los individuos no actúa consistentemente. Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar inteligentemente y en otras actuar como desgraciado. La única importante excepción a esta regla es la de las personas estúpidas que normalmente muestran una fuerte tendencia hacia un comportamiento estúpido en cualquier actividad o empresa. Para los demás, podremos calcular su posición en el eje de coordenadas del gráfico 1 como una media de los resultados de sus acciones en términos de costes y beneficios causados sobre sí mismos y sobre los demás. Esta posibilidad nos permite hacer la siguiente digresión:[/SIZE]
[SIZE=+0]
cipollagraf2.gif
Consideraremos un "bandido perfecto" aquel que mediante sus acciones obtiene para sí mismo un beneficio igual al coste que origina en los demás. Es el caso del ladrón que roba a otro cien euros sin causarle ningún coste adicional. Esta situación puede ser definida como un "juego de suma cero" en el que el conjunto de la sociedad ni gana ni pierde. El "bandido perfecto" quedaría representado en el eje de coordenadas del gráfico 2 sobre la línea OM que bisecta el cuadrante B.[/SIZE]
[SIZE=+0]Sin embargo los "bandidos perfectos" son relativamente escasos. Es más frecuente que haya "bandidos inteligentes" (Bi) que obtienen más beneficios que los costes que causan, o "bandidos estúpidos" (Be), que para obtener algún beneficio causan un coste alto a los demás. Desgraciadamente los bandidos que permanecen por encima de la línea OM son relativamente poco numerosos. Es mucho más frecuente el individuo Be. Ejemplo de este último puede ser el ladrón que destroza los cristales de un coche para robar su radio o el que asesina a alguien para irse con su mujer a pasar un fin de semana en Montecarlo. [/SIZE]

[SIZE=+0]El poder de la estupidez[/SIZE]
[SIZE=+0]Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un bandido son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar la oportuna defensa.[/SIZE]

[SIZE=+0]Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.[/SIZE]

[SIZE=+0]Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque: [/SIZE]
  1. [SIZE=+0]generalmente el ataque nos coge por sorpresa.[/SIZE]
  2. [SIZE=+0]incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.[/SIZE]
[SIZE=+0]El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.[/SIZE]

[SIZE=+0]Cuarta Ley Fundamental[/SIZE][SIZE=+0]: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.[/SIZE]
[SIZE=+0]No hay que asombrarse de que las personas desgraciadas e incautas, es decir, las que en los gráficos 1 y 2 se sitúan en el cuadrante D, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni los bandidos consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez. Es extremadamente difícil explicar por qué sucede esto. Se puede tan sólo formular la hipótesis de que, a menudo, tanto los inteligentes como los bandidos, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar la defensa y segregar inmediatamente cantidades ingentes de adrenalina ante tamaña situación de peligro.[/SIZE]

[SIZE=+0]Uno de los errores más comunes es llegar a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto no es más que confundir la estupidez por la candidez de los desgraciados.[/SIZE]

[SIZE=+0]A veces hasta se puede caer en la tentación de asociarse con un individuo estúpido con el objeto de utilizarlo en provecho propio. Tal maniobra no puede tener más que efectos desastrosos porque:[/SIZE]

[SIZE=+0]a) está basada en la total incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez y[/SIZE]
[SIZE=+0]b) da a la persona estúpida la oportunidad de desarrollar sus capacidades aún más allá de lo originalmente supuesto. Uno puede hacerse la ilusión de que está manipulando a una persona estúpida y, hasta cierto punto, puede que incluso lo consiga, pero debido al comportamiento errático del estúpido, no se pueden prever todas sus acciones y reacciones y muy pronto uno se verá arruinado y destruido sin remedio.[/SIZE]

[SIZE=+0]A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables. [/SIZE]


[SIZE=+0]Macroanálisis y Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.[/SIZE]
[SIZE=+0]Las consideraciones finales de la Ley cuarta nos conducen a un análisis de tipo "macro", según el cual, en lugar del bienestar individual, se toma en consideración el bienestar de la sociedad, definido, en este contexto, como la suma algebraica de las condiciones del bienestar individual. Es esencial para efectuar este análisis una completa comprensión de la Quinta Ley Fundamental. No obstante, es preciso añadir que de las cinco leyes fundamentales, la Quinta es, de largo, las más conocida.
cipollagraf3.gif
[/SIZE]

[SIZE=+0]El corolario de la ley dice así:[/SIZE]

[SIZE=+0]El estúpido es más peligroso que el bandido.[/SIZE]

[SIZE=+0]La formulación de la ley y el corolario son aún del tipo "micro". Sin embargo, tal como hemos anunciado anteriormente, la ley y su corolario tienen profundas implicaciones de naturaleza "macro". Si todos los miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres. Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar. Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente. La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece. [/SIZE]
[SIZE=+0]El gráfico 3 muestra un sistema de clasificación simple entre las acciones que causan beneficio o perjuicio a la sociedad como un todo. Toda actividad representable a la derecha de la línea NOM implica una redistribución con beneficio social neto, mientras que las actividades que caen a la izquierda o debajo de dicha línea implican pérdidas sociales netas.[/SIZE]
[SIZE=+0]El profesor Carlo M. Cipolla, erudito historiador que ha investigado intensamente la sociedad clásica romana, la sociedad medieval[/SIZE][SIZE=+0] y muchas otras de la antigüedad, está perfectamente cualificado para afirmar, como hace, que el coeficiente σ es una constante histórica. ¿Por qué entonces unas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.[/SIZE]
[SIZE=+0]Más aún: en las sociedades en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual a σ; sin embargo, en el resto de la población Cipolla observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de bandidos con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos es el que refuerza inevitablemente el poder destructivo de la fracción σ y conduce al país a la ruina.[/SIZE]
 
Una de las más divertidas aproximaciones a la categorización de la estupidez pertenece a Umberto Eco, el cual pone en boca de uno de los personajes de su magnífica obra "El péndulo de Foucault" lo siguiente. Ojo al parche, porque es buenísimo -o me lo parece, vaya-:


En el mundo están los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los locos. En suma todo el mundo, si se mira bien, participa de alguna de esas categorías. Digamos que la persona normal es la que combina razonablemente todos esos componentes o tipos ideales.

¿Cómo es el genio, Einstein, por ejemplo? El genio es el que pone en juego uno de esos componentes de manera vertiginosa, alimentándolo con los demás.

El cretino ni siquiera habla, babea, es espástico. Se aplasta el helado contra la frente, no puede ni coordinar los movimientos. Entra en la puerta giratoria por el lado opuesto.

Ser imbécil ya es más complicado. Es un comportamiento social. El imbécil es el que habla siempre fuera del vaso. Quiere hablar de lo que hay en el vaso, pero, esto por aquí, esto por allá, habla fuera. O si lo prefiere, es el que siempre mete la pata, el que le pregunta cómo está su bella esposa al individuo que acaba de ser abandonado por la mujer.

El imbécil está muy solicitado, sobre todo en las reuniones mundanas. Incomoda a todos, pero les proporciona temas de conversación. En su versión positiva llega a ser diplomático. Habla fuera del vaso cuando otros han metido la pata, consigue cambiar de tema. Pero a nosotros [las editoriales] no nos interesa, no es nunca creativo, trabaja de prestado, de manera que no presenta manuscritos.

El imbécil no dice que el gato ladra, habla del gato cuando los demás hablan del perro. Confunde las reglas de conversación, y cuando las confunde bien es sublime. Creo que es una raza en extinción, un portador de virtudes eminentemente burguesas. Necesita un salón Verdurin, o mejor, Guermantes.

El estúpido no se equivoca de comportamiento. Se equivoca de razonamiento. Es el que dice que todos los perros son animales domésticos y todos los perros ladran, pero que también los gatos son animales domésticos y por tanto ladran. O que todos los atenienses son mortales, todos los habitantes del Pireo son mortales, de modo que todos los habitantes del Pireo son atenienses. Y lo son, pero de pura casualidad. El estúpido incluso puede decir algo correcto, pero por razones equivocadas.

Se pueden decir cosas equivocadas, con tal que las razones sean correctas. ¿Si no por qué tomarse tanto trabajo para ser animales racionales?

Ya estamos en el umbral en el que sospechamos que algo no funciona, pero es necesario un esfuerzo para demostrar qué es lo que no cuadra y por qué. El estúpido es muy insidioso. Al imbécil se le reconoce en seguida (y al cretino ni qué decir), mientras que el estúpido razona casi como uno, sólo que con una desviación infinitesimal. Es un maestro del paralogismo. Se publican muchos libros escritos por estúpidos, porque a primera vista son muy convincentes.

El argumento ontológico de San Anselmo es estúpido. Dios tiene que existir porque puedo pensarlo como el ser dotado de todas las perfecciones, incluida la existencia. Confunde la existencia en el pensamiento con la existencia en la realidad. Pero también es estúpida la refutación de Gaunilo. Puedo pensar en una isla en el mar aunque esa isla no exista. Confunde el pensamiento de lo contingente con el pensamiento de lo necesario. Una batalla entre estúpidos. Claro, y Dios se divierte como un loco.

Pues sí, la estupidez nos rodea. Y quizá para un sistema lógico diferente nuestra estupidez sea sabiduría. Toda la historia de la lógica es un intento por definir una noción aceptable de estupidez. Demasiado ambicioso. Todo gran pensador es el estúpido de otro. ¿El pensamiento como forma coherente de estupidez? No. La estupidez de un pensamiento es la incoherencia de otro pensamiento.

Al loco se le reconoce en seguida. Es un estúpido que no conoce los subterfugios. El estúpido trata de demostrar su tesis, tiene una lógica, cojeante, pero lógica es. En cambio, el loco no se preocupa por tener una lógica, avanza por cortocircuitos. Para él, todo demuestra todo. El loco tiene una idea fija, y todo lo que encuentra le sirve para confirmarla. Al loco se le reconoce porque se salta a la torera la obligación de probar lo que se dice; porque siempre está dispuesto a recibir revelaciones...
 
¡Hilo de copypastes!

El ser humano es estúpido

Así es amigos, el hombre y por qué no también la mujer, son estúpidos por naturaleza. Y lo demuestran los datos, por ejemplo, según la última estadística publicada de moral, aprensiones y otros problemas socioculturales de la revista "Hola", el miedo número uno de la humanidad, es el de hablar en público. ¡Me parece increíble que la muerte ocupe el segundo lugar! Y digo increíble, porque esto me lleva a la siguiente reflexión: En un entierro, el hombre promedio prefiere estar dentro de la caja de pino, que citando unas palabras a los parientes... que si los deseos se cumpliesen con tan solo pensarlos, más que a un entierro, asistiríamos a un suicidio colectivo.



Y mira que para mí más aterrador es lo de tirarse en paracaídas, desde un avión que está volando a 2000 metros de altura y a una velocidad de más de 300 Kilómetros por hora. En serio es aterrador, que cuando estés cayendo, te surja la vil pregunta: ¿cuál es la función del casco...? Porque a ver, uno se lo pone como medio de protección ¿no? Quiero decir, que el casco, en el hipotético caso que te metas una yoya a 2000 metros de altura y a una velocidad de 9,8 m/s² te va a amparar de todo peligro. Si es que hay muchas maneras de demostrar que a lo largo de la historia el hombre ha sido "poco listo", pero la del casco es la mejor. Me lo imagino. El hombre, como ser racional que es, resolviendo el problema... ¿Qué solución podríamos dar a todas esas actividades en las que el cráneo sufre de múltiples dolencias, fisuras y desgarros...?. Y el hombre mostró su racionalidad. En lugar de evitar esas situaciones, tiene que inventar unos sombreritos de plástico y colorines, para seguir rompiéndonos la cabeza. Pero no satisfechos con el invento, tenemos que aplicar una ley que obligue a usar el casco. O sea: ¡es obligatorio proteger un cerebro que funciona tan mal que ni siquiera intenta evitar que el cráneo en el que reside se rompa!



Pero amigos, esto no acaba aquí. No os creáis que el hombre es imbecil, solo en su aspecto colectivo no, el hombre va más allá, también es imbecil en su aspecto más individual. Todos nos creemos más inteligentes que los delincuentes. Ya sabéis, cada vez que pensamos: "me voy a meter en el mar, entonces escondo la cartera en las zapatillas para que no me la roben..." vale, mira tío, que tu cartera ha volado cuando vuelvas de hacerte esos larguitos delante de las chavalitas en bikini, es un hecho, pero al menos joder, no seas tan orgulloso y digas "Pues se me habrá caído dentro del mar" ¿En que parte del tanga la llevabas pillín?


Ahora, en cuestión de orgullo, dentro de la humanidad hay una categoría especial. Adulto, comprendido entre 25 y 40 años, con trauma psico-infantil por hincharse a ver de pequeño películas de Superman. ¿Acaso nunca habéis visto a un tipo llevando un colchón en el techo del coche? Va por la autopista a 140 kilómetros por hora con esa cosa monstruosa y tiene la mano fuera de la ventanilla, sosteniendo el colchón. No importa lo que lleve ahí arriba, siempre "está ayudando" con el brazo. Esa es una muestra clara del pensamiento "superhéroe masculino": el infradotado está convencido de que, si el viento intenta llevarse ese inmenso objeto rectangular a 140 kilómetros por hora, él puede estar tranquilo porque "lo tiene controlado".



Eso sin mencionar que todos nos creemos más listos que Aladino cuando pide los tres deseos, que todos pensames q si alguna vez nos concediesen tres deseos uno de ellos sería tener deseos infinitos....¿pero a donde vamos queriendo engañar a un Genio!? Un ser azul sin piernas que lleva millones de años encerrado en una lampara... y nosotros lo queremos timar!!

¿Y después somos nosotros la raza superior? Yo creo q eso es insultar al resto de animales pero bueno...
 
Mi pequeña conclusión.

Me han gustado vuestros posts, gracias. Phase out, porfa, cita la fuente para que podamos ampliar información.

Sin tantos tochos, creo que el punto de Cipolla y de otras personas que se plantean el asunto de la estupidez humana, es que hay que dirigir nuestras acciones a beneficiarnos a nosotros mismos a la vez que beneficiamos a los demás. En mayor o menor medida.
 
Por lo visto es inevitable que, en todo foro cultural y con mayor o menor regularidad, haya un forero que descubra Allegro ma non troppo de Cipolla, lo cual es perfectamente plausible, ya que el texto lo merece.

Y por lo visto es casi igualmente inevitable que ese forero se lo tome mucho más -en algunos casos me temo que literalmente- en serio de lo que jamás pretendió su autor.

Y eso que en prólogo lo dice bien claro: Tengo la profunda convicción de que siempre que se presente la ocasión de practicar el humorismo es un deber social impedir que tal ocasión se pierda. De esta consideración trivial nacieron los dos ensayos que se ofrecen a continuación. Originariamente fueron publicados hace unos años (en 1973 y en 1976, respectivamente) en lengua inglesa y en edición limitada, reservada únicamente a los amigos.(...)

Los dos ensayos a que se refiere son Allegro ma non troppo y El papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media. Y con ellos lo que Cipolla pretendía no era establecer -ni siquiera como divertimento- una teoría de la estupidez humana, sino burlarse de un determinado tipo de historiador (él era un historiador*, de gran importancia por cierto), que podríamos llamar "de tesis", mecanicista, de causa única... ese que siempre intenta convencernos de haber hallado la clave esencial y definitiva de cualquier aspecto humano.

Lo que no sé es si cada vez que alguien confunde Allegro con un ensayo sociológico Cipolla se parte el culo de risa en la tumba en la que reposa desde el año 2000 o se revuelve de desazón en ella.

En todo caso, es un ejemplar magnífico de panfleto humorístico, a la altura de la Modesta Proposición de Swift, de la que, por si no la conocen, aquí tienen una muy buena traducción:
Una modesta proposición - Jonathan Swift - Ciudad Seva

* Un libro de Cipolla en que se aprecia toda su categoría como historiador es su Historia económica de la población mundial. Teta de novicia.
 
Por lo visto es inevitable que, en todo foro cultural y con mayor o menor regularidad, haya un forero que descubra Allegro ma non troppo de Cipolla, lo cual es perfectamente plausible, ya que el texto lo merece.

Y por lo visto es casi igualmente inevitable que ese forero se lo tome mucho más -en algunos casos me temo que literalmente- en serio de lo que jamás pretendió su autor.

Y eso que en prólogo lo dice bien claro: Tengo la profunda convicción de que siempre que se presente la ocasión de practicar el humorismo es un deber social impedir que tal ocasión se pierda. De esta consideración trivial nacieron los dos ensayos que se ofrecen a continuación. Originariamente fueron publicados hace unos años (en 1973 y en 1976, respectivamente) en lengua inglesa y en edición limitada, reservada únicamente a los amigos.(...)

Los dos ensayos a que se refiere son Allegro ma non troppo y El papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media. Y con ellos lo que Cipolla pretendía no era establecer -ni siquiera como divertimento- una teoría de la estupidez humana, sino burlarse de un determinado tipo de historiador (él era un historiador*, de gran importancia por cierto), que podríamos llamar "de tesis", mecanicista, de causa única... ese que siempre intenta convencernos de haber hallado la clave esencial y definitiva de cualquier aspecto humano.

Lo que no sé es si cada vez que alguien confunde Allegro con un ensayo sociológico Cipolla se parte el culo de risa en la tumba en la que reposa desde el año 2000 o se revuelve de desazón en ella.

En todo caso, es un ejemplar magnífico de panfleto humorístico, a la altura de la Modesta Proposición de Swift, de la que, por si no la conocen, aquí tienen una muy buena traducción:
Una modesta proposición - Jonathan Swift - Ciudad Seva

* Un libro de Cipolla en que se aprecia toda su categoría como historiador es su Historia económica de la población mundial. Teta de novicia.


Buena observación. De hecho, el citar a Cipolla y tomárselo más o menos en serio tiene, en mi opinión, poco que ver con lo que él hubiera pretendido.

Me explico, éste y otros estudios, digamos que están hechos "medio en broma, medio en serio", es decir, que a través del sentido del humor tratan de explicar algo que algunos nos hemos planteado de igual manera en algún punto de nuestras vidas.

Por ejemplo, puedes leer sobre el efecto Dunning-Kruger y la autosobrevaloración que los incompetentes hacen de sus propias competencias, e independientemente de que el estudio en sí, sea un cachondeo, dice cosas muy ciertas e interesantes. Además, estos investigadores ganaron los premios anti-Nobel, no te digo más. Ahora, lo que dice Cipolla, como tantos otros, es para mí, muy cierto. Sin tomarlo literalmente en serio y dándole la importancia que tiene. Sólo eso.
 
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