Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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Caballeros, me abruman, tan sólo he adornado con recargadas e innecesarias florituras verbares una evidencia conocida por todos y magistralmente enunciada por una escritora, cuyo nombre no recuerdo y tampoco pienso buscar en google, porque rompería mi ritmo de tecleado y sobre todo, mi inspiración. La mujer en cuestión, experta conocedora de las veleidades femeninas y su hábil mercadeo con su mágico orificio, dejó escrita o pronunció unas de las frases más axiomáticas que recuerdo:
"La única diferencia entre el sexo gratis y el sexo de pago, es que el sexo de pago es más barato".
Y cuando hablamos de barato, no nos referimos a cuestiones puramente pecuniarias. Cualquiera que sepa sumar conoce perfectamente cuan oneroso resulta para el bolsillo convencer a una puta no profesional para que comparta catre y fluídos con nosotros. Desde que sales por la puerta de casa, hasta que finalmente, dias o semanas despues, entras a pollazo limpio hasta el fondo de su coño, las cantidades que se requieren darian de sobra para pagar varias putas de aristocrático y perfumando conejo.
Lo caro no es lo que cuesta dinero. Lo caro es el martilleo emocional, el taladro de sus palabras, el cacareo inhumano e infatigable al que nos somete para enumerar sus virtudes o sus frustraciones o sus insulsas y deprimentes intrigas laborales o amistosas o familiares. Ahi se deja uno la salud, que es lo primero, el ánimo y hasta las ganas de follar. Meterla pasa a un segundo plano y al final, lo que uno desea y necesita es tan sólo lo que antes tenia con sus pajas y su fútbol: paz.
"La única diferencia entre el sexo gratis y el sexo de pago, es que el sexo de pago es más barato".
Y cuando hablamos de barato, no nos referimos a cuestiones puramente pecuniarias. Cualquiera que sepa sumar conoce perfectamente cuan oneroso resulta para el bolsillo convencer a una puta no profesional para que comparta catre y fluídos con nosotros. Desde que sales por la puerta de casa, hasta que finalmente, dias o semanas despues, entras a pollazo limpio hasta el fondo de su coño, las cantidades que se requieren darian de sobra para pagar varias putas de aristocrático y perfumando conejo.
Lo caro no es lo que cuesta dinero. Lo caro es el martilleo emocional, el taladro de sus palabras, el cacareo inhumano e infatigable al que nos somete para enumerar sus virtudes o sus frustraciones o sus insulsas y deprimentes intrigas laborales o amistosas o familiares. Ahi se deja uno la salud, que es lo primero, el ánimo y hasta las ganas de follar. Meterla pasa a un segundo plano y al final, lo que uno desea y necesita es tan sólo lo que antes tenia con sus pajas y su fútbol: paz.